psicología/desarrollo personal
us coordenadas, sin tener en cuenta lo que desea o necesita el otro.
Yo mejor no digo
nada, pero…
Existe una línea muy sutil entre
expresar lo que pensamos y caer en el vandalismo intelectual. Entre ayudar a
una persona indicándole sus errores y aplastarla aún más bajo el peso de sus
errores. Entre ayudarla a encontrar una solución y dejarla atrapada con un
problema.
Cuando comenzamos una frase con las
palabras “yo mejor no digo nada, pero…” sabemos en el fondo que sería mejor
callar lo que estamos a punto de decir. De hecho, es probable que esa persona
ya sepa lo que vamos a decir y nuestras palabras simplemente se conviertan en
más sal sobre una herida supurante.
En otros casos, esas palabras no
sirven para encontrar una solución, sino que tan solo agravan el conflicto,
profundizan la brecha y marcan la distancia con el otro, probablemente en un
momento en el que esa persona lo que necesita es validación y apoyo, no
críticas y juicios.
Reconocer que no deberíamos decir nada
es también una forma de pedir disculpas por lo que estamos a punto de decir,
porque sabemos que esas palabras no tienen razón de ser, o al menos no en ese
momento y lugar.
Por tanto, la próxima vez que estemos
a punto de comenzar una frase con las palabras “mejor no digo nada”, quizá
sería mejor que no dijésemos nada. O que al menos nos detuviésemos a reflexionar
sobre el impacto que puede tener lo que estamos a punto de decir.
Los 3 filtros que
debemos usar antes de opinar
1. Las opiniones
no son hechos. Nuestras
opiniones pueden estar basadas en hechos, no cabe duda, pero a menudo también
están entremezcladas con reacciones viscerales, emociones, expectativas y
experiencias. Eso significa que no debemos confundirlas con la “verdad” y,
sobre todo, que no debemos creer que somos poseedores de una “verdad absoluta”.
Cuando creemos que tenemos la verdad actuamos de manera prepotente. Y esa no es
la mejor actitud para construir puentes hacia el otro.
2. La frustración
no es evaluación. Muchas de
las cosas que nos ocurren pueden generar frustración cuando no se ajustan a
nuestras expectativas, sobre todo cuando otras personas no siguen el patrón que
teníamos en mente. Sin embargo, no obtener lo que deseamos no es justificación
para evaluar algo negativamente o en términos despectivos. El hecho de que nos
sintamos molestos no es excusa para descargar esa frustración en los demás
porque nuestra opinión no será objetiva.
3. Querer no es
necesitar. ¿Lo que estamos a punto de
decir es algo que “queremos” decir o algo que la otra persona necesita escuchar
o que nosotros necesitamos decir? La diferencia es abismal. Hay verdades
duras o incómodas que, sin embargo, deben ser dichas para que no se conviertan
en un elefante en la habitación. Pero hay opiniones que no aportan nada y
que incluso pueden causar daño.
La comunicación
interpersonal es fundamental para evitar conflictos y lograr nuestros objetivos. De hecho, las personas más exitosas no son
las que tienen un mayor cociente intelectual sino aquellas que dominan
las técnicas comunicativas y saben gestionar adecuadamente sus
emociones.
Para desarrollar una comunicación
eficaz no solo debemos asegurarnos de que hacer llegar de manera clara
nuestro mensaje sino también nuestras emociones, siendo capaces de ponernos
en el lugar de nuestro interlocutor.
La Psicología de la Comunicación es la
ciencia que estudia cómo nos comunicamos y el efecto que tienen los estilos
de comunicación en nuestras relaciones interpersonales. Aprende
cómo desarrollar tu comunicación no verbal y descubre
las técnicas asertivas más eficaces para que seas capaz de
transmitir tus ideas.
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