Psicología Social LOS RUMORES SE
ESTRELLAN CONTRA LOS OÍDOS INTELIGENTES
Cuando escucho esto, lo primero que pienso es: “Si nadie se puede
enterar, mejor ni me lo cuentes”. Pero claro, luego recuerdo que el rumor
tiene una función de pegamento social y soporto estoicamente durante un tiempo
prudencial como para poder cambiar la conversación sin parecer demasiado
grosera.
Sin embargo, los rumores son tan antiguos como la humanidad. Y su
mecanismo de base siempre es el mismo: hay una persona que inventa el rumor
desvirtuando la realidad, se lo sirve en bandeja de plata a la persona chismosa
para que lo difunda y un tercer ingenuo se lo cree sin ofrecer ninguna
resistencia. Por suerte, el rumor se estrella contra la barrera que representa
el oído de una persona inteligente que comprende que no tiene ningún sentido
prestar atención a las habladurías y mucho menos difundirlas.
Los
rumores fungen como un pegamento social
Gordon Allport explicaba que los rumores sirven para que las personas se
cohesionen entre sí y se posicionen frente a alguien más, generalmente el
objeto del rumor. En práctica, el acto de contar un rumor adquiere un carácter
íntimo, de manera que la persona chismosa le está diciendo a su interlocutor
que le estima lo suficiente como para revelarle un “secreto”, aunque la mayoría
de las veces se trata de un secreto a voces.
En muchos casos, el rumor contiene una alarma implícita, es una
indicación de que la opinión pública está en contra de algo, por tanto, se
convierte en una especie de “advertencia de amigo”. Desde esta perspectiva, nos
permite posicionarnos e integrar el grupo que se ha formado contra la persona o
entidad que representa los antivalores que se deben combatir. En esos casos, el
rumor sería una especie de “carta de invitación” al club.
Sin embargo, debemos tener cuidado porque en muchos casos los rumores se
convierten en un mecanismo de control social que le otorga poder a quien lo
difunde. Dado que la persona chismosa posee “información privilegiada”, también
adquiere cierto poder sobre el grupo receptivo que le cree, un poder que le
permitirá manipularlos.
Los
rumores canalizan las incertidumbres, miedos y ansiedades
Los rumores sirven para canalizar las incertidumbres y ansiedades de las
personas. De hecho, para que los rumores surjan y sean creíbles, debe existir
un contexto de ambigüedad. Allport propuso una ley según la cual, el rumor es
proporcional a su importancia y ambigüedad. En otras palabras, la difusión del
rumor dependerá de la importancia que le confieren al asunto las personas
implicadas y del grado de desconocimiento sobre el tema.
Eso significa que para que un rumor se difunda, tiene que hacer cierta
resonancia en nuestras creencias y expectativas.
Un ejemplo perfecto fue lo que le sucedió a la compañía P&G en
1980. Se difundió que su logotipo, en el que se apreciaba un hombre
en la luna, en realidad representaba a un diablo con cuernos y con el número
“666” oculto. Las personas comenzaron a pensar que la compañía apoyaba a sectas
satánicas y dejaron de comprar sus productos, causándole pérdidas
millonarias.
En realidad, el rumor fue difundido por cuatro compañías de la
competencia, que llamaban a los católicos a unirse para afrontar esa
perversidad, pero es obvio que encontró terreno fértil en una época en que las
personas estaban obsesionadas con los mitos egipcios. P&G los llevó a
juicio y tuvieron que resarcirle con 19 millones de dólares, pero el daño ya
estaba hecho, muestra de ello fue que en 1991 la compañía eliminó los detalles
supuestamente diabólicos y en 1995 cambiaron por completo su logo.
Otro ejemplo del daño que puede causar un rumor fue el caso
del refresco “Tropical
Fantasy”, que apenas salió al mercado fue un éxito de ventas debido a
que su precio era mucho más bajo que el de sus competidores. Sin embargo, muy
pronto se difundió el rumor de que la bebida había sido creada por el Ku Klux
Klan para dañar la calidad del semen de los afroamericanos. A partir de ese
momento, sus ventas se desplomaron un 70%.
Aquel rumor era absurdo, pero se “basaba” en el hecho de que muchas de
las máquinas expendedoras de la compañía se encontraban en barrios pobres donde
vivían afroamericanos. Por supuesto, aquello no era un complot, sino que se
debía a una mera estrategia comercial ya que la empresa, Brooklyn Bottling,
pretendía posicionar su producto entre las clases menos favorecidas. No
obstante, la marca tardó años en recuperarse de aquel rumor.
El rumor
se detiene con inteligencia
Estos ejemplos nos demuestran que los rumores se difunden cuando
percibimos que son creíbles (incluso las historias más ridículas). Cuando los
rumores hacen palanca en la ansiedad o en un miedo intenso, es menos probable
que los analicemos lógicamente o que contrastemos su verosimilitud.
Un rumor es una forma de manipulación
emocional, por lo que la mejor arma para hacerle frente es la
inteligencia y la lógica. Informarse, sin caer en sesgos cognitivos, también es fundamental ya que el
rumor se ceba de la ambigüedad y el desconocimiento.
Según Allport, el rumor se crea pasando por estos tres procesos, de
manera que solo persiste apenas un 30% de la realidad:
1-
Nivelación. El rumor se acorta, restándole detalles y
complejidad a la historia, lo cual ayuda a su difusión.
2-
Agudización. Se enfatizan y exageran ciertas
características del rumor, para lograr que sea más memorable.
3-
Asimilación. Se distorsiona según los prejuicios, las
parcialidades, los intereses y las agendas preexistentes de las personas que
quieren difundir el rumor, para lograr que haga resonancia emocional.
Por tanto, ante el rumor, lo mejor es actuar con inteligencia. Cuando te
cuenten algo que invoca una consecuencia esperada (los rumores de deseos) o que
aluda a consecuencias temidas o decepcionantes (los rumores temibles),
piénsatelo dos veces antes de creerlo y, sobre todo, no lo difundas.
Fuentes: DiFonzo, N.;
Bordia, P. & Rosnow, R. L. (1994) Reining in rumors. Organizational
Dynamics; 23: 47-62.
Allport, G. W. &
Postman, L. (1947) The psychology of rumor. Nueva York: Holt,
Rinehart & Winston.
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