Psicología /desarrollo personal
VIOLENCIA VERBAL: LAS PALABRAS HIEREN
El abuso verbal no deja huellas físicas, pero las huellas
psicológicas son muy profundas. Una frase, dicha en un momento en el cual somos
especialmente vulnerables, puede quedarse impresa con fuego en nuestra mente,
activándose una y otra vez. Las palabras tienen un poder increíble. Pueden
calmarnos y empoderarnos, pero también pueden derrumbarnos y herirnos.
No podemos obviar que la convivencia genera conflictos que muchas
veces nos dejan con las emociones a flor de piel. Hasta cierto punto los
conflictos son positivos ya que representan oportunidades para el cambio. Pero
cuando la pelea sube de tono y las palabras se vuelven ofensivas, se produce
una situación de violencia verbal. Y “la violencia, sea cual sea la forma en
que se manifieste, siempre es un fracaso”, en palabras de Jean Paul Sartre.
¿Qué es la violencia verbal?
En ocasiones, en medio de una discusión acalorada, las emociones
afloran y la rabia o la frustración pueden hacer que digamos cosas hirientes.
Es comprensible que, en algunas circunstancias perdamos la compostura, pero si
se convierte en la norma, estamos ante una situación de maltrato verbal.
La violencia verbal es una forma de comunicación destructiva en la
que una persona daña a otra. Se trata de un patrón comunicativo sostenido a lo
largo del tiempo en el que, de manera más o menos intencional, se ejerce un
maltrato verbal continuo que afecta la autoestima de la víctima provocando
emociones desagradables y generando dudas sobre su valía como persona.
¿Cuál es la diferencia entre el abuso verbal y una discusión
acalorada?
No es fácil distinguir una discusión acalorada del maltrato
verbal. De hecho, muchas personas ni siquiera son plenamente conscientes de que
están siendo víctimas de una situación de abuso verbal. A menudo las víctimas
le restan importancia a lo que ocurre o intentan justificar el comportamiento
del otro pensando cosas como “realmente no quiso decir eso”.
Hay que tener claro que, si en una discusión acalorada una de las
personas insulta, humilla y/o culpabiliza al otro, se está produciendo una
agresión verbal. No obstante, una situación puntual no implica que se haya
establecido una dinámica de abuso verbal en la relación. Esto se produce cuando
existe un patrón recurrente; es decir, cuando se usan continuamente los gritos,
insultos, amenazas y humillaciones para someter al otro.
7 señales de maltrato verbal: Más allá de los gritos e insultos
1.Insultos y gritos
Los insultos y gritos son la expresión más evidente del maltrato
verbal. En este caso, la persona alza continuamente la voz para intentar
imponerse y no duda en recurrir a los insultos y ofensas para intentar
controlarte infundiendo temor. Como apuntó el escritor John Frederick Boyes:
“la violencia en la voz es a menudo la muerte de la razón en la garganta”.
2. Humillación y críticas destructivas
Existe un tipo de abuso verbal más sutil pero muy dañino: la
humillación y las críticas destructivas. En este caso, la persona no recurre a
los gritos sino al sarcasmo, la vergüenza, los gestos desdeñosos y la
degradación para ejercer el control. Puede recurrir a bromas que te hagan
sentir mal o usar palabras y gestos que te menosprecien y/o te hagan sentir
incompetente.
3. Acusaciones y culpabilización
En algunos casos, el maltrato verbal se reviste de manipulación.
La persona te responsabilizará por todo lo malo que sucede, despojándose de su
cuota de responsabilidad para hacerte sentir mal. Esa persona no dudará en
acusarte y culparte, achacándote siempre malas intenciones o una incompetencia
total.
4. Trivializar
Este tipo de abuso verbal es más sutil y difícil de detectar ya
que consiste en restar importancia a tus opiniones y sentimientos, hasta el punto
de hacerte sentir que eres completamente insignificante. Esa persona no muestra
empatía, minimizando continuamente tus problemas e incluso negándose a
abordarlos.
