EL PODER DEVASTADOR DE LAS PEQUEÑAS AGRESIONES EN LA VIDA
COTIDIANA
Las pequeñas frustraciones del día a día, son esos enfados,
desilusiones y disgustos por cosas insignificantes, pueden llegar a afectar más
nuestro bienestar emocional y salud física que los grandes problemas de la
vida, como comprobó un estudio de la Universidad de Houston. El problema es que
esas pequeñas frustraciones se van acumulando hasta saturarnos y romper nuestro
equilibrio psicológico. Nos desbordan por completo. Lo mismo ocurre con las
microagresiones en la vida cotidiana.
¿Qué son las pequeñas agresiones?
Las agresiones son conductas dañinas, generalmente
intencionales, en contra de otra persona con el fin de herirla. Identificar las
agresiones físicas es sencillo, identificar las agresiones psicológicas es más
complejo porque se esconden tras comportamientos, actitudes o palabras más
sutiles.
Las microagresiones, por definición, son actos pequeños,
casi inconscientes, que realizamos a diario y a los que no les damos mucha
importancia, pero su goteo constante termina teniendo un impacto negativo en la
persona agredida.
Surgen cuando se realizan actos o comentarios despectivos –
que generalmente son aceptados socialmente – pero que promueven estereotipos o
generan estigma sobre una persona. Los comentarios racistas, sexistas y
clasistas son un ejemplo de microagresiones en la vida cotidiana, pero existen
muchas más.
No sentarse junto a alguien en el metro por su aspecto,
interrumpir más a las mujeres que a los hombres cuando hablan porque creemos
que no tienen nada interesante que decir, pensar que alguien es menos
inteligente porque tiene un origen racial diferente al nuestro o creer que
quienes pertenecen a una clase social más desfavorecida son ciudadanos de
segunda son ejemplos de microagresiones en la vida cotidiana.
Del ataque directo a la ofensa encubierta, los tipos de
microagresiones
Existen dos tipos de microagresiones, según Derand Wing Sue,
psicólogo de la Universidad de Columbia nacido en Estados Unidos, pero de
origen asiático, de manera que ha sufrido en carne propia esos micro insultos y
ofensas:
- Microagresiones
abiertas. Son agresiones directas, palabras o actos que tienen el
objetivo de herir o hacer sentir mal deliberadamente a la otra persona.
- Microagresiones
encubiertas. Se trata de agresiones camufladas. Quien las comete
no ve ninguna mala intención en ellas porque es víctima de estereotipos y
prejuicios que refuerza a través de esas agresiones.
El problema de las microagresiones es que, a diferencia del
discurso de odio, son muy difíciles de detectar porque se basan en prejuicios
compartidos socialmente. Muchas veces no se manifiestan de forma verbal, sino
que pueden ser pequeñas acciones aparentemente inofensivas. A veces incluso
pueden esconderse tras un halago.
Ese carácter sutil de las microagresiones no mitiga su
impacto negativo en quien las sufre, sino que las vuelve aún más dañinas porque
son más difíciles de combatir y erradicar. Así las microagresiones se replican
y se vuelven tan comunes en el día a día que no llegamos a comprender la
verdadera magnitud del daño que provocan en las víctimas.
¿Por qué las microagresiones son dañinas?
Hay quienes piensan que las micro agresiones no son para
tanto. Piensan que el problema no es el “agresor” sino que la “víctima” es
demasiado sensible o que se toma las cosas demasiado a pecho. Sin embargo, es
necesario ponerse en el lugar de la persona que está sufriendo esas
microagresiones a diario.
Sue, por ejemplo, cuenta que muchas veces, tras dar una
conferencia, se le acercan los estudiantes y no solo lo felicitan por el
contenido de la clase sino también por su perfecto inglés. Ese tipo de
comentarios, que se repiten una y otra vez, le hacen sentir como un extranjero
en su país natal.
Una serie de experimentos realizados en la Universidad de
Princeton revelaron que cuando una persona sufre microagresiones en el
contexto de una entrevista de trabajo comete más errores, lo cual se convierte
en una profecía que se autocumple, limitando sus posibilidades de acceder al
puesto.
El problema de las microagresiones es que van creando una
bola de nieve. Un comentario sutil, un gesto pequeño, un acto insignificante se
van transformando en algo mayor que termina haciendo que la persona se sienta
diferente, rara o incluso inferior. Así las microagresiones terminan provocando
heridas invisibles que afectan la autoestima, la salud mental y el sentido de
inclusión de las personas que no cumplen con ciertos estándares sociales.
De hecho, no es inusual que una persona que sea objeto de
microagresiones de manera sistemática termine reaccionando de manera exagerada
y totalmente desproporcionada ante un simple comentario o una broma de mal
gusto. En realidad, esa persona no está reaccionando ante ese microinsulto sino
a todos los años de microinsultos que ha soportado. Ese comentario ha sido
simplemente la gota que ha colmado el vaso.
¿Cómo combatir las microagresiones?
Es importante entender que a través de las microagresiones
se cimientan estereotipos y los replicamos – a veces de manera inconsciente –
en las interacciones sociales. La microagresión tiene una fuerte repercusión,
tanto en el inconsciente de la víctima como en el subconsciente social. Por
tanto, contribuyen a reforzar prejuicios y a denigrar determinados grupos. Eso
significa que no deberían tener cabida en nuestras relaciones interpersonales.
Si sufrimos esos microinsultos, podemos realizar
una microintervención. Es decir, hacer algo que desarme la microagresión y
eduque a quien la ha hecho.
Si alguien nos dice algo que nos resulta ofensivo, es
importante no ponerse a la defensiva. Es importante partir del hecho de
que nadie es inmune a los prejuicios raciales, sexuales o de género heredados.
Ni siquiera nosotros.
Eso significa que no hay necesidad de enfadarnos con esa
persona, pero sí de educarla y hacerle notar esos prejuicios de una manera
respetuosa. Por tanto, debemos armarnos de paciencia y preguntarle qué ha
querido decir exactamente. Podemos aprovechar ese momento para hacerle notar
que sus palabras esconden un prejuicio que puede hacer daño a las personas.
En cualquier caso, debemos ser conscientes de que una cosa
es lo que creemos creer y lo que creemos realmente. Detectar los estereotipos y
prejuicios que usamos al relacionarnos con los demás nos convertirá en personas
más sensibles y abiertas. De hecho, deshacernos de las micro agresiones no solo
evitará que dañemos a otras personas, sino que es beneficioso para nosotros
porque nos permitirá relacionarnos sin ideas preconcebidas, lo cual ampliará
considerablemente nuestra visión del mundo.
Fuente: Ortiz, A. & Tejada, N. (2017) Campaña de
Mercadeo Social “Transforma la Norma: Microagresiones-Macroimpactos” Proyecto
Integrador. Trabajo de Titulación: Universidad San Francisco de Quito.
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