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NO HAY SUFRIMIENTO SUFICIENTE PARA REMEDIAR EL PASADO NI ANSIEDAD QUE PUEDA CAMBIAR EL FUTURO
NO HAY SUFRIMIENTO SUFICIENTE PARA REMEDIAR EL PASADO NI ANSIEDAD QUE PUEDA CAMBIAR EL FUTURO
A caballo entre los errores del pasado y la incertidumbre por el futuro, el presente se nos escapa. La capacidad para recordar el pasado y la habilidad para proyectar el futuro pueden convertirse en un arma de doble filo que usamos, más o menos inconscientemente y con muy poca pericia, para convertir un buen presente en una realidad miserable.
Al respecto, la filósofa Ayn Rand escribió: “La ansiedad
y el sentimiento de culpa, antítesis de la autoestima y signos inconfundibles
de una mente enferma, son desintegradores del pensamiento, distorsionadores de
los valores y factores paralizantes de la acción”.
Por supuesto, eso no significa que podamos borrar el pasado
de un plumazo ni que debamos cerrar los ojos ante la incertidumbre que encierra
el futuro. Pero podemos aprender a vivir con esos tiempos inexistentes
asumiendo una perspectiva más saludable que nos permita disfrutar plenamente
del presente.
Arrastrar la culpa no remediará los errores del
pasado
José Saramago escribió: “Para qué sirve el
arrepentimiento, si no borra nada de lo que ha pasado. El mejor arrepentimiento
es sencillamente cambiar”.
La culpa tiene una función precisa: es un estado de malestar
interior que nos indica que hemos contravenido nuestros valores o las normas de
alguien. Es la señal de nuestra conciencia que nos indica que hemos actuado
mal.
El problema comienza cuando nos quedamos atascados en la
culpa. Muchas personas, cuando comprenden que no pueden reparar el daño
causado, usan la culpa para castigarse, como un método de autoflagelación. Así
se quedan atascadas continuamente en el pasado, negándose la posibilidad de
seguir adelante.
Lo cierto es que esta idea (de origen religioso) de
infringirse dolor para expiar los pecados cometidos es contraproducente. Por
mucho que te castigues, no podrás reparar el daño. Castigarte no volverá el tiempo
atrás, tan solo agriará tu carácter.
Al contrario, como indicaba Saramago, la mejor manera de
mostrar el arrepentimiento es cambiar. Y para ello es necesario mirar al
futuro. Un error vale la pena solo cuando aprendemos de él. Una vez que hemos
aprendido la lección, necesitamos voltear página y seguir adelante.
Ninguna cantidad de ansiedad puede cambiar el
futuro
Eduardo Galeano apuntó: “Quien no está preso de la
necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las
cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que
tienen”.
Mientras que la culpa es una sensación anclada al pasado, la
ansiedad es una sensación intrínseca del futuro. La ansiedad es una respuesta
de alerta de la conciencia ante la posibilidad de que ocurra algo malo. Es una
sensación de temor difusa generalmente provocada por la incertidumbre y la
imposibilidad de poder controlar todos los factores.
Sin embargo, aferrarse al control es, en el fondo, la
expresión de una profunda desconfianza en sí mismo, es pensar que no seremos
capaces de lidiar con las circunstancias que traiga la vida. Así, la
transitoriedad y el cambio que trae el futuro solo son generadores de ansiedad
para quien se aferre inútilmente a lo inmutable.
Entonces la ansiedad se desbocará y hará que imaginemos los
peores escenarios posible. Con esa negatividad en mente, nos resulta imposible
disfrutar del presente porque nuestra mente ya está en el futuro, viviendo esos
problemas que vislumbramos, pero que probablemente jamás se concreten.
En otras palabras: la ansiedad nos hace vivir en una
pesadilla que no existe más que en nuestra imaginación, mientras nos sume en un
bucle de preocupaciones que nos impide planificar acciones efectivas que nos
ayuden a evitar las circunstancias que tememos.
Existe una vía de escape: Vivir en el presente
La clave consiste en aprender a vivir en el aquí y ahora,
desarrollando una actitud mindfulness que te mantenga anclado al
presente. Eso no significa que de vez en cuando no debamos mirar al pasado o al
futuro, pero debemos asegurarnos de volver la vista al presente lo antes
posible.
Después de todo, “si mi conciencia del futuro y el pasado me hacen
menos conscientes del presente, debo empezar a preguntarme si estoy viviendo de
veras en el mundo real”, como escribió Alan Watts.
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