27 septiembre 2021

PIEDAD: ES la Virtud que otorga respeto

  • PI DAD


  • PIEDAD
    ES la Virtud que otorga respeto y honor a los padres por ser principio secundario, luego de Dios, que ha generado nuestro ser y lo gobierna (Cf. II-II, 101, 1). -No se entiende aquí piedad en el sentido del culto a Dios, ni tampoco de la misericordia con los necesitados-.
  • La deuda con los padres se reduce a dos cosas: el culto (honor, reverencia, respeto), y la atención (cuidados en caso de necesidad, como enfermedad o pobreza). Principalmente y a lo largo de la vida, el culto. Accidentalmente, los cuidados necesarios (Cf. II-II, 101, 1).
  •  
  •                            Obligación para con los padres
  • Siempre
  • Accidentalmente
  • Culto: respeto, reverencia
  • Atención: enfermedad, pobreza
  •  
  • La piedad comprende a todos aquellos que son principio de nuestra existencia y gobierno. En primer lugar a Dios, primer principio absoluto. En segundo lugar a nuestros padres, de quienes hemos nacido, y por extensión a nuestros consanguíneos. En tercer lugar a la patria, donde hemos sido criados, y por extensión a los ciudadanos y amigos de la patria (Cf. II-II, 101, 1).
  • “El culto y atenciones…. se deben a todos los consanguíneos y a cuantos aman a nuestra patria; pero no ha todos por igual, sino que se deben principalmente a los padres, y a los demás según las propias posibilidades y la dignidad de las personas” (II-II, 101, 2, rta 3).
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  • “Honra a tu padre y a tu madre” (Ex 20, 12)

26 septiembre 2021

ILDAD Filosofía / VIRTUD/

  • HUMILDAD Filosofía / VIRTUD/

    *HUMILDAD
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    <es la Virtud que modera el ánimo para que no aspire con desorden a cosas grandes. Implica dos cosas: un recto conocimiento de sí mismo, que actúa como norma directiva, y la moderación del deseo de grandeza. La humildad reconoce las limitaciones e impide la sobreestimación de lo que se es, se tiene y se puede. Es una justa valoración de uno mismo y de los otros.
  • A la humildad se opone por exceso la soberbia y, por defecto, la estima baja de sí. La soberbia desea más de lo que se es o se puede. Es un amor desquiciado a todo lo propio. Para exaltarse a sí mismo, el soberbio desprecia al otro y lo rebaja. Cree merecer más de lo que tiene y se atribuye los dones que de Dios ha recibido. La estima baja de sí es una pequeñez de espíritu. Por ella se aspira desordenadamente a cosas más bajas a la propia dignidad.

25 septiembre 2021

Psicología

CÓMO LA SOCIEDAD NOS URGE A CONSUMIR LA VIDA, EN VEZ DE DISFRUTARLA
CUANTO MÁS PRETENDEMOS ABARCAR, MÁS PERDEMOS

 


Hoy estamos más informados que nunca, pero sabemos menos. Disponemos de más datos, pero somos menos críticos. Prestamos atención a un mayor número de eventos, pero somos más desmemoriados. Estamos más conectados, pero también más solos.

Si queremos seguir el ritmo que impone la vida moderna, estamos obligados a priorizar una serie de habilidades y hábitos sobre otros. Generalmente lo hacemos de manera inconsciente, dejándonos llevar por la corriente imperante. La masa establece qué es lo normativo. Y suele ser más fácil acomodarnos a las normas que rebelarnos. Sin embargo, de esa manera podríamos estar consumiendo la vida, más que disfrutándola lentamente.

Ese es el peligro del que nos alerta el filósofo Byung-Chul Han en su libro “La desaparición de los rituales: Una topología del presente”. Han cree que la cultura occidental se ha estructurado de forma tal que nos arrebata algunas de nuestras habilidades más valiosas para dar sentido y disfrutar plenamente de la vida: la percepción simbólica y la atención intensiva.

