18 octubre 2021

LA HABILIDAD MÁS IMPORTANTE QUE DEBES DESARROLLAR EN LA VIDA ES LA TOLERANCIA AL ESTRÉS

DESARROLLO PERSONAL
 PSICOLOGÍA DESARROLLO PERSONAL

LA HABILIDAD MÁS IMPORTANTE QUE DEBES DESARROLLAR EN LA VIDA ES LA TOLERANCIA AL ESTRÉS

 




A lo largo de la vida atravesamos múltiples situaciones estresantes que pueden suponer un elevado nivel de angustia y ansiedad. Sin embargo, muchas veces no tenemos control sobre las circunstancias, de manera que no nos queda más remedio que ejercer la última de nuestras libertades: la posibilidad de elegir la actitud con la cual afrontaremos la adversidad.

Cuando las cosas se tuercen y la adversidad llama a la puerta o cuando los problemas, tensiones y conflictos se acumulan, existe una habilidad clave que nos ahorrará agobio, angustia y sufrimiento: la tolerancia al estrés.

¿Qué es la tolerancia al estrés?

La tolerancia al estrés es la capacidad para soportar las presiones y tensiones sin venirse abajo, manteniendo un nivel de funcionamiento eficaz y un grado de ansiedad mínimo en condiciones que para la mayoría de las personas serían tensionantes o agobiantes.

Tolerar el estrés no significa ser inmunes a la adversidad, se trata de una habilidad mucho más compleja. Por una parte, implica sobrellevar la angustia y la ansiedad que generan las situaciones estresantes y adversas. Por tanto, es una capacidad que nos permite soportar estados emocionales negativos o aversivos, como el malestar físico o la presión psicológica, sin venirnos abajo.

Por otra parte, la tolerancia al estrés también implica el acto conductual de resistir los estados internos angustiantes provocados por algún tipo de evento estresante o adverso. Eso significa que podemos mantener un nivel de funcionamiento basal que nos permite hacer frente a los eventos estresantes de manera adaptativa, impidiendo que esas emociones negativas interfieran demasiado en nuestro desempeño.

Poca tolerancia al estrés, los riesgos que acarrea

En los tiempos que corren, cuando tenemos que ir contrarreloj y las obligaciones se multiplican, tener poca tolerancia al estrés puede ser muy perjudicial porque nos abocará a vivir en un estado de tensión y angustia casi permanente.

Una persona con escasa tolerancia al estrés será más propensa a responder de manera desadaptativa cuando las circunstancias la pongan contra las cuerdas. Es probable que se vuelva extremadamente reactiva y reaccione con impulsividad o incluso agresividad, o quizá adopte estrategias de evitación que terminen siendo lesivas.

En este sentido, una investigación realizada en el Hospital General de Massachusetts con 118 personas que tenían VIH encontró que aquellas con poca tolerancia al estrés solían tener más síntomas depresivos, consumían más alcohol y/o drogas o abandonaban el tratamiento en un periodo de seis meses después de haber experimentado eventos vitales adversos.

Otras investigaciones han hallado que las personas con poca tolerancia al estrés son más impulsivas y tienen más probabilidades de desarrollar bulimia, ansiedad, depresión, alcoholismo y/o drogadicción.

El principal problema es que las personas con poca tolerancia al estrés suelen poner en práctica estrategias de evitación experiencial para escapar de las emociones negativas o los estados aversivos relacionados. Para intentar huir de esas emociones despliegan comportamientos desadaptativos que terminan siendo lesivos. Por eso, los psicólogos han concluido que la baja tolerancia al estrés es un marcador de riesgo mientras que un nivel elevado de tolerancia al estrés actúa como un factor protector contra diferentes trastornos mentales.

Curiosamente, la tolerancia al estrés no influye únicamente en nuestro equilibrio mental, sino que también permea la manera en que percibimos el mundo. Otro estudio realizado en la Universidad de Tel Aviv constató que las personas con poca tolerancia al estrés también tenían una mayor tendencia a caer en estereotipos. Ello se debe a que tienen problemas para lidiar con la ambigüedad, de manera que saltan a conclusiones precipitadamente para sentirse en un terreno más seguro.

