Psicología desarrollo personal
EL RIESGO DE NO PRIORIZAR TU
BIENESTAR
Cada día tomamos decenas o cientos de decisiones. La mayoría son más o menos intrascendentes, como decidir qué desayunaremos o cómo nos vestiremos. Pero también hay decisiones que pueden dar un vuelco a nuestra vida, decisiones que pueden cambiar nuestro derrotero y que nos harán más o menos felices.
Cada día tomamos decenas o cientos de decisiones. La mayoría son más o menos intrascendentes, como decidir qué desayunaremos o cómo nos vestiremos. Pero también hay decisiones que pueden dar un vuelco a nuestra vida, decisiones que pueden cambiar nuestro derrotero y que nos harán más o menos felices.
La manera de tomar decisiones
varía de una persona a otra. Hay quienes son muy meticulosos y escriben una
lista de pros y contras, sopesando en una balanza cada detalle. Otros se dejan
llevar por sus corazonadas, decidiendo a golpe de Inteligencia Intuitiva.
Sin embargo, independientemente
del método que usemos para tomar las decisiones, la psicóloga Christina
Iglesia considera que existe una pregunta que siempre deberíamos
plantearnos: ¿es bueno para mi equilibrio mental?
Abismo emocional: El riesgo de
no priorizar tu bienestar
Todo lo que hacemos – y lo que no
hacemos – tiene un impacto directo en nuestra salud mental. Cada decisión que
tomamos – y que no tomamos – nos define. Cada día tenemos la oportunidad de
tomar decisiones que pueden contribuir a nuestro bienestar emocional o, al
contrario, desestabilizarlo.
Sin embargo, pocas veces somos
conscientes del impacto de esas decisiones, pocas veces nos paramos a
reflexionar sobre el nivel de estrés, felicidad, bienestar o frustración que
generan las pequeñas y grandes decisiones que tomamos.
Al obviar nuestro bienestar,
corremos el riesgo de ir tomando una serie de “malas” decisiones que tendrán un
efecto acumulativo y que irán deteriorando nuestro equilibrio emocional, hasta
hacerlo trizas. Como resultado, podemos caer en una espiral de decisiones
autodestructivas que generen cada vez más estrés, frustración, ira o rencor.
Una decisión lleva a la otra,
casi sin darnos cuenta, por inercia, mientras nos deslizamos – lenta pero
inexorablemente – por un abismo que nos lleva a tocar fondo
emocionalmente, sin saber muy bien cómo hemos llegado hasta ahí.
¿Por qué no solemos priorizar
nuestro bienestar psicológico? Existen diferentes razones:
1. Porque no nos han enseñado a
priorizar nuestro equilibrio emocional. Porque nos han transmitido el mensaje –
completamente erróneo – de que pensar en nosotros es una actitud egoísta.
2. Porque no nos preocupamos lo
suficiente por nuestro bienestar psicológico. Quizá porque damos por sentado –
equivocadamente – que nuestro equilibrio emocional es a prueba de balas y no se
puede romper.
3. Por la fuerza de la costumbre,
porque nos han enseñado que existen otros factores más importantes a
considerar, como el dinero o el deber.
Cuando las prioridades están
claras, las decisiones son sencillas
Dar un papel protagónico a
nuestra salud mental en la lista de pros y contras a la hora de tomar una
decisión nos facilitará enormemente ese proceso. Nos evitará decir “sí” solo
porque nos sentimos culpables o porque creemos que “debemos” hacerlo, cuando en
realidad esa decisión nos hace sentir mal, es incompatible con nuestras
necesidades y desencadena una tensión emocional completamente innecesaria.
Preguntarnos si lo que estamos a
punto de hacer puede mejorar nuestra salud psicológica es una especie de
brújula que nos sirve de guía para tomar desde las pequeñas decisiones
cotidianas hasta aquellas más grandes y complejas. ¿Ese nuevo proyecto de
trabajo es bueno para mi equilibrio psicológico? ¿Esta relación es buena para
mi salud mental? ¿Discutir para tener razón es bueno para mi paz interior?
Tenemos derecho a considerar
nuestro equilibrio emocional antes de tomar cualquier tipo de decisión. De
hecho, es conveniente que nos tomemos el tiempo necesario para cuestionarnos
todos nuestros hábitos cotidianos, para peguntarnos cómo inciden en nuestra
salud psicológica. Así descubriremos aquellos comportamientos que son
beneficiosos y los que deberíamos cambiar. ¿Qué actividades potencian nuestro
bienestar emocional? ¿Qué nos hace sentir llenos de energía y felices? ¿Qué nos
hace sentir tranquilos y relajados?
Esa simple pregunta puede marcar
un antes y un después en nuestra vida porque nos ayudará a prevenir
el agotamiento psicológico, a evitar todas esas cosas que nos están
drenando emocionalmente y nos permitirá colocar en su lugar hábitos más
saludables que nos hagan sentir más plenos.
Por supuesto, no se trata de caer
en el hedonismo extremo. Habrá momentos en los que tengamos que tomar
decisiones difíciles que generen tensión. A veces, para lograr grandes metas, o
simplemente para ayudar a quienes lo necesitan, debemos sacrificar un poco de
paz y serenidad. Sin embargo, esas decisiones no se deben tomar a la ligera,
movidos por automatismos, sino que deben ser decisiones conscientes.
En ese caso, debemos preguntarnos
¿cuánto bienestar psicológico estamos dispuestos a sacrificar? Sin perder de
vista que poner en el centro nuestra salud mental y darle la importancia que
merece, significa cuidarnos y protegernos. Porque, aunque no seamos frágiles
emocionalmente, a golpe de concesiones y postergaciones, nuestra salud psicológica
terminará resintiéndose.
Recuerda que «no somos el producto de nuestras circunstancias, somos
el producto de nuestras decisiones «, como escribiera Steven Covey.
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