Neuropsicología
LA MEDITACIÓN CAMBIA NUESTRO CEREBRO PARA PROTEGERNOS DE LA ADVERSIDAD
LA MEDITACIÓN CAMBIA NUESTRO CEREBRO PARA PROTEGERNOS DE LA ADVERSIDAD
“Para el inquieto
temperamento del Occidente la meditación puede parecer una disciplina
desagradable porque no nos parece que podamos sentarnos ‘nada más que por estar
sentados’ sin que nos remuerda la conciencia, sin sentir que deberíamos estar
haciendo algo más importante para justificar nuestra existencia”, escribió
Alan Watts.
Sin embargo, la
meditación es una de las técnicas más beneficiosas para mejorar nuestra salud
mental, alcanzar la paz interior y sentirnos más satisfechos con la
vida. Si esos beneficios nos parecen poco, ahora un estudio realizado en la
Universidad de Surrey reveló que la meditación también nos permite ser menos
reactivos. Y ese podría ser uno de los secretos para vivir de manera más
equilibrada, retomar el control de nuestras vidas y dejar de estar a merced de
las circunstancias que desencadenan una auténtica montaña rusa emocional.
La meditación nos libera del “sesgo de negatividad”
Para analizar el
impacto de la meditación, estos investigadores dividieron a los participantes
en 3 grupos: meditadores experimentados, meditadores novatos y personas que
nunca habían meditado. Pidieron a todos que realizaran una tarea en la que
debían emparejar ciertas imágenes para recibir una recompensa.
Lo interesante es
que cada imagen tenía una probabilidad diferente de ser recompensada. Algunas
imágenes tenían un 80% de probabilidad de éxito, pero otras apenas un 20%. El
objetivo de los participantes era aprender a elegir aquellas imágenes que
tuvieran más probabilidad de éxito para obtener una recompensa mayor.
Lo primero que
notaron los investigadores fue que las personas que meditaban se enfocaban
rápidamente en las imágenes más recompensadas mientras que los no meditadores
se centraban en aquellas que tenían una recompensa baja. ¿Qué significa esto?
Que las personas que no meditan suelen centrarse más en los resultados
negativos mientras que los meditadores prefieren aprender de los resultados
positivos.
Este fenómeno podría
deberse a lo que se conoce como “sesgo de negatividad”. Nuestro cerebro a
menudo dedica más energía a concentrarse en “lo que está mal” que en “lo que
está yendo bien”. Lo hace para que podamos descubrir cómo solucionar el
problema que nos molesta.
Sin embargo, los
meditadores expertos parecen ser inmunes al sesgo de negatividad y prefieren
enfocarse en los aspectos positivos de la situación. Las implicaciones para
nuestra vida cotidiana y nuestro equilibrio mental de esa manera de
afrontar la vida son enormes.
La meditación atenúa el impacto emocional de la
adversidad
Los investigadores
también analizaron la actividad eléctrica que se producía en el cerebro
mientras los participantes realizaban la tarea para medir la fuerza con que
reaccionaban a la retroalimentación positiva y negativa. Descubrieron que todas
las personas reaccionaban igual a los resultados positivos, pero los no
meditadores reaccionaron de manera más intensa a los resultados negativos. Los
meditadores experimentados, al contrario, demostraron una menor activación a
nivel neurológico en respuesta a los resultados negativos.
“Los seres humanos
han estado meditando durante más de 2000 años, pero los mecanismos neuronales
de esta práctica aún son relativamente desconocidos. Estos hallazgos demuestran
que, en un nivel profundo, los meditadores responden a los estímulos negativos
de manera más imparcial que quienes no meditan, lo cual puede explicar algunos
de los beneficios psicológicos que aporta esta práctica”, señaló Paul
Kntyl, el autor principal del estudio.
Esto significa que
la meditación nos impregna de una tendencia natural a ser más positivos. No se
trata de un optimismo ingenuo sino de aprender a valorar lo que tenemos, en vez
de lamentarnos por lo que no tenemos, y ser capaces de encontrar lo positivo en
la adversidad para hacer leva en ello sin que nuestro equilibrio emocional se
resienta tanto.
La meditación como vía para mitigar la reactividad
emocional
Por supuesto, la
“retroalimentación negativa” forma parte de la vida, no podemos evitarla y es
importante tomar nota de ella, pero si aprendemos a lidiar con esas situaciones
sin enfadarnos, frustrarnos o entristecernos demasiado, podríamos tomar mejores
decisiones que nos saquen más rápido del hoyo en que hemos caído.
Se trata de aprender
a moderar nuestra reactividad emocional. Así podremos dar un paso atrás, asumir
una perspectiva más objetiva y decidir cómo responder, en vez de actuar
impulsivamente haciendo cosas de las que después nos arrepintamos.
Esto puede aplicarse
a todas las áreas de nuestra vida:
- A los comentarios
negativos de las personas que nos rodean, ya sean familiares, amigos,
compañeros de trabajo o desconocidos
- A las críticas
destructivas que no tienen más objetivo que dañarnos y no nos aportan
nada
- A los obstáculos
que encontramos en nuestro camino cuando perseguimos una meta
- A los contratiempos
que ponen del revés nuestros planes
Debemos recordar que
una reacción exagerada a la retroalimentación negativa simplemente amplificará
las emociones negativas como la tristeza, la ira, la vergüenza o la
frustración. Nos estresa y agobia aún más y, en última instancia, incluso puede
hacer que nos comportemos de manera autodestructiva.
La meditación es un
excelente ejercicio para aprender a limitar nuestra reactividad e impulsividad
porque nos enseña que existe un espacio entre lo que pensamos y sentimos y cómo
reaccionamos ante lo que sucede. Nos calma y nos da la posibilidad de observar
lo que ocurre sin alterarnos, desde una actitud desapegada y ecuánime.
La meditación es
fácil de entender, pero difícil de dominar. La clave radica en tomarse el tiempo
que sea necesario. Al inicio puedes creer que no estás logrando nada, pero con
la práctica tu estado mental empezará a cambiar y eso se reflejará en todas las
áreas de tu vida.
Solo necesitas
seguir “la regla fundamental de la meditación: consentirse pensar lo que se
piensa y ser atravesado por lo que te atraviesa. No decirse: está bien, o está
mal, sino: está, y debo establecerme en lo que hay”, según Emmanuel
Carrere.
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