27 septiembre 2018

LA DEPRESIÓN CAMBIA LITERALMENTE LA PERCEPCIÓN DEL MUNDO.


DEPRESIÓN psicología
LA DEPRESIÓN CAMBIA LITERALMENTE LA PERCEPCIÓN DEL MUNDO.

Seguramente habrás escuchado metáforas como “veo todo negro” o “el mundo es gris” para referirse a un cuadro depresivo. Sin embargo, en alguna ocasión te has preguntado si realmente es así, si estas metáforas tienen un origen real, si la persona deprimida percibe el mundo de una manera diferente.
La persona deprimida ve el mundo gris
Pues bien, esta pregunta se la planteó Ludger Tebartz van Elst, profesor de la Universidad de Friburgo, quien se ha dedicado a analizar la correlación entre la depresión y la visión en colores. Así, descubrió que, efectivamente, la persona deprimida ve el mundo que le rodea de una manera diversa, en comparación con quienes no tienen un estado de ánimo tan sombrío.
Pero… ¿cómo hizo este investigador para descubrir este fenómeno?
Registró la respuesta eléctrica de las células de la retina (las que se encargan de la “visión de los contrastes”) en personas sanas y en personas deprimidas. En práctica, le mostraba a cada grupo un tablero con cuadrantes grises. La clave estaba en que podían manipular los tonos de grises llevándolos hacia la gama del blanco o del negro de forma que las células de la retina se activaban más o menos en respuesta a estos estímulos.
Los resultados mostraron que en las personas deprimidas estas células se activaban mucho menos, en comparación con las personas sanas. Obviamente, esto no significa que las personas con depresión vean el mundo gris pero sí que ven los colores con menos intensidad y brillo, como si tuviesen un cristal delante de los ojos que apagase los colores.
¿Por qué sucede esto?
Los investigadores piensan que todo depende de la dopamina. De hecho, las células de la retina normalmente se activan con la liberación de este neurotransmisor, una de las sustancias que más se desestabiliza durante un cuadro depresivo.

La depresión también afecta al olfato
Investigadores de la Universidad de Dresden fueron un paso más allá y se preguntaron si la depresión también podía afectar otros sentidos, como el olfato. Ni cortos ni perezosos, reclutaron a 21 personas con depresión mayor y 21 sujetos sanos.

Estos investigadores colocaron electrodos en los cráneos de los participantes mientras les daban a oler diferentes fragancias. Así descubrieron que las personas deprimidas mostraban una reacción menor ante los aromas, al parecer, estos eran percibidos como menos intensos.
¿Por qué? 
Los investigadores analizaron el bulbo olfatorio (una zona del sistema nervioso central donde se procesa la información que procede del epitelio olfatorio y que tiene como función detectar los olores) y descubrieron que las personas deprimidas tenían un volumen significativamente menor que las personas sanas 
Consideran que esto se debe a que durante una depresión mayor el proceso de neurogénesis se reduce significativamente, lo cual se refleja en la cantidad de células mitrales que se encuentran en el bulbo olfatorio.
La buena noticia es que una vez que la persona logra eliminar la depresión, vuelve a ver los colores normalmente y recupera el olfato.

Fuentes:Tebartz van Elst, L. (2010) Seeing gray when feeling blue? Depression can be measured in the eye of the diseased. Biological Psychiatry; 68(2):205-208.

21 septiembre 2018

LOS MILAGROS OCURREN CUANDO DESTINAS MÁS ENERGÍA A TUS SUEÑOS QUE A TUS MIEDOS


DESARROLLO PERSONAL PSICOLOGÍA
LOS MILAGROS OCURREN CUANDO DESTINAS MÁS ENERGÍA A TUS SUEÑOS QUE A TUS MIEDOS
“Toda pulgada cúbica de espacio es un milagro”, dijo Walt Whitman, pero normalmente no nos damos cuenta de ello. Enfrascados en nuestras preocupaciones y en las tareas pendientes, arrastrando nuestra dosis de estrés cotidiana; es difícil prestar atención a todos los detalles maravillosos que ocurren a nuestro alrededor. 
Si a esto le sumamos el miedo – miedo a fracasar, a equivocarnos, a no ser lo suficientemente buenos, a que nos rechacen, a que no nos comprendan –, no es difícil darse cuenta de que estamos malgastando nuestra energía inútilmente, ajenos a las oportunidades que pasan por nuestro lado y, lo que es aún peor, arruinándonos la vida.
¿Cuántas oportunidades has perdido por el miedo?
Cuentan que en una tierra muy lejana en guerra, había un rey que causaba espanto. Cuando hacía prisioneros, no los mataba, sino que los llevaba a una sala donde había un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del otro, sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre. En esa sala, el rey les hacía formar un círculo y les decía: 
- Ustedes pueden elegir entre morir atravesados por las flechas de mis arqueros o pasar por esa puerta misteriosa. 
Todos elegían morir en manos de los arqueros. Al terminar la guerra, un soldado que sirvió al rey durante mucho tiempo se dirigió al soberano y le dijo:
- Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?
- Dime soldado - le respondió el rey. 
- ¿Qué había detrás de la horrorosa puerta?
- Ábrela y mira tú mismo - le animó el rey.
El soldado abrió temerosamente la puerta y, a medida que lo hacía, rayos de sol entraron y aclararon el ambiente. Descubrió sorprendido que la puerta se abría a un camino que conducía a la libertad.
El rey se limitó a explicarle:
- Yo les daba el poder de elegir, pero preferían morir que arriesgarse a abrir esta puerta. 

