24 agosto 2018

- FRASES MOTIVADORAS
*10 frases de Søren Kierkegaard para ser más sabios y felices
Søren Kierkegaard fue un filósofo danés del siglo XIX cuyas ideas siguen siendo muy actuales y nos invitan a reflexionar sobre la vida o la relación que establecemos con nosotros mismos. Considerado como el padre del existencialismo, se dice que era una persona muy emocional y melancólica, por lo que no es extraño que estas características se dejen entrever en sus ideas filosóficas.
La filosofía de Søren Kierkegaard está profundamente centrada en la persona. De hecho, podríamos resumirla en dos conceptos básicos: el individuo y sus posibilidades. Temas como la libertad personal, la felicidad y la angustia existencial fueron centrales en su obra.
Este filósofo pensaba que la vida consiste en una serie de decisiones que debemos tomar día tras día. A través de esas decisiones vamos desarrollando nuestra existencia y nos convertirmos en la persona que somos o en la que queremos ser. Esas decisiones son inevitables ya que incluso no hacer nada implica decidir.
Lo interesante de su filosofía es que nos empodera y, de cierta forma, se convierte en una brújula que nos marca el camino a seguir para conocernos mejor y vivir de forma más plena.
Las mejores frases de Søren Kierkegaard para madurar y vivir plenamente
1. “La vida no es un problema a ser resuelto sino una realidad que debe ser experimentada”
Una de las frases de Søren Kierkegaard más bellas sienta sus orígenes en el taoísmo, el cual nos dice que la mejor fuente de conocimiento es la experiencia. El propio filósofo explica “las cosas más sublimes y bellas de la vida no se deben escuchar, ni leer, ni ver, se deben vivir”. Nos anima a experimentar, ser proactivos, equivocarnos, volver sobre nuestros pasos y avanzar. No debemos caer en el error de convertirnos en "teóricos de la vida", es mejor vivirla.
2. “Muchos perseguimos el placer con tanta prisa que nos quedamos sin aliento y nos apresuramos en dejarlo atrás”
Esta frase de Søren Kierkegaard es más actual que nunca. Imbuidos en el frenesí del consumismo y de la satisfacción rápida de las necesidades, es fácil caer en una espiral hedónica, un placer inmediato pero precisamente por eso también fugaz, muy alejado del equilibrio emocional que es la fuente del bienestar y la felicidad duradera. Su remedio es muy simple: saborear la vida lentamente.
3. “La puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla: si uno empuja, la cierra cada vez más”
Kierkegaard nos habla de que la auténtica felicidad es una decisión personal. La felicidad duradera es aquella que proviene del interior, no la que se obtiene a través de las cosas, la cual es efímera. También nos alerta de que necesitamos un poco de introspección, silencio y soledad para encontrarla. La felicidad es el fruto natural de un estilo de vida equilibrado, no es preciso perseguirla porque mientras más nos empeñemos en alcanzarla, más elusiva será.
4. “Hay dos formas de ser engañado: una consiste en creer en lo que no es cierto y la otra en negarse a creer lo que es cierto”
Esta frase de Søren Kierkegaard nos alerta sobre el engaño, poniéndonos sobre aviso de las creencias erróneas que a veces cultivamos nosotros mismos. Creencias que muchas veces se basan sobre generalizaciones erróneas pero que tomamos como ciertas y verdades que nos negamos a aceptar porque no se corresponden con nuestra visión del mundo o de nosotros mismos y generan demasiada disonancia cognitiva.
5. “Lo que me etiqueta, me niega”
Todas las etiquetas son una reducción, una generalización que apenas contiene un pedazo de una realidad mucho más rica y compleja. Por eso, debemos tener especial cuidado con las etiquetas personales que utilizamos ya que se convierten en límites que nos autoimponemos y nos impiden desarrollar al máximo nuestro potencial. Cada etiqueta implica una negación de lo que podríamos ser.
6. “La angustia es el vértigo de la libertad”
A medida que pasamos de una elección a otra, experimentamos cierto grado de angustia, la cual aumenta a medida que tenemos más opciones debido a la incertidumbre. Kierkegaard piensa que preferiríamos vivir sin tener que elegir constantemente, por lo que aunque clamamos por la libertad, en realidad esta nos genera una angustia existencial. El antídoto consiste en aceptar el grado de incertidumbre, asumiendo que los errores forman parte del proceso de aprendizaje.
7. “La vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia adelante”
Søren Kierkegaard nos anima a comprender cómo somos mirando al pasado, pero también nos alerta que debemos hacer las paces con lo ocurrido para poder mirar hacia adelante. Somos el resultado de nuestro pasado, pero lo que nos impulsa son las metas y sueños que se encuentran en nuestro futuro. Quedarse atrapado en el pasado, en situaciones que ya no podemos cambiar, implica morir lentamente.
8. “El estado más doloroso del ser consiste en recordar el futuro, sobre todo el que nunca tendrás”
Una de las cosas que más nos angustia es la pregunta: ¿Qué habría pasado si nos hubiéramos atrevido a…? Kierkegaard nos alerta del peligro que representa quedarnos de brazos cruzados, resignados a imaginar un futuro que nunca tendremos porque no tenemos el coraje para luchar por él. Es el camino directo a la insatisfacción y la infelicidad. Lamentarse por lo que no tendremos no es la mejor apuesta. La solución consiste en luchar por lo que deseamos o ajustar la mira.
9. “Atreverse implica perder el equilibrio momentáneamente. No atreverse implica perderse a uno mismo”
Kierkegaard anima a la acción. Toda decisión arriesgada implica una pérdida del equilibrio y a veces también significa perder los referentes, lo cual genera ese vértigo al que hacía referencia el filósofo, pero a la larga es mejor desequilibrarse momentáneamente que no atreverse a dar el paso. Cuando dejas atrás tus sueños, te conviertes en la sombra de la persona que habrías podido ser, te pierdes a ti mismo en el camino.
10. “Las personas piden libertad de expresión como compensación por la libertad de pensamiento que rara vez usan”
La libertad de expresión es importante. No hay dudas. Debemos sentirnos libres para expresar nuestras opiniones y sentimientos. Sin embargo, esa libertad también implica una responsabilidad: la responsabilidad de reflexionar sobre el alcance y consecuencias de nuestras palabras.
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05 agosto 2018

