PSICOLOGÍA SUEÑO
SI NO DUERMES BIEN TU ESTADO DE ÁNIMO LO PAGARÁ
El insomnio y las emociones tienen un vínculo muy estrecho. De
hecho, es probable que en más de una ocasión te hayas despertado malhumorado,
irritable o decaído después de una noche en la que dormiste poco y no pudiste
descansar lo suficiente.
Como media, pasamos 25 años de nuestra vida durmiendo. Es mucho
tiempo. Y eso nos indica la enorme importancia del sueño, tanto a nivel
fisiológico como psicológico. Dormir menos de 6 horas al día puede tener
efectos nefastos a corto y largo plazo, tanto para nuestra salud como para
nuestro equilibrio emocional.
La falta de sueño reduce las emociones positivas
Dormir
poco y mal afecta negativamente nuestro estado emocional. Lo comprobaron
investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad Noruega de
Ciencia y Tecnología, quienes analizaron los patrones de sueño de 59 personas y
sus reacciones al día siguiente.
Primero estas personas durmieron con normalidad en sus casas
para someterse a una serie de pruebas a la mañana siguiente. Luego, durante
tres días, debían irse a la cama dos horas más tarde y levantarse una hora más
temprano de lo habitual. Por la mañana realizaron pruebas de precisión y
capacidad de respuesta, así como tests para evaluar las emociones positivas y
negativas que estaban experimentando.
Los investigadores comprobaron que cuando no dormimos el tiempo
necesario, respondemos mucho más rápido ante los estímulos, pero somos menos
certeros y nos equivocamos mucho más. En práctica, reaccionamos más rápido para
compensar la falta de concentración. Como resultado, cometeremos más
errores.
Nuestro estado emocional también se resiente. “Los
sentimientos positivos obtuvieron un puntaje peor después de solo una noche de
sueño reducido, y disminuyeron aún más después de tres noches”, escribieron
los psicólogos. Por tanto, concluyen que la falta de sueño puede convertirse en
un problema emocional que empeora rápidamente.
Después de una mala noche de sueño perdemos la neutralidad
No dormir lo suficiente no solo influye en nuestro estado de
ánimo, sino que afecta la manera en que nuestro cerebro procesa los estímulos a
los que nos enfrentamos a lo largo del día, según otro estudio realizado en la
Universidad de Tel Aviv.
En este caso, los participantes realizaron una serie de test
después de haber dormido como de costumbre y tras una noche insomne mientras
los investigadores medían su actividad cerebral. Una de las pruebas consistió
en pedir a las personas que indicaran la dirección en la que se movía un punto
amarillo sobre distintas imágenes que tenían una valencia emocional positiva,
negativa o neutral.
Curiosamente, quienes habían dormido bien eran capaces de
identificar la dirección del punto sobre las imágenes neutrales más rápido y
con mayor precisión. En cambio, quienes no habían dormido tenían dificultades
para identificar el punto sobre todas las imágenes, lo cual significa que
también estaban reaccionando ante las neutrales.
Haber pasado una noche sin dormir distraía a las personas,
activando la amígdala, el centro de control emocional en el cerebro que detecta
las señales más sobresalientes del entorno, de manera que tomaban los estímulos
neutros como amenazantes.
“Esos resultados revelan que, sin dormir, se altera el mero
reconocimiento de lo que es emocional y lo que es un evento neutral. Podemos
experimentar provocaciones emocionales similares de todos los eventos
entrantes, incluso los neutrales, y perder nuestra capacidad de resolver más o
información menos importante. Esto puede conducir a un procesamiento cognitivo
sesgado y un juicio pobre, así como a la ansiedad”, concluyeron los
investigadores. Eso explicaría nuestra irritabilidad cuando dormimos mal.
El cerebro insomne
Al parecer, cuando no descansamos lo suficiente se afecta el
control cognitivo de la emoción, el cual es fundamental para responder de manera
adaptativa al medio. En práctica, las zonas de la corteza prefrontal, que
serían las encargadas de regular la activación emocional que se produce en el
sistema límbico, dejan de ejercer diligentemente su función de control, de
manera que se produce una hiperreactividad emocional. Eso explicaría la
profunda conexión entre insomnio y emociones.
Otro estudio realizado en el Laboratorio de Neurociencia Social,
Cognitiva y Afectiva de la Universidad de Arizona podría tener la respuesta a
esa “desconexión” – o al menos parte de ella. Estos neurocientíficos apreciaron
que después de una noche sin dormir las personas que mantenían un estado de
ánimo más positivo eran aquellas que presentaban una materia blanca más
compacta.
La materia blanca está compuesta por fibras largas y aisladas
que conectan las células cerebrales de la materia gris. La materia blanca, por
tanto, sería la que permite que nuestro cerebro funcione de manera eficaz y
rápida, facilitando la velocidad y la conectividad entre las neuronas.
Cuando esta conexión falla o se vuelve más lenta, se afectan las
conexiones entre las diferentes zonas del cerebro, de manera que no podemos
ejercer el autocontrol con tanta eficacia y el cerebro emocional campa a sus
anchas.
Las mujeres sufren más los efectos secundarios de la falta de
sueño
Curiosamente, el vínculo entre insomnio y emociones es más intenso
en las mujeres. Un estudio llevado a cabo en el Centro de Investigación del
Sueño de la Universidad del Sur de Australia reveló que tras 36 horas sin dormir
vamos experimentando una afectación gradual de nuestro estado de ánimo.
La falta de sueño genera depresión, ira, confusión y ansiedad,
acompañado de menos energía y agotamiento. Sin embargo, las mujeres fueron más
vulnerables a esos cambios, experimentando un estado de ánimo más deprimido y
mayor ansiedad después de la privación del sueño.
Por supuesto, dormir es un proceso altamente individual. Hay
personas que necesitan dormir ocho horas todas las noches y otras que pueden
descansar con menos. Lo más importante es que cada quien logre encontrar su
equilibrio. Lo sabrás por tu estado de ánimo al día siguiente. Si estás de buen
humor y alerta cuando te levantas significa que tus hábitos de sueño son beneficiosos.
Si no es así, deberías replantearte tu rutina, por el bien de tu salud física y
tu equilibrio emocional.
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