¿Cómo gestionas tu banco de energía psicológica? 
Todos tenemos un “banco de la energía”, esa energía psicológica no es ilimitada. No puedes sacar toda la energía que necesites para destinarla a tus miedos, inseguridades y preocupaciones, esperando tener aún más energía para realizar tus proyectos, sueños e ilusiones. 
Destinar gran parte de tu energía psicológica a alimentar los miedos, ansiedades e incertidumbres es el equivalente a tirar dinero por la ventana. Al contrario, invertir esa energía en tus sueños y en las cosas que realmente te hacen feliz te ayudará a construir un futuro más satisfactorio. Si todo es tan sencillo, ¿por qué seguimos malgastando nuestra energía inútilmente?
El problema es que seguimos pensando en la energía psicológica como un recurso ilimitado. No somos plenamente conscientes de la importancia de reencauzar esa energía eficientemente. Sin embargo, se ha demostrado que el autocontrol, por ejemplo, se agota a fuerza de ejercerlo. Esa es la razón por la cual, cuando llegamos a casa por la noche, después de un largo día ejerciendo el autocontrol, nos sentimos irritables y nos molesta cualquier cosa que, en otras circunstancias, habríamos pasado por alto. Esa también es la razón por la cual, después de haber seguido una dieta férrea, caemos en un periodo de comilonas compulsivas. 
Cuando finalmente comprendes que la energía psicológica no es un recurso infinito sino que se debe usar sabiamente, puedes comenzar a pensar en cómo distribuirla para que puedas sentirte mejor y alcanzar tus sueños. 
El miedo bloquea tu energía psicológica 
El miedo es una emoción que puede llegar a paralizar, bloqueando toda la energía psicológica e impidiéndote usarla para lograr tus metas. Por desgracia, muchas personas pasan su vida siendo víctimas del miedo. El temor a lo desconocido y a abandonar la zona de confort que han construido les impide explorar nuevos horizontes, precisamente los horizontes donde se encuentran sus sueños. 
Si tienes grandes sueños, pero por algún motivo te sientes atascado, es probable que se deba a que estás destinando demasiada energía a alimentar tus miedos, inseguridades e incertidumbres. En su lugar, deberías comprender que para alcanzar cualquier sueño que sea realmente importante, debemos estar dispuestos a asumir cierto grado de riesgo. 
Una buena estrategia para reencauzar esa energía psicológica consiste en proyectarte al futuro dibujando paso a paso las metas que quieres alcanzar, en vez de quedarte atascado alimentando diferentes tipos de pensamientos negativos. 
Cada vez que vengan estos pensamientos, comprende que es el miedo quien está hablando y no permitas que te robe una energía tan valiosa. Entonces ocurrirá el milagro que tanto esperabas, ese milagro que muchas veces está al alcance de la mano pero que no se materializa porque te ha faltado el coraje para abrazarlo.

19 septiembre 2018

Deja de contar ovejas

SALUD Y BIENESTAR
Deja de contar ovejas. Esto es lo que debes hacer si las preocupaciones no te dejan dormir
La alimentación y el deporte pueden ser clave
según Jesús Matos (psicólogo experto en gestión de la tristeza y en desarrollo personal) "El sueño es un proceso automático y surge solo",
Vuelta para aquí. Vuelta para allá. Vuelta a la almohada, que está ya caliente. Y codazo a la pareja, que ronca. Vistazo al reloj. ‘Las 3:12, verás qué sueño mañana’. Pero si algo da v...
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14 septiembre 2018