PSICOLOGÍA FRASES MOTIVADORAS 20 FRASES DURAS PERO REALISTAS QUE TE HARÁN MÁS FUERTE

    PSICOLOGÍA FRASES MOTIVADORAS
    20 FRASES DURAS PERO REALISTAS QUE TE HARÁN MÁS FUERTE
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    Aun así, la vida también nos depara momentos maravillosos, alegrías y sorpresas que merecen la pena. La clave para no perder el equilibrio emocional consiste en llenar nuestra mochila de herrami...
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    Diego Torrente Sánchez compartió un enlace.
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    Entrevista con el escritor GH Guarch
    LAVOZDEALMERIA.COM
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01 agosto 2018

NO HAGAS POR LOS DEMÁS, LO QUE PUEDEN HACER POR SÍ MISMOS


NO HAGAS POR LOS DEMÁS, LO QUE PUEDEN HACER POR SÍ MISMOS
Hace muchos años, en un monasterio lejano del Tíbet, vivía un joven que aspiraba a convertirse en monje. Tenía enormes deseos de aprender, así que cuando un día su maestro le dijo que iban a emprender un viaje, el joven se preparó con mucha ilusión. 
Caminaron durante varios días, hasta llegar a un caserío donde vivía una familia muy humilde. Les pidieron alojamiento y comida. La familia los acogió y compartieron con ellos todo lo que tenían. El aspirante a monje les preguntó cómo subsistían.
El padre de familia le dijo: “Tenemos una vaca que nos da todo lo que necesitamos: la leche y el queso. Luego cambiamos lo que no consumimos por otra comida. Así subsistimos.
Por la noche, el monje le dijo a su discípulo: “Aprovecha que están dormidos, ve al establo, coge la vaca y espántala”. 
El joven protestó “¿Cómo voy a hacer eso? La vaca es lo único que tienen, ¡es su sustento!”.
El monje no le dijo nada, dio media vuelta y se fue.
El joven pasó varias horas cavilando, pero como respetaba mucho a su maestro, fue a buscar a la vaca y la espantó para que se fuera. Luego se sintió tan culpable que abandonó la casa, el desencanto también le impidió volver al monasterio. Ya no quería ser como esos monjes.

