15 julio 2020

LA ENORME DIFERENCIA ENTRE “APROVECHAR EL TIEMPO” Y “MATAR EL TIEMPO”


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LA ENORME DIFERENCIA ENTRE “APROVECHAR EL TIEMPO” Y “MATAR EL TIEMPO”  
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“Matar el tiempo”
se ha convertido en uno de los imperativos de nuestra sociedad. Aburridos, aterrados por los minutos que corren, nos sentimos obligados a echar mano a cualquier entretenimiento o actividad que nos ayude a enajenarnos del incesante paso de las manecillas del reloj, como si así pudiéramos conjurar nuestra propia mortalidad, como si pudiéramos olvidar que el tiempo es la materia de la cual está hecha la vida. 
“Matar el tiempo” se ha convertido en uno de los imperativos de nuestra sociedad. Aburridos, aterrados por los minutos que corren, nos sentimos obligados a echar mano a cualquier entretenimiento o actividad que nos ayude a enajenarnos del incesante paso de las manecillas del reloj, como si así pudiéramos conjurar nuestra propia mortalidad, como si pudiéramos olvidar que el tiempo es la materia de la cual está hecha la vida.
Aquello a lo que dedicamos nuestro tiempo es en definitiva a lo que asignamos nuestra vida. Y esta tiene una duración limitada, aunque no nos agrada que nos lo recuerden. Somos seres finitos, con un comienzo y un final, inmersos en un tiempo que pasa inexorable. Matar el tiempo es en realidad dilapidar o consumir parte de nuestra vida.
«Quien gestiona bien su tiempo, gestiona bien su vida. Y quien no encuentra tiempo para reflexionar, planificar o programar, difícilmente podrá sacar adelante ningún proyecto de cierta envergadura. Tal vez no encuentre tiempo ni para sí mismo”, escribió el psicólogo Guillermo Ballenato.

¿Qué diferencia a las personas que matan el tiempo de aquellas que lo aprovechan?

“Matar el tiempo” significa llenar las horas vacías como buenamente podamos, indiscriminadamente, con un ocio inútil o una actividad desenfrenada – lo mismo da – porque ambos encierran la semilla de la inconsciencia.
Matar el tiempo es, en el fondo, la actitud indolente de quien no es consciente de su finitud, o de quien le teme tanto que necesita esconderse tras lo intrascendente para acallar sus propios demonios interiores, para no encararse con la necesidad de poner rumbo a su vida y descubrir qué es lo que disfruta realmente, qué es lo que quiere hacer y, sobre todo, qué es lo que no quiere hacer.
Quien mata el tiempo está imbuido en una especie de hiperkinesia cotidiana que le arrebata toda posibilidad contemplativa y la capacidad para demorarse y disfrutar, como escribiera el filósofo Byung-Chul Han. “Así los acontecimientos se desprenden con rapidez los unos de los otros, sin dejar una marca profunda, sin llegar a convertirse en una experiencia”. Se vive sin vivir.
Por otra parte, aprovechar el tiempo no significa, ni mucho menos, trabajar continuamente o estar permanentemente ocupados sino dedicarse de manera plena y consciente a aquellas cosas que realmente son útiles, nos permiten disfrutar o nos aportan algo para crecer como personas – y eso también implica descansar, relajarse o dedicarse al dolce far niente.
La diferencia entre perder y aprovechar el tiempo radica en el objetivo y la actitud con la cual emprendemos ciertas actividades. Si leemos un libro porque realmente disfrutamos de la lectura, nos aporta conocimiento o nos permite crecer, estaremos “aprovechando el tiempo”. Si solo lo leemos porque estamos aburridos, porque no se nos ocurre nada mejor que hacer, porque es lo que tenemos a mano y cuando lo cerramos, automáticamente olvidamos todo, entonces estaremos “matando el tiempo”.

No mates el tiempo, ¡aprovéchalo!

