31 mayo 2020

EL PODER DEVASTADOR DE LAS PEQUEÑAS AGRESIONES EN LA VIDA COTIDIANA


EL PODER DEVASTADOR DE LAS PEQUEÑAS AGRESIONES EN LA VIDA COTIDIANA
Las pequeñas frustraciones del día a día, son esos enfados, desilusiones y disgustos por cosas insignificantes, pueden llegar a afectar más nuestro bienestar emocional y salud física que los grandes problemas de la vida, como comprobó un estudio de la Universidad de Houston. El problema es que esas pequeñas frustraciones se van acumulando hasta saturarnos y romper nuestro equilibrio psicológico. Nos desbordan por completo. Lo mismo ocurre con las microagresiones en la vida cotidiana.
¿Qué son las pequeñas agresiones?
Las agresiones son conductas dañinas, generalmente intencionales, en contra de otra persona con el fin de herirla. Identificar las agresiones físicas es sencillo, identificar las agresiones psicológicas es más complejo porque se esconden tras comportamientos, actitudes o palabras más sutiles.
Las microagresiones, por definición, son actos pequeños, casi inconscientes, que realizamos a diario y a los que no les damos mucha importancia, pero su goteo constante termina teniendo un impacto negativo en la persona agredida.
Surgen cuando se realizan actos o comentarios despectivos – que generalmente son aceptados socialmente – pero que promueven estereotipos o generan estigma sobre una persona. Los comentarios racistas, sexistas y clasistas son un ejemplo de microagresiones en la vida cotidiana, pero existen muchas más.
No sentarse junto a alguien en el metro por su aspecto, interrumpir más a las mujeres que a los hombres cuando hablan porque creemos que no tienen nada interesante que decir, pensar que alguien es menos inteligente porque tiene un origen racial diferente al nuestro o creer que quienes pertenecen a una clase social más desfavorecida son ciudadanos de segunda son ejemplos de microagresiones en la vida cotidiana.
Del ataque directo a la ofensa encubierta, los tipos de microagresiones
Existen dos tipos de microagresiones, según Derand Wing Sue, psicólogo de la Universidad de Columbia nacido en Estados Unidos, pero de origen asiático, de manera que ha sufrido en carne propia esos micro insultos y ofensas:
  • Microagresiones abiertas. Son agresiones directas, palabras o actos que tienen el objetivo de herir o hacer sentir mal deliberadamente a la otra persona.
  • Microagresiones encubiertas. Se trata de agresiones camufladas. Quien las comete no ve ninguna mala intención en ellas porque es víctima de estereotipos y prejuicios que refuerza a través de esas agresiones.
El problema de las microagresiones es que, a diferencia del discurso de odio, son muy difíciles de detectar porque se basan en prejuicios compartidos socialmente. Muchas veces no se manifiestan de forma verbal, sino que pueden ser pequeñas acciones aparentemente inofensivas. A veces incluso pueden esconderse tras un halago.
Ese carácter sutil de las microagresiones no mitiga su impacto negativo en quien las sufre, sino que las vuelve aún más dañinas porque son más difíciles de combatir y erradicar. Así las microagresiones se replican y se vuelven tan comunes en el día a día que no llegamos a comprender la verdadera magnitud del daño que provocan en las víctimas.
¿Por qué las microagresiones son dañinas?
Hay quienes piensan que las micro agresiones no son para tanto. Piensan que el problema no es el “agresor” sino que la “víctima” es demasiado sensible o que se toma las cosas demasiado a pecho. Sin embargo, es necesario ponerse en el lugar de la persona que está sufriendo esas microagresiones a diario.
Sue, por ejemplo, cuenta que muchas veces, tras dar una conferencia, se le acercan los estudiantes y no solo lo felicitan por el contenido de la clase sino también por su perfecto inglés. Ese tipo de comentarios, que se repiten una y otra vez, le hacen sentir como un extranjero en su país natal.
Una serie de experimentos realizados en la Universidad de Princeton revelaron que cuando una persona sufre microagresiones en el contexto de una entrevista de trabajo comete más errores, lo cual se convierte en una profecía que se autocumple, limitando sus posibilidades de acceder al puesto.
El problema de las microagresiones es que van creando una bola de nieve. Un comentario sutil, un gesto pequeño, un acto insignificante se van transformando en algo mayor que termina haciendo que la persona se sienta diferente, rara o incluso inferior. Así las microagresiones terminan provocando heridas invisibles que afectan la autoestima, la salud mental y el sentido de inclusión de las personas que no cumplen con ciertos estándares sociales.
De hecho, no es inusual que una persona que sea objeto de microagresiones de manera sistemática termine reaccionando de manera exagerada y totalmente desproporcionada ante un simple comentario o una broma de mal gusto. En realidad, esa persona no está reaccionando ante ese microinsulto sino a todos los años de microinsultos que ha soportado. Ese comentario ha sido simplemente la gota que ha colmado el vaso.
¿Cómo combatir las microagresiones?
Es importante entender que a través de las microagresiones se cimientan estereotipos y los replicamos – a veces de manera inconsciente – en las interacciones sociales. La microagresión tiene una fuerte repercusión, tanto en el inconsciente de la víctima como en el subconsciente social. Por tanto, contribuyen a reforzar prejuicios y a denigrar determinados grupos. Eso significa que no deberían tener cabida en nuestras relaciones interpersonales.
Si sufrimos esos microinsultos, podemos realizar una microintervención. Es decir, hacer algo que desarme la microagresión y eduque a quien la ha hecho.
Si alguien nos dice algo que nos resulta ofensivo, es importante no ponerse a la defensiva. Es importante partir del hecho de que nadie es inmune a los prejuicios raciales, sexuales o de género heredados. Ni siquiera nosotros.
Eso significa que no hay necesidad de enfadarnos con esa persona, pero sí de educarla y hacerle notar esos prejuicios de una manera respetuosa. Por tanto, debemos armarnos de paciencia y preguntarle qué ha querido decir exactamente. Podemos aprovechar ese momento para hacerle notar que sus palabras esconden un prejuicio que puede hacer daño a las personas.
En cualquier caso, debemos ser conscientes de que una cosa es lo que creemos creer y lo que creemos realmente. Detectar los estereotipos y prejuicios que usamos al relacionarnos con los demás nos convertirá en personas más sensibles y abiertas. De hecho, deshacernos de las micro agresiones no solo evitará que dañemos a otras personas, sino que es beneficioso para nosotros porque nos permitirá relacionarnos sin ideas preconcebidas, lo cual ampliará considerablemente nuestra visión del mundo.
Fuente: Ortiz, A. & Tejada, N. (2017) Campaña de Mercadeo Social “Transforma la Norma: Microagresiones-Macroimpactos” Proyecto Integrador. Trabajo de Titulación: Universidad San Francisco de Quito.

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