14 junio 2019

¿POR QUÉ SIEMPRE QUEREMOS SIEMPRE MÁS?

Psicología /desarrollo personal                                                                               
¿POR QUÉ SIEMPRE QUEREMOS SIEMPRE MÁS?

Alcanzar la felicidad y, sobre todo, atesorarla, no es tan fácil. Además de los numerosos obstáculos que nos interpone la vida, nosotros también nos encargamos de ir desdibujando la felicidad a través de un mecanismo muy curioso: la adaptación hedonista.
La cara más oscura de la adaptación
La adaptación es un mecanismo que nos permite sobrevivir incluso en las circunstancias más adversas. Cuando el medio cambia, desplegamos una serie de recursos que nos permiten adaptarnos a las nuevas circunstancias. 
Gracias a nuestra increíble capacidad para adaptarnos, podemos superar la muerte de una persona querida, superar el impacto de una agresión o sobreponernos a un desastre natural.
Por supuesto, la adaptación demanda que cambiemos, que potenciemos nuevas características que nos permitan lidiar con el problema de la mejor manera posible. La adaptación nos cambia, nos hace más resilientes.
Desde esta perspectiva, es un mecanismo positivo ya que nos permite seguir adelante a pesar de la adversidad, desarrollando un “yo” más fuerte.
Sin embargo, la adaptación también tiene un lado más “oscuro” que nos arrebata la felicidad. Se trata de la adaptación hedonista, un concepto que hace referencia a que incluso las situaciones que producen más placer y felicidad, cuando se repiten día tras día, dejan de ser gratificantes.
Con el paso del tiempo, la alegría y la excitación que experimentábamos, así como el orgullo por lo que habíamos conseguido, van disminuyendo. Comenzamos a ver la situación como algo “normal”, nos acostumbramos a ella y pierde el encanto de la novedad.
El mayor problema es que si no nos damos cuenta de que nuestra decisión ha cambiado, corremos el riesgo de sentirnos permanentemente infelices, de ir siempre a por más, sin sentirnos nunca satisfechos. De esta forma, necesitaremos experiencias cada vez más intensas para obtener el mismo grado de satisfacción, justo como ocurre con las personas que sufren una adicción.
¿Es posible escapar de la adaptación hedonista?
Investigadores de la Universidad de California reclutaron a personas que habían experimentado recientemente dos tipos de cambios en sus vidas. El primer cambio se podría etiquetar como “circunstancial” y se trataba de alteraciones en las circunstancias del entorno, como, por ejemplo, mudarse, obtener un aumento o comprar un coche nuevo. El segundo cambio, etiquetado como “intencional” demandaba un esfuerzo por parte de la persona para alcanzar una meta, como, por ejemplo, comenzar una carrera universitaria o escribir un libro.
A todas estas personas se les pidió que evaluaran su nivel de felicidad durante varias semanas. Los resultados mostraron que todos experimentaron un aumento del nivel de felicidad inmediatamente después del cambio.
Sin embargo, la felicidad se revirtió rápidamente a sus niveles iniciales en quienes habían experimentado un cambio circunstancial. No obstante, quienes experimentaron un cambio intencional se mantuvieron más tiempo reportando altos niveles de felicidad. ¿Por qué?
Nos sentimos felices cuando vivimos experiencias positivas. Sin embargo, si vivimos la misma experiencia una y otra vez, por muy maravillosa que sea, muy pronto se convertirá en algo familiar y esa nueva fuente de felicidad se irá secando gradualmente, generando menos placer y satisfacción.
Los cambios circunstanciales son los que suelen producir más rápido este efecto. Mudarse a una casa nueva o comprar un nuevo móvil genera inmediatamente una gran felicidad, pero esta también disminuye rápidamente.
Al contrario, los cambios intencionales nos permiten evitar la adaptación hedonista porque crean continuamente nuevos escenarios, nos plantean nuevos retos desde el punto de vista psicológico. En estos casos, nuestro cerebro se alimenta continuamente de nuevas experiencias positivas.
3 antídotos contra la adaptación hedonista
La adaptación hedonista es un mecanismo que se activa de forma automática en todos nosotros. Sin embargo, eso no significa que no se pueda detener, en realidad es suficiente con cambiar nuestra forma de pensar y elegir con cuidado las cosas en las que nos focalizaremos.
1.      Apostar por los cambios intencionales. Una de las claves para escapar de la adaptación hedonista consiste en elegir los cambios intencionales. Esfuérzate por empezar un nuevo proyecto en tu vida que realmente te motive y encaje con tu personalidad. Identifica los elementos esenciales que te hacen disfrutar de esa actividad y busca actividades similares, pero a la vez diferentes, que también generen esa satisfacción. Por ejemplo, si disfrutas jugando al tenis, también puedes considerar el badmintón y el squash. Se trata de incluir siempre diferentes cambios que impliquen algo nuevo, de plantearte nuevos objetivos que te mantengan motivado.
2.      Mirar al pasado con gratitud. A veces, mirar al pasado es conveniente, sobre todo para darnos cuenta del punto del camino en el que estamos y comprender cuánto hemos logrado. De hecho, mantener la vista siempre hacia el frente, puede llegar a ser frustrante. Por eso, se recomienda mirar al pasado para recordar el camino que hemos recorrido hasta llegar a donde estamos. Regocíjate por los logros y por el esfuerzo. Recordar que lo que tenemos ha sido fruto de sacrificios suele ser suficiente para volver a sentirnos agradecidos y recuperar la satisfacción y la felicidad. 
No dar nada por descontado. Uno de los mecanismos de acción de la adaptación hedonista se basa en el hecho de que una vez que hemos conseguido algo, lo damos por descontado. Sin embargo, en realidad todo lo que tenemos, desde las posesiones hasta las personas que amamos, mañana el destino podría arrebatárnoslas. Por eso, un excelente antídoto contra la adaptación hedonista consiste en aprovechar los efectos de la gratitud cada día, sentirnos agradecidos por esas cosas que nos hacen felices. Nunca des nada por descontado, al contrario, oblígate cada día a apreciar esas cosas en su justo valor.

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