Dicen que las últimas palabras de la Reina Isabel I de Inglaterra en su lecho de muerte fueron: “Todo cuanto poseo por un momento de tiempo”. La clave para aprender a valorar nuestro tiempo en su justa medida – sin obsesionarnos con su paso, pero tampoco dilapidándolo inconscientemente – consiste en aceptar nuestra mortalidad, comprender que cada día es un regalo precioso compuesto por 1 440 minutos que transcurren uno detrás del otro, de manera silenciosa e inexorable, hasta que, llegados a cierto punto de la vida, el tiempo deja de correr para empezar a volar, precipitadamente, sin asideros a los cuales aferrarse.
Debemos evitar el error de pensar que “quien vive el doble de rápido puede disfrutar en la vida del doble de opciones”. Debemos desterrar la idea de que “la aceleración de la vida hace que esta se multiplique y se acerque al objetivo de una vida plena”, porque una vida plena no se mide en términos de cantidad sino de sentido. No se vive más por hacer más. Se vive más cuando se disfruta más. Cuando las cosas que hacemos tienen un sentido para nosotros. Es por eso que, “quien intenta vivir con más rapidez, también acaba muriendo más rápido”, matando el tiempo con un ocio que no aporta nada más que la inconsciencia de desconectarse de la realidad, según Han.
En su lugar, necesitamos comprender que solo cuando somos plenamente conscientes de nuestra finitud logramos extraer el máximo de cada minuto. Entonces, y solo entonces, dejamos de matar el tiempo para empezar a aprovecharlo en esas cosas que realmente nos aportan y nos permiten vivir experiencias más plenas, alargando el instante presente todo cuanto podamos.


14 julio 2020

EFECTOSMARAVILLOSOS DEL TÉ SOBRE EL CEREBRO

PSICOLOGÍA/CURIOSIDADES                                                                             
EFECTOSMARAVILLOSOS  DEL TÉ SOBRE EL CEREBRO 5921

Que el té es una bebida maravillosa probablemente ya lo sabías pero quizás no conocías que los efectos del té se extienden hasta nuestro cerebro. De hecho, ahora te daré tres buenas razones para que incluyas una taza de té en tu dieta diaria.
1. Mejora la concentración
Históricamente, el té se ha asociado con un incremento de la concentración. Ahora investigadores holandeses han realizado un estudio más profundo y han llegado a la conclusión de que la teína que se encuentran en el té realmente mejora nuestra capacidad atencional.
Estos investigadores reclutaron a un grupo de personas y a la mitad les dieron té negro mientras que a la otra mitad se les dio agua con un sabor y color similar, pero sin las propiedades del té. A continuación, se evaluó su capacidad atencional. De esta forma se pudo apreciar que las personas que habían bebido el té real alcanzaban mejores puntuaciones en las pruebas de atención y también reportaban sentirse más despiertas.
La responsable es la teína. Este aminoácido, que se encuentra casi exclusivamente en la planta del té, incide sobre las redes neurales de nuestro cerebro propiciando un nivel de alerta y concentración más elevado. De hecho, en el estudio se apreció que aproximadamente 20 minutos después de haber consumido el té, se incrementó la actividad de las regiones corticales implicadas en la atención. Vale aclarar que se estima que este efecto dura entre tres y cuatro horas.
2. Propicia la relajación
Le teína, que es la responsable de mejorar nuestra concentración, también provoca un estado de relajación. Básicamente, este aminoácido incrementa la frecuencia de las ondas alpha (las que se han relacionado con la relajación que experimentamos cuando damos un paseo en un entorno natural o cuando estamos en la antesala del sueño) pero lo curioso es que, a la misma vez, interrumpe la somnolencia. Es decir, la teína nos relaja, pero también nos mantiene despiertos y atentos.
Hasta el momento se pensaba que este efecto solo se podía lograr con dosis muy elevadas de teína, que no se encontraban en el té que se consume normalmente. Sin embargo, ahora una nueva investigación ha demostrado que una taza de té puede tener efectos calmantes.
Estos investigadores reclutaron a un grupo de personas y monitorizaron su actividad cerebral 45, 60, 75, 90 y 105 minutos después de haber ingerido 50 mg/L de teína (aproximadamente dos tazas de té negro). Así pudieron apreciar un notable incremento de la actividad alpha. Por tanto, no cabe dudas de que el té puede propiciar la relajación, sobre todo en esos momentos en que tenemos que mantenernos despiertos para terminar un proyecto importante.
3. Protege la memoria
El té es ideal para preservar la memoria e incluso para recuperar algunas de las funciones perdidas. Así lo demuestra un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Newcastle, en el cual se halló que tanto el té negro como el verde inhiben la actividad de las enzimas asociadas con el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas que afectan la memoria, como el Alzheimer. Específicamente, obstaculiza la actividad de la enzima butirilcolinesterasa, que desempeña un papel fundamental en la formación de las placas que se hallan en el cerebro de las personas con Alzheimer.
Además, otro estudio hecho por neurocientíficos chinos va un paso más allá para sugerir que el té no solo protege nuestra memoria, sino que está implicado en la neurogénesis. Es decir, estimula el crecimiento de las neuronas del hipocampo, una estructura esencial para la memoria que resulta una de las primeras en dañarse cuando sufrimos una enfermedad neurodegenerativa.
¿Conclusiones? En vez de apostar por bebidas poco saludables, ricas en azúcar y que aportan pocos beneficios, incrementa el consumo de té (siempre que no tengas algún problema de salud que te lo impida). ¡Tu cerebro te lo agradecerá!