CUANDO DEJAS DE PENSAR EN LO QUE PUEDE PASAR


Piscología Desarrollo Personal
CUANDO DEJAS DE PENSAR EN LO QUE PUEDE PASAR, EMPIEZAS A DISFRUTAR LO QUE ESTÁ PASANDO
Cuando somos pequeños vivimos en el aquí y ahora. Sin embargo, a medida que vamos creciendo nos empezamos a preocupar por el futuro. Y poco a poco, casi sin darnos cuenta, esas preocupaciones se adueñan de nuestra mente, hasta tal punto que nos impiden vivir el momento presente.
De hecho, la sociedad impulsa y recompensa ese tipo de pensamiento. Y las personas que nos rodean nos animan a desarrollarlo con frases como “debes pensar en tu futuro” o “ahorra para el mañana”.
Obviamente, no tiene nada de malo ser previsores y mirar al futuro antes de tomar una decisión importante. De hecho, es imprescindible hacerlo, pero en su justa medida. El problema comienza cuando el miedo al futuro maniata el presente, cuando los temores y las preocupaciones nos impiden vivir.
¿Cómo saber si estás viviendo en el futuro?
Existen algunas señales que indican que no estás viviendo en el presente, que tu mente está viajando por el futuro, probablemente inventando problemas que no existen:
- Te preocupas constantemente por problemas que aún no han ocurrido.
- Exageras las consecuencias de tus actos, hasta tal punto que estas se convierten en un auténtico drama.
- Te agobias por situaciones que probablemente nunca ocurrirán y las revives una y otra vez en tu mente.
- Vives en un estado de expectación constante, a la espera de que ocurra algo negativo.
- No tomas decisiones porque esperas una “señal del futuro”, lo cual genera una gran tensión y estrés ya que vives en la incertidumbre.
- Crees que solo serás feliz cuando se cumpla esa meta que te has propuesto.
- Te sientes desdichado, pero no haces nada para solucionarlo pues tienes la secreta esperanza de que en el futuro todo se arreglará como por arte de magia.
El futuro es incierto, acéptalo
Las personas que viven en el futuro tienen un grave problema: no son capaces de aceptar la incertidumbre. La imposibilidad de saber a ciencia cierta qué puede pasar les atormenta, por eso intentan perfilar todo tipo de hipótesis que les ayude a estar preparadas para lo que puede ocurrir.
Sin embargo, lo cierto es que el futuro tiene un gran componente de incertidumbre. Y cuanto antes lo aceptemos, mejor. Cada pequeña decisión que tomamos puede conducirnos en una dirección o en otra. Y no siempre depende de nosotros.
Abrazar la incertidumbre, asumirla como una sorpresa o un desafío, nos permitirá liberarnos de esa ansiedad que suele generar lo desconocido, y nos ayudará a vivir plenamente el aquí y ahora.
Por supuesto, no se trata de dejar de pensar en el futuro porque siempre tendremos que hacer planes y pensar en las posibles consecuencias de nuestras decisiones, sino de aprender a lidiar con esta perspectiva asumiendo una actitud más relajada. Se trata de aprender a fluir y confiar más en el curso de la vida.
La mayor recompensa: El presente
Cuando nos desatamos de las ataduras del futuro obtenemos una gran recompensa: el presente. Nos sentimos libres para disfrutar plenamente el aquí y ahora. Entonces podemos mirar a nuestro alrededor y ver esas cosas que la angustia, el miedo y la ansiedad nos impedían notar.
Ten en cuenta que el presente es lo único que tenemos para cambiar el futuro, por tanto, es nuestra posesión más preciada. Nuestro deber es aprovechar cada minuto, porque no tendremos una segunda oportunidad para hacerlo.
Vive hoy con la esperanza de que habrá un mañana, pero sin olvidar que ese momento no se volverá a repetir.
WU WEI: APRENDER A FLUIR CON LA VIDA
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJrvfadPjt6tew14TlFZPObejfZw5fGKCAJTVqcL8K9O2UHVC5V-Nq_rk20TI3tlKw0bWpeoF42AJ2Jn-DTFPv48wVUox_mGFqbZxuIdRX2fDePI2ObvssX6lb5fq20PwlEnE/s1600/Wu+wei+fluir.pngPasamos gran parte de la vida preocupados por cosas que nunca sucederán, culpándonos por situaciones que no podemos cambiar o desesperándonos por hechos que no llegan. De esta forma malgastamos una gran cantidad de energía mental y creamos estados emocionales negativos que, a la larga, nos alejan de nuestras metas y nos hacen sentir mal.
Sin embargo, existe otra manera de vivir, un estilo de vida mucho más sosegado que nos permite alcanzar nuestros objetivos con menos esfuerzo, manteniendo nuestro equilibrio emocional. La clave proviene de la filosofía taoísta, específicamente del concepto de Wu Wei.
La acción de la no acción
Uno de los conceptos más poderosos del taoísmo es el “wu-wei”, que significa, literalmente, inacción o no acción. Sin embargo, también se trata de uno de los conceptos más mal interpretados en Occidente ya que nuestra cultura prioriza la acción sobre todas las cosas.