Pasó días viajando y pensando en la pobre familia a la que había dejado sin su sustento. Se propuso trabajar duro, ahorrar lo suficiente y comprarles una vaca para resarcir el daño que les había causado.
Sin embargo, las vacas eran caras, pasó años antes de poder reunir el dinero suficiente. Entonces volvió al pueblo y, para su sorpresa, vio un coqueto hotel donde antes se levantaba la humilde morada.
Se acercó al hombre que estaba sentado en el pórtico y preguntó: “Perdone, ¿hace unos años aquí vivía una familia muy humilde que tenía una vaca?” 
El hombre le miró y dijo: “Sí, sí, somos nosotros”. 
El joven lo miró incrédulo y le preguntó: “Pero... ¿cómo han prosperado tanto?”
El señor le dijo: “Pues mire, un día, la vaca de la que vivíamos desapareció. Al principio nos preocupamos mucho, ¿de qué íbamos a vivir? Entonces nos pusimos a pensar. Vimos que nuestra tierra era muy buena para plantar verduras, cultivamos un huerto que floreció y dio frutos en seguida. Intercambiamos algunas verduras por otros alimentos, y vendimos el resto. Con el dinero que ganamos compramos algo de ganado, y lo vendimos, y con ese dinero pudimos ampliar la casa y alquilar habitaciones… Ya ve, ¡ahora somos los propietarios del único hotel de la ciudad!
Esta historia tiene varias enseñanzas, una de ellas se refiere a que en muchas ocasiones, la mejor ayuda que podemos dar consiste en animar a las personas a salir de su zona de confort. A veces debemos evitar la conmiseración que invita a los demás a regodearse en la adversidad. Otras veces, quedarse al margen también es ayudar.
Cuando el "salvador" se convierte en víctima del "salvado"
En ocasiones, adoptar el rol del "salvador" puede llegar a ser muy dañino para los demás. Ayudar sin que alguien lo pida puede ser un grave error ya que, aunque nos motive un sentimiento de auténtica generosidad, estamos limitando sus posibilidades de aprender y crecer. A veces esa ayuda genera una relación de dependencia en la que una de las personas se siente tan cómoda que no hace nada por mejorar.

En esa relación, el salvador da continuamente, hasta quedar drenado física y psicológicamente, mientras quien es salvado se limita a aceptar. De esta manera se crea un equilibrio malsano en el que el salvador carga un doble peso, el suyo y el de la otra persona. Lo peor de todo es que, en muchos casos, cuando el salvador pretende deshacerse del peso que no le corresponde, le pueden llegar a tachar de egoísta y poco empático. Ese sentimiento de culpa le mantendrá cargando el peso del otro.

Por eso, no es inusual que el “salvador” termine convirtiéndose en la víctima del “salvado”. Sin embargo, se trata de una situación en la que nadie gana, ni siquiera la otra persona ya que al evitar que se esfuerce estamos coartando su libertad y la posibilidad de que logre grandes metas por esfuerzo propio.
Es fundamental no alimentar ese tipo de relaciones ya que las personas "salvadas" se vuelven pasivas y en algunos casos hasta egoístas, creyendo que tienen el derecho y el control sobre su "salvador".
No intervenir también es ayudar
El secreto está en ayudar a los demás cuando realmente lo necesitan y lo piden, no únicamente cuando lo quieren. En muchos casos, contar con la ayuda de alguien puede ser más fácil, pero eso no implica que sea el mejor camino ni el que más bien reporta a largo plazo.
Las experiencias de vida fortalecen y hacen más resilientes a las personas, por lo que evitar que pasen por ellas es, de cierta forma, una castración emocional. Alguien en condición de vulnerabilidad necesita nuestra ayuda, pero solo hasta cierto punto. La meta debe ser intentar que esa persona logre valerse por sí misma, para que pueda seguir caminando con sus propios pies.
Lo que nunca debemos hacer por los demás es arrebatarles la responsabilidad que tienen con su vida. Podemos ayudarles a cargar su peso durante cierto tiempo, o enseñarles a llevarlo mejor, pero no podemos cargarlo eternamente en su lugar. Ayudar a una persona no significa adoptarla de por vida. Y eso se aplica tanto a las parejas como a los hijos y los amigos. Una relación desarrolladora es aquella que nutre y enriquece, no la que castra y limita.
Validación emocional, la clave para ayudar a crecer
La clave para ayudar a las otras personas consiste en mantener una relación caracterizada por la presencia plena y la aceptación incondicional. No se trata de volver la espalda y desentenderse de sus problemas, para que los solucione como pueda, sino de validar sus sentimientos y darle ánimos.
A veces un abrazo, o el simple hecho de saber que alguien está ahí para recoger los pedazos rotos es más que suficiente. Eso significa que en muchos casos nuestra ayuda se limitará a un proceso de acompañamiento emocional, mientras la persona toma sus decisiones, comete sus errores, los enmienda y sale adelante.

