*Perdónate,
solo esoESTAR EN PAZ CON UNO MISMO NO TIENE PRECIO
Estar
en paz con uno mismo no tiene precio. Tal artesanía
psicológica requiere de dos logros: reconciliarnos con el pasado para apagar
ciertas decepciones y dejar de obsesionarnos en el futuro para calmar
ansiedades. Sentirse bien es, por encima de todo, aprender a pensar de forma
adecuada, centrándonos en un presente donde dar forma a una paz interna que
nadie debería perturbar.
Seguramente todos estamos de acuerdo con estas
afirmaciones. Sin embargo ¿por qué nos cuesta tanto hallar este equilibrio
interno donde sentirnos plenos, donde disfrutar de lo que tenemos y de aquello
que nos caracteriza? Lo queramos o no siempre hay algo que falla, algo que
nos chirría y que nos impide experimentar un bienestar perdurable, ese que
no caduca y se mantiene firme vengan vientos o mareas.
“Ser uno mismo en un mundo que constantemente trata
de que no lo seas, es el mayor de los logros”.
-Ralph Waldo Emerson-
El
mundo de la psicología ha enfocado siempre sus esfuerzos a facilitarnos ese
mismo objetivo. Sin embargo, y todo hay
que decirlo, sus inicios fueron algo complejos. Durante mucho tiempo, sus
teorías y estrategias buscaron entender casi en exclusiva el universo más
patológico. No fue hasta finales de los años 70, cuando figuras como Martin Seligman o Aaron T. Beck generaron
un cambio revolucionario a la vez que inspirador.
Martin Seligman, conocido por sus estudios sobre la
depresión y la indefensión aprendida, pensó que era necesario dirigir el campo
de la psicología hacia una nueva vertiente: la felicidad. Aaron T. Beck, por su
parte, pionero en la terapia cognitiva, nos enseñó también algo primordial: para
estar bien con uno mismo es necesario un cierto filtro positivo a la hora de
mira hacia fuera… y también hacia dentro.
La
aceptación, clave de bienestar personal
Decía
Epicteto en su “Manual para la vida” que a menudo las personas nos empeñamos en
querer que la vida se ajuste a nuestros deseos. Es un empeño casi infantil, y por imposible capaz de
generar una elevada fustración, de ahí que quien fuera el
estoico más representativo de su época nos recomendara que aprendiéramos,
simplemente, a desear las cosas tal y como son.
El
arte de estar bien con uno mismo es por tanto la práctica de la aceptación. Ahora bien, aceptación no
es sinónimo de pasividad ni de resignación. El truco, en realidad, es más fácil
de lo que parece y requiere que invirtamos nuestros esfuerzos en una serie de
logros:
- Acepta el lado negativo de las cosas tan pronto
como sucedan para tener la oportunidad de tomar el control y generar cambios. Por ejemplo, es esencial que seamos capaces de
percibir rápidamente nuestros pensamientos limitantes y negativos antes de
que estos consigan dominar nuestra mente y nuestros enfoques por completo.
- Acepta lo que eres, acepta tu historia pasada y
presente, acepta a esa persona que cada día se refleja en tu espejo con sus virtudes y sus defectos e intenta validarte sin
necesidad de esperar a que los demás lo hagan por ti.
Estar
bien con uno mismo implica saber practicar un tipo de aceptación donde tenemos
un control activo sobre nuestros pensamientos. Puede que lo que nos rodee
e incluso las personas que forman parte de nuestro contexto más próximo no
actúen siempre como deseamos. Sin embargo, nada de eso debe exasperarnos,
porque si hay calma en el interior, si hay amor propio y equilibrio, no hay
nube que apague el sol que llevamos dentro.
Estar
bien con uno mismo, el arte de la apreciación personal
La
apreciación personal es un ejercicio tan útil como desconocido. Uno lo puede descubrir con el tiempo, justo cuando
percibe que lleva mucho tiempo descuidándose y alberga la sensación de que es
casi como ese peón en un tablero de ajedrez, en principio con poco valor y del
que nadie se acuerda. Queremos ser la “Dama”, pero para ello es necesario
recordar lo que valemos y qué papel jugamos en la partida de la vida.
Todo ello lo podemos conseguir mediante una
apreciación personal inteligente, es decir sintiéndonos partícipes de cada cosa
que hacemos y satisfechos con cada acto que llevamos a cabo. De este modo,
y si antes hablábamos de tener un mayor control sobre nuestros
pensamientos, ahora es momento de aprender a valorarnos a través de nuestras
dinámicas cotidianas.
Veamos algunos ejemplos.
- Estar bien con uno
mismo implica ser selectos con las personas que elegimos, con
aquellas que formarán parte de nuestro viaje.
- Estar bien con uno mismo significa también tener
sensación de autoeficacia, apreciarnos a nosotros mismos por nuestros
aciertos y pequeños logros cotidianos.
- Significa también ser
consecuentes con aquello que decimos y hacemos, con aquello que deseamos y
aquello que llevamos a cabo.
Asimismo, tampoco podemos descuidar algo importante:
estar bien con lo que se es y lo que se tiene se relaciona ante todo con la
comodidad. Porque la sensación de libertad y agilidad que apreciamos en
algunas personas, incluso a trocitos en nosotros mismos, nace de la falta de
peso sobre sus espaldas.
Nada es tan satisfactorio como esa sensación, la de
saber que no hay lastres del ayer ni cadenas que otros coloquen a nuestros pies
para entorpecer nuestros movimientos y oportunidad de crecimiento. No
descuidemos por tanto ese arte de estar bien con uno mismo, una práctica que
requiere de gran voluntad y determinación por nuestra parte.
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