Para comprender su esencia debemos profundizar en el sánscrito, en el que existen dos palabras bien diferenciadas para expresar dos ideas que a menudo intercambiamos: 
akarma = inaccion
akarmakR^it.h = sin hacer nada
Son dos conceptos diferentes, la inaccion es algo natural que no demanda esfuerzo. Al contrario, si pretendemos estar sin hacer nada tenemos que esforzarnos porque no es algo natural. Si nos imponemos la inmovilidad, si nos obligamos a estar sin hacer nada, no podremos relajarnos.
Por ejemplo, cuando algunas personas se sientan a meditar intentan no hacer nada y se esfuerzan por dejar la mente en blanco. Por eso les resulta tan difícil y abandonan esta práctica. Sin embargo, si dejaran a su mente fluir libremente, si tan solo permanecieran inactivas, se darían cuenta de que pueden lograr ese estado de relajación y tranquilidad que buscan rápidamente.
El Wu Wei propone precisamente aprender a fluir a través de la inacción. No se trata de permanecer inactivos, si necesitamos realizar algo, lo hacemos, pero en esa acción seguimos fluyendo. Se trata de un estado mental que nos permite saber cuándo debemos esforzarnos y cuándo es una pérdida de tiempo y energía.
La flor crece sin esfuerzo, de forma natural
Las flores crecen sin esfuerzo, de manera natural. Sin embargo, imaginemos por un momento que una flor desarrolla una conciencia similar a la nuestra. Es probable que comience a preocuparse por el proceso de floración que debe enfrentar. Quizá se preguntará de qué color serán sus hojas, si podría acelerar el proceso usando fertilizante, cuánto cuesta y si puede permitírselo o incluso se preguntará si será más bella y más grande que la flor que crece a su lado. Así, lo que es un proceso natural, podría convertirse en un auténtico trauma.
Obviamente, nosotros tenemos muchísimas más preocupaciones, y tomamos decisiones en base a los estados mentales que estas generan, en vez de centrarnos únicamente en los hechos. Esas preocupaciones, ideas preconcebidas y prejuicios son exactamente lo contrario de fluir. Cada vez que intentamos vislumbrar el futuro y nos preocupamos por lo que puede suceder, estamos yendo en contra del Wu Wei, lo cual significa que estamos gastando energía y que nos esforzamos por gusto.
No hacer nada, pero no dejar nada por hacer
El Wu Wei no promueve la inactividad sino hacer las cosas de forma espontánea y natural, sin agobiarnos con preocupaciones que nos conduzcan por caminos forzados. Este concepto no implica pereza, pasividad o dejar de hacer las cosas. De hecho, uno de sus principios más importantes afirma que “no hay que dejar nada por hacer” porque la idea es conquistar el mundo con menos esfuerzo.
Este concepto implica dos cambios de mentalidad esenciales:
1. Aprender a confiar en los acontecimientos
2. Aprovechar las circunstancias
No significa que no debemos tener metas y ambiciones, sino que no debemos convertirlos en una fuente de preocupación que nos arrebate la calma y el equilibrio emocional. Al contrario, debemos estar atentos para aprovechar las circunstancias propicias que nos permitan lograr esos objetivos con el menor esfuerzo posible, sin añadir una presión mental innecesaria.
De la misma forma, implica que cuando hemos terminado alguna tarea, no debemos pensar más en ella porque de esta manera nos mantenemos atados al pasado, mantenemos la mente ocupada y no somos capaces de ver las nuevas oportunidades cuando estas se presentan.
El Wu Wei es un estado mental de calma, en el que confiamos en nuestras capacidades y en el flujo de la vida. Significa mantener la serenidad incluso en los momentos más oscuros porque tenemos la certeza de que, antes o después, saldrá el sol.
¿Cómo aplicar el Wu Wei en nuestra vida cotidiana?
Por supuesto, al inicio es muy difícil aplicar el concepto de Wu Wei ya que estamos “programados” culturalmente para preocuparnos y desesperarnos. Sin embargo, si damos un paso a la vez, y lo hacemos de forma consciente, muy pronto podremos abrazar por completo esta filosofía de vida. 
- Aprender a no preocuparse. Aplica el viejo principio “Si tiene solución, por qué te preocupas. Si no tiene solución, por qué te preocupas”. No se trata de obviar los problemas sino de entenderlos en su justa medida y tomar las acciones pertinentes. En vez de preocuparte, algo que no te conducirá a nada, traza planes de acción ante las contingencias. Te sentirás mejor y más seguro.
