27 marzo 2019
SUFRIMIENTO GRATUITO: HÁBITOS QUE SABOTEAN TU EQUILIBRIO EMOCIONAL
Psicología /desarrollo personal
1. Caminar con los hombros caídos y
arrastrando los pies
Nuestro cerebro se retroalimenta
constantemente de las sensaciones que recibe a través del cuerpo. Esto
significa que las posturas y los gestos que hacemos sirven como indicadores de
cómo nos sentimos y pueden reforzar un estado de ánimo. Un estudio realizado en
la Witten Herdecke University desveló que cuando las personas
caminan encorvadas, con los hombros caídos, arrastrando los pies y con movimientos
mínimos de los brazos, su humor empeora. El problema es que esta forma de
caminar se relaciona con la desesperanza y la depresión, por lo que activa
recuerdos negativos y preocupaciones. La buena noticia es que en ese mismo
experimento se apreció que cuando caminamos más erguidos y moviendo más los
brazos, nuestro estado de ánimo mejora casi instantáneamente.
2. Fotografiar todo lo que
encontramos a nuestro paso
Con la llegada de las cámaras
digitales hemos dejado de ver el mundo con nuestros ojos y lo hacemos a través
del objetivo. Sin embargo, esa tendencia a fotografiarlo todo puede pasar
factura a tu estado de ánimo. Así lo confirmó un estudio muy curioso realizado
en la Fairfield University en el que les pidieron a los
participantes que recorrieran un museo, algunos solo podían observar, a otros
les permitieron tomar todas las fotos que quisieran. Al final del recorrido,
las personas que tomaron fotos tenían grandes dificultades para recordar los
objetos que habían fotografiado. En la vida real esto nos indica que podrían
estar perdiéndose los pequeños detalles que hacen cada momento único y
especial. El lente de la cámara es como un velo que oscurece nuestras
experiencias. Por tanto, intenta focalizarte en el mundo y en lo que sientes,
serás mucho más feliz.
3. Procrastinar continuamente
No hay nada más agotador que el peso
de las tareas incompletas. Recordar una y otra vez esas tareas simplemente es
desgastante y nos pasa una enorme factura emocional. Un estudio realizado en
la Case Western Reserve University demostró que, aunque en un
primer momento la procrastinación nos libra del estrés y la ansiedad que
generan las tareas que deseamos evitar, a la larga aumenta considerablemente el
nivel de tensión, disminuye nuestra eficacia e incluso debilita nuestro sistema
inmunitario, haciendo que seamos más propensos a enfermar. Otro estudio
realizado en la Carleton University desveló que la sensación
de culpa y vergüenza que genera la procrastinación impide que disfrutemos
de otras actividades, por lo que termina haciéndonos sentir muy mal. La
solución es muy sencilla: no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy.
4. No estar solo
Pasar tiempo de calidad con los
amigos y la familia es importante, el contacto cara a cara es fundamental para
prevenir la depresión y ser más felices. Sin embargo, no encontrar tiempo para
uno mismo también puede pasarnos una elevada factura emocional. Un curioso
estudio realizado en la McDonough School of Business desveló
que las personas suelen sobrevalorar cuán bien se sentirán en compañía de los
demás, para descubrir que en realidad pueden disfrutar mucho haciendo algunas
cosas solos. En muchas ocasiones nos limitamos y no hacemos cosas que nos
harían felices solo porque no tenemos compañía y nos asusta lo que puedan
pensar de nosotros, que podrían tacharnos de "raros" o
"solitarios". Sin embargo, pasar tiempo con uno mismo es profundamente
liberador y le hace mucho bien a nuestro equilibrio emocional.
5. Estar pendiente continuamente del
móvil
¿Cuándo fue la última vez que
estuviste todo un día sin el móvil? Si no lo recuerdas, es una mala señal.
Estar pendiente continuamente del móvil genera una gran dosis de tensión y
estrés, aunque no siempre somos conscientes de ello. De hecho, las llamadas y
los mensajes entrantes terminan provocando una sobreestimulación que afecta
nuestra atención y memoria. Cuando sientes que tu móvil vibra o suena, pero
realmente no lo está haciendo, significa que tienes esa preocupación
continuamente en tu mente, es un foco activo en tu cerebro. Y eso no te ayuda a
relajarte. Además, según un reciente estudio realizado en la Northwestern
University Feinberg, mientras más tiempo pasamos usando el móvil, mayores
serán las probabilidades de sufrir depresión. De hecho, las personas con
depresión triplicaban el tiempo de uso de su móvil, aproximadamente 68 minutos
al día. La solución es sencilla: planifica un "sabbat electrónico"
una vez a la semana o al menos medio día.
6. Practicar la multitarea
Todos, en algún momento, hemos sido
culpables del pecado de la multitarea. Sin embargo, cuando hacemos de la
multitarea un hábito podemos autosabotearnos. Contrario a la creencia popular,
la multitarea no ahorra tiempo. Un estudio realizado en la Universidad de Utah
desveló que los conductores tardan más en llegar a sus destinos cuando usan sus
móviles mientras conducen. De hecho, se estima que la multitarea reduce nuestra
productividad en un 40%. Sin embargo, lo peor de todo es el saldo emocional que
nos deja. Una investigación realizada en la Universidad de California midió la
frecuencia cardíaca de los trabajadores mientras trabajaban tranquilamente o
cuando eran interrumpidos por correos y llamadas que les obligaban a estar
permanentemente alertas. Se pudo apreciar que la multitarea disparaba el estrés
y el ritmo cardíaco, lo cual puede tener severas consecuencias para nuestra
salud a largo plazo. Por tanto, es mejor hacer solo una cosa a la vez, y
focalizarse en esa actividad hasta pasar a la siguiente.
7. Tomarse la vida demasiado en
serio
Hay personas que se enfadan por
todo, que siempre están dispuestas a atacar y tienen la queja pronta. Es normal
que ante determinadas circunstancias nos enfademos e irritemos, pero si eso se
convierte en nuestro estilo de afrontamiento permanente, tendremos un gran
problema. Tomarse la vida demasiado en serio y molestarse por todo es como
intentar mantener un gran balón de playa debajo del agua. Tenemos que hacer un
gran esfuerzo porque quiere salir continuamente, lo cual nos hará tensar
nuestros músculos e interrumpirá el flujo emocional. Como resultado, no es
extraño que un estudio realizado en la Universidad de Michigan en el que le
dieron seguimiento a 696 personas durante 17 años haya descubierto que tanto
quienes responden con ira como aquellos que la experimentan, pero la reprimen,
tienen tres veces más riesgo de morir de forma temprana. Afortunadamente, la
solución es sencilla: ríe más y aprende a enfrentar los problemas con
sentido del humor.
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