30 octubre 2021

psicología / Desarrollo estrés ansiedad                                                                          

SEÑALES OCULTAS DEL ESTRÉS QUE MUESTRAN QUE ESTÁS AL LÍMITE DE EXTRES, AUNQUE NO LO SEPAS

 


Todos sabemos que el estrés puede pasarnos factura. Sin embargo, no todos somos capaces de detectar las señales ocultas del estrés. Generalmente cuando nos damos cuenta de su presencia es demasiado tarde porque llevamos arrastrando ese estrés por meses o incluso años.

El estilo de vida moderno no nos ayuda precisamente a darnos cuenta de las señales ocultas de estrés. En una sociedad “siempre activa” que prioriza la producción y el consumo, el estrés permanente puede convertirse en el estado normal para sus miembros. No nos percatamos de que nuestras agendas se van llenando sin dejar un hueco libre para el descanso y corremos de un lado a otro cada vez con más prisa para poder con todo, cuando en realidad lo que necesitamos es reducir la velocidad.

Imbuidos en ese entorno, muchas veces nuestra propia velocidad nos confunde. Las señales para detectar el estrés no nos resultan tan evidentes, sino que pasan desapercibidas. Estamos demasiado ocupados haciendo malabares con la vida fuera como para prestar la debida atención a la vida interior. Mientras eso ocurre, el estrés sigue creciendo hasta afectar nuestro equilibrio mental y nuestra salud física. Por eso es importante aprender a reconocer las señales ocultas de estrés.

Las principales señales para detectar el estrés en la vida cotidiana

  1. Te has vuelto más olvidadizo. El estrés afecta la memoria y la atención. Por eso, si últimamente te has vuelto más olvidadizo, es probable que la causa sea el exceso de tensiones cotidianas y las preocupaciones. Si estás estresado, también te costará más concentrarte y cometerás más errores en tu día a día.
  2. Todo te molesta. Si en los últimos tiempos estás más irritable, el menor ruido te molesta o la más pequeña equivocación de los demás te pone de los nervios, es probable que se deba al estrés. El estrés te deja con los nervios a flor de piel, por lo que puedes volverte una persona hipersensible.
  3. Estás cansado permanentemente. El estrés consume recursos mentales y físicos. Por eso, una de sus primeras señales es el agotamiento y la fatiga. Es probable que las tareas más sencillas comiencen a consumir más energía de lo habitual o que incluso te levantes agotado. Ni siquiera los días de descanso cumplen su cometido, sino que a menudo te dejan más drenado.
  4. Tus hábitos son menos saludables. Si últimamente eliges alimentos menos saludables o te saltas el entrenamiento, es posible que se deba al estrés. El estrés agota el autocontrol, de manera que serás más propenso a elegir el camino fácil. De hecho, es probable que te descubras actuando en contra de tus propios valores simplemente porque no tienes fuerza de voluntad.
  5. Reaccionas de manera más agresiva. El estrés genera un estado de hipervigilancia. El cerebro se comporta como si estuviera en peligro, por lo que es probable que reacciones de manera más agresiva y pierdas el control más a menudo.
  6. Procrastinas más. Una de las señales ocultas de estrés es la procrastinación. Es probable que pospongas tareas que no llevan más de cinco minutos o que evites tomar decisiones. Eso se traduce en desorganización e ineficiencia, de manera que es probable que las obligaciones comiencen a amontonarse y terminen generando más estrés.
  7. Casi nada te divierte. El estrés lo permea todo. Los glucocorticoides producidos en ese estado interfieren en los niveles de serotonina en el cerebro y afectan tu capacidad para experimentar placer y mantenerte motivado. Por eso, es probable que comiences a percibir como una molestia u obligación aquellas actividades que antes disfrutabas, como jugar con tu hijo o salir con los amigos.
  8. Bebes más agua de lo habitual. La necesidad de beber más agua es una de las señales físicas del estrés. El estrés hace que el cuerpo bombee hormonas continuamente, lo cual sobrecarga las glándulas suprarrenales, las encargadas de generar una hormona llamada aldosterona que ayuda a regular los niveles de líquidos en el cuerpo. Cuando la fatiga suprarrenal progresa, la producción de aldosterona cae y provoca ese deseo de beber.
  9. Estás durmiendo poco. El estrés provoca cambios en la dinámica de sueño-vigilia. Es probable que duermas menos de lo habitual y que te cuesta conciliar el sueño. Notarás que tardas más en quedarte dormido cuando vas a la cama, a pesar de que estés cansado, debido a que la ansiedad y las preocupaciones no te abandonan.
  10. Comienzas a tener pesadillas. El contenido de los sueños refleja a menudo lo que vives durante el día. Por eso, una señal oculta del estrés son las pesadillas o sueños raros que te dejan agotado. Eso se debe a que durante el sueño el cerebro intenta procesar las emociones negativas que experimentaste durante el día, de manera que, si estabas estresado, el contenido de tus sueños lo reflejará.
  11. Estás sudando más. Cuando estás estresado, tu cuerpo genera más adrenalina ya que el cerebro piensa que estás en peligro. Eso puede hacer que las glándulas sudoríparas se vuelvan hiperactivas, lo cual se traduce en una mayor sudoración en circunstancias en las que no sudabas.
  12. Tomar decisiones se ha convertido en una misión imposible. Cuando estás estresado no solo te cuesta tomar las decisiones importantes, sino también las más pequeñas, como elegir qué comer o qué película ver. El problema es que el estrés consume tus recursos cognitivos, de manera que te quedas sin energía mental para valorar las opciones y sus consecuencias, lo cual conduce a una parálisis decisional.
  13. Comienzas a tener problemas físicos. El estrés se refleja en el cuerpo. Por eso, si llevas tiempo estresado no es extraño que comiences a padecer problemas como dolor de cabeza emocional, contracturas musculares, trastornos gastrointestinales o problemas en la piel. También es probable que notes que pierdes más cabellos de lo habitual.
  14. Enfermas con más frecuencia. El estrés afecta tu sistema inmunitario haciendo que seas más propenso a enfermar. Cuando estás tenso, a tu cuerpo le resulta más difícil luchar contra los agentes infecciosos, por lo que es probable que termines contagiándote y que los síntomas sean más intensos y la convalecencia más larga.
Ha cambiado tu apetito y tu peso. Una de las señales ocultas de estrés se encuentra en la cocina. Cuando estás estresado tu apetito cambia. Hay personas que pierden el apetito, pero otras comen mucho más ya que intentan compensar esas emociones negativas con la comida. Como resultado, notarás que tu peso corporal varía en pocas semanas.