La percepción serial coarta la búsqueda de sentido y el disfrute

Hoy la percepción simbólica desaparece cada vez más a favor de la percepción serial, que no es capaz de experimentar su duración. La percepción serial, como una captación sucesiva de lo nuevo, no se demora en ello. Más bien se apresura de una información a la siguiente, de una vivencia a la siguiente, de una sensación a la siguiente, sin finalizar jamás nada. De hecho, las series gustan tanto porque responden al hábito de la percepción serial. En el nivel de consumo mediático, la percepción serial conduce a los atracones televisivos”, escribió Han.

La percepción simbólica es aquella que va más allá de las formas y penetra en el contenido, comprende los símbolos ocultos detrás de las apariencias. No es un simple percibir, sino que implica reflexionar, así como buscar significados compartidos. No es una mirada fugaz sino una mirada detenida. En cambio, la percepción serial es aquella que pasa de un estímulo a otro, sin deternerse demasiado, sin plantearse preguntas, sin arañar la superficie. No profundiza y, por eso, no deja marca.

La percepción serial es extensiva, mientras que la percepción simbólica es intensiva. A causa de su carácter extensivo, la percepción serial presta una atención plana. Hoy la intensidad deja paso en todas partes a la extensión. La comunicación digital, por ejemplo, es una comunicación extensiva. En lugar de crear relaciones se limita a establecer conexiones”, añadió Han.

La atención plana no deja espacio para que las cosas y los fenómenos se asienten y podamos descubrir su esencia. Es una atención que no permite la reflexión ni la emoción. Implica ir de flor en flor, sin establecer vínculos sólidos ni encontrar significados profundos. Es una atención instantánea que no descansa y olvida cómo demorarse en las cosas, por lo que termina influyendo en la manera en que vivimos.

La atención plana abarca demasiado pero no profundiza en nada. Planea sobre el mundo sin detenerse a degustar su esencia. Nos impele a consumir la vida, a apurarla hasta la última gota, pero sin disfrutarla plenamente porque no tenemos tiempo para captar su esencia ni los detalles.

Cuanto más pretendemos abarcar, más perdemos

Han advierte que “el régimen neoliberal fuerza a percibir de forma serial e intensifica el hábito serial. Elimina intencionalmente la duración para obligar a consumir más. El constante updPsicología sin Reservas e o actualización, que abarca todos los ámbitos vitales, no permite ninguna duración ni finalización […] A causa de ello la vida se vuelve más contingente, más fugaz y más inconstante”.

Cuando nuestra percepción y atención se expanden para abarcar más, en vez de concentrarse para ayudarnos a comprender mejor, no logramos construir significados profundos que den sentido a nuestra vida ni logramos terminar nada. Eso genera una insatisfacción vital que arrastramos permanentemente. Pero como no sabemos de dónde proviene, creemos que la solución es consumir cada vez más, descubrir más cosas, viajar más, comunicar más…  No pensamos que quizá la solución radica en restar. “Esa presión profana la vida”, sentencia Han. De hecho, la propia presión por ser felices genera infelicidad.

Este filósofo piensa que “si se priva a la vida del elemento contemplativo uno se ahoga en su propio hacer […] El reposo contemplativo, la quietud y el silencio son esenciales”. Sin embargo, “el reposo y el silencio no tienen cabida en la red digital, cuya estructura corresponde a una atención plana. La comunidad digital es horizontal. En ella no sobresale nada. Nada se ahonda. No es intensiva sino extensiva, lo que hace que aumente el ruido de la comunicación”.

Cuando no hay espacio para el silencio y la quietud no hay espacio para la reflexión. Ello nos lleva a vivir de manera irreflexiva, consumiendo ingentes cantidades de información que no nos aportan nada relevante, estableciendo conexiones con un mayor número de personas que no estarán a nuestro lado cuando las necesitemos o visitando un mayor número de sitios sin llegar a conocerlos.

