psicología/desarrollo personal
¿POR QUÉ NO DEBEMOS ANTICIPARNOS A LAS CONSECUENCIAS : EL CUENTO DEL GRANJERO CHINO
¿POR QUÉ NO DEBEMOS ANTICIPARNOS A LAS CONSECUENCIAS : EL CUENTO DEL GRANJERO CHINO
Sin embargo, el anciano no se inmutó, solo dijo: “Puede
ser, puede ser”.
Al día siguiente, el caballo volvió al establo y
trajo consigo otros diez caballos salvajes que le siguieron desde las montañas.
Ahora el granjero tenía once caballos y se había convertido en el hombre más
rico del pueblo. Todos los vecinos fueron a visitarlo y le dijeron: “Parece
que al final fue un golpe de suerte que el caballo se haya escapado”.
El anciano solo les respondió: “Puede ser, puede
ser”.
Al día siguiente, mientras su hijo estaba intentando
domar a uno de los caballos, cayó y se rompió una pierna. Al acercarse el
invierno, sin la ayuda del hijo en la granja, el anciano tendría que afrontar
grandes problemas. Los vecinos le dijeron: “En el fondo, fue un error. Ahora
tienes los caballos pero no tienes a tu hijo para que te ayude. Es algo
terrible”.
El padre, en vez de lamentarse, respondió: “Puede
ser, puede ser”.
Al día siguiente, el ejército llegó al pueblo y
reclutó a todos los jóvenes para luchar en una guerra suicida. Era posible que
ninguno de ellos regresara a casa. Sin embargo, como el hijo del granjero tenía
una pierna rota, no lo reclutaron y se quedó a salvo en el hogar.
Una vez más, los vecinos le comentaron la buena
suerte que había tenido. Nuevamente el granjero contestó: “Puede ser, puede
ser”.
Aprender
a ver más allá del presente: Clave para alcanzar la serenidad
Se trata de una historia muy sencilla, pero encierra
una enorme enseñanza, algo que a menudo olvidamos: en la vida no hay
situaciones completamente buenas ni totalmente malas, todo encierra pros y
contras. Aunque a veces, cuando estamos saturados por la tristeza, la ira o la
frustración, nos resulta difícil encontrar los aspectos positivos.
Sin embargo, detrás de cada “mal” puede esconderse
una oportunidad, un cambio positivo. Por supuesto, también ocurre lo contrario,
detrás de una situación aparentemente positiva, puede esconderse un problema
que nos complique aún más la vida.
También es cierto que no siempre podemos prever qué
ocurrirá al día o a la semana siguiente, por lo que, en vez de caer presas de
la desesperación e imaginar el peor de los escenarios, la actitud más
inteligente es simplemente esperar hasta poder constatar las consecuencias
reales de los hechos.
No sacar conclusiones apresuradas implica adoptar
una postura cauta que nos permita estar atentos a las posibles oportunidades o
a los riesgos que pueden perfilarse en el horizonte. De hecho, una situación
negativa nos puede sumir en un estado de desesperanza tan grande que no somos
capaces de apreciar las oportunidades cuando estas se presentan. De la misma
manera, un estado de euforia exagerado nos impedirá notar los riesgos que se
avecinan y nos hará asumir una actitud excesivamente confiada.
Ambas actitudes son contraproducentes porque nos aíslan del mundo y de lo que sucede, haciendo que vivamos en la burbuja de nuestras emociones y pensamientos.
Ambas actitudes son contraproducentes porque nos aíslan del mundo y de lo que sucede, haciendo que vivamos en la burbuja de nuestras emociones y pensamientos.
Sin embargo, comprender que las consecuencias de
determinadas situaciones o acciones pueden ser imprevisibles no solo es un
ejercicio intelectual sino también emocional. Una vez que hemos interiorizado
que la condición que estamos viviendo hoy, mañana puede dar un giro
sorprendente, comprendemos que todo no es más que una etapa y, como tal,
pasará. Es probable que las preocupaciones de hoy, mañana te hagan
sonreír.
Por supuesto, eso no significa que no sentiremos dolor,
pero el sufrimiento será mucho más llevadero. Cuando somos plenamente
conscientes de que el problema que estamos viviendo es pasajero, podremos
adoptar una actitud más serena. Eso no indica que no debamos ponernos manos a
la obra para solucionarlo, sino que debemos tener la suficiente entereza como
para saber ver más allá del presente.
Sin duda, se trata de un cambio de perspectiva que no se puede lograr de un día al otro. No obstante, merece la pena intentarlo porque nos conduce a una vida más serena y nos ayuda a encontrar la tranquilidad incluso en medio de la tormenta.
Sin duda, se trata de un cambio de perspectiva que no se puede lograr de un día al otro. No obstante, merece la pena intentarlo porque nos conduce a una vida más serena y nos ayuda a encontrar la tranquilidad incluso en medio de la tormenta.
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