Dormir a pierna suelta sin tener que recurrir a los
fármacos.
Haz esto antes de ponerse el pijama
El cerebro responde ante las preocupaciones, en primera
instancia, de forma automática, tratando de evitarlas
El psicólogo enumera tres pautas. La primera, hacer deporte
de forma regular: “Está demostrado que hacer ejercicio tres o cuatro veces a la
semana, trascurridos dos meses y medio, es igual de efectivo para conciliar el
sueño que los medicamentos para la ansiedad”, asegura. Y completa diciendo que
basta un mes y medio para notar cómo la tristeza y la depresión pierden poder
sobre nosotros. Por eso, anima a hacer deporte –nunca antes de acostarse,
puesto que el cortisol segregado nos activa y elimina el sueño– para despejar
cuerpo y mente. “¿Qué deporte? Eso no es tan importante; en función de las
preferencias o capacidades de cada uno”, concluye.
El segundo consejo pasa por preocuparse, sí, pero adrede.
“Durante diez o quince minutos al día, debemos escribir en un papel aquello que
sabemos que más tarde nos quitará el sueño”, sostiene el psicólogo. Su
propuesta se fundamenta sobre la base de que el cerebro responde ante las
preocupaciones, en primera instancia, de forma automática, tratando de
evitarlas; busca distraerse para no pasarlo mal. Pero, ¿qué sucede cuando
estamos en la cama? Que la mente no tiene con qué distraerse y es pasto de esos
sentimientos agobiantes. “Por eso, si dedicamos unos minutos al día a
preocuparnos de forma consciente, lograremos que el cerebro racionalice esos
pensamientos, evitando así que estallen cuando dejemos la mente en blanco”. Que
vendrán, sí; pero con menos crudeza, asegura el experto.
La tercera pauta, y quizá la más conocida, sea la de la
meditación. “Diez minutos al día, a medio plazo, nos ayudarán de forma sobresaliente”.
Pero también se puede optar por poner en práctica alguna técnica de relajación,
como la técnica del ‘4-7-8’ –coger aire durante cuatro segundos, retenerlo
durante siete y expulsarlo por la boca de forma sostenida durante ocho– o las
de relajación muscular progresiva de Jacobson o Schultz. Y jamás dé vueltas en
la cama: “Si pasados 30 minutos no hemos conseguido dormirnos, es mejor
levantarse y realizar cualquier actividad monótona como leer o fregar los
cacharros”, concluye el psicólogo.
Pero eso no es todo
Debemos evitar cenar alimentos como la carne, los huevos o
aquellos ricos en vitamina C
En absoluto. Porque, a pesar de que las preocupaciones
puedan estar más o menos controladas, también hay muchos trucos que tienen que
ver con la alimentación, los horarios o el entorno en el que cada uno descansa.
Empezando por el dormitorio, hay muchos factores a tener en cuenta.
La Sociedad Española del Sueño (SES) enumera varios
consejos: evitar la estimulación lumínica de los dispositivos electrónicos
antes de acostarse –así que nada de tele, tablet o smartphone–, alejarse de los
ruidos y la contaminación acústica, mantener una temperatura ambiental entre 18
y 21 grados y la habitación limpia, ordenada, además apostar por los tonos
pastel como el azul, el verde y el amarillo o por los colores neutros para las
paredes. También apagar el móvil o dejarlo fuera del cuarto para evitar las
radiaciones electromagnéticas, elegir un colchón de firmeza media y no usar
almohadas demasiado altas o de plumas y, por último, utilizar el dormitorio
únicamente para descansar o para mantener relaciones sexuales.
En cuanto a la alimentación, la SES recomienda no cenar
alimentos ricos en aminoácidos tirsina y fenilalanina –traducción: carnes
rojas, huevos, jamón o productos con vitamina C como kiwis y naranjas– y
apostar por los de alta concentración de triptófano, como los lácteos,
plátanos, pescados azules o frutos secos. Además, conviene evitar cafés, tés y
bebidas estimulantes, las comidas que producen flatulencia o acidez, el consumo
excesivo de alcohol o el tabaco. Porque no, el cigarro no relaja, sino que
activa todavía más.
Por último, en relación a los horarios y rutinas del sueño,
la SES aconseja limitar la siesta a un máximo de 20 o 30 y, sobre todo,
mantener unos ciclos regulares, sin establecer grandes cambios entre los días
de trabajo y de descanso.
¿Y las ovejitas? “Puede ser considerada una práctica de
mindfulness, de meditación, pero no servirá de nada si no se implementan el
resto de consejos”, afirma el psicólogo Jesús Matos. Porque quizá lleguemos a
contar una, dos, tres y cuatro ovejas, pero probablemente la quinta se yerga
sobre sus dos patas traseras, saque un micrófono y empiece a darle un speech
sobre todo aquello por lo que usted está realmente preocupado. Por eso,
practique. Haga deporte, preocúpese adrede y ordene su cuarto, aconsejan los
expertos. Así estará más cerca de levantarse al día siguiente con un pequeño y
extrañamente adorable cerco de saliva sobre su almohada.