5. Amenazas
Además de las típicas amenazas a través de las cuales una persona intenta
controlar tu comportamiento, también existen amenazas que recurren a
un tipo de chantaje emocional. Uno de los ejemplos más extremos es: “Si me
dejas, me/te mato”, pero existen muchas otras formas de amenazas y extorsiones
en todo tipo de relaciones.
6. Cosificación
En este caso, no suelen mediar insultos ni gritos, la persona
simplemente se limita a tratarte como si fueras un objeto, lo cual significa
que no te presta atención ni satisface tus necesidades emocionales. Esa persona
te ignora sistemáticamente, haciendo como si no existieras.
7. Bloqueo del diálogo
Solemos identificar la agresión verbal con los gritos e insultos,
pero el silencio también puede blandirse como un arma para causar profundas
heridas. No hablarle a una persona, con el objetivo de hacerla sentir mal,
impidiendo el diálogo que pueda solucionar los conflictos que existen en la
relación, es una forma de violencia verbal.
Las consecuencias de la violencia verbal afectan tu cerebro y
salud
El hecho de que nos griten, humillen o ignoren nuestras
necesidades afectivas con frecuencia termina cambiando nuestra mente, el
cerebro e incluso nuestro cuerpo. Cuando se desencadena una respuesta de miedo
repetidamente debido a un entorno hostil, como uno marcado por los gritos o la
frialdad emocional, se producen reacciones físicas y emocionales automáticas
que pueden causar un trauma psicológico. De hecho, no es inusual que
quienes han sido víctimas del maltrato verbal durante años terminen sufriendo
cuadros de depresión o ansiedad.
Además, la violencia verbal aumenta la actividad de la amígdala,
de manera que esta se vuelve más reactiva y nos mantiene en un estado de
excitación nerviosa constante. También incrementa la producción de hormonas del
estrés y genera tensión muscular, lo cual significa que tendrá repercusiones
negativas sobre nuestra salud a medio y largo plazo, desencadenando
enfermedades que tienen un componente psicosomático.
El maltrato verbal también termina cambiando lo que pensamos y
cómo nos sentimos respecto a nosotros mismos. Esto se debe a que las conexiones
neuronales que se establecen en nuestro cerebro dependen en gran medida de
nuestras experiencias. Y si esas experiencias están marcadas por el abuso
verbal, es difícil escapar de ellas. En otras palabras: si alguien nos hace
sentir que no valemos nada, es probable que terminemos creyéndolo.
Las investigaciones sobre el apego y la maternidad confirman lo
que todos sabemos intuitivamente: como seres humanos, nos sentimos mejor cuando
somos amados y estamos seguros, lo cual significa, entre otras cosas, recibir
un trato respetuoso.
¿Cómo detener el maltrato verbal?
Si estás siendo víctima de agresiones verbales, es importante que
le pongas coto. Detener la violencia verbal es un acto de autodefensa y amor
propio porque a la larga esa situación terminará dañando profundamente tu
autoestima y se cobrará una factura muy elevada en tu salud.
Establece límites, líneas rojas que la otra persona no debe
soprepasar. Déjale claro que no estás dispuesto a soportar ciertos comportamientos.
Dado que algunas personas no son plenamente conscientes del
impacto de sus palabras, un buen punto de partida consiste en hacerle notar
cuánto te dañan sus palabras y actitudes. De esta manera lograrás que salga de
su postura egocéntrica y se ponga en tu lugar.
También puedes brindarle ayuda para encontrar una solución juntos.
El abuso verbal puede ser la expresión del agotamiento psicológico, de la
incapacidad para adoptar un estilo relacional más asertivo o incluso del miedo.
Al fin y al cabo, como dijo el psicólogo Marshall Rosenberg: “Toda violencia
es el resultado de personas engañándose para creer que su dolor es provocado
por otra gente, pensando por tanto que merecen ser castigadas”. Lo
importante es que esa persona reconozca que necesita ayuda para lidiar con los
conflictos y las relaciones de manera más constructiva y enriquecedora.
Como
último recurso, si estas estrategias no funcionan, porque no siempre está en
nuestras manos cambiar al otro, siempre nos queda la opción de alejarnos de esa
persona que nos está haciendo daño.
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