Fuente:
Wang, Y. et. Al. (2012) Green tea epigallocatechin-3-gallate (EGCG) promotes neural progenitor cell proliferation and sonic hedgehog pathway activation during adult hippocampal neurogenesis. Molecular Nutrition & Food Research; 56(8): 1292-1303.
De Bruin, E. A. et. Al. (2011) Black tea improves attention and self-reported alertness. Appetite; 56(2): 235-240.

09 julio 2020


URIOSIDADES DE LA PSICOLOGÍA
LISTA DE EMOCIONES Y SENTIMIENTOS

Las emociones son experiencias relativamente fugaces y más o menos conscientes que se caracterizan por una intensa actividad mental que genera un alto grado de placer o displacer. Todos experimentamos emociones, pero no todos somos capaces de reconocerlas y gestionarlas.

De hecho, existen personas que tienen un autoconocimiento emocional muy limitado, aunque experimentan muchas emociones, no son capaces de reconocerlas con precisión. El problema es que no saber qué emoción se está experimentando también nos impide gestionarla de la manera más adecuada.

Al contrario, conocer todas las emociones y sentimientos nos permitirá afinar nuestra conciencia emocional. Si solo conoces una o dos notas musicales, serán las únicas que escucharás ya que les prestarás más atención. Si las conoces todo tu universo musical se expandirá. Lo mismo ocurre en el plano de los sentimientos y emociones.

Ni los sentimientos son tan emocionales ni el pensamiento es tan racional

Solemos pensar que las emociones y el pensamiento son procesos antagónicos que se excluyen o molestan. Sin embargo, lo cierto es que en cada emoción hay una pizca de razón y en cada pensamiento hay una dosis de sentimiento.

Aunque actuemos guiándonos por las emociones que estamos experimentando en ese momento, en realidad también estamos reaccionando a un proceso mental complejo que ha ocurrido en un segundo plano: la interpretación cognitiva que hemos hecho del evento.

Lo cierto es que no reaccionamos ante la realidad, sino ante el significado que le conferimos a esa realidad, y en ese caso influyen desde nuestras expectativas y necesidades hasta nuestros pensamientos. Por tanto, las emociones no son simplemente reacciones ante el medio sino también ante la valoración que hacemos de lo que nos está sucediendo.

Por ejemplo, si una persona nos tira un vaso de agua encima, la reacción emocional más congruente sería la sorpresa ya que es un evento inesperado. Sin embargo, cuando comenzamos a pensar en las intenciones de esa persona y nuestra mente racional se ponga en marcha, podemos reaccionar con enfado, pensando que lo hizo a propósito. Así, la ira no es una reacción emocional ante lo sucedido sino ante nuestra interpretación de lo que ha sucedido.

Diferencia entre emociones y sentimientos

Conocer la diferencia entre emociones y sentimientos no es un mero ejercicio epistemológico o linguístico, nos ayudará a comprender mejor nuestras reacciones y comportamientos, permitiéndonos regular nuestras respuestas afectivas para lograr un mayor bienestar.

¿Qué son las emociones? Son reacciones de valencia afectiva ante determinados estímulos, que pueden ser externos, algo que vemos o vivimos, o internos, como un pensamiento o un recuerdo. Las emociones desatan un conjunto de respuestas hormonales y neuroquímicas que producen un estado de activación, impulsándonos a la acción inmediata.

¿Qué son los sentimientos? Los sentimientos generan las mismas respuestas fisiológicas y psicológicas que las emociones, pero tienen incorporada una evaluación consciente. Es decir, implican la toma de conciencia y valoración de la emoción y la experiencia afectiva que estamos viviendo.