La prisa por vivir nos arrebata la vida. La necesidad de estar actualizados nos arrebata lo familiar. La atención plana nos arrebata la reflexión. La apuesta por la cantidad nos lleva a olvidarnos de la calidad. Cuanto más abarcamos, más perdemos. Huérfanos de las habilidades que nos permiten demorarnos, encontrar sentidos y disfrutar, terminamos convirtiéndonos en consumidores ávidos de nuestra propia vida, en vez de ser sus artífices cuidadosos.

Fuente:

Han, B. (2020) La desaparición de los rituales. Herder: Barcelona.

24 septiembre 2021

ilosofía VIRTUD/DECORO

  • ilosofía VIRTUD/DECORO
    DECORO

    Es la Virtud que modera el modo de vestirse o presentarse ante los otros. El que guarda decoro, se muestra natural, modesto y sencillo, sin dejar de ser bello, creativo y significativo. La virtud del decoro intenta agradar a los demás con moderación.
  • Se le opone por exceso la vanagloria, la ostentación, la impudicia…, por defecto, la negligencia. La negligencia no pone el empeño o cuidado necesario en los vestidos. En los vicios contrarios, el cuidado es excesivo. Cuando la intención es seducir a quien no se debe, hablamos de impudicia. La vanagloria, vanidad u ostentación, pretende exaltarse o agradar desordenadamente los otros. El lujo o egoísmo utiliza demasiadas riquezas donde no debe, con indiferencia y crueldad para los que carecen de recursos en la satisfacción de sus necesidades básicas. Por la simulación se quiere representar exteriormente lo que no se es.
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  • REFRANES SOBRE EL DECORO Y SUS VICIOS 
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  • El vestido hace al hombre.
  • Gran cosa es mostrarse siempre tal cual se es (Séneca).
  • Como te ven te tratan.
  • El aspecto sencillo, cuadra con los hombres (Ovidio).
  • Nadie mal vestido es bien tratado.
  • El distraído considera sabio al necio bien vestido.
  • Es propio del necio estimar a un hombre por su vestido o condición.

LA HABILIDAD MÁS IMPORTANTE QUE DEBES DESARROLLAR EN LA VIDA ES LA TOLERANCIA AL ESTRÉS

DESARROLLO PERSONAL PSICOLOGÍA

LA HABILIDAD MÁS IMPORTANTE QUE DEBES DESARROLLAR EN LA VIDA ES LA TOLERANCIA AL ESTRÉS




A lo largo de la vida atravesamos múltiples situaciones estresantes que pueden suponer un elevado nivel de angustia y ansiedad. Sin embargo, muchas veces no tenemos control sobre las circunstancias, de manera que no nos queda más remedio que ejercer la última de nuestras libertades: la posibilidad de elegir la actitud con la cual afrontaremos la adversidad.

Cuando las cosas se tuercen y la adversidad llama a la puerta o cuando los problemas, tensiones y conflictos se acumulan, existe una habilidad clave que nos ahorrará agobio, angustia y sufrimiento: la tolerancia al estrés.

¿Qué es la tolerancia al estrés?

La tolerancia al estrés es la capacidad para soportar las presiones y tensiones sin venirse abajo, manteniendo un nivel de funcionamiento eficaz y un grado de ansiedad mínimo en condiciones que para la mayoría de las personas serían tensionantes o agobiantes.

Tolerar el estrés no significa ser inmunes a la adversidad, se trata de una habilidad mucho más compleja. Por una parte, implica sobrellevar la angustia y la ansiedad que generan las situaciones estresantes y adversas. Por tanto, es una capacidad que nos permite soportar estados emocionales negativos o aversivos, como el malestar físico o la presión psicológica, sin venirnos abajo.

Por otra parte, la tolerancia al estrés también implica el acto conductual de resistir los estados internos angustiantes provocados por algún tipo de evento estresante o adverso. Eso significa que podemos mantener un nivel de funcionamiento basal que nos permite hacer frente a los eventos estresantes de manera adaptativa, impidiendo que esas emociones negativas interfieran demasiado en nuestro desempeño.