19 octubre 2021

IR AL PSICÓLOGO: ¿CÓMO CONVENCER A ALGUIEN?

Psicología 

IR AL PSICÓLOGO: ¿CÓMO CONVENCER A ALGUIEN? 


Aunque en nuestra sociedad hemos avanzado mucho en la cultura psicológica de las personas; lo cierto es que aún subsisten algunos que piensan que “ir al psicólogo es cosa de locos”. Así, estas personas se niegan a dejarse ayudar porque tienen una imagen errada del profesional de la psiquis. En otros casos las personas no quieren ir al psicólogo porque sería como reconocer que tienen un problema que, obviamente, no aceptan.

Entonces, quienes se preocupan por ellos suelen preguntarse: ¿cómo convencer a alguien para ir al psicólogo? ¿Se puede llevar a alguien engañado a la consulta de Psicología?

Lo cierto es que esta problemática no es poco común y suele ser bastante usual en aquellas personas que tienen algún tipo de adicción ya que no desean reconocer que tienen un problema que necesita ser tratado. Entonces algunos familiares o amigos, ante la reticencia de acudir al psicólogo, se plantean llevarlo engañado. ¿Es una buena táctica?

Particularmente no acepto personas que vayan engañadas a una consulta de Psicología, y creo que la mayoría de los profesionales actúa de la misma manera porque para iniciar una terapia psicológica es imprescindible el compromiso de la persona, si falta éste, las posibilidades de mejoría son mínimas.

Para convencer a alguien para que acude al psicólogo lo más correcto es:

- Hacerle ver el daño que se está provocando a sí mismo y a los demás, pero dejando claro que no es una mala persona sino sólo alguien que necesita ayuda. Vale aclarar que en ocasiones la persona no está muy interesada en los daños que se provoca a sí mismo, pero en cambio, se preocupa por el daño que pueda hacerle a su pareja o a su familia. Entonces éste será el campo de batalla principal: mostrarle que la ayuda psicológica no sólo podría ayudarle a él mismo, sino que también podría ayudar a ese otro significativo. 

Debemos tener presente que en esta técnica lo más importante es no denigrar a la persona sino mostrarle que necesita ayuda e incluso motivarlo diciéndole que su problemática tiene solución. Caso contrario podríamos causar más mal que bien.

- Aprovechar los momentos de insight en los cuales la persona se percata que algo no está bien, esos instantes en que duda de sus comportamientos y se pregunta si sería posible eliminarlos.

- Hacerle comprender que el psicólogo es un profesional que no sólo atiende las psicopatologías, sino que también nos ayuda a encauzar la vida y a superar las dificultades. En este caso es importante puntualizar que el psicólogo no le juzgará ni le dirá lo que tiene que hacer. El psicólogo es sólo un profesional que le mostrará alternativas para solucionar su problema y le acompañará en el camino.

- Dejarle la idea de que no pierde nada con acudir a una consulta; si no le agrada, siempre podrá buscar otro profesional.

Existen además algunos trucos para convencer

1. No presionarle. A nadie le gusta sentirse presionado o pensar que otra persona se está inmiscuyendo en sus asuntos privados. Por ello, los argumentos que se usen deberán ser moderados en el tono emocional.

2. Detectar las verdaderas cosas que le son significativas a la persona porque éstas se podrán usar como un argumento que le convenza. Algunas personas pueden negarse a hacer las cosas por sí mismos, pero lo harían por los otros o por mantener un trabajo o una pasión.

3. Explotar la disonancia cognitiva. Generalmente no soportamos la disonancia cognitiva, por ello, si una persona es muy flexible en su vida cotidiana, no soportará que le digamos que su falta de flexibilidad le impide ir al psicólogo. Una estrategia que no es la ideal pero que la persona asumirá como un desafío personal. 

Si todas estas técnicas no funcionan siempre es posible encontrar profesionales que realicen una consulta a domicilio donde la persona y el psicólogo podrán llegar a un acuerdo para iniciar a recibir la terapia (o no).

18 octubre 2021

LA MAYORÍA DE LAS VECES RECHAZARÍAMOS NUESTROS ARGUMENTOS LAS SI LOS PRESENTARA OTRA PERSONA

Psicología / Desarrollo Personal
LA MAYORÍA DE LAS VECES RECHAZARÍAMOS NUESTROS ARGUMENTOS    LAS SI LOS PRESENTARA OTRA PERSONA


Somos cabezotas. Y a veces nos gusta ir contracorriente, llevar la contraria, por el mero placer que ello nos reporta. Y aunque nos encanta pensar que vamos por la vida de congruentes, lo cierto es que a menudo caemos en las garras de los sesgos cognitivos. Un estudio realizado recientemente en la Lund University demostró que la mayoría de las personas rechazaría sus propios argumentos el 60% de las veces si estos son presentados por alguien más.

La pereza selectiva en acción

El estudio en cuestión hace referencia a un fenómeno conocido en el ámbito de la Psicología como “pereza selectiva”. Este término se refiere a que tenemos la tendencia a evaluar de manera exhaustiva solo los argumentos que provienen de otras personas, sobre todo cuando ya hemos estado en desacuerdo con ellas en el pasado.

Para demostrar este fenómeno, los investigadores reclutaron a una serie de personas, las cuales tenían la tarea de resolver algunos problemas de lógica, en forma de silogismos. Luego, tenían que escribir argumentos que apoyaran sus respuestas.

A continuación, los participantes debían leer una serie de respuestas para esos mismos problemas, junto a diferentes argumentos que las apoyaban. Se les dijo que los participantes habían dado esas respuestas antes que ellos, y que su misión era decidir si esos argumentos eran válidos o no.

El truco consistía en que algunos de los argumentos mostrados en realidad eran respuestas que habían dado las propias personas, que habían escrito en la primera fase del experimento. Sin embargo, inducidos a creer que esos argumentos pertenecían a otro participante.