Por tanto, las principales diferencias entre emociones y sentimientos son:

1.      Duración. Las emociones son estados transitorios que vienen y van con relativa rapidez. Los sentimientos, en cambio, son estados afectivos más estables a lo largo del tiempo. La alegría, por ejemplo, es una emoción, mientras que el amor es un sentimiento.

2.      Orden de aparición. Los sentimientos son el resultado de las emociones, de manera que estas suelen antecederlos. La alegría, por ejemplo, puede transformarse en felicidad y la atracción en amor.

3.      Intensidad. Las emociones suelen ser más intensas que los sentimientos ya que su principal objetivo es predisponernos a la acción. Los complejos procesos de valoración que suelen intervenir en los sentimientos le restan un poco de intensidad.

4.      Nivel de procesamiento. Las emociones se dan de forma inconsciente, generando una respuesta casi inmediata, mientras que los sentimientos, al demandar más tiempo para su formación, se procesan de manera consciente.

5.      Grado de regulación. Las emociones son estados afectivos difíciles de controlar ya que generan reacciones psicofisiológicas automáticas. No podemos contener completamente emociones como el miedo o la alegría, por ejemplo, ya que apenas las experimentemos estas se manifestarán a través de microexpresiones. Los sentimientos, al contrario, se pueden gestionar mejor a lo largo del tiempo, buscando estrategias para expresarlos de manera más asertiva.

No obstante, emociones y sentimientos suelen ser difíciles de separar en la práctica ya que allí donde hay un sentimiento suele haber diferentes emociones y viceversa.

Comprender las diferencias entre emociones y sentimientos nos ayuda, sin embargo, a no sentirnos culpables por nuestras primeras reacciones emocionales. También nos enseña a no aferrarnos a ellas, de manera que aquellas desagradables puedan desaparecer de forma tan natural como han aparecido.

¿Cuántas emociones existen?

En Psicología existe cierto consenso general en hablar de 6 tipos de emociones básicas: el miedo, la ira, el asco, la tristeza, la sorpresa y la alegría. Sin embargo, las investigaciones más recientes han mostrado que el rostro humano es capaz de crear más de 7.000 expresiones diferentes que reflejan una gran variedad emocional.

Por tanto, las emociones básicas son simplemente la base sobre la cual construimos sentimientos y emociones más complejos y sutiles que matizan nuestras experiencias.

