Psicología/Desarrollo Personal
TAMBIÉN HAY QUE APRENDER A
AGRADECER LO QUE NO FUE
La prisa nos engulle y el futuro
nos consume. A caballo entre las prisas cotidianas y con la mirada
permanentemente puesta en los objetivos futuros, a menudo damos por descontado
muchos regalos de la vida presente son caídos del cielo y es cuando olvidamos. Practicar el
agradecimiento, al contrario, implica hacer un alto para apreciar lo que
tenemos. Sin embargo, ¿qué sucedería si extendiéramos ese agradecimiento
también a aquellas cosas que no fueron?
Por cada camino que elijes, te
quedan otros sin recorrer
“Hay que aprender a agradecer
lo que no fue”, escribió la psicóloga Maritere Lee refiriéndose a cómo el
agradecimiento puede tener un papel liberador, permitiéndonos hacer las paces
con nuestro pasado, con lo no logrado y, en sentido general, con todo aquello
que pudo ser pero que finalmente no fue.
A lo largo de la vida, para que
algunas cosas sean, otras no pueden ser. Podemos entender mejor este concepto
si imaginamos que en cada punto de la vida nos encontramos ante muchísimos
caminos. Algunos son muy parecidos, otros diametralmente opuestos. Cada vez que
tomamos una decisión, por pequeña que sea, elegimos un camino y los otros se
cierran automáticamente.
Por eso, para que algunas cosas
se hagan realidad, otras deben desaparecer de nuestro universo. Quedarnos
aferrados a esos otros caminos que vislumbramos pero que no tuvimos el coraje
de emprender o simplemente no tomamos porque la vida nos empujó en otra
dirección, es completamente improductivo y genera infelicidad.
Si a cada rato te haces la pregunta
“¿Qué hubiera pasado si…?”, es probable que te hayas quedado atascado en
algunos de esos cruces de camino. Como resultado, te será muy difícil avanzar
porque arrastras contigo el peso de las posibilidades que nunca fueron y que ya
no podrán ser. Esa pregunta implica que no has hecho las paces con tus
decisiones y que no te sientes a gusto en tu presente porque sientes la
necesidad de mirar atrás continuamente. Sin darte cuenta, hipotecas tu presente
por algo que ya no será.
El agradecimiento por lo que
no fue
En cambio, sentirse agradecido
también por todo aquello que no fue, pero que en algún momento fue una
posibilidad, nos permite liberarnos de la carga del pasado. Aceptar nuestras
decisiones nos ayuda a deshacernos del resentimiento, el rencor o los
remordimientos, permitiéndonos construir un futuro mejor.
Aprender a agradecer lo que no
fue también nos ayuda a hacer las paces con nuestro “yo”, con la persona que
tomó esas decisiones y que hoy nos ha llevado hasta donde estamos. Después de
todo, como escribió Hermann Hesse: "La vida de cada hombre es un camino
hacia sí mismo".
Eso significa que no hay caminos buenos o malos, en el sentido restrictivo de ambos términos, sino que las decisiones que tomamos son aquellas que necesitamos para crecer, aunque en un primer momento no nos parezcan las más adecuadas. Significa ser conscientes de que nuestras elecciones quizá no sean las mejores, pero sin duda tenían sentido para nosotros en el momento en que las tomamos, con el grado de madurez que teníamos y el conocimiento del que disponíamos.
Eso significa que no hay caminos buenos o malos, en el sentido restrictivo de ambos términos, sino que las decisiones que tomamos son aquellas que necesitamos para crecer, aunque en un primer momento no nos parezcan las más adecuadas. Significa ser conscientes de que nuestras elecciones quizá no sean las mejores, pero sin duda tenían sentido para nosotros en el momento en que las tomamos, con el grado de madurez que teníamos y el conocimiento del que disponíamos.
Entonces, ¿cómo experimentar
agradecimiento por lo que no fue?
Celebra todas y cada una de tus
decisiones porque ellas te han convertido en la persona que eres hoy. Incluso
lo que consideras “malas decisiones” te han permitido crecer y adquirir
sabiduría de vida.
Celebra lo que has construido y
sé consciente de que para llegar hasta dónde estás, has debido dejar otras
cosas en el pasado. Después de todo, madurar no es añadir cada vez más sino
aprender a restar.
No te aferres a lo que no ha
podido ser. Siéntete agradecido por las diferentes posibilidades y ábrete a los
nuevos caminos que tienes por delante.
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