Psicología /desarrollo personal
LO QUE TENGA QUE SER SERÁ, A SU DEBIDO TIEMPO
LO QUE TENGA QUE SER SERÁ, A SU DEBIDO TIEMPO
Yo confío en el curso de la vida. Creo que no vale la pena
desesperarse porque lo que debe ser será, a su debido tiempo y en su momento.
No se trata de confiar en que existe un plan superior ni nada por el estilo,
sino simplemente en aceptar los sucesos cuando ocurren, sin sentir una
aprehensión inútil por su tardanza.
De hecho, piensa en esas cosas que tanto has deseado y que
más tarde han llegado de forma natural, sin esfuerzo. Y es que dicen que las
mejores cosas simplemente suceden, sin que tengamos que buscarlas afanosamente.
El miedo es falta de confianza
Louise L. Hay dijo que “el miedo no es más que la falta
de confianza”. Tenemos miedo cuando no confiamos en nuestras capacidades,
cuando creemos que no somos merecedores de algo, cuando no confiamos en que
alcanzaremos lo que deseamos. En ese momento nos ataca el pánico y la
aprehensión.
Sin embargo, lo curioso es que cuando estamos inmersos en
este estado somos incapaces de ver las oportunidades y aprovecharlas, por lo
que la suerte que tanto ansiamos termina pasando por delante de nuestra puerta
sin llamar a ella. O quizá llama pero el ruido que tenemos en nuestra mente es
tan grande que nos impide escucharla.
Por eso, de vez en cuando es conveniente dejar ir esa
presión, deshacerse de las expectativas y de esas ansias de tener todo
planificado al milímetro. Hay veces que solo debemos disfrutar de la vida y
abrirnos a las posibilidades.
En ese momento se da una curiosa paradoja: cuando dejamos de
programar y planificar, para abrirnos a las posibilidades, ampliamos nuestro
abanico de opciones y logramos disfrutar de la vida de forma más relajada.
Cuando dejas de obsesionarte con algo, logras mirar en otra dirección y
encontrar la satisfacción en otro sentido, que antes no habías previsto porque
estabas obcecado.
Todo llega y todo pasa
En los momentos más difíciles, mi abuela, una gran mujer que
tenía la sabiduría que confieren los años y las heridas, decía: “Todo llega
y todo pasa”. Con ello indicaba dos cosas: 1. que es inútil obsesionarse y
sentir aprehensión porque finalmente, de una forma u otra, todo llega y 2. que
siempre terminamos acostumbrándonos a esa cosa que tanto nos preocupó o que
tanto ansiamos, por lo que al final no resulta tan importante como pensábamos.
De cierta forma, ese es el concepto básico del wu
wei taoísta, que proclama no forzar las circunstancias con artificios que
desvirtúen su armonía. Este principio indica que debemos dejar de “hacer”,
entendiendo “hacer” como un esfuerzo dirigido a apartar el mundo de su
evolución natural. Su esencia es aprender a fluir, para lograr un mayor bienestar
psicológico. No hacerlo solo acarrea sufrimiento.
Hay que dejar ir las circunstancias que se escapan de
nuestro control, aceptar las situaciones tal como vienen y mantenerse siempre abiertos
a nuevas posibilidades. Es simple. Pero difícil de poner en práctica porque no
estamos acostumbrados a ello, porque estamos demasiado acostumbrados a forzar
las circunstancias y a presionar el tiempo.
Para lograrlo, debemos comprender que la vida es un cambio
continuo y que, aunque a veces el viento no sople a nuestro favor, antes o
después cambiará, entonces será el momento de inflar las velas. Así podemos
dejar de angustiarnos por el futuro y valorar más el presente.
Ni pasividad ni resignación
El concepto del wu wei no implica inmovilismo ni pasividad.
Confiar en el curso de la vida no implica quedarse de brazos cruzados ni
resignarse, solo significa deshacerse de la aprehensión, del miedo y de la
ansiedad. Significa avanzar con seguridad y tranquilidad.
Adoptar esta nueva manera de afrontar la vida implica dejar
que las circunstancias te sorprendan, abrirte a las posibilidades, para no
dejarlas escapar simplemente porque estás demasiado ocupado con tus
preocupaciones.
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