15 marzo 2019

CALMAR EL EGO SACA A LA LUZ TU MEJOR VERSIÓN


Psicología /desarrollo personal
CALMAR EL EGO SACA A LA LUZ TU MEJOR VERSIÓN

Calmar el ego es la vía más eficaz para cultivar el bienestar personal, tener una autoestima equilibrada, ser más productivos y disfrutar de una vida más plena. Un ego desenfrenado y artificialmente elevado, al contrario, suele ser fuente de problemas y conflictos. 

Nuestro ego es muy ruidoso, se impone demasiado y a menudo nos impulsa a enzarzarnos en discusiones inútiles con el único objetivo de ganar, de que nuestras ideas prevalezcan, tengamos o no la razón. Esa actitud nos arrebata el equilibrio mental y la paz interior, aunque no siempre somos conscientes de ello. Algo intuía Albert Einstein cuando dijo: “Cuanto más sabes, menor es tu ego. Cuanto menos sabes, mayor es tu ego”. 

¿Qué es el ego? 
El ego no es lo que eres realmente. El ego es la imagen que reflejas, tu máscara social, el rol que desempeñas. Esa máscara social prospera con la aprobación. Quiere el control y se mantiene en el poder porque se alimenta del miedo”, escribió Ram Dass. 

Alan Watts dibuja una visión similar del ego: “Es una institución social, no una realidad física. El ego es simplemente el símbolo de ti mismo. Así como la palabra “agua” es un sonido que simboliza cierto líquido, pero no lo es, la idea del ego representa el papel que desempeñas, quién eres, pero no es lo mismo que tú como persona”. 

El ego, por tanto, es una construcción con una fuerte impronta social que experimenta una necesidad inagotable de verse a sí mismo bajo una luz positiva ya que implica los papeles que representamos ante los demás. Por eso podemos llegar a confundir el ego con nuestro auténtico “yo”. Wayne Dyer nos alertaba de ese peligro: "El ego es solo es una ilusión, pero una ilusión muy poderosa. Si permites que esa ilusión del ego se convierta en tu identidad no podrás conocer tu verdadero yo".
No cabe dudas de que nuestra autoconciencia, autorreflexión y autocontrol son esenciales para alcanzar las metas que nos propongamos. Pero si no estamos atentos, esos mismos procesos psicológicos se volverán en nuestra contra porque el ego hará cualquier cosa con tal de no quedar mal, lo cual significa que puede poner en marcha mecanismos de defensa que nos impidan reconocer nuestros errores y las trampas que nos tendemos. 

Un ego ruidoso, demasiado imbuido en sí mismo, pasa mucho tiempo defendiéndose, y hace lo que sea necesario para reafirmarse, de manera que no es inusual que se convierta en un obstáculo para alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto. El orgullo y la testarudez que nos impiden pedir disculpas cuando nos equivocamos, por ejemplo, son la expresión de ese ego. Y esas actitudes pueden hacernos perder grandes cosas o personas valiosas en la vida. 

El ego silencioso 
En los últimos años un grupo de psicólogos de la Universidad del Norte de Arizona han estado desarrollando un programa de investigación denominado “ego silencioso” basado en los principios de la psicología humanista y la filosofía budista. Descubrieron algo paradójico: calmar el ego es mucho más eficaz para cultivar el bienestar, el crecimiento, la salud, la productividad y una autoestima equilibrada que centrarse únicamente en la mejora personal. 

En sus estudios se aprecia que un ego silencioso y tranquilo realmente contribuye a equilibrar las necesidades del yo y de los demás, de manera que se rompe la dicotomía entre las necesidades personales y ajenas que tantos conflictos suele causar. Un ego tranquilo se asocia con valores autotranscendentes, como la universalidad y la benevolencia, así como con la autodirección y el logro. Sin embargo, no guarda ninguna relación con el conformismo. 

Esto significa que calmar el ego no implica aplastarlo sino tan solo lograr que hable más bajo para que podamos escuchar otras cosas más allá de su voz y podamos asumir una perspectiva más equilibrada. De hecho, cuanto más silencioso es el ego, más fuerte emerge el “yo”. 

El objetivo principal de calmar el ego es desarrollar una postura menos defensiva, no se trata de negarlo sino de cultivar una identidad auténtica que incorpore a los otros sin perder el “yo”, abandonando esa imperiosa necesidad de ganar en una especie de competición narcisista. 

Un ego tranquilo es signo de una autoestima equilibrada y sólida, que reconoce las propias limitaciones, por lo que no necesita recurrir constantemente a la actitud defensiva que se activa cuando un ego débil y atemorizado se siente amenazado. Después de todo, no debemos olvidar que un ego desmesurado es el escudo tras el cual intentamos proteger nuestras debilidades.

¿Cómo calmar el ego? 
Los psicólogos Bauer y Wayment consideran que para calmar el ego es necesario cultivar estas cuatro facetas: conciencia desapegada, identidad inclusiva, toma de perspectiva y mentalidad de crecimiento, las cuales nos ayudan a desarrollar una postura equilibrada que permita crecer al “yo” en comunión con los demás. 

- Conciencia desapegada. Para calmar el ego es importante desarrollar una conciencia desapegada, lo cual implica no aferrarse a nada, ni a las circunstancias ni a nuestros pensamientos o emociones. Ese desasimiento mental nos permitirá ver la realidad desde una perspectiva más clara y global, a la vez que nos ayuda a analizar nuestras reacciones del pasado de manera más objetiva, para aprender de esas experiencias. 

- Identidad inclusiva. Para calmar el ego es importante desarrollar una interpretación equilibrada del “yo” y los “otros”, integrando esos dos mundos aparentemente dicotómicos. Eso significa que necesitamos entender otras perspectivas e identificarnos con las experiencias ajenas. Se trata de desarrollar una identidad inclusiva en la que los demás también aportan su grano de arena. 

- Toma de perspectiva. El ego nos hace pensar que todo lo que nos ocurre es algo personal. Como resultado, nos tomamos los problemas demasiado a pecho y perdemos nuestro equilibrio mental. Tomar perspectiva y reflexionar sobre otros puntos de vista diferentes a los nuestros, nos permite colocar la atención fuera del ego y salir del círculo vicioso que hemos creado. 

- Mentalidad de crecimiento. La mentalidad de crecimiento es fundamental para calmar el ego porque parte de un principio básico: somos aprendices de la vida. Cuando asumimos que estamos aprendiendo continuamente, en un proceso de reconstrucción constante, el ego se minimiza porque no le damos oportunidad de crecer a desmesura pensando que es dueño de la verdad absoluta. 

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