Trastornos
psicológicos
ATAQUES DE PÁNICO O CRISIS DE ANGUSTIA: SUS SÍNTOMAS Y CAUSAS
"No puedo respirar, siento que me estoy asfixiando. Percibo que estoy en
peligro y tengo la necesidad urgente de escapar del sitio donde esté.
Simplemente no puedo razonar ni controlarme." Este es el sentir de las
personas que sufren crisis de angustia y aunque probablemente alguien que nunca
haya sufrido un ataque de pánico no pueda llegar a percibir en toda su magnitud
este trastorno, lo cierto es que las personas que lo padecen viven en una
angustia permanente, a la expectativa de cuando será el próximo golpe e
intentando evitar toda situación que pueda convertirse en un desencadenante
para el ataque. Tanto es así que la mayoría termina por recluirse en la casa en
el intento de escapar de estas sensaciones tan molestas.
La característica principal de una crisis de angustia es la aparición aislada y
temporal de miedo o malestar intenso, que se acompaña de al menos cuatro de un
total de los siguientes SÍNTOMAS:
1. Palpitaciones o aumento de la frecuencia cardíaca
2. Sudoración
3. Temblores
4. Sensación de ahogo o falta de aliento
5. Sensación de atragantarse
6. Opresión en el pecho
7. Náuseas o molestias abdominales
8. Mareos o desmayos
9. Sensación de irrealidad o de estar separado del propio cuerpo
10. Miedo a perder el control o a volverse loco
11. Miedo a morir
12. Sensaciones de entumecimiento u hormigueo
13. Escalofríos o sofocaciones
La crisis se inicia de forma brusca y alcanza su máxima expresión con rapidez
(normalmente en diez minutos o menos). En estos momentos las personas
experimentan un miedo intenso, sienten que están a punto de morir, sufrir un
infarto, temen perder el control o "volverse locos". En consecuencia
experimentan un deseo urgente de huir del lugar.
Al ir repitiéndose, estas crisis pueden presentar un menor componente de miedo
pero lo usual es que la persona comience a evitar los lugares y condiciones en
las cuales se produjeron las crisis de manera que su rango de acción se reduce
considerablemente. En algunas ocasiones el miedo que experimenta la persona a
volver a vivenciar estas crisis llega a ser tan grande que esta tensión provoca
una nueva crisis ante situaciones que no debían actuar como detonantes. Existen
casos de personas que pierden el conocimiento, la capacidad de hablar durante
días e incluso la posibilidad de moverse durante las horas que le siguen al
ataque.
Sin embargo, todos los ataques no se presentan de la misma forma, así, existen
tres tipos de crisis de angustia, que se diferencian por el modo de inicio y
por la presencia o ausencia de desencadenantes ambientales:
- CRISIS DE ANGUSTIA INESPERADAS. El inicio de la crisis no se asocia a
desencadenantes ambientales particulares, es decir, no existe ningún motivo
aparente que actúe como detonador del ataque.
- CRISIS DE ANGUSTIA SITUACIONALES. La crisis aparece inmediatamente después de
que la persona ha estado expuesta a un estímulo ambiental como pueden ser: ver
una araña, una serpiente, entrar en una multitud... En ocasiones se desata
incluso ante la anticipación del estímulo; es decir, ante la idea de que pueda aparecer
la araña, la serpiente o un tumulto de personas. Estos episodios están más
vinculados con las fobias sociales y específicas.
- CRISIS DE ANGUSTIA RELACIONADAS CON UNA SITUACIÓN DETERMINADA. Estos casos
son más peculiares en tanto las crisis pueden aparecer como consecuencia de
determinado estímulo ambiental pero no necesariamente después de que la persona
ha estado expuesta ante el estímulo e incluso no siempre se desatan. Estos
episodios normalmente son frecuentes en el trastorno de angustia, aunque
también pueden ser diagnosticados en personas con fobias específicas.
Terminemos este pequeño recorrido por las crisis de angustia con algunas
pinceladas numéricas que nos permitirán analizar en su justa medida la
incidencia de este trastorno:
- Se estima que alrededor del 15% de la población mundial ha sufrido una crisis
de angustia o la sufrirá en algún momento de sus vidas.
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