PSICOLOGIA /ANSIEDAD
CÓMO DETENER LA ESPIRAL DEL PÁNICO POR CORONAVIRUS
CÓMO DETENER LA ESPIRAL DEL PÁNICO POR CORONAVIRUS
Da miedo. A secas y sin paliativos.
Cuando abrimos los diarios nos asaltan titulares que no son tranquilizadores.
Vemos aumentar el número de personas contagiadas y fallecidos, con cierto
vértigo y a veces hasta con un sentido de irrealidad, como si nos costara
hacernos a la idea de lo que está ocurriendo. Nuestras conversaciones
cotidianas comienzan a girar cada vez más en torno al coronavirus. Las redes
sociales se inundan de mensajes que no hablan de otra cosa. Y así, inmersos en
este escenario inédito e incierto, no es extraño que la ansiedad por el
coronavirus se dispare.
“Las epidemias pueden crear una
pesadilla hobbesiana: la guerra de todos contra todos. Un brote importante de
una nueva enfermedad epidémica mortal puede generar rápidamente una plaga de
miedo, pánico, sospecha y estigma”, escribió Philip Strom. Por eso es tan
importante que cada persona controle su ansiedad, un favor que se hace a sí
misma y a los demás.
Es normal sentirse ansioso, pero no hay que caer en el pánico
Ante todo, es importante ser
conscientes de que es normal experimentar miedo y ansiedad ante situaciones
desconocidas. Cuando esas situaciones también pueden representar un riesgo para
nuestra vida o la de las personas que amamos, la ansiedad se dispara.
Un estudio realizado en la
Universidad de Wisconsin-Milwaukee descubrió que reaccionamos de manera más
intensa – debido a una mayor activación de la amígdala – cuando las situaciones
a las que nos exponemos son desconocidas o nuevas que cuando nos resultan
familiares. Por eso un virus nuevo como el COVID-19 nos genera tanto miedo y
ansiedad.
No debemos recriminarnos por esas
emociones. Es una reacción instintiva y sentirnos mal por ello no hará sino
empeorar nuestro estado de ánimo. Sin embargo, debemos asegurarnos de que el miedo
no se transforme en angustia y la ansiedad en pánico. No podemos dejarnos
arrastrar por esas emociones y permitir que se produzca un secuestro
emocional en toda regla; o sea, que nuestra mente racional se
“desconecte”.
Perder el control y sucumbir al pánico
colectivo podría conducirnos a comportamientos peligrosos, para nosotros y
quienes nos rodean. Caer en los brazos del pánico puede hacer que asumamos
actitudes egoístas, que se active una suerte de sálvese quien pueda, que es
justo lo que debemos evitar para afrontar pandemias de este tipo. Como
escribiera Juan Rulfo: “Nos salvamos juntos o nos hundimos separados”.
La decisión es nuestra.
Del shock al ajuste: Las fases de la ansiedad en las
epidemias
Los psicólogos han estudiado las
fases por las que solemos pasar durante una epidemia. La primera fase suele ser
de sospecha. Se caracteriza por el temor a poder contraer la
enfermedad o que otras personas nos contagien. Es en esta fase donde se
producen más incidentes fóbicos, rechazo y segregación de grupos que
consideramos posibles portadores de la enfermedad.
Sin embargo, muy pronto pasamos a
una fase de miedo más difuso y generalizado. Comenzamos a pensar en
las vías de contagio, de manera que ya no tememos únicamente al contacto con
las personas, sino a que el virus se pueda transmitir por el aire o al tocar
cualquier objeto o superficie. Empezamos a pensar que vivimos en un entorno
potencialmente infeccioso. Y eso nos genera una gran ansiedad que puede
hacernos perder el control.
En ese punto es normal que
desarrollemos una actitud hipervigilante. Podemos obsesionarnos con
enfermar y nos mantenemos alertas ante el más mínimo síntoma que nos haga
sospechar que nos hemos contagiado. También adoptamos una actitud más recelosa
en los ambientes en los que nos movemos normalmente, de manera que tomamos
precauciones que luego podrían revelarse excesivas, inapropiadas o prematuras,
como asaltar los supermercados.
Durante estas fases funcionamos en
“modo shock”. Pero una vez que hemos aceptado la nueva situación pasamos
a una fase de ajuste. En esta etapa ya hemos asumido gran parte de
lo que está ocurriendo y recobramos la racionalidad, de manera que podemos
pensar y planificar qué hacer. Es en la fase de ajuste donde suelen aparecer
las conductas prosociales, cuando nos esforzamos por ayudar a los
más vulnerables.
Todos pasamos por estas fases. La
diferencia radica en el tiempo que tardamos. Hay quienes logran superar el
shock inicial en cuestión de minutos u horas y hay quienes lo arrastran durante
días o semanas. Un estudio realizado en la Carleton University cuando
la epidemia de H1N1 reveló que las personas que tenían dificultades para
tolerar la incertidumbre experimentaron mayor ansiedad durante la pandemia y
tenían menos probabilidades de creer que podían hacer algo para protegerse.