Lista de emociones y sentimientos básicos y complejos

Emociones y sentimientos positivos

1.      Alegría

2.      Amor

3.      Afecto

4.      Compasión

5.      Generosidad

6.      Gozo

7.      Júbilo

8.      Esperanza

9.      Admiración

10. Libertad

11. Logro

12. Justicia

13. Agradecimiento

14. Aceptación

15. Acompañamiento

16. Bondad

17. Apreciacion

18. Benevolencia

19. Orgullo

20. Amabilidad

21. Alivio

22. Empatía

23. Integridad

24. Humildad

25. Apego

26. Aprobación

27. Concentración

28. Suficiencia

29. Armonía

30. Honestidad

31. Templanza

32. Tolerancia

33. Motivación

34. Felicidad

35. Firmeza

36. Fortaleza

37. Autonomía

38. Honorabilidad

39. Solidaridad

40. Optimismo

41. Satisfacción

42. Seguridad

43. Comprensión

44. Simpatía

45. Cariño

46. Pasión

47. Estima

48. Entusiasmo

49. Respeto

50. Paz

51. Placer

52. Compromiso

53. Fervor

54. Encanto

55. Competencia

56. Plenitud

57. Omnipotencia

58. Euforia

59. Éxtasis

60. Ilusión

61. Apoyo

62. Contento

63. Interés

64. Confianza

65. Alborozo

66. Cuidado

67. Dignidad

68. Enérgico

69. Vitalidad

70. Complacencia

Emociones y sentimientos negativos

1.      Tristeza

2.      Melancolía

3.      Abandono

4.      Aburrimiento

5.      Abuso

6.      Necesidad

7.      Ausencia

8.      Desmotivación

9.      Susto

10. Amargura

11. Angustia

12. Agresión

13. Agobio

14. Vacilación

15. Ansiedad

16. Asco

17. Venganza

18. Valentía

19. Fastidio

20. Vergüenza

21. Vacío

22. Hastío

23. Hostilidad

24. Humillación

25. Menosprecio

26. Mezquindad

27. Temor

28. Terquedad

29. Terror

30. Traición

31. Molestia

32. Abrumado

33. Lástima

34. Manipulación

35. Miedo

36. Fobia

37. Fracaso

38. Fragilidad

39. Frustración

40. Furia

41. Soledad

42. Imperturbabilidad

43. Parálisis

44. Rencor

45. Rabia

46. Recelo

47. Pudor

48. Desprotección

49. Miseria

50. Pavor

51. Preocupación

52. Prepotencia

53. Pesimismo

54. Incongruencia

55. Pena

56. Pereza

57. Pesadumbre

58. Odio

59. Enfado

60. Engaño

61. Estrés

62. Perdido

63. Enjuiciamiento

64. Enojo

65. Envidia

66. Ofendido

67. Espanto

68. Entristecimiento

69. Estupor

70. Impaciencia

71. Desconfianza

72. Impotencia

73. Desconcierto

74. Incapacidad

75. Incompatibilidad

76. Incomprensión

77. Desventura

78. Indignación

79. Inestabilidad

80. Infelicidad

81. Inferioridad

82. Injusticia

83. Destrucción

84. Desamor

85. Insatisfacción

86. Inseguridad

87. Insuficiencia

88. Intolerancia

89. Ira

90. Irritación

91. Celos

92. Culpabilidad

93. Censura

94. Cólera

95. Contrariedad

96. Dependencia

97. Depresión

98. Derrota

99. Desaliento

100.                    Desamparo

101.                    Desánimo

102.                    Desasosiego

103.                    Desconsideración

104.                    Abatimiento

105.                    Desconsuelo

106.                    Desdicha

107.                    Resquemor

108.                    Desencanto

109.                    Desesperación

110.                    Desgano

111.                    Desilusión

112.                    Desolación

113.                    Petrificación

114.                    Desorientación

115.                    Desprecio

116.                    Hambruna

117.                    Desprestigio

118.                    Desvalimiento

119.                    Devaluación

120.                    Dolor

121.                    Disgusto

122.                    Lástima

123.                    Desidia

124.                    Disforia

125.                    Exasperación

126.                    Remordimiento

127.                    Agravio

128.                    Obnubilación

129.                    Aflicción

130.                    Decepción

Emociones ambivalentes

1.      Nostalgia

2.      Añoranza

3.      Lujuria

4.      Unidad

5.      Atracción

6.      Alarma

7.      Asombro

8.      Valentía

9.      Alteración

10. Soberbia

11. Vulnerabilidad

12. Valoración

13. Tentación

14. Paciencia

15. Sorpresa

16. Ambivalencia

17. Ternura

18. Deseo

19. Timidez

20. Tranquilidad

21. Arrepentimiento

22. Paranoia

23. Turbación

24. Frenesí

25. Confusión

26. Serenidad

27. Sometimiento

28. Sumisión

29. Sosiego

30. Rebeldía

31. Rechazo

32. Pertenencia

33. Compromiso

34. Dicha

35. Repugnancia

36. Resentimiento

37. Reserva

38. Persecución

39. Obligación

40. Ostentación

41. Excitación

42. Dominación

43. Extrañeza

44. Inconformidad

45. Incredulidad

46. Resignación

47. Indiferencia

48. Intrepidez

49. Intriga

50. Invasión

51. Impulsividad

52. Calma

53. Consuelo

54. Inquietud

55. Correspondencia

56. Curiosidad

57. Cercanía

58. Congoja

59. Titubeante

60. Desdén

61. Regocijo

62. Exaltación

63. Condescendencia

64. Ecuanimidad

65. Apatía

66. Inspiración

67. Seriedad

68. Trance

69. Obstinación

70. Arrojo

71. Perplejidad

En esta lista de emociones y sentimientos se hace referencia a emociones positivas, negativas y variables, pero en realidad todas las emociones y sentimientos pueden llegar a ser negativos o positivos según la manera en que los experimentemos y expresemos. Además, ni siquiera son todas las emociones que existen ya que también hay otros estados emocionales que hemos experimentado pero que en nuestro idioma no tienen una traducción literal, como la promoia y el awumbuk.