icología / desarrollo personal
HAY PERSONAS QUE SIEMPRE QUIEREN TENER LA RAZÓN
Hay personas que siempre quieren tener la razón. Desean ganar a toda costa. Y aunque desmontes uno a uno sus argumentos, no darán su brazo a torcer. Es como si les fuera la vida en ello. Y de cierta forma es así porque han construido su identidad alrededor de esa necesidad imperiosa de estar en lo cierto e imponer su opinión a los demás.
La necesidad de
tener la razón esconde una profunda inseguridad
Las personas que siempre quieren tener
la razón suelen adoptar un lenguaje corporal impositivo a través del cual
proyectan una imagen de seguridad y superioridad. También es habitual que usen
un lenguaje prepotente mediante el cual cierran todas las vías de escape para
que la única opinión válida sea la suya.
Estas personas siempre saben lo que
está sucediendo. A menudo van por la vida de sabelotodos. Siempre están
dispuestas a explicarte en qué te has equivocado. Y aunque seas especialista en
un campo del conocimiento, sabrán más que tú y harán oídos sordos a tus
propuestas y opiniones.
Desde este perfil, las personas que
siempre quieren tener la razón se comportan como narcisistas grandiosos. Son
personas arrogantes que se sienten superiores. Tienen una percepción exagerada
de su “yo” alimentada por un ego desmesurado.
Sin embargo, detrás del deseo de tener
la razón se esconde algo mucho más profundo que un ego excesivo.
Un estudio realizado en la Universidad
de Villanova reveló que la grandiosidad por sí sola, sin el componente de
vulnerabilidad, no se relaciona con ese deseo de imponer la opinión personal.
De hecho, aunque los narcisistas más vulnerables, aquellos que tienen una
autoestima baja, no son tan propensos a alardear, tienen la necesidad de
validar su imagen a través de estrategias defensivas.
Por tanto, el deseo de tener la razón
no es únicamente una táctica para impresionar a los demás y demostrar sus
supuestos conocimientos, inteligencia y/o experiencia, sino que es una
estrategia para validarse a sí mismos. Las personas que desean tener la razón
en realidad necesitan convencerse a sí mismas de lo que valen.
Ese intento de imponerse a los demás
proviene de la sensación de fragilidad del “yo”, que se esfuerza por mantener
una percepción de sí mismo como alguien excepcional. Respondería a la necesidad
de impresionarse a sí mismos y validar su autoconcepto.
Querer tener siempre la razón
emanaría, por ende, de un núcleo de vulnerabilidad del narcisismo, que se
vuelve más intenso y desadaptativo cuanto más cuesta abajo ruede la vida de esa
persona. Esa es la razón por la cual, aunque el mundo se derrumbe a su
alrededor, sus argumentos pierdan peso y las evidencias vayan en su contra,
seguirán sosteniendo que tienen la razón.
¿Cómo lidiar con
las personas que siempre quieren tener la razón?
Cuando maduras en la vida, te das
cuenta de que es más importante tener paz que tener la razón. Cuando eres
consciente de tus fuerzas y de lo que eres capaz, no necesitas demostrar nada a
nadie, ni siquiera a ti mismo. Ese nivel de
autoconocimiento te brinda perspectiva. Te ofrece la distancia
psicológica imprescindible para saber qué batallas vale la pena luchar
y cuáles es mejor dejar ir.
La madurez también confiere la
sabiduría de comprender que no siempre podemos cambiar a las personas. Cada
quien debe seguir su camino. Aprender de sus errores. Caer y levantarse. Ese
recorrido forma parte de su trayectoria vital y, aunque tengas las mejores
intenciones, no siempre podrás lograr que una persona obsesionada con tener la
razón se convierta en alguien de mente abierta y pensamiento flexible.
Eso significa que en la inmensa
mayoría de los casos no es necesario que te enzarces en una discusión con una
persona que siempre quiere tener la razón. Quizá debas preguntarte cuánto te
interesa dar tu opinión y qué valor podría aportar. En los casos más extremos,
incluso podrías preguntarte cuánto te interesa mantener la relación con esa
persona.
Por supuesto, a veces no queda más
opción que aceptar el desafío, sobre todo cuando esa persona quiere imponerte
su forma de ver el mundo o sus decisiones absurdas y caprichosas pueden
terminar dañándote.
En ese caso, en vez de declarar
abiertamente la guerra, lo más inteligente es animarle a pensar. Y puedes
hacerlo a través de preguntas que ofrezcan una alternativa a su hilo de
pensamiento, como por ejemplo: «¿cómo llegaste a esa conclusión?» o «¿no
has pensado alguna vez en…?«
Con un poco de suerte, esas preguntas
harán que se replantee su opinión y que pueda contemplar otra opción sin
sentirse demasiado atacado como para ponerse a la defensiva.
Fuentes:Dashineau, S. C. et. Al.
(2019) Pathological narcissism and psychosocial functioning. Personal Disord;
10(5):473-478.
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