La clave para combatir la ansiedad
por coronavirus radica en acelerar ese proceso y entrar lo antes posible en la
fase de ajuste porque solo así podremos afrontar de manera eficaz la crisis. Y
“la única manera de lograrlo es guiar esa reacción de ajuste, en vez de
destrozarla, como a menudo hacen muchos funcionarios y periodistas”, según
Peter Sandman.
Los 5 pasos para aliviar la ansiedad por coronavirus
1. Legitimar el miedo
Los mensajes tranquilizadores –
como “no tengas miedo” – no surten efecto e incluso pueden ser dañinos o
contraproducentes. Este tipo de mensajes crean una fuerte disonancia cognitiva
entre lo que estamos viendo y viviendo y la «orden» de conjurar el miedo.
Nuestro cerebro no se deja engañar tan fácilmente y decide autónomamente
mantener el estado de alarma interior.
De hecho, en las primeras fases de
la epidemia, esconder la realidad, intentar maquillarla o restarle importancia
es extremadamente negativo porque impide que las personas se preparen
psicológicamente para lo que vendrá, cuando aún tienen tiempo para ello. En su
lugar, es mejor decir: “Entiendo que tengas miedo. Es normal. Todos lo
tenemos. Lo superaremos juntos”. Debemos recordar que el miedo no se
esconde, se enfrenta.
2. Evitar desinformaciones alarmistas
Cuando sentimos que estamos en
peligro, es normal que busquemos todas las pistas posibles en nuestro entorno
para valorar si el nivel de riesgo ha aumentado o disminuido. Sin embargo, es
importante que elijamos inteligentemente las fuentes de información que
consultamos, de manera que no alimenten una ansiedad desmedida.
Este es un buen momento para dejar
de ver programas sensacionalistas o leer información de procedencia dudosa que
solo genera más miedo y ansiedad, como muchos de los mensajes que se comparten
por Whatsapp. No hay necesidad de estar buscando de manera obsesiva información
minuto a minuto. Hay que mantenerse informados, pero con datos y fuentes
fiables. Y contrasta siempre toda información. No te fíes de lo primero que
leas.
3. Distraerse para ahuyentar las nubes negras del
pesimismo
La vida continua, aunque sea entre
las cuatro paredes de casa. Para luchar contra los efectos secundarios de
la cuarentena y la ansiedad por el coronavirus es importante distraerse.
Esta es una oportunidad para hacer esas cosas que siempre aplazamos por la
falta de tiempo. Leer un buen libro, escuchar música, pasar tiempo con la
familia más cercana, dedicarnos a un pasatiempo… Se trata de distraer la mente
de la obsesión por el coronavirus.
Seguir una rutina, en la medida de
lo posible, también nos ayudará a sentir que tenemos cierto grado de control.
Los hábitos dan orden a nuestro mundo y nos reportan una sensación de
tranquilidad. Si tus rutinas cotidianas se han visto trastocadas por la
cuarentena, establece rutinas nuevas agradables que te hagan sentir bien.
4. Detener los pensamientos catastrofistas
Imaginar los peores escenarios
posibles y pensar que el Apocalipsis está a la vuelta de la esquina no ayuda a
aliviar la ansiedad por el coronavirus. Luchar contra esos pensamientos
catastrofistas para expulsarlos de nuestra mente a la fuerza tampoco, porque
genera un efecto rebote.
La clave consiste en aplicar
la aceptación radical. Eso significa que, llegados a cierto punto,
necesitamos dejar que las cosas fluyan. Una vez que hayamos tomado todas las
medidas de precaución posibles, debemos confiar en el curso de la vida, siendo
conscientes de que hemos hecho todo lo que está al alcance de nuestra mano. Si
no nos aferramos a esos pensamientos y emociones negativas, terminarán yéndose
como vinieron. En estos casos, adoptar una actitud mindfulness será
de gran ayuda.
5. Centrarnos en lo que podemos hacer por los demás
Gran parte de la ansiedad por el
coronavirus se debe a que sentimos que hemos perdido el control. Si bien es
cierto que existen muchos factores sobre los cuales no podemos influir, otros
se encuentran en nuestras manos. Por tanto, podemos preguntarnos qué podemos
hacer y cómo podemos ser útiles.
Ayudar a personas vulnerables o
brindar apoyo, aunque sea desde la distancia, puede conferir a esta situación
que estamos viviendo un significado más allá de nosotros que nos ayude a lidiar
mejor con el miedo y la ansiedad.
Y sobre todo, no olvidemos que “una
situación externa excepcionalmente difícil da al hombre la oportunidad de
crecer espiritualmente más allá de sí mismo”, según Viktor Frankl. No podemos
elegir las circunstancias que nos han tocado vivir, pero podemos elegir cómo
reaccionar y qué actitud mantener. La manera en que afrontemos estos, como
personas y como sociedad, puede hacernos más fuertes de cara al futuro.
Fuentes: Taha, S. et. Al. (2013)
Intolerance of uncertainty, appraisals, coping, and anxiety: the case of the
2009 H1N1 pandemic. Br J Health Psychol; 19(3):
592-605.
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