psicología - psicología -desarrollo
personal
COMPASIÓN: LO MEJOR QUE PUEDES HACER POR TI ES AYUDAR A LOS DEMÁS A LEVANTARSE
Durante siglos la
inteligencia estuvo relacionada con la lógica. Se pensaba que ser inteligentes
nos garantizaba el éxito en la vida. Sin embargo, en los últimos años han
surgido nuevos tipos de inteligencia que son mejores predictores del éxito, la
satisfacción y el bienestar que el cociente intelectual. Hoy sabemos que
desarrollar la Inteligencia Emocional es más importante que tener un
C.I. alto.
Existen diferentes
tipos de inteligencias, pero una de las más interesantes es precisamente la más
infravalorada, la inteligencia compasiva. Cuando mostramos compasión ocurre un
pequeño milagro porque no solo ayudamos al otro sino que nos ayudamos a
nosotros mismos. Por eso, nada mejor que aplicar la frase de Dalai Lama: «Si
quieres que otros sean felices, practica la compasión. Si quieres ser feliz tú,
practica la compasión.
La diferencia entre empatía y compasión
La empatía es
la capacidad que nos permite ponernos en la piel del otro y llegar a experimentar
sus sentimientos y estados emocionales. Se piensa que nuestro cerebro está
cableado para la empatía. Gracias a las neuronas espejo podemos
experimentar en carne propia lo que sienten los demás, sobre todo cuando se
trata de personas cercanas.
Sin embargo, la
compasión es un estadio superior porque implica un nivel de compromiso
consciente para aliviar el dolor o sufrimiento del otro. De hecho, aunque
muchas personas la confunden con la lástima, en realidad es una capacidad muy
compleja que sería conveniente desarrollar.
La compasión cuenta
con tres componentes fundamentales:
1. Emocional,
es una emoción que surge cuando vemos a otra persona sufrir, la cual genera una
fuerte reacción en el sistema cerebral vinculado al bienestar.
2. Cognitivo,
implica prestarle atención al sufrimiento ajeno, evaluar su intensidad y
reflexionar sobre nuestras capacidades para intervenir de manera eficaz.
3. Conductual,
implica un compromiso consciente de hacer algo para aliviar el sufrimiento de
esa persona.
Los increíbles beneficios de la compasión
Conectar con los
demás de manera significativa nos ayuda a disfrutar de una mejor salud mental y
física e incluso nos permite recuperarnos más rápido de una enfermedad.
Al parecer, la clave
radica en que la inteligencia compasiva mejora nuestro bienestar psicológico
por el simple hecho de que el acto de dar es más placentero que el de
recibir.
Un estudio realizado
en los Institutos Nacionales de Salud mostró que los «centros de placer» en el
cerebro; es decir, las partes que se activan cuando experimentamos placer,
responden tanto cuando recibimos dinero como cuando lo donamos a la caridad.
En otro experimento
realizado en la Universidad de Columbia Británica, a los participantes les
dieron una suma de dinero. La mitad de ellos recibieron instrucciones para que
gastaran el dinero en ellos mismos, a la otra mitad les dijeron que lo gastaran
en otros. Al final, quienes habían gastado dinero en los demás reportaron
sentirse mucho más felices que quienes habían gastado dinero en sí mismos.
Otra razón por la
cual la compasión es tan beneficiosa es porque crea un estado de bienestar
positivo, una felicidad serena que tiene enormes repercusiones a nivel
físico.
De hecho, una
investigación realizada en la Universidad de California desveló que los niveles
de inflamación celular de las personas que practicaban la compasión y se
catalogaban como “muy felices” eran muy bajos. La inflamación es un precursor
de numerosas enfermedades, entre ellas el cáncer y las patologías
neurodegenerativas.
Sin embargo, lo
curioso de este estudio fue que las personas que se calificaron como “muy
felices” simplemente porque tenían una “buena vida”, lo cual se relaciona con
la felicidad hedonista, presentaban niveles de inflamación más alto.
Esto nos indica que
no es meramente la felicidad, sino lo que se conoce como eudemonía, una palabra
que proviene del griego y que se traduce erróneamente como felicidad pero que
en realidad significa plenitud de ser. Los investigadores descubrieron que las
personas con niveles más bajos de inflamación eran aquellas que tenían un
sentido de la vida, en la cual la compasión tenía un papel importante.
