TRASTORNOS PSICOLÓGICOS
LA CUARENTENA PUEDE TENER IMPACTOS PSICOLÓGICOS DURADEROS, PERO SON NECESARIOS
LA CUARENTENA PUEDE TENER IMPACTOS PSICOLÓGICOS DURADEROS, PERO SON NECESARIOS
Todo comenzó a mitad del
siglo XIV, cuando el fantasma de la peste negra sobrevolaba Europa. El mal afectó
a los genoveses, que comenzaron a diseminarlo en los puertos donde atracaban.
Venecia, que en aquel momento era un epicentro comercial importante, se vio
afectada por la enfermedad, por lo que comenzó a dejar a los barcos que
procedieran de puertos infectados anclados durante 40 días (quaranta giorni).
Así surgió la palabra cuarentena, aunque del aislamiento preventivo ya había
hablado mucho antes Hipócrates.
Mucho tiempo ha pasado desde
entonces, pero la sombra del COVID-19 ha vuelto a activar a gran escala ese
protocolo. Ciudades enteras en China han sido puestas en cuarentena masiva,
regiones italianas están aisladas y miles de personas en todo el mundo se encuentran
autoaisladas en sus hogares.
La separación y restricción
del movimiento de quienes pueden haber estado expuestos a una enfermedad
contagiosa para determinar si se sienten mal y reducir el riesgo de que
infecten a otros ha demostrado ser una medida de contención eficaz para evitar
la propagación de enfermedades infecciosas. Sin embargo, también puede tener un
impacto psicológico duradero en algunas personas.
La factura emocional de la
cuarentena
La cuarentena puede ser una
experiencia desafiante psicológicamente. A la separación de las personas
que queremos, la imposibilidad de movernos libremente y el cambio radical de
nuestros hábitos se le suma el aburrimiento y la incertidumbre sobre el curso
de la enfermedad. Ese cóctel psicológico puede pasarnos factura.
Investigadores del King’s
College de Londres analizaron los resultados de 24 estudios realizados
en 10 países en los que se han aplicado medidas de cuarentena para controlar
brotes de enfermedades como el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS),
ébola, influenza H1N1, Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS) y la
gripe equina.
Los resultados, publicados
en The Lancet, indican que los problemas más comunes asociados a la
cuarentena son el estrés postraumático y la depresión,
los cuales se pueden arrastrar incluso tres años después de la experiencia.
Otro estudio realizado en la Universidad de Columbia señaló que
algunas personas recurren a estrategias desadaptativas como el abuso de
sustancias para lidiar con estos problemas.
El estado emocional también
se resiente. La tristeza, la irritabilidad, el miedo,
la ira y la culpa son las emociones más
comunes. No obstante, la cuarentena no afecta a todos por igual. Las personas
con antecedentes de trastornos psiquiátricos y los trabajadores sanitarios
sufren un impacto psicológico mucho mayor.
Samantha Brooks, autora
principal del estudio, explicó: “Entrar en cuarentena es una experiencia
solitaria y a menudo temible. Nuestro estudio encontró que tiene efectos
psicológicos negativos. El hecho de que estos efectos perduren meses o
incluso años es especialmente preocupante e indica que se deben implementar
medidas durante el proceso de planificación de cuarentena para minimizar ese
impacto psicológico”.
¿Qué es lo que más nos
estresa en la cuarentena?
Todos no vivimos la
cuarentena de la misma forma, y todas las cuarentenas no son iguales. Existen
determinados factores que pueden agravar los efectos psicológicos de ese
aislamiento:
- Periodos de aislamiento demasiado largos. Las cuarentenas de más de 10 días suelen
provocar estados emocionales más negativos y sus repercusiones
psicológicas son mayores, según apuntó un estudio realizado en la Universidad
de Ontario. Una extensión de la cuarentena, por pequeña que sea, puede
exacerbar enormemente la frustración y la consternación.
- Información insuficiente. Uno de los factores más estresantes para
las personas en cuarentena es la escasa información sobre el propósito del
aislamiento o no tener pautas claras a seguir. Estar aislados genera una
situación de indefensión muy difícil de gestionar. Si no tenemos
información fidedigna los pensamientos catastrofistas se disparan y caemos
en un peligroso bucle de negatividad.
- Frustración y aburrimiento. El confinamiento, la pérdida de la rutina
habitual y la reducción del contacto social son algunos de los factores
más angustiantes para las personas en cuarentena, los cuales terminan
generando frustración e irritabilidad.
- Falta de suministros básicos, como alimentos y
ropa. Durante un periodo de
confinamiento las personas no pueden proveerse las cosas básicas que
necesitan, de manera que carecer de las mismas o no tener un suministro
regular agudiza aún más la sensación de falta de control.