Los 5 pilares sobre los que se construye la tolerancia al estrés

Las personas tolerantes al estrés comparten algunas características que les ayudan a lidiar con la tensión y los problemas:

1.      Anticipación de la experiencia. “El efecto de lo que no se busca es aplastante, pues al peso del desastre se suma lo inesperado. El hecho de que fuera imprevisto intensifica la reacción de una persona. Por eso debemos asegurarnos de que nada nos tome por sorpresa. […] Debemos prever todas las posibilidades y fortalecer el espíritu para afrontar las cosas que puedan ocurrir si no queremos sentirnos abrumados y aturdidos. […] Todo el mundo se enfrenta con mayor valentía a algo para lo cual se ha preparado durante mucho tiempo. Aquellos que no están preparados, por otro lado, reaccionarán mal ante los acontecimientos más insignificantes”, escribió Séneca hace siglos. Las personas tolerantes al estrés son capaces de anticiparse a las experiencias negativas y prepararse psicológicamente para ellas.

2.      Desvirtuar la atención de la emoción negativa. Cuando atravesamos un mal momento, es normal que toda nuestra atención se enfoque en lo que nos ocurre. Sin embargo, de esta manera podemos terminar maximizando los problemas, sumergiéndonos en el bucle tóxico que crea nuestra mente y se alimenta de las quejas. Las personas con mayor tolerancia al estrés, en cambio, no se obsesionan con las circunstancias adversas o las sensaciones aversivas, son capaces de reconducir su atención. No es que se olviden de la adversidad, simplemente saben redistribuir sus recursos atencionales para no obsesionarse con lo que les ocurre y poder seguir adelante con cierta dosis de normalidad.

3.      Reevaluación de la situación como aceptable. Cuando estamos sumidos en una situación estresante, podemos caer en el error de pensar que todo es peor de lo que es. La frustración y la angustia pueden convertirse en un cristal a través del cual vemos el mundo de manera distorsionada. Eso puede hacernos creer que todo es más insoportable o terrible. Las personas tolerantes al estrés no disfrutan de las situaciones adversas, pero son capaces de disminuir su impacto a un nivel aceptable que les permite seguir gestionando su día a día y recuperar la normalidad en la medida de lo posible. Pueden lograrlo porque son capaces de ver el panorama general. Comprenden que probablemente el problema que les preocupa hoy será intrascendente o habrá pasado en un mes o un año. Eso les permite valorar sus preocupaciones bajo una luz más realista.

4.      Capacidad para regular el comportamiento. Las personas con tolerancia al estrés son capaces de mantener un grado de autocontrol adecuado que impide que las emociones negativas influyan demasiado en su comportamiento. Así mantienen un nivel de funcionamiento adaptativo incluso en medio de la tormenta. Su nivel de autorregulación impide que se produzca un secuestro emocional, de manera que no llegan a tocar fondo emocionalmente, sino que incluso en los momentos más difíciles son capaces de mantener una rutina. Curiosamente, a menudo esa rutina es lo que les permite aliviar la carga que están llevando sobre sus hombros para restar impacto a la adversidad.

5.      Diálogo interior positivo. Cuando las cosas van mal, es difícil ver la luz al final del túnel. Es más fácil caer por el desfiladero de los pensamientos negativos y los peores augurios. Sin embargo, las personas con tolerancia al estrés mantienen un diálogo interno positivo. No son optimistas ingenuos. Saben que las cosas pueden estar mal o incluso son conscientes de que pueden empeorar, pero se dan ánimos y confían en sus capacidades para afrontar lo que ocurra. Se dicen: “Puedo hacerlo”, “soy una persona fuerte”, “esto pasará”, “ya me he levantado antes y puedo volver a hacerlo”. Ese diálogo interior positivo les brinda la fuerza que necesitan para seguir adelante hasta que el temporal amaine.

Fuente314–323.

Friedland, N. et. Al. (1999) The effect of Psychological stress and tolerancia of ambiguity on stereotypic attributions. Anxiety Stress Coping; 12(4): 397-410.

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