Curiosamente, el 60% de las veces las personas rechazaron sus propios argumentos, e indicaron que eran erróneos. Este fenómeno se acrecentaba aún más cuando habían detectado argumentos erróneos con anterioridad en el cuestionario que había rellenado ese supuesto “participante”.

Así, se pudo apreciar que somos particularmente críticos con nuestros propios argumentos cuando los presenta otra persona y, si hemos disentido con ella en el pasado, seremos aún más propensos a rechazar sus ideas, aunque coincidan con las nuestras. Esto significa que nuestra capacidad para aceptar un argumento depende, en gran medida, de su proveniencia.

¿Qué se esconde detrás de la pereza selectiva?

Lo que sucede es que cuando buscamos argumentos para apoyar nuestras ideas, nos dejamos llevar por la pereza selectiva, no evaluamos los pros y los contras de esa idea, sino que recurrimos más bien a respuestas intuitivas. En resumen, no nos convertimos en jueces de nuestro razonamiento. Sin embargo, somos jueces severos del razonamiento de los demás.

En práctica, somos muy buenos detectando la paja en el ojo ajeno, pero a menudo se nos pasa por alto la viga en el nuestro. Y este fenómeno es aún más evidente cuando esa persona ya se ha equivocado en el pasado o sabemos de antemano que no comparte nuestras ideas.

Sin embargo, la pereza selectiva no es, necesariamente, algo negativo. De hecho, cuando estamos en grupo puede dar pie al debate y enriquecer la conversación. No obstante, es importante que estemos atentos a no ser excesivamente críticos con los demás porque ello puede convertirnos en personas excesivamente rígidas que, en vez de aprender, se parapeten detrás de argumentos poco razonados.

Fuente:

Trouche, E. et. Al. (2015) The Selective Laziness of Reasoning. Cognitive Science; 1-15.

LA HABILIDAD MÁS IMPORTANTE QUE DEBES DESARROLLAR EN LA VIDA ES LA TOLERANCIA AL ESTRÉS

DESARROLLO PERSONAL
 PSICOLOGÍA DESARROLLO PERSONAL

LA HABILIDAD MÁS IMPORTANTE QUE DEBES DESARROLLAR EN LA VIDA ES LA TOLERANCIA AL ESTRÉS

 




A lo largo de la vida atravesamos múltiples situaciones estresantes que pueden suponer un elevado nivel de angustia y ansiedad. Sin embargo, muchas veces no tenemos control sobre las circunstancias, de manera que no nos queda más remedio que ejercer la última de nuestras libertades: la posibilidad de elegir la actitud con la cual afrontaremos la adversidad.

Cuando las cosas se tuercen y la adversidad llama a la puerta o cuando los problemas, tensiones y conflictos se acumulan, existe una habilidad clave que nos ahorrará agobio, angustia y sufrimiento: la tolerancia al estrés.

¿Qué es la tolerancia al estrés?

La tolerancia al estrés es la capacidad para soportar las presiones y tensiones sin venirse abajo, manteniendo un nivel de funcionamiento eficaz y un grado de ansiedad mínimo en condiciones que para la mayoría de las personas serían tensionantes o agobiantes.

Tolerar el estrés no significa ser inmunes a la adversidad, se trata de una habilidad mucho más compleja. Por una parte, implica sobrellevar la angustia y la ansiedad que generan las situaciones estresantes y adversas. Por tanto, es una capacidad que nos permite soportar estados emocionales negativos o aversivos, como el malestar físico o la presión psicológica, sin venirnos abajo.

Por otra parte, la tolerancia al estrés también implica el acto conductual de resistir los estados internos angustiantes provocados por algún tipo de evento estresante o adverso. Eso significa que podemos mantener un nivel de funcionamiento basal que nos permite hacer frente a los eventos estresantes de manera adaptativa, impidiendo que esas emociones negativas interfieran demasiado en nuestro desempeño.

Poca tolerancia al estrés, los riesgos que acarrea

En los tiempos que corren, cuando tenemos que ir contrarreloj y las obligaciones se multiplican, tener poca tolerancia al estrés puede ser muy perjudicial porque nos abocará a vivir en un estado de tensión y angustia casi permanente.

Una persona con escasa tolerancia al estrés será más propensa a responder de manera desadaptativa cuando las circunstancias la pongan contra las cuerdas. Es probable que se vuelva extremadamente reactiva y reaccione con impulsividad o incluso agresividad, o quizá adopte estrategias de evitación que terminen siendo lesivas.

En este sentido, una investigación realizada en el Hospital General de Massachusetts con 118 personas que tenían VIH encontró que aquellas con poca tolerancia al estrés solían tener más síntomas depresivos, consumían más alcohol y/o drogas o abandonaban el tratamiento en un periodo de seis meses después de haber experimentado eventos vitales adversos.

Otras investigaciones han hallado que las personas con poca tolerancia al estrés son más impulsivas y tienen más probabilidades de desarrollar bulimia, ansiedad, depresión, alcoholismo y/o drogadicción.

El principal problema es que las personas con poca tolerancia al estrés suelen poner en práctica estrategias de evitación experiencial para escapar de las emociones negativas o los estados aversivos relacionados. Para intentar huir de esas emociones despliegan comportamientos desadaptativos que terminan siendo lesivos. Por eso, los psicólogos han concluido que la baja tolerancia al estrés es un marcador de riesgo mientras que un nivel elevado de tolerancia al estrés actúa como un factor protector contra diferentes trastornos mentales.

Curiosamente, la tolerancia al estrés no influye únicamente en nuestro equilibrio mental, sino que también permea la manera en que percibimos el mundo. Otro estudio realizado en la Universidad de Tel Aviv constató que las personas con poca tolerancia al estrés también tenían una mayor tendencia a caer en estereotipos. Ello se debe a que tienen problemas para lidiar con la ambigüedad, de manera que saltan a conclusiones precipitadamente para sentirse en un terreno más seguro.

Los 5 pilares sobre los que se construye la tolerancia al estrés

Las personas tolerantes al estrés comparten algunas características que les ayudan a lidiar con la tensión y los problemas:

1.      Anticipación de la experiencia. “El efecto de lo que no se busca es aplastante, pues al peso del desastre se suma lo inesperado. El hecho de que fuera imprevisto intensifica la reacción de una persona. Por eso debemos asegurarnos de que nada nos tome por sorpresa. […] Debemos prever todas las posibilidades y fortalecer el espíritu para afrontar las cosas que puedan ocurrir si no queremos sentirnos abrumados y aturdidos. […] Todo el mundo se enfrenta con mayor valentía a algo para lo cual se ha preparado durante mucho tiempo. Aquellos que no están preparados, por otro lado, reaccionarán mal ante los acontecimientos más insignificantes”, escribió Séneca hace siglos. Las personas tolerantes al estrés son capaces de anticiparse a las experiencias negativas y prepararse psicológicamente para ellas.