- Aprender a confiar. Confía en el curso de la vida y en tus capacidades. Solo así podrás aprovechar las oportunidades cuando estas se presenten. Si no confías en ti, el temor al fracaso te hará fracasar. También debes aprender a confiar en el curso de la vida, muchas personas desaprovechan las oportunidades solo porque, inconscientemente, creen que no son merecedoras de ellas.
LO QUE DEBE SER SERÁ, A SU DEBIDO TIEMPO
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhO1zjAFzGtproMTbuvxhTKKOkP5RMsq1zd9S0BX7uUkk8g1I__bQwY1uu9DsSvzd68TldsGKamcRWrKtzmSwR-by-zxcWVc-JQYKsjeEl3UXbSDB_L2gE3Tdgnm-GisT_xS0Y/s1600/Confiar+en+la+vida.jpgYo confío en el curso de la vida. Creo que no vale la pena desesperarse porque lo que debe ser será, a su debido tiempo y en su momento. No se trata de confiar en que existe un plan superior ni nada por el estilo, sino simplemente en aceptar los sucesos cuando ocurren, sin sentir una aprehensión inútil por su tardanza.
De hecho, piensa en esas cosas que tanto has deseado y que más tarde han llegado de forma natural, sin esfuerzo. Y es que dicen que las mejores cosas simplemente suceden, sin que tengamos que buscarlas afanosamente.
El miedo es falta de confianza
Louise L. Hay dijo que “el miedo no es más que la falta de confianza”. Tenemos miedo cuando no confiamos en nuestras capacidades, cuando creemos que no somos merecedores de algo, cuando no confiamos en que alcanzaremos lo que deseamos. En ese momento nos ataca el pánico y la aprehensión.
Sin embargo, lo curioso es que cuando estamos inmersos en este estado somos incapaces de ver las oportunidades y aprovecharlas, por lo que la suerte que tanto ansiamos termina pasando por delante de nuestra puerta sin llamar a ella. O quizá llama, pero el ruido que tenemos en nuestra mente es tan grande que nos impide escucharla.
Por eso, de vez en cuando es conveniente dejar ir esa presión, deshacerse de las expectativas y de esas ansias de tener todo planificado al milímetro. Hay veces que solo debemos disfrutar de la vida y abrirnos a las posibilidades.
En ese momento se da una curiosa paradoja: cuando dejamos de programar y planificar, para abrirnos a las posibilidades, ampliamos nuestro abanico de opciones y logramos disfrutar de la vida de forma más relajada. Cuando dejas de obsesionarte con algo, logras mirar en otra dirección y encontrar la satisfacción en otro sentido, que antes no habías previsto porque estabas obcecado.
Todo llega y todo pasa
En los momentos más difíciles, mi abuela, una gran mujer que tenía la sabiduría que confieren los años y las heridas, decía: “Todo llega y todo pasa”. Con ello indicaba dos cosas: 1. que es inútil obsesionarse y sentir aprehensión porque finalmente, de una forma u otra, todo llega y 2. que siempre terminamos acostumbrándonos a esa cosa que tanto nos preocupó o que tanto ansiamos, por lo que al final no resulta tan importante como pensábamos.
De cierta forma, ese es el concepto básico del wu wei taoísta, que proclama no forzar las circunstancias con artificios que desvirtúen su armonía. Este principio indica que debemos dejar de “hacer”, entendiendo “hacer” como un esfuerzo dirigido a apartar el mundo de su evolución natural. Su esencia es aprender a fluir, para lograr un mayor bienestar psicológico. No hacerlo solo acarrea sufrimiento. 
Hay que dejar ir las circunstancias que se escapan de nuestro control, aceptar las situaciones tal como vienen y mantenerse siempre abiertos a nuevas posibilidades. Es simple. Pero difícil de poner en práctica porque no estamos acostumbrados a ello, porque estamos demasiado acostumbrados a forzar las circunstancias y a presionar el tiempo.
Para lograrlo, debemos comprender que la vida es un cambio continuo y que, aunque a veces el viento no sople a nuestro favor, antes o después cambiará, entonces será el momento de inflar las velas. Así podemos dejar de angustiarnos por el futuro y valorar más el presente.
Ni pasividad ni resignación
El concepto del wu wei no implica inmovilismo ni pasividad. Confiar en el curso de la vida no implica quedarse de brazos cruzados ni resignarse, solo significa deshacerse de la aprehensión, del miedo y de la ansiedad. Significa avanzar con seguridad y tranquilidad.
Adoptar esta nueva manera de afrontar la vida implica dejar que las circunstancias te sorprendan, abrirte a las posibilidades, para no dejarlas escapar simplemente porque estás demasiado ocupado con tus preocupaciones.
La vida es un viaje maravilloso, pero no intentes planificar cada milímetro del recorrido. A veces solo es necesario estar y dejarse sorprender, confiar en las casualidades y estar preparados para inflar las velas cuando el viento sople a nuestro favor.


