Psicología /desarrollo
personal
¿POR QUÉ SIEMPRE QUEREMOS SIEMPRE MÁS?
¿POR QUÉ SIEMPRE QUEREMOS SIEMPRE MÁS?
Alcanzar la felicidad y, sobre todo, atesorarla, no es tan fácil. Además de los numerosos obstáculos que nos interpone la vida, nosotros también nos encargamos de ir desdibujando la felicidad a través de un mecanismo muy curioso: la adaptación hedonista.
La cara más oscura de la
adaptación
La adaptación es un mecanismo que
nos permite sobrevivir incluso en las circunstancias más adversas. Cuando el
medio cambia, desplegamos una serie de recursos que nos permiten adaptarnos a
las nuevas circunstancias.
Gracias a nuestra increíble
capacidad para adaptarnos, podemos superar la muerte de una persona querida,
superar el impacto de una agresión o sobreponernos a un desastre natural.
Por supuesto, la adaptación
demanda que cambiemos, que potenciemos nuevas características que nos permitan
lidiar con el problema de la mejor manera posible. La adaptación nos cambia,
nos hace más resilientes.
Desde esta perspectiva, es un
mecanismo positivo ya que nos permite seguir adelante a pesar de la adversidad,
desarrollando un “yo” más fuerte.
Sin embargo, la adaptación
también tiene un lado más “oscuro” que nos arrebata la felicidad. Se trata de
la adaptación hedonista, un concepto que hace referencia a que incluso las
situaciones que producen más placer y felicidad, cuando se repiten día tras
día, dejan de ser gratificantes.
Con el paso del tiempo, la
alegría y la excitación que experimentábamos, así como el orgullo por lo que
habíamos conseguido, van disminuyendo. Comenzamos a ver la situación como algo
“normal”, nos acostumbramos a ella y pierde el encanto de la novedad.
El mayor problema es que si no
nos damos cuenta de que nuestra decisión ha cambiado, corremos el riesgo de
sentirnos permanentemente infelices, de ir siempre a por más, sin sentirnos
nunca satisfechos. De esta forma, necesitaremos experiencias cada vez más
intensas para obtener el mismo grado de satisfacción, justo como ocurre con las
personas que sufren una adicción.
¿Es posible escapar de la
adaptación hedonista?
Investigadores de la Universidad
de California reclutaron a personas que habían experimentado recientemente dos
tipos de cambios en sus vidas. El primer cambio se podría etiquetar como
“circunstancial” y se trataba de alteraciones en las circunstancias del entorno,
como, por ejemplo, mudarse, obtener un aumento o comprar un coche nuevo. El
segundo cambio, etiquetado como “intencional” demandaba un esfuerzo por parte
de la persona para alcanzar una meta, como, por ejemplo, comenzar una carrera
universitaria o escribir un libro.
A todas estas personas se les
pidió que evaluaran su nivel de felicidad durante varias semanas. Los
resultados mostraron que todos experimentaron un aumento del nivel de felicidad
inmediatamente después del cambio.
Sin embargo, la felicidad se
revirtió rápidamente a sus niveles iniciales en quienes habían experimentado un
cambio circunstancial. No obstante, quienes experimentaron un cambio
intencional se mantuvieron más tiempo reportando altos niveles de felicidad.
¿Por qué?
Nos sentimos felices cuando
vivimos experiencias positivas. Sin embargo, si vivimos la misma experiencia una
y otra vez, por muy maravillosa que sea, muy pronto se convertirá en algo
familiar y esa nueva fuente de felicidad se irá secando gradualmente, generando
menos placer y satisfacción.
Los cambios circunstanciales son
los que suelen producir más rápido este efecto. Mudarse a una casa nueva o
comprar un nuevo móvil genera inmediatamente una gran felicidad, pero esta
también disminuye rápidamente.
Al contrario, los cambios
intencionales nos permiten evitar la adaptación hedonista porque crean
continuamente nuevos escenarios, nos plantean nuevos retos desde el punto de
vista psicológico. En estos casos, nuestro cerebro se alimenta continuamente de
nuevas experiencias positivas.
3 antídotos contra la
adaptación hedonista
La adaptación hedonista es un
mecanismo que se activa de forma automática en todos nosotros. Sin embargo, eso
no significa que no se pueda detener, en realidad es suficiente con cambiar
nuestra forma de pensar y elegir con cuidado las cosas en las que nos
focalizaremos.
1. Apostar
por los cambios intencionales. Una de las claves para escapar de la
adaptación hedonista consiste en elegir los cambios intencionales. Esfuérzate
por empezar un nuevo proyecto en tu vida que realmente te motive y encaje con
tu personalidad. Identifica los elementos esenciales que te hacen disfrutar de
esa actividad y busca actividades similares, pero a la vez diferentes, que
también generen esa satisfacción. Por ejemplo, si disfrutas jugando al tenis,
también puedes considerar el badmintón y el squash. Se trata de incluir siempre
diferentes cambios que impliquen algo nuevo, de plantearte nuevos objetivos que
te mantengan motivado.
2. Mirar
al pasado con gratitud. A veces, mirar al pasado es conveniente, sobre
todo para darnos cuenta del punto del camino en el que estamos y comprender
cuánto hemos logrado. De hecho, mantener la vista siempre hacia el frente,
puede llegar a ser frustrante. Por eso, se recomienda mirar al pasado para
recordar el camino que hemos recorrido hasta llegar a donde estamos. Regocíjate
por los logros y por el esfuerzo. Recordar que lo que tenemos ha sido fruto de
sacrificios suele ser suficiente para volver a sentirnos agradecidos y
recuperar la satisfacción y la felicidad.
No dar nada por descontado. Uno de
los mecanismos de acción de la adaptación hedonista se basa en el hecho de que
una vez que hemos conseguido algo, lo damos por descontado. Sin embargo, en
realidad todo lo que tenemos, desde las posesiones hasta las personas que
amamos, mañana el destino podría arrebatárnoslas. Por eso, un excelente antídoto
contra la adaptación hedonista consiste en aprovechar los efectos de la gratitud cada
día, sentirnos agradecidos por esas cosas que nos hacen felices. Nunca des nada
por descontado, al contrario, oblígate cada día a apreciar esas cosas en su
justo valor.
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