2.      Desvirtuar la atención de la emoción negativa. Cuando atravesamos un mal momento, es normal que toda nuestra atención se enfoque en lo que nos ocurre. Sin embargo, de esta manera podemos terminar maximizando los problemas, sumergiéndonos en el bucle tóxico que crea nuestra mente y se alimenta de las quejas. Las personas con mayor tolerancia al estrés, en cambio, no se obsesionan con las circunstancias adversas o las sensaciones aversivas, son capaces de reconducir su atención. No es que se olviden de la adversidad, simplemente saben redistribuir sus recursos atencionales para no obsesionarse con lo que les ocurre y poder seguir adelante con cierta dosis de normalidad.

3.      Reevaluación de la situación como aceptable. Cuando estamos sumidos en una situación estresante, podemos caer en el error de pensar que todo es peor de lo que es. La frustración y la angustia pueden convertirse en un cristal a través del cual vemos el mundo de manera distorsionada. Eso puede hacernos creer que todo es más insoportable o terrible. Las personas tolerantes al estrés no disfrutan de las situaciones adversas, pero son capaces de disminuir su impacto a un nivel aceptable que les permite seguir gestionando su día a día y recuperar la normalidad en la medida de lo posible. Pueden lograrlo porque son capaces de ver el panorama general. Comprenden que probablemente el problema que les preocupa hoy será intrascendente o habrá pasado en un mes o un año. Eso les permite valorar sus preocupaciones bajo una luz más realista.

4.      Capacidad para regular el comportamiento. Las personas con tolerancia al estrés son capaces de mantener un grado de autocontrol adecuado que impide que las emociones negativas influyan demasiado en su comportamiento. Así mantienen un nivel de funcionamiento adaptativo incluso en medio de la tormenta. Su nivel de autorregulación impide que se produzca un secuestro emocional, de manera que no llegan a tocar fondo emocionalmente, sino que incluso en los momentos más difíciles son capaces de mantener una rutina. Curiosamente, a menudo esa rutina es lo que les permite aliviar la carga que están llevando sobre sus hombros para restar impacto a la adversidad.

5.      Diálogo interior positivo. Cuando las cosas van mal, es difícil ver la luz al final del túnel. Es más fácil caer por el desfiladero de los pensamientos negativos y los peores augurios. Sin embargo, las personas con tolerancia al estrés mantienen un diálogo interno positivo. No son optimistas ingenuos. Saben que las cosas pueden estar mal o incluso son conscientes de que pueden empeorar, pero se dan ánimos y confían en sus capacidades para afrontar lo que ocurra. Se dicen: “Puedo hacerlo”, “soy una persona fuerte”, “esto pasará”, “ya me he levantado antes y puedo volver a hacerlo”. Ese diálogo interior positivo les brinda la fuerza que necesitan para seguir adelante hasta que el temporal amaine.

Fuente314–323.

Friedland, N. et. Al. (1999) The effect of Psychological stress and tolerancia of ambiguity on stereotypic attributions. Anxiety Stress Coping; 12(4): 397-410.

13 octubre 2021

LOS MILAGROS OCURREN CUANDO DESTINAS MÁS ENERGÍA A TUS SUEÑOS QUE A TUS MIEDOS

PSICOLOGÍA DESARROLLO PERSONAL

LOS MILAGROS OCURREN CUANDO DESTINAS MÁS ENERGÍA A TUS SUEÑOS QUE A TUS MIEDOS 

 


“Toda pulgada cúbica de espacio es un milagro”, dijo Walt Whitman, pero normalmente no nos damos cuenta de ello. Enfrascados en nuestras preocupaciones y en las tareas pendientes, arrastrando nuestra dosis de estrés cotidiana; es difícil prestar atención a todos los detalles maravillosos que ocurren a nuestro alrededor. 

Si a esto le sumamos el miedo – miedo a fracasar, a equivocarnos, a no ser lo suficientemente buenos, a que nos rechacen, a que no nos comprendan –, no es difícil darse cuenta de que estamos malgastando nuestra energía inútilmente, ajenos a las oportunidades que pasan por nuestro lado y, lo que es aún peor, arruinándonos la vida.

¿Cuántas oportunidades has perdido por el miedo?

Cuentan que en una tierra muy lejana en guerra, había un rey que causaba espanto. Cuando hacía prisioneros, no los mataba, sino que los llevaba a una sala donde había un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del otro, sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre. En esa sala, el rey les hacía formar un círculo y les decía: 

- Ustedes pueden elegir entre morir atravesados por las flechas de mis arqueros o pasar por esa puerta misteriosa. 

Todos elegían morir en manos de los arqueros. Al terminar la guerra, un soldado que sirvió al rey durante mucho tiempo se dirigió al soberano y le dijo:

- Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?

- Dime soldado - le respondió el rey. 

- ¿Qué había detrás de la horrorosa puerta?

- Ábrela y mira tú mismo - le animó el rey.

El soldado abrió temerosamente la puerta y, a medida que lo hacía, rayos de sol entraron y aclararon el ambiente. Descubrió sorprendido que la puerta se abría a un camino que conducía a la libertad.

El rey se limitó a explicarle:

- Yo les daba el poder de elegir, pero preferían morir que arriesgarse a abrir esta puerta. 

 

¿Cómo gestionas tu banco de energía psicológica? 

Todos tenemos un “banco de la energía”, esa energía psicológica no es ilimitada. No puedes sacar toda la energía que necesites para destinarla a tus miedos, inseguridades y preocupaciones, esperando tener aún más energía para realizar tus proyectos, sueños e ilusiones. 

Destinar gran parte de tu energía psicológica a alimentar los miedos, ansiedades e incertidumbres es el equivalente a tirar dinero por la ventana. Al contrario, invertir esa energía en tus sueños y en las cosas que realmente te hacen feliz te ayudará a construir un futuro más satisfactorio. Si todo es tan sencillo, ¿por qué seguimos malgastando nuestra energía inútilmente?

