QUIEN REALMENTE QUIERE HACER ALGO ENCUENTRA LA FORMA, QUIEN NO QUIERE SIEMPRE
ENCUENTRA EXCUSAS
Corría el año 1884 cuando un joven talentoso y
con mucha ilusión desembarcó en Estados Unidos. Solo llevaba 4 centavos en su
bolsillo, un libro de poemas y una carta de recomendación, pero aquello era
todo lo que necesitaba. Décadas más tarde aquel hombre llegó a tener más de 700
patentes y sería reconocido como una de las mentes más brillantes de todos los
tiempos. Era Nikola Tesla.
Su historia no es un caso excepcional. Muchos
genios o incluso personas comunes y corrientes han logrado tener éxito en lo
que se han propuesto, no “a pesar de la adversidad” sino en gran parte “gracias
a la adversidad” o a las circunstancias difíciles que les tocó vivir. Esas
personas no se escudaron tras excusas, no convirtieron la adversidad en un
obstáculo insuperable, sino que la asumieron como un reto para superarse a sí
mismas.
¿Cuál es el secreto para hacer realidad nuestros sueños?
Para muchas personas un revés se convierte en un
aliciente para seguir luchando y una situación adversa es un motivo aún más
poderoso que el hecho de que el viento sople a favor. Esas personas encuentran
su fuerza en la adversidad. No se escudan tras ella para renunciar a sus sueños,
sino que la usan como un motor impulsor para lograr cosas extraordinarias,
cosas que los demás en su situación ni siquiera se plantearían.
¿Qué tienen de especial estas personas?
1. Confianza en sí mismo. Las personas que persisten y luchan contra
la adversidad tienen una gran confianza en sus capacidades. Están seguras de lo
que pueden lograr porque en otras ocasiones se han puesto a prueba y conocen su
resiliencia. Confían en que, aunque caigan, luego remontarán. También son
conscientes de los ciclos de la vida; es decir, comprenden que existen etapas
buenas y malas. Esa visión más equilibrada de la vida les permite mantenerse
firmes y no perder la esperanza pues saben que después de la tormenta saldrá el
sol.
2. Metas claras. “Ningún viento es propicio para quien no
sabe a qué puerto dirigirse”, dijo Séneca. Las personas que logran sus
objetivos y se mantienen firmes en la adversidad encuentran la fuerza que
necesitan para seguir adelante en sus sueños. Saben muy bien lo que quieren,
visualizan su futuro y tienen metas claras, solo necesitan encontrar el camino.
De hecho, son conscientes de que a un destino se puede llegar a través de
diferentes vías, por lo que si un camino se cierra, no se desesperan y buscan
otra alternativa. Son inflexibles en sus metas y flexibles en el camino.
3. Pasión y perseverancia. La pasión sin perseverancia es volátil y la
perseverancia sin pasión conduce al desencanto. Para perseguir un objetivo y no
darse por vencidos es necesario desarrollar un equilibrio entre pasión y
perseverancia. Eso significa que estas personas disfrutan a lo largo del camino
porque lo encuentran apasionante.
¿Buscas caminos o excusas?
Generalmente cuando buscamos excusas para no hacer
algo, es porque ese “algo” no nos resulta lo suficientemente significativo o
apasionante como para perseverar. Sin embargo, no siempre lo reconocemos.
A veces las imposiciones sociales son tan fuertes
y están tan arraigadas en nuestra mente que no nos atrevemos a reconocer que
ese objetivo no es importante para nosotros, o al menos no tan importante como
para dedicarle el tiempo y esfuerzo que demanda. Entonces nos escudamos tras
las excusas.
Por ejemplo, para un joven con inquietudes
artísticas que proviene de una familia con una larga tradición de médicos,
arquitectos o abogados puede ser muy complicado luchar contra las presiones
familiares. Si ese joven accede a estudiar una carrera que no le gusta,
convertirá cada obstáculo en una excusa para no seguir adelante. Como
resultado, se sentirá fracasado, insatisfecho e infeliz pues el camino que ha
emprendido ha sido “impuesto” por los demás.
Al igual que el joven, en la vida cotidiana
muchas veces nos escudamos tras los obstáculos/excusas cuando no nos apetece
hacer algo que se supone deberíamos hacer ya que las convenciones sociales así
lo mandan.
El problema de esta actitud es que poco a poco va
erosionando la confianza en nosotros mismos. Si ponemos en marcha mecanismos de
defensa para no reconocer que hemos «fracasado» porque realmente no teníamos
interés, achacaremos ese «fracaso» a nuestra incapacidad, y ello terminará
haciendo mella en nuestra autoestima, de manera que más adelante, cuando
realmente nos interese algo, no tendremos la confianza suficiente para luchar
por ello.
No conviertas lo improbable en imposible
En una sabana africana andaba perdido un león.
Llevaba más de veinte días lejos de su territorio y estaba sediento y
hambriento. Por suerte, encontró un lago de aguas frescas y cristalinas. Corrió
veloz a beber para paliar su sed y salvar su vida. Sin embargo, al acercarse
vio su rostro reflejado.
– ¡Vaya! el lago pertenece a otro león – pensó y
huyó aterrorizado sin llegar a beber.
Sin embargo, su sed era cada vez era mayor, así
que a la mañana siguiente, armado de valor, se acercó de nuevo a lago. Igual
que el día anterior, volvió a ver su rostro reflejado y de nuevo, presa del
pánico, retrocedió sin beber.
Y así pasaron varios días con el mismo resultado.
Por fin, uno de esos días comprendió que tendría que hacer algo o moriría de
sed. Decidió que bebería del lago pasara lo que pasara. Se acercó con tal
decisión que metió directamente la cabeza para beber… y en ese preciso instante
su temido rival desapareció.
Esta fábula nos muestra que muchos de nuestros
miedos son imaginarios y terminan desapareciendo cuando nos atrevemos a
enfrentarlos. Por supuesto, no se trata de caer en un optimismo
tóxico. Querer no siempre es poder. No obstante, debemos reflexionar
cuidadosamente sobre las excusas que nos damos a nosotros mismos porque a veces
la vida no nos dice “no” sino tan solo “espera”.
Existen obstáculos. No cabe dudas. Y algunos son
muy grandes. Pero muchas veces los obstáculos mayores están en nuestra mente,
en la manera como abordamos las situaciones. Por eso, es importante hacer altos
en el camino para mirar en nuestro interior y separar las auténticas barreras
de las excusas que inventamos.
Nos sentiremos mucho mejor si simplemente
reconocemos que no nos apetece hacer algo o que alcanzar determinado objetivo
realmente no nos interesa. Ese conocimiento es fuente de empoderamiento y nos
permite conservar nuestra energía para destinarla a perseguir nuestras metas.
Es un cambio que vale la pena.
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