13 septiembre 2018

Psicología Desarrollo Personal
LOS TIPOS DE PENSAMIENTOS NEGATIVOS QUE ALIMENTAS SIN DARTE CUENTA
Existen muchos tipos de pensamientos negativos que pueden hacerte daño. Generalmente se trata de ideas automáticas, algunas de las cuales no son más que creencias introyectadas; es decir, creencias que te transmitieron tus padres u otros adultos significativos durante tus primeros años de vida y que sigues arrastrando contigo. Otros pensamientos negativos son el fruto de una visión distorsionada de los acontecimientos o simplemente de expectativas incumplidas. 
Albert Ellis, creador de la terapia racional emotiva conductual, estaba firmemente convencido de que lo que nos afecta no son las cosas que nos suceden, sino la interpretación que les damos. Esas interpretaciones adoptan la forma de pensamientos negativos que nos generan malestar y, lo que es aún peor, nos impiden encontrar una solución satisfactoria para nuestros problemas ya que a menudo solo sirven para alimentar un círculo vicioso de negatividad. El primer paso para salir de ese bucle es conocer todos los tipos de pensamientos negativos que pueden rondar tu mente.
¿Eres víctima de estos tipos de pensamientos negativos? 
Existen tantos tipos de pensamientos negativos como personas, pero se pueden resumir en 8 grandes categorías, fáciles de detectar por las actitudes que generan.
1. Estado de emergencia permanente
Cada vez que ocurre algo, lo asumes como una emergencia total. Esa reacción se debe a que tu amígdala se activa y solo puedes ver la señal de alarma. En tu cerebro se produce un secuestro emocional en toda regla, desatando una reacción de pánico. Al asumir la realidad como si fuera una crisis, reaccionas de manera desproporcionada. Este tipo de pensamieindefensión aprendida
nto catastrófico te lleva a exagerar los peligros y desestimar tus recursos para hacerle frente a los problemas, una actitud que puede llegar a ser muy peligrosa ya que desencadena un estado de
2. El autosaboteador
Ante la más mínima dificultad, te saboteas automáticamente. Te tomas todo lo que ocurre como algo personal y te culpas por cosas sobre las cuales no tienes ningún control. Tus pensamientos negativos te impiden pensar con lógica, de manera que te castigas y criticas incesantemente. Como resultado, cada vez que se presenta un problema, pierdes autoestima y autoconfianza. Este tipo de pensamiento hace que te conviertas en tu peor enemigo ya que te pondrás la zancadilla constantemente.
3. El extremista 
Cuando ocurre algo, solo puedes ver los extremos. Este tipo de pensamiento negativo, también llamado dicotómico, te hace ver el mundo en blanco y negro, todo o nada, sin términos medios. Al olvidarte de la gama de grises y colores intermedios, te resultará difícil encontrar una buena solución y sentirás mucha ansiedad ya que asumes que cualquier decisión es un camino sin retorno. 
4. El etiquetador 
Cualquier cosa que ocurra, la etiquetas en términos negativos porque solo puedes ver las consecuencias dramáticas de la situación. El problema es que al colocar esas etiquetas, no logras ver las posibilidades que puede encerrar una situación, de manera que cierras caminos hacia su solución. Además, este tipo de pensamiento negativo puede hacer que te autoetiquetes y termines desarrollando una imagen muy limitada de ti y de tus potencialidades.
5. Visión de túnel 
Cuando tienes un problema, tu visión inmediatamente se reduce, como cuando entras en un túnel. Solo logras ver las cosas negativas, los problemas, errores y carencias. No logras apreciar ningún detalle positivo, posibilidad o fortaleza, de forma que caes en una espiral descendente de negatividad. Este tipo de pensamiento negativo tiene su base en el fenómeno que se conoce como atención selectiva. En práctica, es como si te pusieras unas anteojeras y unas gafas de sol, de manera que solo ves una parte muy limitada de la realidad, perdiéndote precisamente la parte más importante para hallar una solución. 
6. El generalizador 
Cuando tienes un problema, tu mente divaga y comienza a establecer conexiones sueltas entre el presente y los sucesos del pasado. Esas conexiones te llevan a realizar generalizaciones erróneas y negativas, generalmente reconocibles porque aparecen palabras como “nunca”, “siempre” o “todos”. Este tipo de generalización a menudo conduce a lo que se conoce como “error del adivino”, que consiste en sacar conclusiones apresuradas sobre algo que aún no ha pasado, pensando que los resultados o consecuencias serán desastrosos. Obviamente, con cada afirmación de ese tipo pierdes un poco de autoestima y fuerza, condenándote a un ciclo de negatividad. 
7. El impostor 
Debido a que tienes una tendencia a compararte, constantemente magnificas los aspectos positivos que notas en todos los demás, pero minimizas tus propias fortalezas y talentos. Este tipo de pensamiento negativo te hace sentir como si fueras un impostor y no merecieras lo que tienes. Tienes miedo a que los demás descubran que no eres tan listo, capaz, amable o brillante, cuando en realidad lo que sucede es que tienes un problema de autoestima. De hecho, es probable que a menudo seas víctima de lo que se conoce como “lectura de la mente”, un fenómeno según el cual presupones lo que están pensando los demás. 
8. El superhéroe 
Tu capa siempre está extendida, te esfuerzas para no defraudar a nadie. Te enorgulleces de hacer todo, cueste lo que cueste. Tu vida se rige por el “debo” y “debería” hasta el punto de que te olvidas por completo de lo que tú quieres realmente. El problema es que cada vez que te das cuenta de que no puedes salvar el mundo, tu autoestima cae en picado y experimentas una desilusión extrema. De hecho, se trata de uno de los tipos de pensamientos negativos más dañinos porque piensas en términos de “deberes” y “obligaciones”, permitiendo que tu vida, decisiones y estado de ánimo dependan por completo de los demás.
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06 septiembre 2018


Psicología Cretaividad
PARÁLISIS POR ANÁLISIS: CUANDO PROCRASTINAR DEMASIADO TE BLOQUEA
Nuestra sociedad enaltece el pensamiento y la razón pero en algunos casos pensar demasiado puede ser contraproducente, llegando a provocar lo que se conoce en el ámbito de la Psicología como “Parálisis por Análisis”.

El concepto en sí no es nuevo sino que incluso inspiró una de las famosas fábulas de Esopo, una historia que refleja a la perfección lo que puede ocurrirnos cuando tenemos demasiadas opciones entre las cuales elegir. 
Ocurrió una vez que un gato se encontró en un bosque con una zorra. La zorra, que despreciaba al gato y quería demostrar su superioridad, le preguntó cuántas maneras de escapar conocía. 
Este respondió modestamente:
- No conozco más que una. Me fío de mi agilidad. Cuando los perros me persiguen, sé subirme de un salto a un árbol, y así me salvo de ellos.