El problema es que seguimos pensando en la energía psicológica como un recurso ilimitado. No somos plenamente conscientes de la importancia de reencauzar esa energía eficientemente. Sin embargo, se ha demostrado que el autocontrol, por ejemplo, se agota a fuerza de ejercerlo. Esa es la razón por la cual, cuando llegamos a casa por la noche, después de un largo día ejerciendo el autocontrol, nos sentimos irritables y nos molesta cualquier cosa que, en otras circunstancias, habríamos pasado por alto. Esa también es la razón por la cual, después de haber seguido una dieta férrea, caemos en un periodo de comilonas compulsivas. 

Cuando finalmente comprendes que la energía psicológica no es un recurso infinito, sino que se debe usar sabiamente, puedes comenzar a pensar en cómo distribuirla para que puedas sentirte mejor y alcanzar tus sueños. 

El miedo bloquea tu energía psicológica 

El miedo es una emoción que puede llegar a paralizar, bloqueando toda la energía psicológica e impidiéndote usarla para lograr tus metas. Por desgracia, muchas personas pasan su vida siendo víctimas del miedo. El temor a lo desconocido y a abandonar la zona de confort que han construido les impide explorar nuevos horizontes, precisamente los horizontes donde se encuentran sus sueños. 

Si tienes grandes sueños, pero por algún motivo te sientes atascado, es probable que se deba a que estás destinando demasiada energía a alimentar tus miedos, inseguridades e incertidumbres. En su lugar, deberías comprender que para alcanzar cualquier sueño que sea realmente importante, debemos estar dispuestos a asumir cierto grado de riesgo. 

Una buena estrategia para reencauzar esa energía psicológica consiste en proyectarte al futuro dibujando paso a paso las metas que quieres alcanzar, en vez de quedarte atascado alimentando diferentes tipos de pensamientos negativos. 

Cada vez que vengan estos pensamientos, comprende que es el miedo quien está hablando y no permitas que te robe una energía tan valiosa. Entonces ocurrirá el milagro que tanto esperabas, ese milagro que muchas veces está al alcance de la mano pero que no se materializa porque te ha faltado el coraje para abrazarlo.

12 octubre 2021

PERSEVERANCIA VIRTUDES EN SANTO TOMÁS DE AQUINO.

PERSEVERANCIA PERSEVERANCIA VIRTUDES EN SANTO TOMÁS DE AQUINO.



PERSEVERANCIA: Es la virtud que permanece largo tiempo y con firmeza en un bien difícil de permanecer (Cf. II-II, 137). La perseverancia no pierde su firmeza ni cede “ante la dificultad que implica la larga duración de la obra buena” (II-II, 137, 2, c). También modera el “temor a la fatiga o el desfallecimiento causado por la larga duración del bien obrar” (II-II, 137, 2, rta 2).

 

“Es esencial a la perseverancia el continuar hasta el término de la obra virtuosa, como lo es el que el soldado persevere hasta el final del combate, y el magnífico hasta que se acabe su obra. Pero hay virtudes cuyo acto debe permanecer durante toda la vida, tales como la fe, la esperanza y la caridad, porque su objeto es el último fin de toda la vida humana. Así, pues, por lo que se refiere a estas virtudes, que son las principales, sus actos no se consuman hasta el final de la vida” (II-II, 137, 1, rta 3).

  

            Al aumentar la maldad se enfriará el amor de muchos, pero el que persevere hasta el fin, se salvará (Mt 24, 12-13).

 

Los vicios opuestos a la perseverancia

 

A la perseverancia se oponen la debilidad por defecto y la terquedad por exceso.

La debilidad o blandura se aparta fácilmente del bien ante las dificultades (Cf. II-II, 138, 1). “El merito de la perseverancia consiste en no apartarse del bien a pesar de la prolongada tolerancia de situaciones difíciles y trabajosas. Lo directamente opuesto a esto es, según parece, el que uno se aparte con facilidad del bien por dificultades que no puede soportar. Esto constituye la esencia de la debilidad, ya que débil o blando se llama a lo que cede fácilmente al tacto. Mas no se tiene a una cosa por débil por el hecho de que ceda a lo que empuja con fuerza, pues aun las paredes ceden a los golpes de máquina.

Por tanto, a nadie se le considera débil si cede y sucumbe a impulsos muy fuertes… se llama débil al que deja de hacer el bien por las molestias causadas en el hecho de obrar sin sentir placer, pues retrocede, por así decirlo, por motivos de poca importancia” (II-II, 138, 1, c).

La blandura tiene una doble causa. “En primer lugar, de la costumbre, pues cuando alguien se acostumbra a los placeres es bastante difícil que soporte el verse privado de ellos[1]. En segundo lugar, de la disposición natural: porque los hay que son bastante poco constantes a causa de su frágil complexión” (II-II, 138, 1, rta 1).

La terquedad mantiene obstinadamente su opinión más de lo que conviene (II-II, 138, 2). La debilidad, en cambio, menos de lo que conviene, y la perseverancia, en la medida que conviene. “El aferrarse demasiado a la propia opinión es debido a que se quiere dar a conocer, obrando así, la propia excelencia. Por eso la terquedad tiene su origen y causa en la vanagloria” (II-II, 138, 2, rta 1).

 




[1] “Al placer corporal se opone el trabajo: por eso los trabajos corporales impiden tanto el placer. Y que llamamos delicados a los que no son capaces de soportar trabajos ni cosa alguna que disminuya el placer… La delicadeza es, pues, una especie de blandura. Eso sí, la blandura se refiere propiamente a la falta de placer; la delicadeza, en cambio, a las causas que lo impiden, por ejemplo, el trabajo y cosas semejantes” (II-II, 138, 1, rta 2).

LA APATÍA? SÍNTOMAS Y CAUSAS

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LA APATÍA?  SÍNTOMAS Y CAUSAS

 


Antes o después, la apatía suele llamar a nuestra puerta. Se instaura como una sensación de desgana que se extiende al plano físico y psíquico. No tenemos ganas de hacer nada, pero también nos sentimos drenados por dentro. A veces esta sensación nos asalta de manera repentina y desaparece tal como llegó. Otras veces puede ser la señal de que algo más grave está ocurriendo y necesita nuestra atención.

