psicología /desarrollo personal
SILENCIO Y SUEÑO: LAS DOS NECESIDADES
DE LA MENTE QUE SE HAN VUELTO UN LUJO
Si miramos al pasado, nos daremos cuenta de que vivimos en un mundo de lujos.
Tenemos cosas que nos facilitan la vida que nuestros bisabuelos ni siquiera
podían imaginar. Y la industria se las ingenia para producir cada vez más
cosas, que prometen facilitarnos aún más la vida, hacernos más felices y
exitosos. Bombardeados por ese frenesí de estímulos, es fácil olvidar y descuidar
las cosas más esenciales y necesarias de la vida, como el silencio y el sueño,
dos necesidades de la mente que se están convirtiendo en lujos.
La mercantilización del sueño
En el imaginario colectivo se ha
asentado la idea de que dormir poco es digno de admiración y una señal de éxito
puesto que significa que esa persona está muy ocupada, probablemente
transformando su tiempo en dinero. Cuando nos encontramos con alguien y nos
dice que no tiene ni un minuto libre, asumimos que se trata de una persona «exitosa».
Este fenómeno ha alcanzado un nivel tal que en Tokio se practica lo que se
conoce como inemuri, que significa literalmente “estar presente
mientras dormimos”.
Esa práctica surgió a finales de
los años ’80, en medio de la burbuja económica que estaba convirtiendo a Japón
una gran potencia. Entonces los japoneses llevaban una vida laboral tan activa
que no tenían tiempo para dormir. Las personas de negocios tenían jornadas de
24 horas, por lo que comenzaron a practicar el inemuri donde
pudieran, en el transporte público o en el trabajo, solo para darle un pequeño
descanso a su mente mientras aprovechaban al máximo su tiempo.
Sin embargo, a medida que los
científicos comprenden mejor qué ocurre durante el sueño, alertan de que es
imprescindible para nuestra salud física y emocional. Durante el sueño nuestro
cerebro reprocesa las experiencias que hemos vivido durante el día, las
reorganiza en la memoria y les resta parte de su impacto emocional, lo cual nos
permite levantarnos al día siguiente con una perspectiva más objetiva y la
mente más fresca.
También se ha apreciado que
durante el sueño el cerebro se deshace de las sustancias de deshecho de su
metabolismo, esas mismas sustancias que se han relacionado con la aparición de
enfermedades neurodegenerativas como las demencias. Por eso, podemos afirmar
que dormir poco y mal encoge y envenena nuestro cerebro,
literalmente.
La industria lo sabe, por lo que
ya estén apareciendo empresas que mercantilizan el sueño. Existen compañías que
cuentan con salones de siesta para que sus empleados puedan descansar sin salir
de la oficina. Y en las grandes urbes se abren centros conocidos como “retiros
del sueño”, como Siesta&Go que ya se encuentra presente en más de cinco
grandes capitales del mundo, donde los ocupados trabajadores pagan por horas
para poder echar una siesta.
También están surgiendo
nuevas aplicaciones que nos prometen ayudarnos a dormir, hay colchones
inteligentes que nos “aseguran” un sueño reparador y hasta se han creado
máscaras para dormir que monitorizan las ondas cerebrales y estados REM.
El problema es que todos estos
inventos se venden como una ventaja para mejorar nuestro desempeño y ser más
eficaces en el trabajo. Así se cierra un círculo vicioso: la tecnología y el
estilo de vida que nos han arrebatado el sueño nos venden tecnología para que
consigamos dormir en aras de seguir manteniendo el mismo estilo de vida. ¡Es
insensato! Sobre todo porque para dormir mejor solo sería necesario aprender a
desconectar.
Debemos recordar que dormir mal,
que no significa solo dormir poco sino en un entorno ruidoso que provoca
despertares continuos, equivale a apilar un fardo de enfermedades, estrés y mal
humor. Algunas personas serán más resistentes que otras, pero si no le das a tu
sueño la importancia que merece, acabará costándote muy caro en términos de
salud.
La tendencia a priorizar el
dinero sobre la salud, pensando que este puede resolverlo todo es uno de los
peores errores que podemos cometer en la vida. Nos hemos desecho del sueño a
favor de otros sueños: el sueño del éxito, el sueño de tener más cosas, el
sueño de ser mejores… Y no estoy segura de que salgamos ganando en ese cambio.
¿Cómo nos robaron el silencio?
Nuestro mundo se rige por la
economía, nos guste o no. Por eso se piensa que lo fundamental es generar más
ingresos, aunque eso no significa necesariamente generar más prosperidad. Sin
embargo, en el afán de producir más ganancias, hemos atiborrado nuestros
espacios de objetos ruidosos y de tecnología que perturba los ciclos naturales
de sueño y vigilia. Así el silencio también se ha convertido en un producto de
lujo.
Desde siempre, el silencio ha
sido valuado y el ruido aborrecido. Hace mucho tiempo, en Síbari, se obligaba a
los artesanos cuya profesión era ruidosa a vivir fuera de los muros de la
ciudad. Sin embargo, hoy vivimos y trabajamos en ciudades ruidosas llenas de
objetos que, obviamente, dejan una huella sonora.
Mientras tanto, la industria se
encarga de hacer del silencio su mayor reclamo vendiéndonos electrodomésticos
silenciosos a precios casi prohibitivos que solo puedes pagar a costa de dormir
menos para trabajar más. American Airlines, por ejemplo, comercializa su «Admirals
Club» realizando una asociación entre el lujo, el éxito y el silencio: «Acceda
a nuestros salones Admirals Club, un oasis de paz lejos del ajetreo del
aeropuerto. Relájese en un ambiente tranquilo y sofisticado «. Y no son los
únicos, Finlandia, por ejemplo, se publicita como un destino de turismo
silencioso.