- ¿Y es eso todo lo que sabes? - preguntó la zorra altanera-. Pues yo domino más de cien trucos. Me das lástima; ven conmigo y te enseñaré diferentes maneras de escapar de los perros.
En aquel preciso instante apareció un cazador con sus perros. El gato, veloz y sin pensárselo dos veces, saltó a un árbol y se quedó oculto entre las ramas. 
La zorra, sin embargo, pensando en qué estratagema usar, fue presa fácil de los perros. 
Esta fábula nos demuestra que en ocasiones vale más saber algo que nos sea útil, que barajar mil opciones que no nos sirven. También nos demuestra que cuando el tiempo apremia, pensar demasiado puede ser perjudicial, conduciéndonos a una parálisis de análisis. 
¿Qué es la parálisis de análisis? 
Se cuenta que, durante la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill, después de escuchar que los diseñadores de embarcaciones se pasaban la mayor parte del tiempo discutiendo sobre los cambios de diseño, les envió este mensaje: “La máxima: ‘nada vale aparte de la perfección’ puede deletrearse como parálisis”. 
Se refería a la parálisis por análisis, que consiste en pensar demasiado sobre una situación, de manera que jamás llegamos a tomar una decisión ni pasamos a la acción. Cuando la decisión es muy complicada o existen demasiadas opciones, no llegamos a elegir porque nos quedamos atascados en la fase de análisis, buscando la solución “perfecta”. 
El problema es que la parálisis de análisis nos conduce a una situación en la cual el costo de esa reflexión excede los beneficios que podríamos obtener si simplemente elegimos un camino. En otras palabras: perdemos más quedándonos atascados que lo que podríamos perder tomando una decisión, aunque no fuese la mejor. En la vida, la parálisis por análisis nos puede llevar a perder grandes oportunidades y puede representar costes emocionales o económicos elevados.
¿Por qué se produce la parálisis de análisis? 
- Miedo a equivocarnos. Cada día tenemos que tomar decenas de decisiones, algunas son importantes y otras más intrascendentes. Todas esas decisiones generan cierto nivel de ansiedad, en dependencia del impacto que tengan sobre nuestra vida. El miedo a equivocarnos y no poder volver sobre nuestros pasos una vez que hemos tomado una decisión es una de las principales causas de la parálisis por análisis. Queremos ir sobre seguro, pero dado que nunca podremos tener la certeza absoluta, nos quedamos paralizados en la fase de análisis, incubando ese miedo al error, analizando una y otra vez las consecuencias de las diferentes opciones sin decantarnos por ninguna. 
- Demasiada información. En la sociedad moderna se ha sobrevalorado la capacidad de elección, hasta el punto de que la cantidad de opciones que tenemos a nuestra disposición simplemente nos resulta abrumadora. De hecho, se ha demostrado que cuántas más opciones tenga un consumidor, menos probable será que compre y más tardará en tomar la decisión, si llega a tomarla. En estos casos, el problema es que nos perdemos valorando cada vez más detalles para diferenciar una opción de la otra y, al final, terminamos agotados y frustrados, lo cual merma nuestra capacidad de decisión. 
- Tendencia al perfeccionismo. En otras ocasiones nos quedamos dando vueltas en círculos porque perseguimos la perfección, queremos ultimar todos los detalles antes de tomar una decisión porque deseamos que el resultado sea perfecto. 
- Aversión al coste de oportunidad. El coste alternativo o de oportunidad es un concepto que se usa en el ámbito de la economía para designar el valor de la opción no elegida. Se refiere a aquello de lo que nos privamos cuando elegimos otra alternativa. En muchos casos, centrarnos demasiado en aquello a lo que renunciamos, en vez de enfocarnos en lo que ganamos, nos impide tomar una decisión condenándonos a la parálisis. En práctica, nos ciegan las pérdidas y nos olvidamos de los beneficios o ganancias.
Lo peor de todo es que en muchos casos inventamos excusas para explicar esa parálisis por análisis. Por ejemplo, nos decimos que necesitamos más información para tomar la decisión cuando en realidad lo que nos detiene es el miedo a equivocarnos. En esos casos, es importante ser conscientes de lo que origina la parálisis de decisión para no quedarnos dando vueltas en círculos, preocupados inútilmente y malgastando nuestra energía psicológica. 
¿Cómo superar la parálisis por decisión? 
- Establece fechas límite. Cuando tienes que tomar decisiones importantes, establecer una fecha límite y respetarla te ayudará a dar el paso. Determina un marco de tiempo prudencial para informarte y luego toma una decisión. Recuerda las palabras de Harold Geneen: “Es mejor tomar una buena decisión rápidamente que tomar la mejor decisión demasiado tarde”. 
- Refrena tu curiosidad. Los detalles son unos de los principales culpables de la parálisis del análisis, ese deseo de excavar más y más con cada dato nuevo que descubres. En cierto punto necesitas detenerte porque ese deseo de profundizar puede llevarte a una parálisis pues siempre habrá algo que no puedes conocer. 
- Asume que los planetas nunca se alinearán. Las condiciones jamás serán óptimas. Por tanto, debes asumir que tienes que tomar una decisión con los conocimientos y datos que ya tienes. No esperes a saberlo todo o a que llegue el momento ideal. Postergar la decisión esperando que los planetas se alineen puede ser tan solo una excusa para no dar el paso. 
- No busques la perfección.La perfección es enemiga de lo bueno”, escribió Voltaire. Si te empeñas en que todo sea perfecto, terminarás siendo víctima de la parálisis de la decisión pues es prácticamente imposible controlar todos los detalles. 
- Da un paso a la vez. En vez de asumir la decisión como algo definitivo, asúmela como pequeños pasos que puedes ir corrigiendo a medida que avanzas. Ir tomando pequeñas decisiones te ayudará a sentirte más cómodo y seguro, además de sacarte del estado de parálisis. En el ejército, por ejemplo, no importa mucho en qué dirección te muevas cuando estás bajo un ataque de mortero, solo necesitas moverte. No pienses que estás tomando una gran decisión, ya que puede ser aterrador, piensa que estás tomando múltiples decisiones pequeñas. 
- Limita el número de opciones. Si reduces el número de opciones, te resultará más fácil tomar una decisión. Comienza eligiendo aquellas alternativas más interesantes y descarta el resto. Te resultará más fácil elegir entre tres opciones que entre diez. 
- Agrega o elimina la emoción. En ciertos casos, debes añadir un poco de racionalidad a la toma de decisiones y en otros necesitas agregar un poco de intuición. Las mejores decisiones son aquellas pensadas con objetividad pero validadas por la intuición. Por tanto, piensa si estás paralizado porque estás siendo demasiado racional o, al contrario, demasiado emocional.
- Prioriza las decisiones importantes. A veces sufrimos lo que se conoce como fatiga decisional, la cual está provocada por el hecho de tener que tomar demasiadas decisiones en muy poco tiempo. Por eso, es importante que estructures tu jornada de manera tal que puedas tomar las decisiones más importantes con la mente fresca.

