PSICOLOGÍA SOCIAL
10 COSAS QUE DETESTAMOS DE NAVIDAD Y NO NOS ATREVEMOS A CONFESAR
1 Los regalos. ...
- La
obligación de ser feliz. ...
- Las
canciones navideñas. ...
- Los
rituales. ...
- Las
decoraciones navideñas. ...
- Los
conflictos religiosos. ...
- Fingir
que todo está bien. ...
- La
obligación de estar acompañados.
9. Las
felicitaciones predeterminadas.
10. Los excesos.
estamos en Navidad , para alegría de muchos y descontento de
otros tantos.
Aunque pocos lo saben, lo cierto es que los orígenes de esta celebración hacen referencia a la muerte y el renacimiento. Antes de convertirse en un símbolo de la cristiandad, las civilizaciones paganas ya celebraban este momento del año porque representaba la llegada de la luz después de una larga noche. De hecho, en este periodo las jornadas son más cortas y prevalece la oscuridad sobre la luz.
Por eso, la Navidad sería el momento perfecto para bucear
dentro de nosotros e intentar comprender en qué personas nos hemos convertido a
lo largo del año. Debería promover la búsqueda interior y convertirse en una
oportunidad para el cambio y el renacimiento. Sin embargo, en algún momento de
la historia todo se torció, la Navidad se llenó de contradicciones y se
convirtió en un frenesí consumista.
Por eso, para muchas personas un periodo que debería ser de
paz, reflexión y renacimiento, se convierte en un auténtico calvario que se
repite año tras año. Aunque a muchos les apena reconocerlo. Y las razones son
varias:
1. Los regalos. Un regalo se debe dar sin pretender nada a
cambio, simplemente porque nos complace tener ese gesto y hacer feliz o
sorprender a alguien. Sin embargo, en Navidad no es así, más bien se produce un
intercambio de regalos (a menudo inútiles y bastante feos), que solo sirve para
que muchas personas se sienten presionadas a corresponder con un regalo de
valor similar, aunque su economía no se los permita.
2. La obligación de ser feliz. Las ventas de antidepresivos
aumentan en un 40% durante la Navidad. Mientras algunos se fijan en los colores
brillantes, disfrutan de las luces navideñas y escuchan los villancicos
esbozando una sonrisa, a otros esa “imposición de felicidad” les resulta
simplemente insoportable. La soledad, el recuerdo de los que ya no están o
simplemente la expectativa de ser felices que se genera en esta época no solo
da paso a la tristeza sino a una auténtica angustia.
3. Las canciones navideñas. No tengo una gran voz y ni
siquiera canto bien, pero me gusta escuchar buena música, soy un melómano
empedernido y no transijo en estas cuestiones. Por eso, las canciones navideñas
y los villancicos me ponen los pelos de punta. Y lo peor de todo es que algunos
estribillos (sobre todo los más empalagosos) pueden meterse en tu cabeza
durante horas, son estribillos intrusos que suenan como si fueran un disco rayado.
4. Los rituales. Los rituales son bonitos, siempre y cuando
comprendamos su origen y podamos obviarlos cuando nos plazca. Los rituales que
se han transmitido culturalmente, a los que ya no les encontramos sentido, solo
son una camisa de fuerza. Y la Navidad está repleta de rituales que se repiten
año tras año, so pena de que la familia o los amigos te declaren persona non
grata si tienes la osadía de proponer un cambio. Los rituales reconfortan, pero
a veces simplemente apetece cambiar. Y debemos tener la libertad para hacerlo.
5. Las decoraciones navideñas. Me gustan las luces
navideñas, le confieren un aire festivo al ambiente e incluso pueden
contagiarte con chispas de alegría. Sin embargo, como la Navidad es una época
propicia para los excesos, la mayoría de las personas aprovechan esta excusa
para sacar a relucir su lado kitsch, ese que han mantenido más o menos
escondido durante todo el año. Como resultado y en el mejor de los casos, las
luces navideñas se convierten en un agravio al sentido estético, en el peor de
los casos, terminan dañando la retina.
6. Los conflictos religiosos. La Navidad es una época de
paz, pero se nos olvida cuando nos aferramos tercamente a los rituales.
Entonces aparecen los padres que no desean que sus hijos entonen canciones
multiculturales donde aparezcan versos árabes, luego surgen los ateos que no
desean que sus hijos canten villancicos cristianos y los católicos que durante
todo el año no recuerdan que existe la iglesia pero que cantan Adestes fideles
como si en ello les fuera la vida se molestan porque en el colegio de sus hijos
no se cantan canciones católicas. En fin, extendamos un velo piadoso sobre el
asunto…
7. Fingir que todo está bien. En Navidad todos te desean
felices fiestas, incluso los que no conoces y tampoco tienes la intención de
conocer. Y nos sonríe el colega de trabajo que nos ha hecho la vida imposible
durante todo el año. La excusa para tanta cercanía es que hay que ser mejor
personas. Por eso, nos sentimos culpables si no logramos corresponder con el
mismo entusiasmo y esbozamos una mueca que nadie podría confundir con una
sonrisa de Duchenne auténtica. Por supuesto, no tengo nada en contra de apartar
viejas las rencillas e intentar ser mejores personas, el problema es que esa
actitud es tan efímera como la Navidad. Y eso no se llama cambio, sino
hipocresía.
8. La obligación de estar acompañados. En Navidad todos te
preguntan qué harás. Y si les dices que te quedarás en casa, solo (o más bien,
disfrutando de tu propia compañía), no pueden evitar reprimir una micro
expresión de lástima. Hasta que terminas teniendo lástima de ti mismo. Después
de todo, tantas micro expresiones no pueden estar equivocadas, ¿o sí? Y en ese
caso es probable que termines en una fiesta en la que no quieres estar, para evitar
una soledad que antes no te molestaba pero que te ha hecho pensar que algo debe
ir muy mal para que estés solo en ese momento. Sin embargo, creo que la Navidad
no es una razón suficiente para dejar de aplicar el refrán: “mejor solo que mal
acompañado”.
9. Las felicitaciones predeterminadas. Me refiero a esas
postales predeterminadas que te asfixian el correo y que se eligen en un abrir
y cerrar de ojos (o incluso con los ojos cerrados) para después enviarlas
prácticamente a todos los contactos de la libreta de direcciones, solo para
quedar bien. Y ya que estamos, también podemos incluir esas incómodas
felicitaciones de los ex con remordimientos y de las personas que hace siglos
no ves pero que irónicamente se acuerdan de ti con un mensaje edulcorado que posiblemente
han enviado a otros 100 contactos más. Postales y felicitaciones que no vienen
al caso pero que hacen que nos preguntemos: "¡¿de verdad tengo que
responder?!"
10. Los excesos. Exceso de comida, exceso de alcohol, exceso
de regalos, exceso de luces, exceso de consumo, exceso de villancicos… En
Navidad todo se maximiza, aunque no sepamos muy bien por qué. De hecho, incluso
es probable que hayas cantado “Happy Xmas” de John Lennon y Yoko sin saber
siquiera cuándo o por qué fue escrita. De hecho, el tema es del 1971 y fue
escrito como una canción de protesta contra la guerra de Vietnam. El texto nos
debería hacer reflexionar sobre el hecho de que mientras gastamos e incurrimos
en excesos completamente evitables, en otras partes del mundo hay quien está
muriendo debido a las guerras o el hambre.
Aun así, ¡Feliz Navidad y año nuevo a todos! Aprovechad este
momento para mirar dentro de vosotros, para compartir con las personas que
realmente os importan y hacer esas cosas que realmente os apasionan. Solo así
tendrá sentido.
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