Psicología sin Reservas
LAS 5 LEYES FUNDAMENTALES DE LA ESTUPIDEZ HUMANA, SEGÚN CIPOLLA
LAS 5 LEYES FUNDAMENTALES DE LA ESTUPIDEZ HUMANA, SEGÚN CIPOLLA
“Los estúpidos son más temibles que la mafia, que el
complejo industrial-militar o que la Internacional Comunista. Son un grupo no
organizado, sin jefe ni norma alguna, pero que pese a ello actúa en perfecta
sintonía, como guiado por una mano invisible.
“Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa
más natural del mundo, el estúpido aparecerá al improviso para echar a perder
tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida y el trabajo, hacerte perder
dinero, tiempo, buen humor, productividad, y todo esto sin malicia, sin
remordimientos y sin razón. Estúpidamente”.
Son las palabras del famoso profesor de historia económica
Carlo Cipolla, quien impartió clases en la Universidad de Pavía y la
Universidad de Berkeley y publicó trabajos académicos en los que analizaba la
superpoblación a lo largo de la historia pero que ha pasado a la posteridad
gracias a su “Teoría de la Estupidez”, condensada en su libro “Allegro, ma non
troppo”, un tratado sobre la estupidez humana con tintes satíricos.
Las 5 leyes fundamentales de la estupidez humana
1. Siempre e inevitablemente, cada uno de nosotros
subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo.
Que existen personas estúpidas no es una novedad. Pero
Cipolla estaba convencido de que subestimamos su número e influencia en
nuestras vidas y en la sociedad. Afirmaba que “cualquier estimación numérica
resultaría ser una subestimación”.
Basta pensar, por ejemplo, en esas personas que habíamos
catalogado como inteligentes pero que de repente comienzan a comportarse de
manera insensata y obtusa. O basta salir a la calle para constatar cómo muchas
personas se empeñan en obstaculizarnos, sin ninguna razón aparente más que la
estupidez.
2. La probabilidad de que una persona determinada sea
estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma
persona.
Cipolla estaba convencido de que la estupidez era una
característica más, como tener el cabello rubio o los ojos negros. Por tanto,
se encuentra distribuida en todos los círculos de la sociedad en una proporción
más o menos similar. Cita un estudio sobre el nivel de estupidez en los cuatro
grandes estratos que componen las universidades: bedeles, empleados,
estudiantes y docentes. En ese análisis se comprobó que la distribución de la
estupidez era uniforme, sin importar cuánto ascendiéramos en el nivel
educativo.
“Tanto si uno se dedica a frecuentar los círculos
elegantes como si se refugia entre los cortadores de cabezas de la Polinesia,
si se encierra en un monasterio o decide pasar el resto de su vida en compañía
de mujeres hermosas, persiste el hecho de que deberá siempre enfrentarse al
mismo porcentaje de gente estúpida”, concluyó.
3. Una persona estúpida es aquella que causa daño a otra
persona o grupo sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí o incluso
causándose un prejuicio.
Cipolla no consideraba la estupidez como una cuestión de
cociente intelectual, sino más bien de falta de inteligencia relacional. Parte
de la idea de que al relacionarnos podemos obtener beneficios y proporcionar
beneficios a los demás o, al contrario, podemos causarnos perjuicios o causar
daños a los demás. Una persona estúpida es aquella que daña a los demás y a
menudo también a sí misma.
Su comportamiento es irracional y difícil de entender, pero
es probable que recuerdes a más de una persona que te obstaculizó el camino
generando dificultades, frustraciones y perjuicios, aunque no ganase
absolutamente nada con ello. Según su teoría de la estupidez humana, “existen
personas que, con sus inversosímiles acciones, no solo causan daños a otras
personas, sino también a sí mismas. Estas personas pertenecen al género de los
superestúpidos”.
4. Las personas no estúpidas subestiman siempre el
potencial nocivo de las personas estúpidas.
Según Cipolla, olvidamos continuamente el peligro que
representan las personas estúpidas. Afirma que “los estúpidos son peligrosos
y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender
un comportamiento estúpido”.
Generalmente su ataque nos toma por sorpresa e incluso
cuando lo sufrimos, nos resulta difícil organizar una defensa racional porque
el ataque en sí mismo carece de racionalidad. Al subestimar su poder, nos
quedamos vulnerables y, por ende, a merced de su imprevisibilidad.
También podemos caer en el error de pensar que una persona
estúpida solo puede hacerse daño a sí misma, que somos inmunes a sus acciones,
pero con este pensamiento confundimos la candidez con la estupidez y, al
creernos invulnerables, bajamos nuestras defensas.
5. La persona estúpida es la más peligrosa que
existe.
“Todos los seres humanos están incluidos en cuatro
categorías fundamentales: los incautos, los inteligentes, los malvados y los
estúpidos […] La persona inteligente sabe que es inteligente. El malvado es
consciente de que es un malvado. El incauto está penosamente imbuido del
sentido de su propia candidez. Al contrario que todos estos personajes, el
estúpido no sabe que es estúpido. Esto contribuye a dar mayor fuerza,
incidencia y eficacia a su acción devastadora. El estúpido no está inhibido por
la autoconciencia”, escribió Cipolla para perfilar la última ley
fundamental de la estupidez humana.
Cipolla representa en este gráfico los 4 tipos de personas
teniendo en cuenta a quién benefician o perjudican sus comportamientos:
Y nos alerta además de que “algunos estúpidos causan
normalmente solo perjuicios limitados, pero hay otros que llegan a ocasionar
daños terribles, no ya a uno o dos individuos, sino a comunidades o sociedades
enteras. La capacidad de hacer daño que tiene una persona estúpida depende de
[…] la posición de poder o de autoridad que ocupa en la sociedad”.
¿Cómo protegerse de la estupidez humana?
“La inteligencia y la estupidez no son lo contrario una
de la otra, ni la estupidez es la falta de inteligencia, sino que la
inteligencia es el producto, mas o menos fracasado, de una serie continuada de
intentos para dominar, o escapar, a la estupidez constitutiva de todo lo humano”,
escribió Matthijs Van Boxsel.
Más allá de etiquetar a las personas, es importante
comprender los riesgos que representa la estupidez. En realidad, todos podemos
comportarnos de manera estúpida, si no medimos el alcance de nuestras acciones
o palabras. Si no desarrollamos un pensamiento crítico y nos olvidamos de la
necesaria instrospección, podemos convertirnos en víctimas de la estupidez,
sufriéndola o ejerciéndola.
Un estudio muy interesante realizado en la Universidad
Eötvös Loránd nos da otras pistas para ganar en autoconciencia al determinar
las 3 causas de la estupidez humana:
1. Ignorancia o exceso de confianza. Sería el
grado de estupidez más elevado y aparece en las personas que asumen riesgos de
cualquier tipo, aunque carecen de las habilidades o conocimientos necesarios
para afrontarlos.
2. Falta de control. Es un grado medio de
estupidez que corresponde con las personas impulsivas, que carecen de
autocontrol y actúan dejándose llevar por el primer impulso.
3. Distracción. Sería el grado más leve de
estupidez, que se manifiesta en quienes no logran realizar algo debido a que no
ponen atención o no destinan los recursos suficientes, esforzándose
inútilmente.
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