NIVELES DE AUTOCONOCIMIENTO POR LOS QUE DEBES PASAR SI QUIERES CONOCERTE A TI MISMO


Psicología desarrollo personalNIVELES DE AUTOCONOCIMIENTO POR LOS QUE DEBES PASAR SI QUIERES CONOCERTE A TI MISMO
Aunque no nos guste reconocerlo, muchas veces nos quedamos estancados en los niveles de autoconocimiento más básicos. Muchos de nuestros pensamientos y acciones funcionan en piloto automático, prácticamente tienen vida propia y actúan por debajo del radar de nuestra conciencia. No es algo malo ya que los hábitos, rutinas y reacciones nos ayudan a simplificar el día a día. Detenernos a pensar cada momento nos tomaría demasiado tiempo y, sobre todo, representaría un enorme gasto de energía mental y emocional. 
El problema surge cuando funcionamos en piloto automático durante tanto tiempo que olvidamos que estamos en piloto automático, de manera que ni siquiera somos conscientes de nuestros hábitos, rutinas, emociones, impulsos y reacciones. Entonces ya no los controlamos; ellos nos controlan a nosotros. 
Una persona que ha desarrollado un buen nivel de autoconocimiento puede decirse a sí misma: “Espera un segundo… quizá tenga que cambiar este hábito que me está haciendo daño” o se preguntará: “¿Quizá estoy reaccionando de manera exagerada?”. Una persona que no ha desarrollado su autoconciencia seguirá viviendo en piloto automático, víctima de sus propios hábitos negativos, pensamientos recurrentes y reacciones inadecuadas. Como resultado, puede sumirse en un ciclo autodestructivo. 
¿Cómo autoconocerse? Las 3 preguntas de autoconocimiento más importantes 
Nivel 1 - ¿Qué estás haciendo? 
A veces evitamos el dolor a través de la distracción. Transportarnos nuestra mente a otro momento o lugar donde nos sintamos más seguros y aislados del dolor de la vida cotidiana. Es más fácil zambullirse en el móvil, la televisión, las redes sociales o dejar que la mente vague hacia un futuro dorado haciendo planes que jamás llevaremos a la práctica. Solo para intentar olvidar. Existen muchos refugios donde podemos escondernos para suponer que todo es perfecto y que no necesitamos cambiar nada. 
Obviamente, no hay nada malo en distraernos. La distracción es importante para la felicidad y la salud. Pero debemos asegurarnos de que la distracción no es una cortina de humo que esconde otros problemas que seguirán creciendo mientras miramos hacia otro lado. 
No podemos emborracharnos con la distracción. No podemos pasar gran parte del tiempo libre ahogados en un mar de distracción que conduzca a un estado de semiinconsciencia o lobotomía elegida. 
De hecho, cuando el objetivo oculto de la distracción es escapar de la realidad, terminamos cansados. Esa distracción no es saludable, no reporta satisfacción y mucho menos felicidad. Es tan solo un remedio fugaz, casi adictivo, al que tendremos que recurrir cada día puesto que los verdaderos problemas no los solucionamos. 
Por tanto, para superar el primer nivel de autoconocimiento es importante que pases tiempo contigo mismo, que reflexiones sobre tus hábitos cotidianos y te preguntes si realmente te conducen al lugar donde quieres estar o si, al contrario, son un subterfugio que alimenta la insatisfacción. Pregúntate si lo que haces cada día realmente te satisface y contribuye a tu bienestar o se trata de un hábito aprendido que no te aporta nada. 
Nivel 2 - ¿Qué estás sintiendo? 
¿Alguna vez has estado molesto y cuando alguien te pregunta por qué estás enojado, respondes que no estás enfadado? Cuando funcionamos en piloto automático y usamos las distracciones para no pensar, es normal que las emociones se acumulen y terminen estallando, aunque no siempre lo reconocemos. 
