14 agosto 2019

LA DISTANCIA PSICOLÓGICA LA CLAVE DEL EQUILIBRIO Y SABIDURÍA


psicología / Desarrollo Personal
LA DISTANCIA PSICOLÓGICA LA CLAVE DEL EQUILIBRIO Y SABIDURÍA
Ojos que no ven, corazón que no siente” dice un proverbio. Sin embargo, negar la evidencia y mirar hacia otro lado no suele ser la mejor estrategia, sino que puede conducirnos a tomar malas decisiones de las que después nos arrepintamos.
Al respecto, la filósofa Ayn Rand dijo: “podemos evadir la realidad, pero no podemos evadir las consecuencias de evadir la realidad”. Por eso, en vez de ignorar los hechos y simplemente sentarnos a esperar que la vida decida en nuestro lugar, lo más inteligente es aprender a establecer una distancia psicológica.
¿Qué es la distancia psicológica?
No percibimos de la misma manera un evento cuando se desarrolla cerca de nosotros que cuando ocurre en la distancia. Cuando los hechos ocurren muy cerca, respondemos con un mayor nivel de activación emocional. Esto se debe a que percibimos que podemos vernos implicados directamente en la situación. Cuando ocurren más lejos, nos sentimos más tranquilos y el nivel de implicación emocional es mucho más bajo.
Por tanto, la distancia psicológica es el espacio subjetivo que percibimos entre nosotros y las cosas, los sucesos o las personas. Es una experiencia de separación de carácter egocéntrico mediante la cual nos convertimos en el punto de referencia y a partir de la que vemos las cosas en perspectiva, como si fuéramos una tercera persona no involucrada en la situación o, al contrario, nos implicamos a nivel intelectual y emocional. La habilidad para ajustar la distancia psicológica es importantísima para la vida. Lo constató un estudio desarrollado en la Universidad de Michigan.
Estos psicólogos hallaron que cuando asumimos una distancia psicológica no solo somos más propensos a reconocer los límites de nuestro conocimiento, sino que también aceptamos la probabilidad de que el futuro cambie. En práctica, la distancia psicológica nos permite ser más humildes y autoconscientes, siendo a la vez más flexibles y abiertos a la incertidumbre, características clave para convertirnos en personas sabias y equilibradas.
Los dos niveles de análisis de la distancia psicológica
Todos los eventos se pueden ubicar en una línea imaginaria respecto a nosotros, en un extremo colocamos lo “absolutamente distante” y en el otro lo “absolutamente cercano”. En base a ello, activamos un nivel de procesamiento, que puede seguir dos vías: la baja o el alta. Ambos se activan inconscientemente, pero los aplicamos día tras día.
La vía alta 
Cuando un evento es distante en el tiempo, en el espacio, difiere de nuestro ámbito social o es muy improbable que ocurra, lo procesamos de manera “alta”. Es decir, trabajamos con una representación abstracta, simple, estructurada y descontextualizada porque estar “lejos” simplemente nos impide acceder a una imagen más precisa o no nos motiva a profundizar en lo que está sucediendo.
Lo interesante es que cuando se activa la “ruta alta”, solemos aplicar ese nivel de procesamiento a toda la información entrante relacionada con el suceso. Es decir, aplicamos un esquema más impreciso y general a todo lo que, de una forma u otra, esté relacionado con la situación que percibimos como lejana.
Las investigaciones sobre las decisiones de ahorro para la jubilación sugieren que, aunque las personas saben que deberían ahorrar más para el futuro, gastan mucho y ahorran muy poco. Esto se debe a que la jubilación se procesa por la vía alta ya que se percibe como algo muy distante. Y todo lo que esté relacionado con ese tema también se procesa de la misma forma, de manera que no creemos necesario tomar acciones concretas aquí y ahora, simplemente lo postergamos. Ese es uno de los efectos de la distancia psicológica.
La vía baja 
Si los eventos están más cerca en el espacio y el tiempo, nos sentimos identificados con ellos o es bastante probable que ocurran, activaremos la “vía baja”. Eso significa que construiremos representaciones lo más concretas posible, complejas, deconstruidas y descontextualizadas. Eso es precisamente lo que hacemos con toda la información importante en nuestra vida.
Cuando algo es relevante, generalmente es un hecho muy concreto, pero aun así se extiende a muchas áreas de nuestra vida y generalmente terminamos con una idea bastante compleja pero desordenada de lo que está ocurriendo porque estamos explorando diferentes opciones para intentar encontrar una explicación satisfactoria.
Si una relación de pareja va mal, estaremos tan implicados emocionalmente con lo que sucede que lo procesaremos por la vía baja. Nos resulta difícil asumir una distancia psicológica y reflexionar objetivamente sobre la situación que estamos viviendo. Todos los sucesos vinculados con esa relación se agolparán en nuestra mente generando caos y confusión, pero no seremos capaces de valorarlos adecuadamente porque las emociones nos lo impiden.
¿Cómo ajustar los diferentes niveles de distancia psicológica?
La distancia psicológica se manifiesta en diferentes niveles, cada uno tiene un efecto concreto en nuestro comportamiento y emociones, un fenómeno que estudia la Teoría del Nivel Construal. Esos niveles se pueden ajustar para poder asumir una actitud más objetiva, analizar nuestros sesgos cognitivos y el nivel de implicación emocional en la situación. En la mayoría de los casos es necesario aumentar la distancia psicológica, pero en otras ocasiones debemos disminuirla para realizar un análisis más concreto y sensible del problema.
1.      Distancia Social. La distancia social es aquella que existe entre nosotros y los demás, la cual se acorta cuando somos capaces de ponernos en el lugar del otro y ser empáticos. Al contrario, se alarga cuando usamos un lenguaje más abstracto y despersonalizado, o cuando no nos mostramos receptivos a su discurso y no validamos sus emociones.
2.      Distancia Temporal. La distancia temporal se mide en términos de pasado, presente y futuro. Se ha demostrado que cuando establecemos plazos más cortos somos más productivos, nos agobiamos menos y terminamos obteniendo mejores resultados. La estrategia psicológica para gestionar adecuadamente la distancia temporal es visualizar el futuro. Por ejemplo, si te sientes ansioso por un proyecto que debes entregar, imagina que ya lo has entregado. Centrarte en los resultados inmediatos te ayudará a relajarte y obtener mejores resultados.
3.      Distancia Espacial. La distancia espacial es una de las más sencillas de manipular. Por ejemplo, se ha demostrado que cuando alejas de ti un objeto disminuye tu interés hacia este pero si lo acercas aumenta tu interés. Es un truco especialmente interesante para las dietas, pero poner una distancia entre la persona con la cual estabas discutiendo también te permitirá alejarte un poco del problema y serenarte.
4.      Distancia Experiencial. La distancia experiencial se mide por la brecha entre lo que imaginamos y esperamos y lo que finalmente vivimos. Cuanto más grande sea esa brecha, mayor puede ser la frustración y el enfado. Al contrario, cuando más pequeña sea, mayor será nuestra satisfacción. La manera de manipular esta distancia consiste en mantener a raya nuestras expectativas. Disponernos a vivir las experiencias sin expectativas es la mejor manera de sacar el máximo provecho de la distancia experiencial.

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