Apatía, una definición más allá de la falta de pasión

Para comprender la definición de apatía debemos remontarnos a su origen etimológico. Esta palabra proviene del griego ἀπάθεια (apatheia), que deriva de “platos”, y significa emoción, sentimientos y/o pasión. Por tanto, el concepto de apatía hace referencia básicamente a la ausencia de pasión y sentimientos. De hecho, cuando nos sentimos apáticos experimentamos un estado de embotamiento afectivo. No estamos deprimidos, simplemente nos falta la pasión y la pulsión de las emociones y sentimientos.

Sin embargo, la apatía no es solo la falta de emoción y entusiasmo sino un estado de indiferencia generalizado en el que no respondemos a los aspectos de nuestra vida emocional, social y/o física. Nos adentramos en una especie de desierto emocional en el que las ganas y las fuerzas nos abandonan.

La apatía no solo nos arrebata los sentimientos, sino que también genera una falta de motivación y una actitud de indiferencia y despreocupación. Los objetivos que normalmente dinamizan nuestro comportamiento pierden su sentido y nos quedamos letárgicos y sin energía, casi paralizados e incapaces de actuar o sin la voluntad para hacerlo.

Los principales síntomas de la apatía

·         A nivel físico nos sentimos más pesados, es como si pedaleásemos con el viento en contra, de manera que cada pedaleada nos cuesta una energía enorme. Nos sentimos completamente agotados y el descanso habitual no basta para reponer las fuerzas.

·         A nivel cognitivo, no encontramos nada desafiante ni interesante. Todo nos da lo mismo. Ningún estímulo intelectual nos entusiasma. Ninguna idea nos convence. No sentimos la necesidad de explorar o conocer cosas nuevas.  

·         A nivel emocional nos sentimos completamente drenados. Nada tiene el poder de alegrarnos lo suficiente como para activarnos, pero tampoco nada nos enfada ni incomoda demasiado. Simplemente vivimos en un estado de letargia y aplanamiento afectivo.

·         A nivel volitivo no encontramos la energía y la motivación necesaria para ponernos en marcha. Es como si nos hubiésemos quedado sin batería. Cada vez que intentamos hacer algo, sentimos que requiere un esfuerzo sobrehumano.

¿Cuándo sentir apatía se convierte en un problema?

Sentir apatía no tiene que ser, necesariamente, la señal de un problema. De hecho, para los filósofos estoicos la apatheia era un estado mental en el que nos libramos de las alteraciones emocionales. Implicaba la eliminación de las reacciones emocionales a los eventos externos que escapan de nuestro control. Desde esa perspectiva, la apatía se reviste de un sentido más positivo, acercándose a un estado más similar a la ecuanimidad.

Sin embargo, la apatía es la señal de un problema cuando se convierte en un obstáculo para nuestro día a día y nos impide disfrutar. De hecho, sentir apatía durante un espacio de tiempo prolongado puede ser una señal de depresión o un trastorno de identidad disociativo.

Las causas de la apatía generalizada

La apatía puede tener causas físicas o psicológicas. El primer paso es descartar que no se trata del síntoma de una enfermedad. De hecho, los problemas de tiroides y los desequilibrios hormonales, una dieta inadecuada, la anemia o incluso algunos medicamentos pueden provocar un estado de abatimiento y agotamiento extremo similar a la apatía.

Descartada la causa fisiológica, es probable que el problema sea psicológico. Muchas veces la apatía es una especie de freno de mano para indicarnos que necesitamos hacer un alto en un ritmo de vida híper demandante e hiperactivo que nos exige demasiado. En esos casos, lo habitual es que la apatía dure un par de días ya que su misión es obligarnos a descansar y desconectarnos del mundo.

En otros casos las causas de la apatía son más profundas y nos indican algo acerca de cómo estamos llevando nuestra vida. Cuando estamos sumergidos en una vida que no nos gusta, ya sea porque realizamos el trabajo inadecuado, estamos rodeados de personas tóxicas o estamos inmersos en un entorno poco desarrollador. Esa falta de sentido, un día tras otro, termina pasándonos factura, drenando nuestros recursos psicológicos y succionando la vitalidad.

La apatía también puede estar causada por vivir en piloto automático durante demasiado tiempo. Cuando todos los días son iguales y no hay nada que añada condimento a nuestra existencia, nuestra energía vital se puede ir apagando lentamente. Mario Benedetti lo describió mejor: “tengo la horrible sensación de que pasa el tiempo y no hago nada, nada acontece y nada me conmueve hasta la raíz”.

Por otro lado, la apatía puede ser el resultado de una profunda desilusión. A fin de cuentas, cuando estamos apáticos perdemos la esperanza de poder alcanzar la felicidad o la realización personal. Puede producirse porque hemos dejado de creer en el valor de los objetivos que nos habíamos planteado o porque hemos perdido la confianza en nuestras capacidades para alcanzarlos. En esos casos, la apatía se presenta como una especie de claudicación interior.

En cualquier caso, y sea cual sea la causa de la apatía, nos envía un mensaje: tenemos un problema que debemos afrontar. No es casual que la apatía disminuya nuestro nivel de energía. Lo hace para que no podamos ir tan rápido que nuestro propio ritmo nos confunda. Al obligarnos a tomar un respiro nos anima a reflexionar y, resolver lo que nos pasa.

¿Cómo vencer la apatía generalizada?

Para vencer la apatía generalizada solo tenemos que ponernos en movimiento. No tenemos que hacer grandes cosas, tan solo empezar. Dar un paso. Aunque sea pequeño, pero que valga la pena.  Quizá necesitamos hacer – o deshacer – algo que marque una diferencia en esa secuencia de días iguales. Quizá necesitamos descomprimir lo comprimido o expresar lo reprimido para que algo se active en nuestro interior y logremos ponernos en marcha otra vez.

Solo nosotros sabemos cuál es el tratamiento para la apatía que realmente funciona para nuestro caso. Necesitamos mirarnos al espejo y preguntarnos: “Si tuviese ganas o energías, ¿qué haría?”. Quizá no lo descubramos inmediatamente, pero cuando conozcamos la respuesta, simplemente tenemos que hacerlo.

