Psicología/Desarrollo Personal
TOMAR DECISIONES SIN ARREPENTIRSE
TOMAR DECISIONES SIN ARREPENTIRSE
Tomar buenas decisiones no es fácil, sobre todo cuando tenemos que lidiar con un alto grado de incertidumbre y no podemos vislumbrar a ciencia cierta las consecuencias de nuestras acciones. Por eso, a veces es conveniente procrastinar, sí, porqué procrastinar a veces nos hace tomar mejores decisiones dejar, mejor que dejarnos llevar por nuestro sexto sentido o esa corazonada que nos indica lo que sería mejor en la situación en la que estamos.
De
hecho, Sigmund Freud solía decir: “Cuando se trata de tomar una decisión
trivial, siempre he encontrado ventajoso considerar los pros y los contras. Sin
embargo, en asuntos vitales, la decisión debe venir desde el inconsciente,
desde algún lugar dentro”.
Lo que nos enseña la elección de
un cuadro
Imagina
que tu jefe te pide que vayas a comprar un cuadro de arte moderno para la
oficina. Sin embargo, cuando llegas a la galería, solo encuentras cinco
cuadros, ¿cómo elegirías?
Una
posibilidad es pensar en los pros y los contras de cada pieza, teniendo en
cuenta la personalidad de tu jefe, la imagen que quiere transmitir la empresa,
así como la decoración ya existente en la oficina. O podrías podría confiar en
tu instinto y elegir el cuadro que “te hace sentir bien”.
Según
las investigaciones más recientes, esta última es la mejor opción.
De
hecho, hace algunos años psicólogos de la Universidad de Ámsterdam llevaron a
cabo ese mismo experimento: le pidieron a un grupo de personas que miraran cinco
cuadros y eligieran uno. Al primer grupo se le pidió que estudiaran los cuadros
durante un minuto y medio, enumeraran algunas de las razones clave por las
cuales les gustaba o disgustaba cada uno, analizaran cuidadosamente, y luego
eligieran.
Al
segundo grupo simplemente se le pidió que miraran los cinco cuadros y eligieran
uno inmediatamente.
Al
tercer grupo le mostraron rápidamente los cuadros, les pidieron que resolvieran
una serie de anagramas durante cinco minutos y, a continuación, volvieron a
mostrarle los cuadros para que decidieran.
Después
de tomar sus decisiones, a todos los participantes les pidieron que indicaran
cuánto les gustaban los cuadros. A continuación, el experimentador tuvo un
arranque de generosidad y les regaló su cuadro preferido. Sin embargo, antes de
que cada persona abandonase el laboratorio, les pidió su número de teléfono.
Un mes
más tarde, los investigadores contactaron a los participantes y les preguntaron
cuán satisfechos se sentían con sus cuadros, si estarían dispuestos a venderlos
y por qué cantidad. Los resultados fueron, cuando menos, sorprendentes.
Las
personas que habían elegido valorando atentamente los pros y los contras se
habían mostrado muy seguros de su elección en el laboratorio. Sin embargo,
cuatro semanas más tarde el panorama cambió: quienes habían pasado unos minutos
resolviendo anagramas antes de seleccionar los cuadros fueron los que
reportaron una mayor satisfacción con su selección y los que pedían un mayor
precio por el cuadro, como muestra de que no estaban dispuestos a desprenderse
de la obra de arte con tanta facilidad.
El inconsciente es un aliado muy
poderoso que te conoce a la perfección
En
práctica, todo parece indicar que para tomar una buena decisión (entiéndase una
decisión con la cual nos sentimos satisfechos con el paso del tiempo, una
decisión de la que no nos arrepentimos), es importante no pensar demasiado, al
menos no de manera racional, y dejar que el inconsciente vaya elaborando sus
conclusiones. Es lo que se conoce como “Inteligencia Intuitiva”.
De
hecho, muchos psicólogos creen que debemos aprovechar más el poder de nuestra
mente inconsciente, no solo como una fuente de creatividad sino también para
tomar mejores decisiones. ¿Por qué?
En
práctica, cuando debemos decidir entre distintas alternativas que difieren
entre sí en pocos aspectos, nuestra mente consciente es nuestra mejor aliada ya
que puede evaluar la situación de manera racional e indicarnos el mejor camino.
Sin
embargo, cuando las cosas se complejizan, como nuestra mente consciente tiene una capacidad de procesamiento limitada y
no puede hacer malabares con un gran número de hechos y cifras, el resultado
que nos arroja no es tan bueno.
En ese
caso, lo que sucede es que, en vez de valorar la situación en su conjunto, la
mente consciente tiende a centrarse en los elementos más evidentes y, al
hacerlo, obvia el cuadro más grande. Al contrario, la mente inconsciente
funciona mejor cuando se trata de tomar decisiones complejas que abarcan muchos
aspectos de nuestra vida porque es capaz de valorar el cuadro general.
Además,
no podemos olvidar que nuestra mente inconsciente está en contacto con nuestros
impulsos reprimidos y con partes de nuestro “yo” que apenas conocemos. Por
tanto, se encuentra en una posición aventajada desde la que puede equilibrar nuestro
sentido del deber con nuestros deseos e impulsos. Como resultado, es probable
que, a largo plazo, nos sintamos mejor con la decisión.
Para
poner en marcha el inconsciente y escuchar lo que tiene que decir, es necesario
darle un margen de tiempo para que escrute todos los factores y arribe a una
decisión más equilibrada. Una excelente estrategia consiste en enfrascarnos en
otra actividad, mantener la mente consciente ocupada con otra tarea y después
volver a la decisión.
¿Elegir siempre con el inconsciente?
Las
decisiones de la vida real suelen ser mucho más complicadas que elegir un
cuadro. Por tanto, también podría ser un error dejarse llevar por ese impulso
que nace desde lo más profundo de nuestro “yo”.
Lo
ideal es encontrar un punto medio entre la mente consciente y la inconsciente.
Valora las alternativas de manera racional, pero asegúrate de escuchar lo que
tu inconsciente tiene que decir. Si tu instinto te empuja en una dirección, no
lo desatiendas, investiga por qué te atrae esa alternativa.
Quizás no se trate de una mala decisión y, a la larga, aunque no ganes mucho desde cierto punto de vista, podrías ganar en satisfacción y motivación.
Quizás no se trate de una mala decisión y, a la larga, aunque no ganes mucho desde cierto punto de vista, podrías ganar en satisfacción y motivación.
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