psicología/ CURIOSIDADES
TIPOS DE
ARROGANCIA, SEGÚN LA CIENCIA
A lo largo de la
historia, la arrogancia ha asumido muchas formas. La batalla de las Termópilas
es uno de los ejemplos más recurrentes ya que el poderoso rey Jerjes I tuvo que
pagar el precio por sobrevalorar su fuerza y menospreciar el valor estratégico
del coraje y la astucia de los griegos.
El hundimiento
del Titanic se ha convertido en otro ejemplo mítico, no solo del fracaso
tecnológico sino también de cuán falaz era el espíritu de invulnerabilidad
característico de la época, un espíritu que afirmaba que aquel lujoso barco era
absolutamente insumergible. La vida les demostró de la peor manera que todos y
todo es vulnerable.
Sin embargo, a
veces no hay que hurgar tanto en la historia, basta mirar a nuestro alrededor
para comprender que la arrogancia sigue existiendo.
¿Qué es la
arrogancia?
La arrogancia es
una creencia de superioridad acompañada de una autoestima exagerada – a menudo
inflada artificialmente – que se manifiesta a través de afirmaciones excesivas
y presuntuosas.
La persona
arrogante suele actuar como si fuera mejor que los demás y anhela ser
admirada y respetada por sus cualidades especiales y/o grandes logros. En el
fondo, la arrogancia implica un deseo de dominar a los demás y una confianza
excesiva en las habilidades propias, viéndose a sí mismo como digno de tener
más éxito que los demás.
Tipos de
arrogancia
Psicólogos de la
Universidad de Misuri han analizado los estudios realizados hasta el momento
sobre la arrogancia y afirman que todos somos arrogantes – en cierta medida –
aunque no nos guste reconocerlo. De hecho, un estudio realizado en la
Universidad de Yale descubrió que la actitud arrogante se comienza a gestar muy
temprano en la vida.
Estos
investigadores confirmaron que los niños de entre 5 y 7 años comienzan a dar
muestras de un pensamiento arrogante pues creen saber más de los adultos. Lo
habitual es que en algún momento a lo largo del desarrollo esa postura
egocéntrica se vaya atenuando, a medida que nos formamos una imagen más
objetiva y realista de nosotros mismos y del mundo.
No obstante, en
sentido general podríamos hacer referencia a un continuum de
arrogancia, representado de la siguiente manera:
Según los
psicólogos de la Universidad de Misuri, existen tres tipos de arrogancia:
1. Arrogancia individual. Se trata
de una opinión inflada sobre las habilidades, rasgos o logros propios que no se
ajusta a la realidad. Implica magnificar nuestros resultados y exagerar
nuestras competencias, lo cual conduce a una imagen distorsionada de nosotros
mismos.
2. Arrogancia comparativa. Es una clasificación
inflada de las habilidades, rasgos o logros propios en comparación con los de
otras personas. Este tipo de arrogancia no se limita a exagerar la autoimagen,
sino que también implica una visión sesgada de los demás.
3. Arrogancia antagónica. Es el culmine
de la arrogancia ya que implica la denigración de los demás basándose en un
supuesto de superioridad. La persona arrogante no solo se cree superior, sino
que también piensa que los otros son inferiores y actúa como tal, a menudo
humillándolos o ignorándolos.
Cuando la
arrogancia no se mitiga sino que crece, suele ser un mecanismo compensatorio
que esconde una gran inseguridad. También puede actuar como una especie
de mecanismo de defensa para proteger una frágil autoestima. En
práctica, estas personas temen al rechazo, por lo que asumen una actitud
arrogante y prepotente. Rechazan y distancian a los demás para evitar que los
otros les rechacen.
En otros casos
la arrogancia puede provenir de logros verdaderos. Suele tratarse de personas
que han tenido éxito donde otros han fracasado, de manera que comienzan a
sobrevalorar sus habilidades y muy pronto empiezan a padecer una especie de
complejo de Superman.
Sea cual sea la
fuente de la arrogancia, debemos tener en cuenta que una imagen inflada de
nosotros mismos, que no se ajusta a la realidad, puede crearnos más problemas
de los que soluciona. Un estudio realizado en la Universidad Estatal de
Michigan reveló que las personas arrogantes suelen atacar a los demás, son más
propensas a responder con ira, son poco amables y difíciles de tratar. Y estas
características no les facilitan precisamente la vida.
Fuente:
Cowan, N. et.
Al. (2019) Foundations of Arrogance: A Broad Survey and Framework for
Research. Review of General Psychology; 108926801987713.
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