psicología/ EMOCIONES
HAY TANTOS ABRAZOS COMO MOMENTOS
Un
pequeño abrazo puede secar muchas lágrimas, una pequeña palabra llena de amor
puede colmarnos de felicidad y una pequeña sonrisa puede cambia el mundo. Son
esas pequeñas cosas que construyen nuestro mundo llenándolo de felicidad y de
amor…
A veces un abrazo es meramente físico, fruto del contacto de dos cuerpos, ligero y rápido. Otras, por el contrario, los abrazos están cargados de emociones, las cuales son capaces de hacernos explosionar y sentir de manera indescriptible.
Luego están los abrazos del alma, esos llenos de las intenciones más puras y amorosas… Con ellos somos conscientes de lo gratuita y accesible que es la paz, pues sentir al otro nos completa y nos permite dar sin mirar el amor que nos queda en la reserva.
Como dijo Jackselins Arteaga “El abrazo es algo grandioso. Es la manera perfecta para demostrar el amor que sentimos cuando no encontramos la palabra justa”.
¿Cuantos problemas se solucionarían en el mundo si nos diéramos más abrazos?
Ahora piensa en ti, en tu entorno, en tu gente, en tus abrazos. Piensa en los momentos en los que hubieras calmado una situación tensa o simplemente aquellos que te hacen disfrutar. Acompañar con este gesto los buenos días al levantarte, en una situación alegre para felicitar a alguien o después de una discusión es conectar con lo más primario de nosotros mismos.
Un abrazo es acercarnos a las personas, respirar su esencia,
y comprobar que estamos hechos de la misma pasta.
Es curioso pensar en la última vez que dimos un abrazo porque sí, incondicionalmente. Libres de rutinas y de compromisos al hacerlo. De hecho, al terminar de leer esto, podrías acercarte a la persona que tengas al lado en casa y darle un abrazo largo, que paralice el tiempo. Que dure, como mínimo, 8 segundos. Y claro bien fuerte.
Me gustan los abrazos que aunque no resuelven nada son un modo de decirle a la adversidad que no va a poder con nosotros…
A veces un abrazo es meramente físico, fruto del contacto de dos cuerpos, ligero y rápido. Otras, por el contrario, los abrazos están cargados de emociones, las cuales son capaces de hacernos explosionar y sentir de manera indescriptible.
Luego están los abrazos del alma, esos llenos de las intenciones más puras y amorosas… Con ellos somos conscientes de lo gratuita y accesible que es la paz, pues sentir al otro nos completa y nos permite dar sin mirar el amor que nos queda en la reserva.
Como dijo Jackselins Arteaga “El abrazo es algo grandioso. Es la manera perfecta para demostrar el amor que sentimos cuando no encontramos la palabra justa”.
¿Cuantos problemas se solucionarían en el mundo si nos diéramos más abrazos?
Ahora piensa en ti, en tu entorno, en tu gente, en tus abrazos. Piensa en los momentos en los que hubieras calmado una situación tensa o simplemente aquellos que te hacen disfrutar. Acompañar con este gesto los buenos días al levantarte, en una situación alegre para felicitar a alguien o después de una discusión es conectar con lo más primario de nosotros mismos.
Un abrazo es acercarnos a las personas, respirar su esencia,
y comprobar que estamos hechos de la misma pasta.
Es curioso pensar en la última vez que dimos un abrazo porque sí, incondicionalmente. Libres de rutinas y de compromisos al hacerlo. De hecho, al terminar de leer esto, podrías acercarte a la persona que tengas al lado en casa y darle un abrazo largo, que paralice el tiempo. Que dure, como mínimo, 8 segundos. Y claro bien fuerte.
Me gustan los abrazos que aunque no resuelven nada son un modo de decirle a la adversidad que no va a poder con nosotros…
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