psicología / Desarrollo Personal
PSICOLOGÍA INVERSA: PARA SER FELIZ, CÉNTRATE EN LO QUE NO
TE HACE FELIZ
Cuando éramos pequeños y nuestros padres nos prohibían algo,
inmediatamente aquello se volvía más apetecible ante nuestros ojos. Bastaba que
algo fuese prohibido para que nuestra mente se pusiera en marcha inventando mil
formas posibles para transgredir esa norma, preferentemente sin que nos
pillaran in fraganti.
La Psicología Inversa sigue, de cierta forma, esta
lógica. Se trata de un conjunto de técnicas aparentemente contradictorias que
nos reportan resultados positivos. De hecho, se pueden aplicar fácilmente a
nuestra vida cotidiana.
¿Curar la depresión esforzándose por sentirse peor?
Hace unos 20 años el psicólogo clínico Randy J. Paterson se
dio cuenta de que no estaba haciendo grandes progresos con su grupo de
pacientes. Se trataba de un grupo compuesto por personas que habían estado
ingresadas debido a una depresión severa. Su misión era aliviar los síntomas y
mantenerlos a salvo, evitando la aparición de ideas suicidas.
El problema era obvio: Paterson no lograba eliminar el
pesimismo del grupo. Muchas de esas personas ya se habían sometido a terapia
antes y no habían logrado grandes avances, ¿por qué esa vez iba a ser
diferente?
De hecho, estos pacientes, como muchos que llegan a las
consultas de Psicología, se mostraban escépticos. No creían que pudieran ser
felices o sentirse mejor ni que la terapia fuese a funcionar. Entonces a
Paterson se le ocurrió una idea brillante: ¿Y si les pedía que se sintieran
peor? La respuesta de los pacientes no se hizo esperar. Curiosamente, se
involucraron en el tratamiento y lograron avanzar.
A partir de aquel momento, la Psicología Inversa se
convirtió en una alternativa a la Psicología Positiva y a la obsesión con la
felicidad que parece haberse apoderado de nuestra cultura. Su mensaje es
sencillo: si quieres ser más feliz, céntrate en lo malo.
La presión por ser felices nos hace infelices
Según Paterson, buscar la felicidad puede ser agotador para
muchas personas. Además, en ciertas circunstancias, como cuando atravesamos un
periodo difícil de nuestra vida, simplemente es algo innatural. También es
difícil para las personas a quienes la mera perspectiva del cambio les
aterroriza tanto que les impide avanzar.
De hecho, diferentes estudios realizados con posterioridad
respaldan su idea. Un experimento llevado a cabo en la Universidad de Denver,
por ejemplo, descubrió que cuanto más valoraban las personas la felicidad,
menos felices se percibían. Estos psicólogos consideran que esa aparente
paradoja tiene una explicación lógica: valorar excesivamente la felicidad puede
hacer que nos sintamos particularmente decepcionados cuando no somos felices.
Otro experimento realizado en la Universidad de Nueva Gales
del Sur reveló que la búsqueda obsesiva de la felicidad, sumado a la presión
social por ser felices y evitar los sentimientos negativos, en realidad genera
comportamientos desadaptativos y nos conduce a experimentar más emociones
negativas.
Un estudio adicional realizado en la Universidad de Toronto
reveló que cuando nos proponemos ser felices a toda costa, tenemos la
percepción de que el tiempo vuela, por lo que aumentan las probabilidades de
sentirnos agobiados. La búsqueda obsesiva de la felicidad trastorna nuestra
percepción del tiempo.
En resumen, obsesionarnos con la felicidad puede hacernos
más infelices. Según la Psicología Inversa, podríamos lograr ser más
felices si recorremos el camino contrario; o sea, nos centramos en nuestros
malos hábitos y en las cosas que nos hacen sentir mal, una estrategia contraintuitiva
que puede dar buenos resultados a largo plazo.
¿Cómo puedes ser feliz enfocándote en lo que te hace más
desgraciado?
La Psicología Inversa nos libera de la presión que genera
buscar la felicidad. Eso hace que bajemos las barreras mentales y podamos ver
con mayor claridad todos aquellos hábitos y las cosas que nos hacen sentir
peor. Es decir, logramos quitarnos la venda de los ojos y dejamos de
autoengañarnos.
De hecho, una de las principales barreras para crecer
consiste precisamente en que no nos percatamos de las creencias, actitudes,
pensamientos y patrones de comportamiento que nos hacen más desgraciados.
Simplemente vamos cayendo en ellos, como si resbalásemos poco a poco por un
túnel. Intentar amplificar esas señales nos permitirá tomar nota de
nuestro diálogo interior.
De hecho, si nos damos cuenta de que si queremos sentirnos
mal, solo debemos tirarnos en la cama sin hacer nada, también podemos pensar
que para sentirnos mejor debemos hacer justo lo contrario: salir de casa. Se
trata de un cambio de perspectiva natural, no forzado, que nos brinda una
opción de comportamiento alternativa.
La Psicología Inversa nos ayuda a darnos cuenta de que en
realidad no somos tan desgraciados y/o infelices como creíamos.
Percatarnos de ello puede generar un sentimiento de empoderamiento e
incluso puede devolvernos la esperanza de que mañana todo será mejor.
Por supuesto, la Psicología Inversa no es para todos – tiene
sus contraindicaciones – pero funciona muy bien cuando nos sentimos paralizados
y agobiados ya que nos sirve para desbloquear nuestros recursos interiores
eliminando las barreras que nosotros mismos hemos levantado. Este cambio de
perspectiva nos resta tensión, ayudándonos a reencontrar el equilibrio perdido.
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