Psicología/Desarrollo Personal
LA LEY DEL DESAPEGO:
“El mundo está lleno de sufrimientos; la raíz del sufrimiento es el apego; la supresión del sufrimiento es la eliminación del apego”. Buda
LA LEY DEL DESAPEGO:
“El mundo está lleno de sufrimientos; la raíz del sufrimiento es el apego; la supresión del sufrimiento es la eliminación del apego”. Buda
- ¿Dónde están sus muebles? –
preguntó el turista.
Y el sabio también preguntó: -
¿Y dónde están los suyos?
- ¿Los míos? – se sorprendió el
turista - ¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!
- Yo también… – concluyó el
sabio.
Esta fábula representa a la
perfección uno de los pilares del budismo, filosofía de la cual ha bebido en
los últimos tiempos la Psicología: el desapego, que se convierte en una de las
principales vías para alcanzar la tranquilidad espiritual, el bienestar y la
felicidad. No obstante, también es uno de los mandamientos más difíciles de
seguir.
El apego es una expresión de inseguridad
La ley del desapego nos indica
que debemos renunciar a nuestro apego a las cosas, lo cual no significa que
renunciemos a nuestras metas, no renunciamos a la intención sino más bien al
interés por el resultado. A primera vista, puede parecer una nimiedad o un
cambio insustancial, pero en realidad, se trata de una transformación colosal
en nuestra forma de comprender el mundo y en nuestra manera de vivir.
De hecho, en el mismo momento
en que renunciamos al interés por el resultado, nos desligamos del deseo, que a
menudo confundimos con la necesidad y que nos conduce a perseguir metas que
realmente no nos satisfacen. En ese momento, adoptamos una actitud más relajada
y, a pesar de que puede parecer un contrasentido, nos resulta más fácil
conseguir lo que deseamos. Esto se debe a que el desapego sienta sus bases en
la confianza en nuestras potencialidades, mientras que el apego se basa en el
miedo a la pérdida y la inseguridad.
Cuando nos sentimos inseguros,
nos apegamos a las cosas, a las relaciones o a las personas. Sin embargo, lo
curioso es que mientras más desarrollamos ese apego, más se acrecienta nuestro
miedo a la pérdida. Ese miedo no solo afecta nuestra estabilidad emocional,
sino que también nos puede llevar a crear patrones de comportamiento
disfuncionales.
Por ejemplo, podemos
desarrollar un apego enfermizo a las cosas, como las personas que no pueden
vivir sin su smartphone e incluso sufren alucinaciones
auditivas provocadas por el hábito de estar siempre pendientes de la próxima
llamada o mensaje. Por supuesto, también podemos caer en patrones relacionales
dañinos, que ahoguen a la persona que amamos y terminen dañando profundamente
la relación o incluso rompiéndola.
Sin embargo, el desapego
predica otra forma de relacionarse, implica no depender de lo que tenemos o de
esa persona con la cual hemos establecido vínculos afectivos. Es importante
comprender que el desapego no significa no amar, sino ser autónomos, liberarnos
del miedo a la pérdida para comenzar a disfrutar realmente de lo que tenemos o
de la persona que amamos. El desapego no significa dejar de disfrutar y
experimentar placer sino todo lo contrario, comenzar a vivir de forma más
plena, porque nuestras experiencias dejan de estar ensombrecidas por el temor a
la pérdida.
La incertidumbre como camino
El apego es el producto de una
conciencia de pobreza, que se centra en los símbolos. De hecho, para el
budismo, la vivienda, la ropa, los coches y los objetos en sentido general, son
símbolos transitorios, que vienen y van. Perseguir esos símbolos equivale a
esforzarse por atesorar el mapa, pero no implica disfrutar del territorio. Por
eso, terminamos sintiéndonos vacíos por dentro. En práctica, cambiamos nuestro
“yo” por los símbolos de ese “yo”.
¿Por qué perseguimos esos
símbolos? Básicamente, porque nos han hecho pensar que en las posesiones
materiales radica la seguridad. Pensamos que al tener una casa y ganar mucho
dinero, nos sentiremos seguros. De hecho, hay quienes piensan: “Me sentiré
seguro cuando tenga X cantidad de dinero. Entonces seré libre económicamente y
podré hacer lo que me gusta”. Sin embargo, lo curioso es que, en muchos
casos, mientras más dinero se posee, más inseguras se sienten las personas.
El problema radica en que
identificar la seguridad con las posesiones no es más que una señal de
inseguridad y, obviamente, la tranquilidad que pueden brindar es efímera.
Quienes buscan la seguridad, la persiguen durante toda su vida, sin llegar a
encontrarla.
Esto se debe a que buscar la
seguridad y la certeza no es más que un apego a lo conocido, un apego al
pasado. Lo conocido es simplemente una prisión construida a partir del
condicionamiento anterior. No prevé la evolución, y cuando no hay cambios,
simplemente aparece el caos, el estancamiento y la decadencia.
Al contrario, es necesario
afianzarse en la incertidumbre. Esta es terreno fértil para la creatividad y la
libertad ya que implica entrar en lo desconocido, un gran abanico de
posibilidades donde todo es nuevo. Sin la incertidumbre, la vida es tan solo
una repetición de los recuerdos, de las experiencias que ya hemos vivido. Por
tanto, nos convertimos en víctimas del pasado.
Cuando renunciamos al apego a
lo conocido, podemos adentrarnos en lo desconocido, abrazar la incertidumbre y
abrirnos a nuevas experiencias que alimentan nuestras ganas de vivir y nos
convierten en personas más felices.
Los problemas como oportunidades
La ley del desapego no nos
indica que no debemos tener metas. Cuando abrazamos el desapego no nos
convertimos en hojas movidas por el viento. De hecho, en el budismo las metas
son importantes para marcar la dirección en la que caminaremos. Sin embargo, lo
interesante es que entre el punto A y el punto B, existe incertidumbre, lo cual
significa un universo prácticamente infinito de posibilidades. Así, para
alcanzar nuestro objetivo, podemos seguir diferentes caminos y cambiar la
dirección cuando lo deseemos
Esta manera de comprender la
vida nos reporta otra ventaja: no forzar las soluciones a los problemas y
mantenernos atentos a las oportunidades. Cuando ponemos en práctica el
verdadero desapego, no nos sentimos obligados a forzar las soluciones de los
problemas, sino que somos pacientes y esperamos y, mientras lo hacemos,
encontramos las oportunidades.
De hecho, según el budismo,
cada problema encierra una oportunidad que conlleva a su vez algún beneficio.
Lo que sucede es que, con la mentalidad del apego, nos asustamos e intentamos
forzar la solución, de manera que la mayoría de las veces solo nos centramos en
la parte negativa del problema y desaprovechamos la oportunidad que esta
encierra.
Sin embargo, cuando creemos que
cada problema contiene la semilla de la oportunidad, nos abrimos a una gama
mucho más amplia de oportunidades. De esta forma, no solo sufriremos mucho
menos en la adversidad, sino que encontraremos más rápido la solución y esta
nos permitirá crecer como personas.
Recuerda que: “Todas
las cosas a las que te apegas, y sin las que estás convencido que no puedes ser
feliz, son simplemente tus motivos de angustia. Lo que te hace feliz no es la
situación que te rodea, sino los pensamientos que hay en tu mente…”Como colofón, te invito a leer estas frases budistas, una sabiduría ancestral que puedes poner en práctica para mejorar tu día a día y lograr un estado de plenitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario