09 julio 2019

EL SESGO DE CONFIRMACIÓN NOS EMPUJA A TOMAR MALAS DECISIONES.


psicología / Desarrollo Personal
 EL SESGO DE CONFIRMACIÓN NOS EMPUJA A TOMAR MALAS DECISIONES.
El sesgo de confirmación es la tendencia a buscar, interpretar y recordar información que confirme nuestras creencias preexistentes. En otras palabras, consiste en fijarse y recordar solo los detalles que confirman nuestras expectativas o estereotipos.
La mayoría de las personas piensa que está libre de este sesgo cognitivo, pero lo cierto es que todos lo sufrimos, y es mucho más frecuente de lo que estaríamos dispuestos a reconocer. Lo peor de todo es que no solemos darnos cuenta y nos lleva a tomar malas decisiones en la vida.
¿Cómo nos afecta el sesgo de confirmación?
1.      Al buscar información. El sesgo de confirmación afecta la forma en que observamos el mundo que nos rodea. Si nos sentimos tristes, solos y desesperanzados, es probable que solo nos fijemos en lo felices que se ven los demás. A la vez, solo nos fijaremos en los sucesos negativos que nos ocurren, exagerando sus consecuencias. El sesgo de confirmación funciona como unos cristales grises que nos impiden ver los colores que nos rodean. De esta forma, solo nos fijamos en los detalles que confirman nuestra creencia y estado de ánimo.
2.      Al interpretar los datos. No tenemos una visión objetiva de la realidad, todo lo que nos sucede pasa por nuestros filtros mentales. De hecho, ni siquiera reaccionamos ante los eventos sino ante la interpretación que hacemos de lo que nos ocurre. Sin embargo, el sesgo de confirmación hace que esa interpretación sea aún más subjetiva ya que le damos a los datos el significado que más nos conviene, para ratificar lo que queremos creer. Esa es la razón por la cual, cuando nos estamos enamorando vemos en esa persona a un Adonis, pero durante el desenamoramiento comenzamos a notar sus defectos.
3.      Al recordar las cosas. Nuestra memoria no es un almacén donde colocamos todos nuestros recuerdos a buen recaudo. Los recuerdos cambian constantemente y no están a salvo del sesgo de confirmación. Un experimento clásico de la Psicología demostró que, en un juego entre las universidades de Princeton y Dartmouth, los estudiantes de las respectivas universidades que acudieron como espectadores recordaban más las faltas que había cometido el equipo contrario. Esto significa que cuando queremos que algo sea real, podemos elegir qué recuerdos lo confirman, o incluso retocar algunas de nuestras memorias.
¿Por qué todos somos víctimas del sesgo de confirmación?
No nos gusta equivocarnos, creemos que cometer errores nos convierte en personas menos listas y capaces. Esa es una de las razones por las que buscamos evidencias que respalden nuestras creencias y opiniones. Así evitamos la disonancia cognitiva, un fenómeno particularmente desagradable con el que no nos gusta lidiar porque en muchos casos conlleva a un cambio en la imagen que tenemos de nosotros mismos.
Así lo confirma un experimento realizado en la Universidad del Sur de California en el que los investigadores presentaron a los participantes evidencias contrarias a sus creencias políticas mientras eran sometidos a un escáner cerebral. Apreciaron que en las personas se activaban las áreas del cerebro asociadas con el dolor físico. Eso significa que percibimos la disonancia cognitiva como un hecho doloroso con el cual nos resulta difícil lidiar.
Obviamente, es fácil aceptar puntos de vista diferentes cuando se trata de cosas que no nos importan mucho, pero todo cambia cuando esos hechos se refieren a creencias profundamente arraigadas que forman parte del núcleo central de nuestra identidad. En esos casos, el ataque a nuestro ego es demasiado grande, lo cual genera ansiedad y estrés.
De hecho, se ha apreciado que una situación de disonancia cognitiva desencadena una respuesta de lucha o huida, la misma que se activa cuando creemos que estamos en peligro. Por tanto, podemos reaccionar escapando o luchando, en el sentido más literal o metafórico del término. En cualquier caso, ponemos en marcha el sesgo de confirmación, el cual nos ayuda a recuperar el equilibrio perdido, afianzando la imagen que tenemos de nosotros mismos.
