Filosofía / VIRTUD/RELIGIÓN
RELIGIÓN: Es la virtud por la que el hombre ofrece a Dios el culto debido y se somete a El como su Señor (Cf. II-II, 81).
En
general, “damos cultos a las personas que honramos, recordamos o
visitamos con frecuencia” (II-II, 81, 1, rta 4). Pero esto se da especialmente
con Dios, por ser “primer principio de la creación y gobierno de las cosas”
(II-II, 81, 3, c).
La
religión cumple gustosa y alegremente la bella obligación de honrar a Dios,
“haciendo de la necesidad virtud, y cumpliendo voluntariamente su deber”
(II-II, 81, 2, rta 2).
El
hijo honra a su padre… pero si yo soy Padre ¿dónde está mi honor? (Mal 1,
6).
Como la
santidad, la religión implica dos cosas. Primero, la pureza
interior, por la que “nuestra mente se separa de las cosas inferiores para que
pueda unirse al ser supremo… sin pureza no hay unión posible de nuestra mente
con Dios” (II-II, 81, 8, c). Segundo, la firmeza en la unión con
Dios, esto es, “la firme aplicación que el hombre hace de su mente y sus actos
a Dios” (II-II, 81, 8, c).
Tengo
la certeza de que ni la muerte ni la vida podrá separarnos del amor de Dios (Rom 8, 38-39).
Actos
interiores y exteriores
“A Dios
se le honra… no solo con actos interiores, sino también con actos exteriores”
(II-II, 81, 7, sc). “El alma humana necesita para su unión con Dios ser llevada
como de la mano por las cosas sensibles…. Por eso es necesario que en el culto
divino nos sirvamos de elementos corporales para que, a manera de signos,
exciten la mente humana a la práctica de los actos espirituales con los que
ella se une a Dios. Por consiguiente, la religión considera, de hecho, los
actos interiores como principales y adecuados; a los exteriores,
en cambio, los tiene por secundarios y subordinados a los interiores” (II-II,
81, 7, c).
“Los actos exteriores no
se ofrecen a Dios como si El tuviese necesidad de ellos… Se le ofrecen como
símbolos de los actos interiores y espirituales, que son los
que por sí mismos Dios acepta. Por eso dice San Agustín…: El sacrificio visible
es un sacramento, es decir, una señal sagrada del sacrificio invisible” (II-II,
81, 7, rta 2).
Mi
corazón y mi carne se gozan por el Dios vivo (Salmo 83, 3)
Actos
propios e imperados
Además
de la distinción entre actos interiores y exteriores, podemos distinguir en la
religión otros dos tipos de actos. Unos, los propios, por los que
el hombre se ordena exclusivamente a Dios; estos “son muchos: dar culto,
servir, hacer votos, orar, sacrificar, y no pocos más por el estilo” (II-II,
81, 3, Obj 2). “Otros, los que realiza por medio de las virtudes, sobre
las que impera, ordenándolos al honor divino…según esto, el visitar huérfanos y
viudas en sus tribulaciones, es acto emanado de la misericordia, y acto
imperado por la religión” (II-II, 81, 1, rta 1). Todas las virtudes pueden
realizarse para la gloria de Dios.
Con un
mismo acto religioso el hombre da culto a Dios y lo sirve, como signo de la
sujeción a El. “A estos dos actos se reducen cuantos se atribuyen a la
religión, ya que con todos ellos el hombre da testimonio de la excelencia
divina y de sumisión a Dios; en unos casos, poniendo algo de su parte; en
otros, participando de algún bien divino” (II-II, 81, 3, rta 2).
La
religión pura e inmaculada ante nuestro Dios y Padre consiste en visitar a los
huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y conservarse sin mancha en este
mundo (Sant 1, 27).
Las
imágenes religiosas
“No se
da culto religioso a las imágenes por lo que son en sí, como cosas, sino en
cuanto que las consideramos exclusivamente como imágenes que nos llevan al Dios
encarnado. Nuestra devoción, por consiguiente, a una imagen, en cuanto imagen,
no termina en ella, sino que va dirigida a lo que ella representa” (II-II, 81,
3, rta 3).
Vicios
contrarios
Como
vicios contrarios a la religión tenemos por defecto, la irreligiosidad,
por la que se desprecia el culto debido a Dios y se omiten los actos
religiosos. Y por exceso, la superstición, cuando se da culto “a
quién no se debe, o cuando no se debe, o de algún otro modo inconveniente”
(II-II, 81, 5, rta 3).
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