Poca tolerancia al estrés, los riesgos que acarrea

En los tiempos que corren, cuando tenemos que ir contrarreloj y las obligaciones se multiplican, tener poca tolerancia al estrés puede ser muy perjudicial porque nos abocará a vivir en un estado de tensión y angustia casi permanente.

Una persona con escasa tolerancia al estrés será más propensa a responder de manera desadaptativa cuando las circunstancias la pongan contra las cuerdas. Es probable que se vuelva extremadamente reactiva y reaccione con impulsividad o incluso agresividad, o quizá adopte estrategias de evitación que terminen siendo lesivas.

En este sentido, una investigación realizada en el Hospital General de Massachusetts con 118 personas que tenían VIH encontró que aquellas con poca tolerancia al estrés solían tener más síntomas depresivos, consumían más alcohol y/o drogas o abandonaban el tratamiento en un periodo de seis meses después de haber experimentado eventos vitales adversos.

Otras investigaciones han hallado que las personas con poca tolerancia al estrés son más impulsivas y tienen más probabilidades de desarrollar bulimia, ansiedad, depresión, alcoholismo y/o drogadicción.

El principal problema es que las personas con poca tolerancia al estrés suelen poner en práctica estrategias de evitación experiencial para escapar de las emociones negativas o los estados aversivos relacionados. Para intentar huir de esas emociones despliegan comportamientos desadaptativos que terminan siendo lesivos. Por eso, los psicólogos han concluido que la baja tolerancia al estrés es un marcador de riesgo mientras que un nivel elevado de tolerancia al estrés actúa como un factor protector contra diferentes trastornos mentales.

Curiosamente, la tolerancia al estrés no influye únicamente en nuestro equilibrio mental, sino que también permea la manera en que percibimos el mundo. Otro estudio realizado en la Universidad de Tel Aviv constató que las personas con poca tolerancia al estrés también tenían una mayor tendencia a caer en estereotipos. Ello se debe a que tienen problemas para lidiar con la ambigüedad, de manera que saltan a conclusiones precipitadamente para sentirse en un terreno más seguro.

Los 5 pilares sobre los que se construye la tolerancia al estrés

Las personas tolerantes al estrés comparten algunas características que les ayudan a lidiar con la tensión y los problemas:

1.      Anticipación de la experiencia. “El efecto de lo que no se busca es aplastante, pues al peso del desastre se suma lo inesperado. El hecho de que fuera imprevisto intensifica la reacción de una persona. Por eso debemos asegurarnos de que nada nos tome por sorpresa. […] Debemos prever todas las posibilidades y fortalecer el espíritu para afrontar las cosas que puedan ocurrir si no queremos sentirnos abrumados y aturdidos. […] Todo el mundo se enfrenta con mayor valentía a algo para lo cual se ha preparado durante mucho tiempo. Aquellos que no están preparados, por otro lado, reaccionarán mal ante los acontecimientos más insignificantes”, escribió Séneca hace siglos. Las personas tolerantes al estrés son capaces de anticiparse a las experiencias negativas y prepararse psicológicamente para ellas.

2.      Desvirtuar la atención de la emoción negativa. Cuando atravesamos un mal momento, es normal que toda nuestra atención se enfoque en lo que nos ocurre. Sin embargo, de esta manera podemos terminar maximizando los problemas, sumergiéndonos en el bucle tóxico que crea nuestra mente y se alimenta de las quejas. Las personas con mayor tolerancia al estrés, en cambio, no se obsesionan con las circunstancias adversas o las sensaciones aversivas, son capaces de reconducir su atención. No es que se olviden de la adversidad, simplemente saben redistribuir sus recursos atencionales para no obsesionarse con lo que les ocurre y poder seguir adelante con cierta dosis de normalidad.