En este segundo nivel de autoconocimiento es cuando comenzamos a descubrir quiénes somos realmente. Conectar con nuestras emociones es un proceso muy intenso que nos revela partes de nosotros que no conocíamos o que estábamos ocultando porque nos asustaban o provocaban una disonancia cognitiva. Si no somos hipócritas con nosotros mismos y nos atrevemos a reconocer y explorar absolutamente todo lo que sentimos, descubriremos nuevas facetas de nuestro “yo”. 
Por desgracia, en vez de mirar dentro, muchas personas intentan escapar de esas emociones a través de experiencias que las emboten afectivamente. No nos han enseñado a explorar las emociones sino al contrario, a reprimirlas y ocultarlas, haciendo como que no existen. 
Por eso, algunas de las peguntas de autoconocmiento más importantes son: ¿Qué estás sintiendo? ¿Por qué lo estás sintiendo? 
Se trata de asumir que las emociones son como pequeñas brújulas que nos indican lo que nos agrada y desagrada. No es necesario realizar juicios de valor. No somos mejores ni peores por sentirnos de determinada manera. Lo verdaderamente importante es ser conscientes de esas emociones y gestionarlas de una manera asertiva. La ira y la tristeza, por ejemplo, pueden convertirse en potentes motores creativos. Todo depende de cómo usemos esas emociones. 
Nivel 3 - ¿Cuáles son tus puntos ciegos? 
Es probable que cuanto más profundizas en ti, cuánto más te preguntes cómo autoconocerse y más lejos llegues en ese camino, más cosas descubrirás que no te gustan. A veces ese camino puede ser aterrador, sobre todo si piensas que existe una manera “correcta” de sentir y pensar. 
También es probable que te des cuenta de que tus pensamientos, argumentos y acciones son meros reflejos de los pensamientos, argumentos y acciones de quienes te rodean. Es normal. Durante muchos años has estado sometido a su influjo sin cuestionarlo. 
En este nivel de autoconocimiento, lo más importante es ser consciente de tus puntos ciegos. Es decir, de esas cosas que te has estado ocultando porque no correspondían con la imagen idealizada que tenías de ti. O también de esas creencias limitantes que has alimentado sobre ti mismo, de los pensamientos negativos recurrentes que has estado cultivando. Reconocer tus puntos ciegos te impedirá convertirte en un esclavo de los mecanismos de defensa. 
Se trata de un nivel de autoconocimiento integrador, en el que empiezas a reflexionar sobre tus acciones, pensamientos y emociones para encontrar los patrones desadaptativos que no tienen razón de ser y te hacen daño.
Algunas preguntas de autoconocimiento que pueden servirte de ejemplo son: ¿Cuándo te enojas reaccionas con arrogancia? ¿Cuándo te entristeces lo enmascaras con la ira? Conocer tus patrones te permitirá encontrar maneras más asertivas, saludables y satisfactorias de lidiar con la realidad. 
El autoconocimiento debe estar seguido de la autoaceptación 
Recorrer todos los niveles de autoconocimiento no servirá de mucho si no conducen a la autoaceptación. De hecho, la autoconciencia en sí misma no nos hace más felices. En algunos casos incluso puede hacer que nos sintamos más miserables, sobre todo si se combina con una crítica despiadada. 
Por eso, debes tener claro que ese camino de autoconocimiento tiene como meta final la autoaceptación. Solo entoces habrás dado el salto cualitativo y podrás encontrar la paz interior. La autoaceptación que nace del autoconocimiento es una fuerza increíble, fuente de felicidad y autoconfianza para enfrentar cualquier adversidad.