psicología/ desarrollo personal
CÍRCULOS DE AMISTAD: HAY QUE DAR A CADA QUIEN EL LUGAR QUE MERECE
CÍRCULOS DE AMISTAD: HAY QUE DAR A CADA QUIEN EL LUGAR QUE MERECE
A lo largo de los años encontramos a muchísimas personas.
Con algunas de ellas estableceremos relaciones significativas y les
permitiremos que forman parte de nuestra vida. De otras personas solo
guardaremos un recuerdo difuso y de otras ni siquiera eso pues los encuentros
fugaces no nos dieron tiempo siquiera para fijar sus rostros en nuestra
memoria. Así, encuentro tras encuentro, vamos creando nuestros círculos de
confianza.
¿Qué son los círculos de confianza en Psicología?
Los círculos de confianza son una manera gráfica de
representar las relaciones que establecemos, colocando a las personas que
conocemos en una serie de círculos concéntricos que difieren entre sí por el
grado de confianza, intimidad, atención y cuidado que ponemos en cada uno de
ellos. Los círculos de confianza expresan, por ende, el tipo de relación que
establecemos con las personas y cuán cerca o lejos de nosotros las percibimos.
Los círculos de confianza que componen nuestras
relaciones
En el centro de ese círculo nos encontramos nosotros. A
partir de ese “yo” vamos creamos diferentes círculos concéntricos en los que
ubicaremos a las personas que conocemos.
1. Círculo
de intimidad. Este círculo está formado por las personas más íntimas,
esas en las que confiamos con los ojos cerrados, normalmente la pareja, los
hijos, padres y/o hermanos. En ese círculo se encuentran esas personas a las
que recurrimos cuando tenemos un gran problema y a las que les confiamos
nuestros mayores secretos y preocupaciones. Son esas personas que nos cuidan
cuando enfermamos, que están a nuestro lado en los momentos más difíciles y que
siempre están pendientes de nosotros.
2. Círculo
de confianza media. En este círculo se encuentran aquellas personas
con las que mantenemos una relación estrecha, pero no tanto. Son personas a
quienes podemos pedir un favor, aquellas con las que pasamos tiempo, nos
divertimos y comparten nuestra visión del mundo, por lo que podemos hablar con
ellas sobre muchos temas, algunos incluso delicados. En este círculo se suelen
encontrar los amigos y algunos familiares.
3. Círculo
de poca confianza. Este círculo está formado por personas con las que
mantenemos relaciones, pero a las que no les contaríamos nuestros secretos y
tampoco nos atreveríamos a pedirles grandes favores o a confesarles ciertos
detalles de nuestra vida. Generalmente se trata de personas con quienes
mantenemos relaciones circunstanciales, como los compañeros de trabajo más
cercanos o familiares más lejanos.
4. Círculo
de muy poca confianza. Este círculo está formado por personas que
conocemos porque hemos coincidido con ellas en diferentes ocasiones, pero con
las que no hemos entablado una relación propiamente dicha. Puede ser ese vecino
que saludamos al salir de casa, esa persona que trabaja en otro departamento de
nuestra empresa o la dependienta de una tienda a la que solemos ir.
5. Círculo
de desconfianza. Fuera de esos círculos de confianza se encuentran los
“otros”, personas desconocidas con las que no hemos entablado ningún tipo de
relación o con las que hemos intercambiado algún encuentro casual pero
intrascendente. Generalmente estas personas generan cierto grado de
desconfianza o recelo ya que no las conocemos.
Círculos de confianza grandes o restringidos: ¿Qué es
mejor para nuestro bienestar psicológico?
Cada vez que expandimos nuestros círculos de confianza
incluyendo a otras personas en ellos derribamos un muro psicológico y acercamos
distancias. Tener a nuestro lado a personas en las que podamos confiar es beneficioso
para nuestra salud física y mental, no solo porque nos ayudarán cuando más lo
necesitemos sino porque su mera existencia es una fuente de seguridad y
confianza. Contar con redes de apoyo sólidas nos permitirá lidiar mejor con la
adversidad en la vida. No cabe duda.
Sin embargo, permitir que personas que no son fiables pasen
a nuestro círculo más íntimo nos expondrá emocionalmente, dejándonos
vulnerables. Si permitimos que las personas
tóxicas acampen en nuestros círculos íntimos quedaremos a su merced y,
antes o después, sus comportamientos terminarán pasándonos factura.
Eso significa que debemos ser más cuidadosos con las
personas que dejamos entrar a nuestra intimidad. No se trata de asumir una
actitud recelosa o de desconfiar a priori de la otredad,
cerrándonos en un círculo tan pequeño que amenace con asfixiarnos
psicológicamente, sino de ser capaces de elegir a las personas que queremos a
nuestro lado en la vida, y no dejar que sea la vida quien las coloque por azar
a alguien a nuestro lado. Se trata de elegir a esas personas que pueden sacar a
la luz lo mejor de nosotros y, por supuesto, convertirnos en una persona que
también aporta luz a los demás.
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