3.      Reevaluación de la situación como aceptable. Cuando estamos sumidos en una situación estresante, podemos caer en el error de pensar que todo es peor de lo que es. La frustración y la angustia pueden convertirse en un cristal a través del cual vemos el mundo de manera distorsionada. Eso puede hacernos creer que todo es más insoportable o terrible. Las personas tolerantes al estrés no disfrutan de las situaciones adversas, pero son capaces de disminuir su impacto a un nivel aceptable que les permite seguir gestionando su día a día y recuperar la normalidad en la medida de lo posible. Pueden lograrlo porque son capaces de ver el panorama general. Comprenden que probablemente el problema que les preocupa hoy será intrascendente o habrá pasado en un mes o un año. Eso les permite valorar sus preocupaciones bajo una luz más realista.

4.      Capacidad para regular el comportamiento. Las personas con tolerancia al estrés son capaces de mantener un grado de autocontrol adecuado que impide que las emociones negativas influyan demasiado en su comportamiento. Así mantienen un nivel de funcionamiento adaptativo incluso en medio de la tormenta. Su nivel de autorregulación impide que se produzca un secuestro emocional, de manera que no llegan a tocar fondo emocionalmente, sino que incluso en los momentos más difíciles son capaces de mantener una rutina. Curiosamente, a menudo esa rutina es lo que les permite aliviar la carga que están llevando sobre sus hombros para restar impacto a la adversidad.

5.      Diálogo interior positivo. Cuando las cosas van mal, es difícil ver la luz al final del túnel. Es más fácil caer por el desfiladero de los pensamientos negativos y los peores augurios. Sin embargo, las personas con tolerancia al estrés mantienen un diálogo interno positivo. No son optimistas ingenuos. Saben que las cosas pueden estar mal o incluso son conscientes de que pueden empeorar, pero se dan ánimos y confían en sus capacidades para afrontar lo que ocurra. Se dicen: “Puedo hacerlo”, “soy una persona fuerte”, “esto pasará”, “ya me he levantado antes y puedo volver a hacerlo”. Ese diálogo interior positivo les brinda la fuerza que necesitan para seguir adelante hasta que el temporal amaine.

Fuente314–323.

Friedland, N. et. Al. (1999) The effect of psychological stress and tolerance of ambiguity on stereotypic attributions. Anxiety Stress Coping; 12(4): 397-410.

