01 septiembre 2018
NEUROPSICOLOGÍA
De hecho, se conoce que el
ejercicio físico, y caminar en especial, son excelentes estrategias terapéuticas
para tratar tanto la depresión como la ansiedad. Se ha demostrado que caminar a
paso rápido potencia la liberación de endorfinas, unas hormonas que nos hacen
sentir felices y relajados, mientras disminuye la producción de cortisol, la
hormona del estrés.
Sin embargo, neurocientíficos de
la Universidad de Princeton creen que los efectos de caminar van mucho más allá
de estimular momentáneamente la producción de determinados neurotransmisores,
creen que este hábito puede conducir a un recableado cerebral que nos ayudará a
lidiar mejor con los problemas cotidianos, sin tanto estrés.
Las “neuronas calmantes” del
cerebro
Estos investigadores trabajaron
con dos grupos de ratones, un grupo se mantuvo activo y el otro fue destinado a
una condición sedentaria. Después de caminar, los científicos analizaron su
funcionamiento cerebral y descubrieron que en los animales que habían hecho
actividad física se activaban algunas neuronas encargadas de inhibir la
actividad de las células nerviosas demasiado excitadas.
A continuación añadieron un poco
de estrés ambiental y apreciaron una activación de las neuronas excitables del
hipocampo, una región del cerebro involucrada en las respuestas emocionales.
Sin embargo, los animales que habían caminado fueron capaces de lidiar mejor
con esa activación cerebral ya que también se activaron las “neuronas
calmantes” para evitar que el impacto de la situación fuera excesivo y mantener
el nivel de estrés bajo control.
Estos resultados, que los
neurocientíficos consideran válidos para los seres humanos, podrían explicar
por qué caminar nos ayuda a relajarnos y olvidarnos de las preocupaciones y las
penas. Todo indica que cuando caminamos se activan las “neuronas calmantes” del
cerebro para inhibir el nivel de excitación de aquellas neuronas que se
encuentran en la base de las preocupaciones, las rumiaciones y el estrés.
Esto nos indica que la actividad
física reorganiza el cerebro, por lo que es menos probable que las personas que
caminen y practiquen ejercicio con frecuencia sufran niveles elevados de
ansiedad y el estrés interferirá menos en su funcionamiento normal.
Básicamente, caminar fortalece el mecanismo de inhibición, impidiendo que las
células nerviosas más excitables se disparen.
Para aprovechar al máximo la
caminata, mejor que sea en la naturaleza
No es lo mismo caminar sobre una
cinta dentro de las cuatro paredes de un gimnasio que caminar por la ciudad o
rodeados de naturaleza. Neurocientíficos de la Universidad Heriot-Watt lo
comprobaron manteniendo monitorizada la actividad cerebral de 12 personas
mientras caminaban durante 25 minutos en un centro comercial, un espacio verde
y una calle de una concurrida zona de negocios. La electroencefalografía móvil
rastreó señales de emociones y estados como la frustración, la meditación, el
entusiasmo y la atención.
Descubrieron que el estado de
relajación y meditación era más intenso cuando se paseaba por espacios verdes.
Estas personas también experimentaban menos frustración. Lo que sucede es que
en los espacios verdes nuestro cerebro logra desconectarse realmente y poner en
marcha lo que se conoce como atención involuntaria, teniendo la oportunidad de
vagar con mayor libertad en un estado bastante parecido a la meditación
mindfulness. Al contrario, en las calles y centros comerciales debemos
mantenernos mucho más atentos, por lo que no tenemos la oportunidad de
desconectarnos por completo de nuestras preocupaciones y no dejamos que el
cerebro descanse.
Fuentes:
Roe, J. et. Al.
(2015) The urban brain: analysing outdoor physical activity with mobile EEG.
British Journal of Sports
Medicine; 49(4): 272-276.
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