psicología desarrollo
personal
NO MATES EL TIEMPO, ¡APROVÉCHALO!
NO MATES EL TIEMPO, ¡APROVÉCHALO!
Dicen
que las últimas palabras de la Reina Isabel I de Inglaterra en su lecho de
muerte fueron: “Todo cuanto poseo por un momento de tiempo”. La clave
para aprender a valorar nuestro tiempo en su justa medida – sin obsesionarnos
con su paso, pero tampoco dilapidándolo inconscientemente – consiste en aceptar
nuestra mortalidad, comprender que cada día es un regalo precioso compuesto por
1 440 minutos que transcurren uno detrás del otro, de manera silenciosa e
inexorable, hasta que, llegados a cierto punto de la vida, el tiempo deja de
correr para empezar a volar, precipitadamente, sin asideros a los cuales
aferrarse.
Debemos
evitar el error de pensar que “quien vive el doble de rápido puede disfrutar
en la vida del doble de opciones”. Debemos desterrar la idea de que “la
aceleración de la vida hace que esta se multiplique y se acerque al objetivo de
una vida plena”, porque una vida plena no se mide en términos de cantidad
sino de sentido. No se vive más por hacer más. Se vive más cuando se disfruta
más. Cuando las cosas que hacemos tienen un sentido para nosotros. Es por eso
que, “quien intenta vivir con más rapidez, también acaba muriendo más rápido”,
matando el tiempo con un ocio que no aporta nada más que la inconsciencia de
desconectarse de la realidad, según Han.
En su
lugar, necesitamos comprender que solo cuando somos plenamente conscientes de
nuestra finitud logramos extraer el máximo de cada minuto. Entonces, y solo
entonces, dejamos de matar el tiempo para empezar a aprovecharlo en esas cosas
que realmente nos aportan y nos permiten vivir experiencias más plenas,
alargando el instante presente todo cuanto podamos.
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