23 septiembre 2021

DESARROLLO PERSONAL PSICOLOGÍA LOS MILAGROS OCURREN CUANDO DESTINAS MÁS ENERGÍA A TUS SUEÑOS QUE A TUS MIEDOS “Toda pulgada cúbica de espacio es un milagro”, dijo Walt Whitman, pero normalmente no nos damos cuenta de ello. Enfrascados en nuestras preocupaciones y en las tareas pendientes, arrastrando nuestra dosis de estrés cotidiana; es difícil prestar atención a todos los detalles maravillosos que ocurren a nuestro alrededor. Si a esto le sumamos el miedo – miedo a fracasar, a equivocarnos, a no ser lo suficientemente buenos, a que nos rechacen, a que no nos comprendan –, no es difícil darse cuenta de que estamos malgastando nuestra energía inútilmente, ajenos a las oportunidades que pasan por nuestro lado y, lo que es aún peor, arruinándonos la vida. ¿Cuántas oportunidades has perdido por el miedo? Cuentan que en una tierra muy lejana en guerra, había un rey que causaba espanto. Cuando hacía prisioneros, no los mataba, sino que los llevaba a una sala donde había un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del otro, sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre. En esa sala, el rey les hacía formar un círculo y les decía: - Ustedes pueden elegir entre morir atravesados por las flechas de mis arqueros o pasar por esa puerta misteriosa. Todos elegían morir en manos de los arqueros. Al terminar la guerra, un soldado que sirvió al rey durante mucho tiempo se dirigió al soberano y le dijo: - Señor, ¿puedo hacerle una pregunta? - Dime soldado - le respondió el rey. - ¿Qué había detrás de la horrorosa puerta? - Ábrela y mira tú mismo - le animó el rey. El soldado abrió temerosamente la puerta y, a medida que lo hacía, rayos de sol entraron y aclararon el ambiente. Descubrió sorprendido que la puerta se abría a un camino que conducía a la libertad. El rey se limitó a explicarle: - Yo les daba el poder de elegir, pero preferían morir que arriesgarse a abrir esta puerta. ¿Cómo gestionas tu banco de energía psicológica? Todos tenemos un “banco de la energía”, esa energía psicológica no es ilimitada. No puedes sacar toda la energía que necesites para destinarla a tus miedos, inseguridades y preocupaciones, esperando tener aún más energía para realizar tus proyectos, sueños e ilusiones. Destinar gran parte de tu energía psicológica a alimentar los miedos, ansiedades e incertidumbres es el equivalente a tirar dinero por la ventana. Al contrario, invertir esa energía en tus sueños y en las cosas que realmente te hacen feliz te ayudará a construir un futuro más satisfactorio. Si todo es tan sencillo, ¿por qué seguimos malgastando nuestra energía inútilmente? El problema es que seguimos pensando en la energía psicológica como un recurso ilimitado. No somos plenamente conscientes de la importancia de reencauzar esa energía eficientemente. Sin embargo, se ha demostrado que el autocontrol, por ejemplo, se agota a fuerza de ejercerlo. Esa es la razón por la cual, cuando llegamos a casa por la noche, después de un largo día ejerciendo el autocontrol, nos sentimos irritables y nos molesta cualquier cosa que, en otras circunstancias, habríamos pasado por alto. Esa también es la razón por la cual, después de haber seguido una dieta férrea, caemos en un periodo de comilonas compulsivas. Cuando finalmente comprendes que la energía psicológica no es un recurso infinito sino que se debe usar sabiamente, puedes comenzar a pensar en cómo distribuirla para que puedas sentirte mejor y alcanzar tus sueños. El miedo bloquea tu energía psicológica El miedo es una emoción que puede llegar a paralizar, bloqueando toda la energía psicológica e impidiéndote usarla para lograr tus metas. Por desgracia, muchas personas pasan su vida siendo víctimas del miedo. El temor a lo desconocido y a abandonar la zona de confort que han construido les impide explorar nuevos horizontes, precisamente los horizontes donde se encuentran sus sueños. Si tienes grandes sueños, pero por algún motivo te sientes atascado, es probable que se deba a que estás destinando demasiada energía a alimentar tus miedos, inseguridades e incertidumbres. En su lugar, deberías comprender que para alcanzar cualquier sueño que sea realmente importante, debemos estar dispuestos a asumir cierto grado de riesgo. Una buena estrategia para reencauzar esa energía psicológica consiste en proyectarte al futuro dibujando paso a paso las metas que quieres alcanzar, en vez de quedarte atascado alimentando diferentes tipos de pensamien

Psicología / Desarrollo Personal  
DESARROLLO PERSONAL PSICOLOGÍA

LOS MILAGROS OCURREN CUANDO DESTINAS MÁS ENERGÍA A TUS SUEÑOS QUE A TUS MIEDOS 

 


“Toda pulgada cúbica de espacio es un milagro”, dijo Walt Whitman, pero normalmente no nos damos cuenta de ello. Enfrascados en nuestras preocupaciones y en las tareas pendientes, arrastrando nuestra dosis de estrés cotidiana; es difícil prestar atención a todos los detalles maravillosos que ocurren a nuestro alrededor. 

Si a esto le sumamos el miedo – miedo a fracasar, a equivocarnos, a no ser lo suficientemente buenos, a que nos rechacen, a que no nos comprendan –, no es difícil darse cuenta de que estamos malgastando nuestra energía inútilmente, ajenos a las oportunidades que pasan por nuestro lado y, lo que es aún peor, arruinándonos la vida.

¿Cuántas oportunidades has perdido por el miedo?

Cuentan que en una tierra muy lejana en guerra, había un rey que causaba espanto. Cuando hacía prisioneros, no los mataba, sino que los llevaba a una sala donde había un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del otro, sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre. En esa sala, el rey les hacía formar un círculo y les decía: 

- Ustedes pueden elegir entre morir atravesados por las flechas de mis arqueros o pasar por esa puerta misteriosa. 

