Psicología /desarrollo personal
IGNORAR LAS MALAS NOTICIAS NO LAS HARÁ DESAPARECER
IGNORAR LAS MALAS NOTICIAS NO LAS HARÁ DESAPARECER
“No escondas la cabeza como el
avestruz”, solemos decirle a quienes intentan escapar de los problemas
evitándolos. A pesar de que no es cierto que los avestruces escondan la cabeza
en la arena ante el peligro, este mito se ha fijado con tanta fuerza en el
imaginario popular que incluso ha servido para bautizar un sesgo cognitivo que
todos hemos sufrido alguna que otra vez: el Efecto Avestruz.
¿Qué es el Efecto Avestruz?
El Efecto Avestruz es un sesgo
cognitivo que implica la tendencia a evitar toda aquella información
negativa que catalogamos, de manera más o menos consciente, como “peligrosa”.
Es un mecanismo de atención selectiva de la información mediante el cual
evitamos aquella que tiene connotaciones negativas para nosotros. En práctica,
sería ignorar las situaciones de riesgo o las señales de estas, pretendiendo
que no existen.
El término fue acuñado por los
investigadores Dan Galai y Orly Sade, quienes monitorearon los comportamientos
de los inversores en bolsa y notaron que estos tendían a revisar más los
indicadores económicos cuando la bolsa iba bien, pero cuando iba mal,
monitoreaban menos los datos. También descubrieron que este fenómeno se agudiza
cuando tomamos una decisión que encierra un elevado nivel de incertidumbre.
Obviamente, el Efecto Avestruz no
se aplica solo a los inversores. Un estudio realizado en el Reino Unido reveló
que solo el 10% de las personas a quienes les preocupan sus finanzas, las
monitorean – y lo hacen solo una vez al mes. El 90% restante ni siquiera revisa
sus cuentas, lo cual les impide tomar medidas para sanear su economía.
El Efecto Avestruz no se queda
relegado al plano económico, sino que se extiende prácticamente a todas las
esferas de nuestra vida cotidiana. Otro estudio realizado en la Universidad de
Minnesota, por ejemplo, reveló que el 20% de las personas que se inscribieron a
un programa para perder peso jamás se habían pesado, lo cual indica que
evitaban las señales confirmatorias del problema.
Para comprender este fenómeno ni
siquiera tenemos que recurrir a los estudios científicos, hay momentos
difíciles en la vida en los que solo nos apetece meter la cabeza en un hueco
bajo tierra para “desaparecer” y esperar a que todo se resuelva. Nos gusta
imaginar que no está ocurriendo nada y que los problemas se solucionarán solos.
Es una fantasía que, de cierta forma, nos calma y reconforta. Lo peor de todo
es que en muchas ocasiones, no somos plenamente conscientes de que estamos
escondiendo la cabeza en la arena.
¿Cuándo actuamos como el avestruz?
Existen diferentes situaciones
que nos pueden llevar a ser víctimas del Efecto Avestruz:
1. Cuando
perdemos el rumbo. En ocasiones, cuando perdemos el rumbo en la vida,
la desorientación y la incertidumbre pueden ser tan grandes que preferimos no
saber en qué punto estamos. Evitamos reflexionar sobre cómo hemos llegado hasta
ahí y hacia donde debemos encaminar nuestros pasos. De esta manera cedemos el
control de nuestra vida, dejamos las decisiones enteramente en manos de las circunstancias.
2. Cuando
tenemos que lidiar con situaciones negativas desagradables. Hay
circunstancias que tienen un impacto emocional tan grande que llegamos a
percibirlas como un peligro para nuestro «yo». En esos casos, suele ser
tentador esconder la cabeza bajo tierra y fingir que no está pasando nada.
3. Cuando
no tenemos los recursos psicológicos para hacer frente a los problemas. A
veces, hay situaciones que nos desbordan psicológicamente. Cuando no contamos
con las herramientas psicológicas necesarias, no tenemos la suficiente
confianza en nosotros mismos o no hemos desarrollado la resiliencia, preferimos
ignorar el problema e imaginar que todo está bien.
¿Por qué preferimos ignorar algunos problemas
en vez de afrontarlos?
Somos víctimas del Efecto Avestruz
porque el problema que debemos afrontar representa una incongruencia con
nuestras actitudes, expectativas y/o creencias. Dado que evitamos la disonancia
cognitiva y preferimos mantener una imagen positiva de nosotros mismos, si ese
problema nos obliga a replantearnos algunos de nuestros aspectos y nos lleva a
reconocer que estábamos equivocados, podríamos preferir evitarlo.
Las personas que sufren el Efecto
Avestruz reciben información relevante, pero deciden intencionalmente no
evaluar sus implicaciones, rechazando esos datos. En otras palabras: evitamos o
incluso negamos la información cuando esta nos obliga a confrontar e
interiorizar decepciones que preferiríamos evitar.