Cuando nos ponemos en marcha y hacemos algo que tiene sentido o que nos hace sentir bien, la suma de esos pequeños esfuerzos va inclinando la balanza de la apatía hacia al interés. La indiferencia va dejando paso a la curiosidad y las ganas de vivir. Una vez que el “motor” se enciende, todo es más sencillo.

Fuentes
Goldberg, Y. K. et. Al. (2011) Boredom: An Emotional Experience Distinct from Apathy, Anhedonia, or Depression. Journal of Social and Clinical Psychology; 30(6): 647-666.

11 octubre 2021

VIVIR EN LA RUTINA NO ES VIVIR

psicología /desarrollo personal
VIVIR EN LA RUTINA NO ES VIVIR


¿Alguna vez has llegado a tu trabajo o a tu hogar sin recordar prácticamente ningún detalle del viaje que acabas de hacer? Creo que nos ha pasado a todos en alguna que otra ocasión: salimos, esperamos en la parada, nos subimos al autobús o el tren, caminamos algunos metros y cuando llegamos a la entrada del a nuestro destino: “bien! , ¿Ya  he llegado?!” Eso se debe a que hemos estado funcionando con de forma ¡sistemática

El piloto automático es una expresión popular que se refiere a que funcionamos guiándonos básicamente por los hábitos que hemos ido construyendo a lo largo del tiempo. De esta manera, sabemos lo que tenemos que hacer aunque diversas áreas del cerebro se “desconecten”, sobre todo las que están vinculadas a la toma de decisiones. Cuando un hábito se dispara, no necesitamos pensar, realizamos todas las acciones de manera automática, a menos que algo cambie en la rutina.

Por una parte, poner este piloto automático es beneficioso porque así le damos un descanso al cerebro, no tenemos que planificar cada una de las acciones que realizamos para llevar a cabo una tarea. De hecho, ¿imaginas cuán agotador sería tener que pensar en cada uno de los pasos que sigues cuando te bañas, te lavas los dientes o conduces el coche? Son actividades que, a través de la práctica, se han automatizado, liberando parte de nuestros recursos cognitivos para que los empleemos en otra tarea. Por tanto, funcionar en piloto automático, nos ahorra trabajo y nos permite, de cierta forma, descansar.

El lado oscuro de vivir en la rutina

Aunque los hábitos nos reportan ciertas ventajas, pasar gran parte del día funcionando en piloto automático es una señal de alarma que no deberíamos obviar. No podemos olvidar que los hábitos no son más que hábitos, no nos permiten crecer ni mejorar como personas. De hecho, son tareas repetitivas que tenemos que hacer pero que no nos resultan particularmente agradables ni placenteras.

Funcionar en piloto automático es como mirar la vida y dejarla pasar, como si fuese un filme que transcurre delante de nuestros ojos pero en el cual, los personajes son otros, nosotros nos limitamos a ser meros espectadores. El problema es que… ¡no podemos ser espectadores pasivos de nuestra vida!

Cuando abusamos del piloto automático, estamos perdiendo una oportunidad para crecer, aprender algo nuevo o simplemente percatarnos de lo que sucede a nuestro alrededor. Por ejemplo, existen muchas maneras de cubrir el camino de la casa al trabajo: podemos ir en piloto automático, sin prestarle atención a lo que pasa a nuestro alrededor o podemos aprovechar este momento para estimular nuestros sentidos apostando por un camino diferente. De hecho, ¿sabías que recorrer caminos diversos es uno de los trucos que los neuropsicólogos nos recomiendan para mantener activo nuestro cerebro y evitar las enfermedades neurodegenerativas?

El piloto automático en las situaciones sociales

Hay ocasiones en que no nos limitamos a echar mano al piloto automático cuando estamos solos sino que también lo usamos cuando estamos en compañía de otras personas. Se trata de esos momentos en los cuales estamos ausentes y nos limitamos a responder de manera mecánica cuando nos dirigen una pregunta.

Como podrás suponer, las personas detectan esa falta de interés y apatía y, actúan en consecuencia. De esta manera, funcionar en piloto automático suele generar muchos problemas en las situaciones sociales. Además, casi siempre es una señal de alarma ya que nos indica un rechazo encubierto a la situación. Por algún motivo, no sentimos placer en estar allí y evadimos la realidad recurriendo al piloto automático. En estos casos, es necesario realizar un análisis más profundo, preguntarse si ocurre siempre con las mismas personas o solo en determinados contextos. Si indagas un poco en tu interior, es probable que te asombre lo que descubras.

En resumen, los hábitos son necesarios y nos resulta imposible renunciar a ellos pero cada cierto tiempo deberías hacer un alto y pensar si durante los últimos días has estado funcionando demasiado en piloto automático.

09 octubre 2021

LA HABILIDAD MÁS IMPORTANTE QUE DEBES DESARROLLAR EN LA VIDA ES LA LERANCIA AL ESTRÉS

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LA HABILIDAD MÁS IMPORTANTE QUE DEBES DESARROLLAR EN LA VIDA ES LA LERANCIA AL ESTRÉS

A lo largo de la vida atravesamos múltiples situaciones estresantes que pueden suponer un elevado nivel de angustia y ansiedad. Sin embargo, muchas veces no tenemos control sobre las circunstancias, de manera que no nos queda más remedio que ejercer la última de nuestras libertades: la posibilidad de elegir la actitud con la cual afrontaremos la adversidad.

Cuando las cosas se tuercen y la adversidad llama a la puerta o cuando los problemas, tensiones y conflictos se acumulan, existe una habilidad clave que nos ahorrará agobio, angustia y sufrimiento: la tolerancia al estrés.

¿Qué es la tolerancia al estrés?

La tolerancia al estrés es la capacidad para soportar las presiones y tensiones sin venirse abajo, manteniendo un nivel de funcionamiento eficaz y un grado de ansiedad mínimo en condiciones que para la mayoría de las personas serían tensionantes o agobiantes.

Tolerar el estrés no significa ser inmunes a la adversidad, se trata de una habilidad mucho más compleja. Por una parte, implica sobrellevar la angustia y la ansiedad que generan las situaciones estresantes y adversas. Por tanto, es una capacidad que nos permite soportar estados emocionales negativos o aversivos, como el malestar físico o la presión psicológica, sin venirnos abajo.