Otro estudio publicado en la
revista Comprehensive Psychiatry reveló que haber estado expuesto
a situaciones traumáticas antes de la cuarentena, así como percibir
un elevado nivel de riesgo a enfermar aumentan las probabilidades de
sufrir un impacto emocional más fuerte y que este perdure más en el tiempo.
Una vez que termina la
cuarentena, las pérdidas económicas debido a la incapacidad
para trabajar, así como el estigma social que se puede haber
generado en torno a la enfermedad, también influyen en nuestra salud mental.
¿Cómo mitigar el impacto
psicológico de la cuarentena?
Durante los brotes de
enfermedades infecciosas importantes, la cuarentena puede ser una medida
preventiva necesaria, pero también es importante ser conscientes de sus efectos
psicológicos para intentar aliviarlos – en la medida de lo posible – sobre todo
si somos personas más vulnerables.
Existen muchos factores que
escapan de nuestro control, como el tiempo que durará la cuarentena y la
información que recibimos. Sin embargo, existen otros factores sobre los que
podemos influir para mitigar los efectos psicológicos de esa reclusión.
Como apuntara Viktor Frankl:
“cuando todas las metas han sido arrancadas de cuajo, lo único que resta es
la última de las libertades humanas: la capacidad de elegir la actitud personal
ante un conjunto de circunstancias”.
–
Prepararse psicológicamente para lo que vendrá
Hace siglos, Séneca, el
filósofo romano, nos alertaba de que “lo inesperado tiene efectos más
aplastantes, sumándose el peso del desastre”. Por eso los estoicos animaban
a prepararse para lo peor de la mejor manera. Eso significa que debemos ser
conscientes de que tarde o temprano el aburrimiento, la irritabilidad, las
preocupaciones y la angustia llamarán a nuestra puerta. En ese caso, las
técnicas de manejo del estrés como la meditación
mindfulness serán nuestros mejores aliados.
–
Detener los pensamientos catastrofistas centrándonos en nuestra fortaleza
Tener tanto tiempo libre es
terreno fértil para que se desaten los pensamientos catastrofistas. El miedo a
la enfermedad y sus consecuencias puede convertirse en una espada de doble filo
que nos hace asumir una actitud hipervigilante, la cual hará que exageremos los
síntomas e imaginemos el peor final posible. Intentar detener esos pensamientos
de manera consciente suele generar un efecto rebote. Refugiarnos en los
recuerdos felices o en los planes futuros es una buena manera de conjurarlos. Y
recordar la sabiduría de Séneca: “hay más cosas que pueden asustarnos de que
aplastarnos; sufrimos más a menudo en la imaginación que en la realidad”.
–
Encontrarle un sentido altruista
Sentir que otras personas se
beneficiarán de nuestra situación puede hacer que la cuarentena sea más fácil
de soportar. De hecho, el impacto psicológico de una cuarentena elegida será
mucho menor que el de un aislamiento obligatorio. Se trata, por tanto, de dar
un sentido a lo que nos sucede y comprender que ese aislamiento está ayudando a
mantener a otros seguros, incluidas las personas que amamos, pero también
aquellos particularmente vulnerables. Se trata de ser conscientes y responsables.
Como dijera Viktor Frankl «una situación externa excepcionalmente
difícil da al hombre la oportunidad de crecer espiritualmente más allá de sí
mismo«.
–
Sentirnos conectados
Sentirnos conectados también
es fundamental para hacer frente a la cuarentena. Activar nuestra red social a
través de llamadas telefónicas o las redes sociales nos permite mantener el
contacto y no sentirnos tan solos. Un estudio realizado en la Universidad
Cristiana Chung Yuan reveló que participar en grupos de apoyo tras la
cuarentena facilita la conexión y el intercambio de experiencias similares que
permiten la validación y el empoderamiento.
No cabe duda de que una
cuarentena no solo trastorna nuestra rutina, sino que nos arrebata la sensación
de control y genera confusión e indefensión. En ese estado somos
particularmente vulnerables emocionalmente. Pero podemos elegir la actitud con
la que la enfrentaremos. Y eso cuenta mucho.
Fuentes:
Brooks, S. et. Al. (2020) The
psychological impact of quarantine and how to reduce it: rapid review of the
evidence. The Lancet; S0140-6736(20)30460-8
Liu, X. et. Al. (2012)
Depression after exposure to stressful events: lessons learned from the severe
acute respiratory syndrome epidemic. Compr Psychiatry; 53(1):
15-23.
Wu, P. et. Al. (2008) Alcohol
abuse/dependence symptoms among hospital employees exposed to a SARS
outbreak. Alcohol Alcohol; 43(6): 706-712.
Pan, P. et. Al. (2005) A
Support Group for Home-Quarantined College Students Exposed to SARS: Learning
from Practice. The Journal for Specialists in Group Work; 30(4):
363-374.
Hawryluck, L. et. Al. (2004)
SARS control and psychological effects of quarantine, Toronto, Canada. Emerg
Infect Dis; 10(7): 1206-1212.
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