En cualquier caso, el Efecto
Avestruz es un mecanismo psicológico que activamos para intentar escapar de los
sentimientos negativos asociados a ese problema o conflicto. Si ignoramos el
problema y evitamos pensar en sus implicaciones, también evitaremos los
sentimientos negativos que suele generar. Es una especie de escudo psicológico,
aunque eso no significa que sea una estrategia adaptativa.
No por mucho evitar, desaparece el problema
más temprano
Ignorar los problemas, pretender
que no existen, no los solucionará. Al contrario, el Efecto Avestruz puede
generar serias consecuencias en nuestra vida.
- Tomar
peores decisiones. Al no aceptar la existencia del problema,
tampoco recopilaremos información activamente que nos permita sopesar
todas las opciones y tomar la mejor decisión posible. Como resultado, es
probable que las circunstancias decidan en nuestro lugar o que nos veamos
obligados a decidir cuando estemos contra la espada y la pared. Y cuando
estamos contra las cuerdas, es difícil tomar buenas decisiones.
- Infelicidad
permanente. Se dice que la ignorancia es felicidad, pero la ignorancia
fingida no lo es. Ignorar es un acto consciente, lo cual significa que ese
problema o conflicto, aunque pretendamos que no existe, sigue estando
activo en alguna parte de nuestra mente, generando tensión, incertidumbre
y, por supuesto, infelicidad.
- Efecto
bolo de nieve. Una de las consecuencias más nefastas del Efecto
Avestruz es que puede convertirse en una bola de nieve que crece mientras
rueda montaña abajo, arrastrando a su paso todo lo que encuentra. Una
persona que no se somete a un examen médico importante porque teme que le
den un mal resultado, a la larga estará empeorando su situación. Huir de
los problemas generalmente solo sirve para agravarlos.
- Imposibilidad
de alcanzar las metas. Un estudio llevado a cabo en Finlandia
reveló que las personas que se plantean ahorrar energía, pero no
supervisan el consumo de electricidad de su hogar, no son capaces de
actuar para reducir su consumo. Asimismo, una persona que ignore los
conflictos en su relación no podrá determinar con precisión los problemas
y, por ende, perderá oportunidades para solucionarlos mientras aún está a
tiempo. Si ignoramos un problema, seremos incapaces de analizar
objetivamente la situación en la que nos encontramos y, por ende, nos
resultará mucho más difícil alcanzar nuestras metas. De hecho, la
probabilidad de desviarnos de nuestros objetivos e involucrarnos en
actividades irrelevantes aumenta.
¿Cómo evitar el Efecto Avestruz?
En “Vidas Paralelas”, Plutarco
escribió: “El primer mensajero que dio la noticia sobre la llegada
de Lúculo estuvo tan lejos de complacer a Tigranes que éste le
cortó la cabeza por sus dolores; y sin ningún hombre atreverse a llevar más
información, y sin ninguna inteligencia del todo, Tigranes se sentó mientras la
guerra crecía a su alrededor, dando oído sólo a aquellos que lo halagaran”.
Ser conscientes de que esconder
la cabeza para negar la realidad no es un mecanismo de afrontamiento adaptativo
es el primer paso para evitar el Efecto Avestruz. Necesitamos comprender que,
por más que intentemos esconder la realidad, esta no cambiará, simplemente
porque no hay escondite lo suficientemente grande. La verdad no cambia según
nuestra capacidad para gestionarla. La única forma de eliminar los
problemas es aceptarlos y superarlos.
En algunos casos, cuando estamos
demasiado implicados emocionalmente y la situación nos atemoriza, puede ser
conveniente pedir ayuda a un observador externo, una persona que pueda valorar
la situación de manera más objetiva y nos indique si realmente estamos
rehuyendo el problema. Luego necesitamos aplicar la aceptación radical.
Solo cuando aceptamos lo que ocurre, estaremos listos para afrontar el
problema.
No cabe duda de que sacar la
cabeza del hueco puede ser aterrador, pero enfrentar los problemas nos
permitirá restaurar la paz interior. Además, si aprovechamos esa
experiencia «negativa», saldremos fortalecidos de ella y confiaremos mucho más
en nuestra capacidad para resolver los problemas. Lo interesante es que
mientras más dificultades afrontemos en la vida, menor será la tendencia a
esconder la cabeza.
Fuentes:
Webb, T. L. et. Al. (2013) ‘The Ostrich Problem’: Motivated Avoidance or Rejection of Information About Goal Progress. Social and Persnality Psychology Compass;7(11): 794-807.
Webb, T. L. et. Al. (2013) ‘The Ostrich Problem’: Motivated Avoidance or Rejection of Information About Goal Progress. Social and Persnality Psychology Compass;7(11): 794-807.
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