01 septiembre 2018


NEUROPSICOLOGÍA
CAMINAR REGENERA EL CEREBRO Y ALIVIA EL ESTRÉS

Si te sientes triste, preocupado o ansioso, uno de los mejores remedios naturales es caminar. Aléjate, literalmente, de la fuente del problema y sumérgete en la naturaleza. No hay nada como un buen paseo para aliviar las penas, deshacerte de la tensión acumulada y recargar las pilas.

De hecho, se conoce que el ejercicio físico, y caminar en especial, son excelentes estrategias terapéuticas para tratar tanto la depresión como la ansiedad. Se ha demostrado que caminar a paso rápido potencia la liberación de endorfinas, unas hormonas que nos hacen sentir felices y relajados, mientras disminuye la producción de cortisol, la hormona del estrés.

Sin embargo, neurocientíficos de la Universidad de Princeton creen que los efectos de caminar van mucho más allá de estimular momentáneamente la producción de determinados neurotransmisores, creen que este hábito puede conducir a un recableado cerebral que nos ayudará a lidiar mejor con los problemas cotidianos, sin tanto estrés.

Las “neuronas calmantes” del cerebro

Estos investigadores trabajaron con dos grupos de ratones, un grupo se mantuvo activo y el otro fue destinado a una condición sedentaria. Después de caminar, los científicos analizaron su funcionamiento cerebral y descubrieron que en los animales que habían hecho actividad física se activaban algunas neuronas encargadas de inhibir la actividad de las células nerviosas demasiado excitadas.

A continuación añadieron un poco de estrés ambiental y apreciaron una activación de las neuronas excitables del hipocampo, una región del cerebro involucrada en las respuestas emocionales. Sin embargo, los animales que habían caminado fueron capaces de lidiar mejor con esa activación cerebral ya que también se activaron las “neuronas calmantes” para evitar que el impacto de la situación fuera excesivo y mantener el nivel de estrés bajo control.

Estos resultados, que los neurocientíficos consideran válidos para los seres humanos, podrían explicar por qué caminar nos ayuda a relajarnos y olvidarnos de las preocupaciones y las penas. Todo indica que cuando caminamos se activan las “neuronas calmantes” del cerebro para inhibir el nivel de excitación de aquellas neuronas que se encuentran en la base de las preocupaciones, las rumiaciones y el estrés.

Esto nos indica que la actividad física reorganiza el cerebro, por lo que es menos probable que las personas que caminen y practiquen ejercicio con frecuencia sufran niveles elevados de ansiedad y el estrés interferirá menos en su funcionamiento normal. Básicamente, caminar fortalece el mecanismo de inhibición, impidiendo que las células nerviosas más excitables se disparen.

Para aprovechar al máximo la caminata, mejor que sea en la naturaleza

No es lo mismo caminar sobre una cinta dentro de las cuatro paredes de un gimnasio que caminar por la ciudad o rodeados de naturaleza. Neurocientíficos de la Universidad Heriot-Watt lo comprobaron manteniendo monitorizada la actividad cerebral de 12 personas mientras caminaban durante 25 minutos en un centro comercial, un espacio verde y una calle de una concurrida zona de negocios. La electroencefalografía móvil rastreó señales de emociones y estados como la frustración, la meditación, el entusiasmo y la atención.

Descubrieron que el estado de relajación y meditación era más intenso cuando se paseaba por espacios verdes. Estas personas también experimentaban menos frustración. Lo que sucede es que en los espacios verdes nuestro cerebro logra desconectarse realmente y poner en marcha lo que se conoce como atención involuntaria, teniendo la oportunidad de vagar con mayor libertad en un estado bastante parecido a la meditación mindfulness. Al contrario, en las calles y centros comerciales debemos mantenernos mucho más atentos, por lo que no tenemos la oportunidad de desconectarnos por completo de nuestras preocupaciones y no dejamos que el cerebro descanse.

Fuentes:

Roe, J. et. Al. (2015) The urban brain: analysing outdoor physical activity with mobile EEG. British Journal of Sports Medicine; 49(4): 272-276.