Todos elegían morir en manos de los arqueros. Al terminar la guerra, un soldado que sirvió al rey durante mucho tiempo se dirigió al soberano y le dijo:

- Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?

- Dime soldado - le respondió el rey. 

- ¿Qué había detrás de la horrorosa puerta?

- Ábrela y mira tú mismo - le animó el rey.

El soldado abrió temerosamente la puerta y, a medida que lo hacía, rayos de sol entraron y aclararon el ambiente. Descubrió sorprendido que la puerta se abría a un camino que conducía a la libertad.

El rey se limitó a explicarle:

- Yo les daba el poder de elegir, pero preferían morir que arriesgarse a abrir esta puerta. 

 

¿Cómo gestionas tu banco de energía psicológica? 

Todos tenemos un “banco de la energía”, esa energía psicológica no es ilimitada. No puedes sacar toda la energía que necesites para destinarla a tus miedos, inseguridades y preocupaciones, esperando tener aún más energía para realizar tus proyectos, sueños e ilusiones. 

Destinar gran parte de tu energía psicológica a alimentar los miedos, ansiedades e incertidumbres es el equivalente a tirar dinero por la ventana. Al contrario, invertir esa energía en tus sueños y en las cosas que realmente te hacen feliz te ayudará a construir un futuro más satisfactorio. Si todo es tan sencillo, ¿por qué seguimos malgastando nuestra energía inútilmente?

El problema es que seguimos pensando en la energía psicológica como un recurso ilimitado. No somos plenamente conscientes de la importancia de reencauzar esa energía eficientemente. Sin embargo, se ha demostrado que el autocontrol, por ejemplo, se agota a fuerza de ejercerlo. Esa es la razón por la cual, cuando llegamos a casa por la noche, después de un largo día ejerciendo el autocontrol, nos sentimos irritables y nos molesta cualquier cosa que, en otras circunstancias, habríamos pasado por alto. Esa también es la razón por la cual, después de haber seguido una dieta férrea, caemos en un periodo de comilonas compulsivas. 

Cuando finalmente comprendes que la energía psicológica no es un recurso infinito sino que se debe usar sabiamente, puedes comenzar a pensar en cómo distribuirla para que puedas sentirte mejor y alcanzar tus sueños. 

El miedo bloquea tu energía psicológica 

El miedo es una emoción que puede llegar a paralizar, bloqueando toda la energía psicológica e impidiéndote usarla para lograr tus metas. Por desgracia, muchas personas pasan su vida siendo víctimas del miedo. El temor a lo desconocido y a abandonar la zona de confort que han construido les impide explorar nuevos horizontes, precisamente los horizontes donde se encuentran sus sueños. 

Si tienes grandes sueños, pero por algún motivo te sientes atascado, es probable que se deba a que estás destinando demasiada energía a alimentar tus miedos, inseguridades e incertidumbres. En su lugar, deberías comprender que para alcanzar cualquier sueño que sea realmente importante, debemos estar dispuestos a asumir cierto grado de riesgo. 

Una buena estrategia para reencauzar esa energía psicológica consiste en proyectarte al futuro dibujando paso a paso las metas que quieres alcanzar, en vez de quedarte atascado alimentando diferentes tipos de pensamientos negativos. 

Cada vez que vengan estos pensamientos, comprende que es el miedo quien está hablando y no permitas que te robe una energía tan valiosa. Entonces ocurrirá el milagro que tanto esperabas, ese milagro que muchas veces está al alcance de la mano pero que no se materializa porque te ha faltado el coraje para abrazarlo.