A la disonancia cognitiva se le suman otros fenómenos que acentúan aún más el sesgo de confirmación:
1.      El objetivo esencial de nuestro cerebro es la autoprotección, lo cual se aplica tanto en el plano físico como psicológico. Dado que los hechos contrapuestos desafían nuestra identidad, el cerebro los percibe como una amenaza psicológica, pero se protege como si fuera una amenaza física real.
2.      Hay demasiada información que procesar. Barajar hipótesis opuestas y tratar de evaluar las evidencias a favor y en contra de cada una es un proceso mental que requiere una gran energía. En esos casos, nuestro cerebro puede “optimizar” un acceso directo para llegar más rápido a una solución. Y por supuesto, es mucho más fácil centrarse en lo que ya conocemos que respalde nuestras creencias.
¿Cómo evitar el sesgo de confirmación?
Si bien es imposible deshacerse por completo de los sesgos cognitivos, podemos tomar algunas precauciones para que no nos lleven a tomar malas decisiones en la vida. De hecho, tomar decisiones desde una perspectiva sesgada suele conducirnos a las recriminaciones y los arrepentimientos.
1.      Asumir la vida con curiosidad, no desde la convicción
Cuando asumimos cada interacción como una posibilidad para ponernos a prueba, adoptando convicciones rígidas, inevitablemente sucumbiremos al sesgo de confirmación.
Así lo demuestra un estudio realizado en la Universidad de Columbia. Estos investigadores analizaron a dos grupos de niños en edad escolar: el primer grupo solía evitar los problemas desafiantes por miedo a equivocarse mientras que el segundo grupo buscaba activamente nuevos retos ya que los comprendían como oportunidades de aprendizaje. Descubrieron que el segundo grupo superó con creces al primero.
Eso significa que debemos concentrarnos menos en tener razón y más en experimentar la vida con curiosidad, con la actitud del estudiante eterno o del niño que se maravilla. Debemos estar dispuestos a equivocarnos porque solo así podremos abrirnos a nuevas ideas.
2.                 Buscar el desacuerdo
Comprender varios puntos de vista puede ayudarnos a refinar nuestra perspectiva e incluso hacer que cambiemos nuestras creencias más arraigadas. ¿El truco? Rodearse de personas que tengan puntos de vista opuestos.
Cuando lidiamos con gente que piensa de manera diferente, nos abrimos a la diversidad y esta deja de molestarnos. Por tanto, nuestro ego no se siente atacado continuamente y es menos probable que necesitemos activar el sesgo de confirmación.
De hecho, una técnica muy eficaz para tomar decisiones importantes en la vida consiste en perdirle a alguien cercano que haga de “abogado del diablo” y nos brinde sus razones para no tomar la decisión hacia la que más nos sentimos inclinados. Eso nos hará ver otros puntos de vista y tomar una decisión más racional.
3.                 Reflexionar sobre el pensamiento
Para luchar contra los sesgos cognitivos, debemos aprender a detectar nuestras reacciones instintivas. Por tanto, la próxima vez que encuentres datos que confirmen completamente tu visión del mundo, detente y piensa en todas las suposiciones que probablemente estás haciendo. Busca formas de demostrar que estás equivocado centrándote en todos los detalles que probablemente estás pasando por alto.
La introspección siempre es un buen ejercicio porque nos permite conocernos mejor y mantenernos atentos a los sesgos que puede activar automáticamente el cerebro. Un excelente ejercicio, para que nuestro ego no se sienta atacado, consiste en imaginar que somos otra persona, que piensa de manera completamente diferente. Al ponernos en su lugar podemos encontrar razonamientos y puntos de vista diferente que saquen a colación nuestros sesgos cognitivos.

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