¿QUÉ ES Y CÓMO DESARROLLAR EQUILIBRIO
MENTAL?
El equilibrio mental es fundamental para nuestro bienestar,
tanto emocional como físico. Sin embargo, a menudo lo descuidamos o no le
prestamos la atención suficiente. Somos previsores en muchas áreas de nuestra
vida, cuidamos nuestra dieta, nos mantenemos en forma y aseguramos nuestras
posesiones más valiosas, pero a veces nos olvidamos de nuestro equilibrio
psicológico y lo dejamos completamente al azar convirtiéndonos así en víctimas
de las circunstancias.
¿Qué es el equilibrio mental?
El equilibrio mental es un estado de bienestar que resulta de
liberar la mente de sus tendencias aflictivas y negativas, dándose cuenta de su
potencial en términos de sabiduría, compasión y creatividad. Es un estado en el
que los afectos y pensamientos contribuyen al bienestar personal, de manera que
nos sentimos plenos y en paz para poder desarrollar al máximo nuestro
potencial.
Alcanzar el equilibrio mental no significa que nos desharemos
por completo de los pensamientos y emociones negativas ya que, de una forma u
otra, siempre estaremos expuestos a la adversidad y los problemas. Desarrollar
el equilibrio mental significa no permitir que esas situaciones generen tantos
pensamientos y emociones negativas que inclinen demasiado la balanza como para
hacernos sentir mal.
Los 4 TIPOS DE EQUILIBRIO MENTAL: ¿CÓMO DESARROLLARLOS?
1. Equilibrio conativo
La conación se refiere a la intención y la voluntad, así como
su puesta en práctica. No implica simplemente plantearse un objetivo o desear
algo sino comprometerse con su consecución. No se limita al deseo de dejar de
fumar, sino que significa comprometerse y cambiar de verdad.
El equilibrio conativo es fundamental para el equilibrio
mental porque si desarrollamos deseos y aspiraciones irreales o no hacemos nada
para alcanzar nuestras metas, terminaremos frustrados y sufriendo un elevado
nivel de angustia psicológica.
Por otra parte, experimentar un déficit conativo; es decir,
no desear nada ni comprometernos con ninguna meta suele generar apatía,
desmotivación y, en última instancia, un vacío existencial que nos hará
profundamente infelices. Estancarnos en la abulia conduce a la desilusión y la
desesperación.
La clave consiste en desarrollar objetivos y deseos basados
en la realidad y orientados a nuestra felicidad, con los que podamos
comprometernos y llevar a buen término, facilitará nuestro equilibrio
psicológico. No obstante, para desarrollar el equilibrio conativo no basta con
cambiar unas metas por otras, tenemos que poner en marcha un ejercicio de
introspección que nos permita descubrir lo que queremos en realidad y
comprometernos con esas metas.
2. Equilibrio atencional
La voluntad sin la capacidad para mantener la atención
conduce a un desequilibrio. De hecho, el equilibrio atencional es fundamental
para rendir de manera óptima y no caer en la hiperactividad o la
hipoactividad.
La hiperactividad atencional ocurre cuando la mente está excesivamente
excitada, lo que genera un estado de agitación y distracción compulsiva. Ese
nivel de atención no es funcional y no nos permite cumplir nuestros objetivos,
al contrario, conduce a la dispersión. En el extremo opuesto hallamos la
hipoactividad atencional, un estado de laxitud que nos mantiene desconcentrados
y también nos impide alcanzar nuestras metas ya que la mente divaga sin
rumbo.
Esos desequilibrios se remedian a través de la atención
plena, que sería un nivel de atención sostenida y voluntaria enfocada en una
actividad u objeto, sin distracciones. Ese tipo de atención no está dirigida
únicamente hacia el externo sino que también implica la capacidad para
escudriñar dentro de uno mismo y ser capaces de conducir suavemente la atención
hacia lo que nos interesa cuando nos distraemos, sin enfadarnos, irritarnos o
frustrarnos.
Esa atención se puede cultivar de diferentes maneras, aunque
uno de los métodos más eficaces es la meditación mindfulness.
3. Equilibrio cognitivo
El equilibrio cognitivo implica comprometerse con el mundo de
la experiencia sin realizar suposiciones o albergar ideas preconcebidas sobre
los eventos que puedan dar pie a malinterpretaciones o distorsiones de la
realidad. Significa estar presentes sin juzgar ni criticar, simplemente
viviendo la experiencia.
El equilibrio cognitivo implica deshacerse de los
estereotipos y prejuicios, así como de los sesgos cognitivos, o al menos ser
conscientes de su existencia para comprender la diferencia entre la realidad y
nuestras expectativas o fantasías, ese mundo que hilamos en nuestra mente y que
suele dar pie a malinterpretaciones o reacciones emocionales exageradas fuera
de contexto.
El budismo nos ofrece un ejemplo claro de desequilibrio
cognitivo: confundir una cuerda enrollada con una serpiente. ¿Cómo es posible?
Esa confusión se debe a que, en vez de limitarnos a constatar la realidad, no
prestamos la suficiente atención y proyectamos nuestros miedos o expectativas,
convirtiendo la cuerda en una serpiente.
En la vida cotidiana confundimos continuamente nuestras
expectativas, ideas y prejuicios con la realidad, proyectando sobre los hechos
nuestros miedos y esperanzas. Eso genera un desequilibrio ya que no respondemos
a la realidad tal cual es, sino que reaccionamos ante la historia que hemos
construido en nuestra mente. Ese desequilibrio cognitivo puede conducirnos a
luchar contra molinos de viento, haciendo que perdamos una energía
valiosísima.
Para desarrollar el equilibrio cognitivo debemos poner a
prueba continuamente nuestras creencias y pensamientos. Debemos preguntarnos si
estamos reaccionando ante lo que nos ocurre o si estamos exagerando los hechos
debido a que están influyendo nuestras expectativas o ideas preconcebidas. Se
trata de un profundo trabajo de reestructuración cognitiva que implica cambiar
las creencias limitantes por otras más adaptativas y flexibles.
4. Equilibrio emocional
El equilibrio emocional es el resultado del balance entre el
equilibrio conativo, atencional y cognitivo. Cuando nos planteamos metas
realistas y nos comprometemos con su consecución, mantenemos bajo control
nuestras expectativas y nos concentramos en lo que realmente importa, el
equilibrio emocional es un resultado natural del equilibrio entre deseos,
pensamientos y acciones.
Tener un buen equilibrio emocional no implica asumir una
actitud indiferente y fría sino ser conscientes de las emociones que estamos
experimentando, comprender su influjo y ser capaces de gestionarlas y
expresarlas asertivamente.
De hecho, para mantener el equilibrio mental es tan negativa
la ira como la euforia extrema ya que ambos estados se convierten en unas gafas
que nos impiden ver nítidamente la realidad. El equilibrio emocional es el
resultado de una adecuada regulación de los afectos, del autoconocimiento y la
madurez.
Para desarrollarlo es necesario trabajar la Inteligencia
Emocional y asumir que las emociones no son enemigos por combatir sino señales
a tener en cuenta, tan valiosas como la lógica y la razón.
¿Por qué deberías invertir en tu equilibrio mental?
Desarrollar un buen equilibrio mental te ayudará a afrontar
los problemas. Cuando cuentas con las herramientas psicológicas necesarias y
tienes una visión más ponderada, lograrás lidiar con las dificultades sin
venirte abajo. Eso significa que la adversidad te hará menos daño y que podrás
salir antes de ese estado. Sin duda, es una inversión que vale
la pena.
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