Por otra parte, la tolerancia al estrés también implica el acto conductual de resistir los estados internos angustiantes provocados por algún tipo de evento estresante o adverso. Eso significa que podemos mantener un nivel de funcionamiento basal que nos permite hacer frente a los eventos estresantes de manera adaptativa, impidiendo que esas emociones negativas interfieran demasiado en nuestro desempeño.

Poca tolerancia al estrés, los riesgos que acarrea

En los tiempos que corren, cuando tenemos que ir contrarreloj y las obligaciones se multiplican, tener poca tolerancia al estrés puede ser muy perjudicial porque nos abocará a vivir en un estado de tensión y angustia casi permanente.

Una persona con escasa tolerancia al estrés será más propensa a responder de manera desadaptativa cuando las circunstancias la pongan contra las cuerdas. Es probable que se vuelva extremadamente reactiva y reaccione con impulsividad o incluso agresividad, o quizá adopte estrategias de evitación que terminen siendo lesivas.

En este sentido, una investigación realizada en el Hospital General de Massachusetts con 118 personas que tenían VIH encontró que aquellas con poca tolerancia al estrés solían tener más síntomas depresivos, consumían más alcohol y/o drogas o abandonaban el tratamiento en un periodo de seis meses después de haber experimentado eventos vitales adversos.

Otras investigaciones han hallado que las personas con poca tolerancia al estrés son más impulsivas y tienen más probabilidades de desarrollar bulimia, ansiedad, depresión, alcoholismo y/o drogadicción.

El principal problema es que las personas con poca tolerancia al estrés suelen poner en práctica estrategias de evitación experiencial para escapar de las emociones negativas o los estados aversivos relacionados. Para intentar huir de esas emociones despliegan comportamientos desadaptativos que terminan siendo lesivos. Por eso, los psicólogos han concluido que la baja tolerancia al estrés es un marcador de riesgo mientras que un nivel elevado de tolerancia al estrés actúa como un factor protector contra diferentes trastornos mentales.

Curiosamente, la tolerancia al estrés no influye únicamente en nuestro equilibrio mental, sino que también permea la manera en que percibimos el mundo. Otro estudio realizado en la Universidad de Tel Aviv constató que las personas con poca tolerancia al estrés también tenían una mayor tendencia a caer en estereotipos. Ello se debe a que tienen problemas para lidiar con la ambigüedad, de manera que saltan a conclusiones precipitadamente para sentirse en un terreno más seguro.

Los 5 pilares sobre los que se construye la tolerancia al estrés

Las personas tolerantes al estrés comparten algunas características que les ayudan a lidiar con la tensión y los problemas:

1.      Anticipación de la experiencia. “El efecto de lo que no se busca es aplastante, pues al peso del desastre se suma lo inesperado. El hecho de que fuera imprevisto intensifica la reacción de una persona. Por eso debemos asegurarnos de que nada nos tome por sorpresa. […] Debemos prever todas las posibilidades y fortalecer el espíritu para afrontar las cosas que puedan ocurrir si no queremos sentirnos abrumados y aturdidos. […] Todo el mundo se enfrenta con mayor valentía a algo para lo cual se ha preparado durante mucho tiempo. Aquellos que no están preparados, por otro lado, reaccionarán mal ante los acontecimientos más insignificantes”, escribió Séneca hace siglos. Las personas tolerantes al estrés son capaces de anticiparse a las experiencias negativas y prepararse psicológicamente para ellas.

2.      Desvirtuar la atención de la emoción negativa. Cuando atravesamos un mal momento, es normal que toda nuestra atención se enfoque en lo que nos ocurre. Sin embargo, de esta manera podemos terminar maximizando los problemas, sumergiéndonos en el bucle tóxico que crea nuestra mente y se alimenta de las quejas. Las personas con mayor tolerancia al estrés, en cambio, no se obsesionan con las circunstancias adversas o las sensaciones aversivas, son capaces de reconducir su atención. No es que se olviden de la adversidad, simplemente saben redistribuir sus recursos atencionales para no obsesionarse con lo que les ocurre y poder seguir adelante con cierta dosis de normalidad.

3.      Reevaluación de la situación como aceptable. Cuando estamos sumidos en una situación estresante, podemos caer en el error de pensar que todo es peor de lo que es. La frustración y la angustia pueden convertirse en un cristal a través del cual vemos el mundo de manera distorsionada. Eso puede hacernos creer que todo es más insoportable o terrible. Las personas tolerantes al estrés no disfrutan de las situaciones adversas, pero son capaces de disminuir su impacto a un nivel aceptable que les permite seguir gestionando su día a día y recuperar la normalidad en la medida de lo posible. Pueden lograrlo porque son capaces de ver el panorama general. Comprenden que probablemente el problema que les preocupa hoy será intrascendente o habrá pasado en un mes o un año. Eso les permite valorar sus preocupaciones bajo una luz más realista.

4.      Capacidad para regular el comportamiento. Las personas con tolerancia al estrés son capaces de mantener un grado de autocontrol adecuado que impide que las emociones negativas influyan demasiado en su comportamiento. Así mantienen un nivel de funcionamiento adaptativo incluso en medio de la tormenta. Su nivel de autorregulación impide que se produzca un secuestro emocional, de manera que no llegan a tocar fondo emocionalmente, sino que incluso en los momentos más difíciles son capaces de mantener una rutina. Curiosamente, a menudo esa rutina es lo que les permite aliviar la carga que están llevando sobre sus hombros para restar impacto a la adversidad.

5.      Diálogo interior positivo. Cuando las cosas van mal, es difícil ver la luz al final del túnel. Es más fácil caer por el desfiladero de los pensamientos negativos y los peores augurios. Sin embargo, las personas con tolerancia al estrés mantienen un diálogo interno positivo. No son optimistas ingenuos. Saben que las cosas pueden estar mal o incluso son conscientes de que pueden empeorar, pero se dan ánimos y confían en sus capacidades para afrontar lo que ocurra. Se dicen: “Puedo hacerlo”, “soy una persona fuerte”, “esto pasará”, “ya me he levantado antes y puedo volver a hacerlo”. Ese diálogo interior positivo les brinda la fuerza que necesitan para seguir adelante hasta que el temporal amaine.

Fuentes:

Leyro, T. M. et. Al. (2010) Distress Tolerance and Psychopathological Symptoms and Disorders: A Review of the Empirical Literature among Adults. Psychol Bull; 136(4): 576–600.