La compasión se puede aprender
Richard Davidson,
neurocientífico de la Universidad de Wisconsin, se ha dedicado a analizar los
efectos de la compasión a nivel cerebral. Después de un viaje a la India, donde
practicó la meditación, Davidson conoció a Dalai Lama, quien le propuso que
estudiara la amabilidad, la ternura y la compasión.
En uno de sus
experimentos, entrenó a los participantes en lo que se conoce como meditación
compasiva, una antigua técnica del budismo para
fomentar los sentimientos de cuidado hacia las personas que están sufriendo. En
la meditación, los participantes visualizaban un momento en que alguien había
sufrido y luego deseaban aliviar su sufrimiento.
Los participantes
practicaron con diferentes tipos de personas, empezando por un ser querido,
alguien por quien podían sentir compasión fácilmente. Luego siguieron consigo
mismos y más tarde con un extraño. Por último, practicaron la compasión hacia
alguien con quien tenían un conflicto activo, una “persona difícil”, como un
compañero de trabajo problemático.
A otro grupo de
personas les enseñó la técnica de reestructuración cognitiva, según la cual
debían aprender a replantearse sus pensamientos para ser menos negativos.
El experimento duró
tan solo dos semanas, un período de tiempo relativamente corto cuando se trata
de cambiar los sentimientos y apreciar cambios a nivel cerebral.
Entonces Dadvidson
puso a prueba la compasión de los participantes pidiéndoles que participaran en
un juego altruista. Los participantes vieron que una de las personas del juego
solo le había dado a la víctima 1 dólar, de los 10 que tenían a su disposición.
Luego les tocó decidir cuánto querían aportar de su propio dinero.
Las personas que
habían sido entrenadas en la meditación compasiva eran más propensas a
compartir su dinero para ayudar a las víctimas mientras que quienes utilizaron
la reestructuración cognitiva mostraron menos compasión.
Sin embargo, lo más
interesante fue que durante el experimento se evaluaron los cambios a nivel
cerebral. Las imágenes no dejaron lugar a dudas: quienes practicaron la
meditación compasiva mostraron un incremento en la actividad de la corteza
parietal inferior, una región involucrada en la empatía y la comprensión de
otros. También se apreció un aumento de la actividad en la corteza prefrontal
dorsolateral y el núcleo accumbens, dos zonas del cerebro involucradas en la
regulación emocional y las emociones positivas.
Esto significa que
la compasión es una capacidad que se puede desarrollar.
Un ejercicio para desarrollar la compasión
Para desarrollar la
compasión, podemos ir tomando conciencia de lo que han hecho los otros por
nosotros, o lo que nosotros mismos hemos hecho por los demás. Es importante
intentar recrear las emociones y sentimientos que hemos experimentado
en ambos casos.
También puedes
practicar este ejercicio de meditación compasiva:
1. Céntrate en el
presente y haz conscientes tus emociones, sensaciones, sentimientos y
pensamientos.
2. Piensa en
alguien a quien quieres y que esté sufriendo. Piensa en las diferentes
manifestaciones de ese sufrimiento, las hayas observado directamente o no.
Recuerda que el sufrimiento no siempre se manifiesta de la misma manera y a
veces la persona puede intentar esconderlo, como en el caso de la depresión
sonriente. Por eso la atención activa desempeña un rol tan importante en el
desarrollo de la compasión.
3. Piensa en cómo podrías ayudar a esa persona a superar su sufrimiento.
Deséalo con fuerza. Es probable que tu cuerpo reaccione ante esa movilización
mental. Mantén ese pensamiento durante un rato y fíjate en tus
sensaciones.
4. Piensa en tu propio sufrimiento y traspasa ese deseo de ayudar y mejorar a
los otros a ti mismo. Este paso te ayudará a fomentar la autocompasión, de
manera que desarrollarás una mejor relación contigo mismo.
Puedes repetir este ejercicio primero con un desconocido y luego con alguien
que no te caiga bien, en cuyo caso el ejercicio resultará muy liberador ya que
también te ayudará a liberarte del odio y el rencor.
Y recuerda esta frase del Premio Novel de la Paz Albert Schweitzer: «Mientras
el círculo de la compasión no abarque a todos los seres vivos, el hombre no
hallará la paz por sí mismo«.
Fuente:Davidson, R. et. Al. (2013) Compassion Training Alters Altruism and
Neural Responses to Suffering. Psychological
Science; 24(7): 1171–1180.
No hay comentarios:
Publicar un comentario