01 abril 2019

SOMOS MÁS FÁCILES DE ENGAÑAR QUE UN NIÑO DE 3 AÑOS AL PARECER, SÍ



Psicología /Curiosidades
SOMOS MÁS FÁCILES DE ENGAÑAR QUE UN NIÑO DE 3 AÑOS AL PARECER, SÍ

Prácticamente todos los días, cuando enciendo el televisor, encuentro a algún político haciendo uso de la retórica. En el mejor de los cuadros, dan argumentos tan débiles que son incapaces de sostenerse por sí mismos. En el peor de los cuadros que, dicho sea de paso, es el más común, los argumentos son simplemente inadmisibles porque caen en falacias que contradicen la lógica. Sin embargo, muchas personas les creen. ¿Cómo es posible? 
Un curioso estudio realizado en la Universidad de Neuchâtel nos da una pista muy interesante
Los psicólogos reclutaron a 84 niños con edades comprendidas entre los 3 y los 5 años y a un grupo de adultos. A los niños les mostraron dos viñetas en las cuales se apreciaba a una niña que había perdido a su perro y lo estaba buscando. 
En una de las viñetas aparecía un personaje que, con voz neutra, indicaba el paradero del perro: “El perro se fue en esa dirección, lo sé porque lo he visto”. En la otra viñeta aparecía un personaje bastante similar que indicaba una dirección diferente y, siempre con voz neutra, decía: “El perro se fue en esa dirección, lo sé porque ha seguido ese sentido”.
El niño y los adultos debían decidir a quién creerle y en qué dirección buscar el perro. 
Como puedes apreciar, el primer personaje se basa en su experiencia y da una pista visual ya que afirma haber visto al perro, es lo que se conoce como un “argumento de percepción”. Al contrario, el segundo personaje ofrece una explicación circular; o sea, se basa en una falacia que escuchamos a menudo y que consiste en demostrar un argumento usando el mismo argumento. Lo cual, obviamente, no demuestra nada pero nos engaña.
¿A quién decidieron creerle?
Tanto los niños como los adultos decidieron creer en aquel que había dado la pista visual, desechando el que había recurrido al razonamiento circular. Lo cual nos indica que incluso los niños de tres años son capaces de detectar este tipo de falacias. 
Sin embargo, todo cambió cuando se le dio una vuelta de tuerca al experimento.

En esta ocasión los experimentadores diseñaron dos viñetas que hacían referencia a un gato que se había perdido. Uno de los personajes decía: “El gato se fue en esa dirección” y el otro personaje, que fue diseñado para transmitir la sensación de que tenía más autoridad que el primero, utilizaba el razonamiento circular.
En este punto, los niños de tres años continuaron apostando por la dirección que indicaba el primer personaje mientras que los adultos y los niños mayores prefirieron seguir la dirección que indicaba el segundo personaje. ¿Por qué?
Según los investigadores, entran en juego dos factores fundamentales. Por una parte, preferimos confiar en alguien que nos brinda un argumento, aunque este sea una falacia, antes que en una persona que simplemente se limita a transmitir una información. Lo cual, obviamente, no habla a favor de nuestra inteligencia :)
Por otra parte, a medida que crecemos, somos más proclives a fijarnos en otros detalles de la persona que nos brinda la información, como su nivel de autoridad y prestigio social. Por tanto, somos más proclives a creerle a este tipo de personas, aunque sus argumentos no sean convincentes. Sin embargo, como los niños de tres años aún no se han insertado del todo en la sociedad (entiéndase sus reglas y organización), son inmunes a estos detalles.
¿Cuál es la moraleja? No creas todo lo que escuches, analiza siempre si los argumentos son válidos, no importa de quién provengan.

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