21 septiembre 2021

LOS MILAGROS OCURREN CUANDO DESTINAS MÁS ENERGÍA A TUS SUEÑOS QUE A TUS MIEDOS

Psicología desarrollo personal

LOS MILAGROS OCURREN CUANDO DESTINAS MÁS ENERGÍA A TUS SUEÑOS QUE A TUS MIEDOS


Toda pulgada cúbica de espacio es un milagro”, dijo Walt Whitman, pero normalmente no nos damos cuenta de ello. Enfrascados en nuestras preocupaciones y en las tareas pendientes, arrastrando nuestra dosis de estrés cotidiana; es difícil prestar atención a todos los detalles maravillosos que ocurren a nuestro alrededor.

Si a esto le sumamos el miedo – miedo a fracasar, a equivocarnos, a no ser lo suficientemente buenos, a que nos rechacen, a que no nos comprendan –, no es difícil darse cuenta de que estamos malgastando nuestra energía inútilmente, ajenos a las oportunidades que pasan por nuestro lado y, lo que es aún peor, arruinándonos la vida.

¿Cuántas oportunidades has perdido por el miedo?

Cuentan que en una tierra muy lejana en guerra, había un rey que causaba espanto. Cuando hacía prisioneros, no los mataba, sino que los llevaba a una sala donde había un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del otro, sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre. En esa sala, el rey les hacía formar un círculo y les decía:

- Ustedes pueden elegir entre morir atravesados por las flechas de mis arqueros o pasar por esa puerta misteriosa.

Todos elegían morir en manos de los arqueros. Al terminar la guerra, un soldado que sirvió al rey durante mucho tiempo se dirigió al soberano y le dijo:

- Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?

- Dime soldado - le respondió el rey.

- ¿Qué había detrás de la horrorosa puerta?

- Ábrela y mira tú mismo - le animó el rey.

El soldado abrió temerosamente la puerta y, a medida que lo hacía, rayos de sol entraron y aclararon el ambiente. Descubrió sorprendido que la puerta se abría a un camino que conducía a la libertad.

El rey se limitó a explicarle:

- Yo les daba el poder de elegir, pero preferían morir que arriesgarse a abrir esta puerta.



¿Cómo gestionas tu banco de energía psicológica?

Todos tenemos un “banco de la energía”, esa energía psicológica no es ilimitada. No puedes sacar toda la energía que necesites para destinarla a tus miedos, inseguridades y preocupaciones, esperando tener aún más energía para realizar tus proyectos, sueños e ilusiones.

Destinar gran parte de tu energía psicológica a alimentar los miedos, ansiedades e incertidumbres es el equivalente a tirar dinero por la ventana. Al contrario, invertir esa energía en tus sueños y en las cosas que realmente te hacen feliz te ayudará a construir un futuro más satisfactorio. Si todo es tan sencillo, ¿por qué seguimos malgastando nuestra energía inútilmente?

El problema es que seguimos pensando en la energía psicológica como un recurso ilimitado. No somos plenamente conscientes de la importancia de reencauzar esa energía eficientemente. Sin embargo, se ha demostrado que el autocontrol, por ejemplo, se agota a fuerza de ejercerlo. Esa es la razón por la cual, cuando llegamos a casa por la noche, después de un largo día ejerciendo el autocontrol, nos sentimos irritables y nos molesta cualquier cosa que, en otras circunstancias, habríamos pasado por alto. Esa también es la razón por la cual, después de haber seguido una dieta férrea, caemos en un periodo de comilonas compulsivas.

Cuando finalmente comprendes que la energía psicológica no es un recurso infinito sino que se debe usar sabiamente, puedes comenzar a pensar en cómo distribuirla para que puedas sentirte mejor y alcanzar tus sueños.

El miedo bloquea tu energía psicológica

El miedo es una emoción que puede llegar a paralizar, bloqueando toda la energía psicológica e impidiéndote usarla para lograr tus metas. Por desgracia, muchas personas pasan su vida siendo víctimas del miedo. El temor a lo desconocido y a abandonar la zona de confort que han construido les impide explorar nuevos horizontes, precisamente los horizontes donde se encuentran sus sueños.

Si tienes grandes sueños, pero por algún motivo te sientes atascado, es probable que se deba a que estás destinando demasiada energía a alimentar tus miedos, inseguridades e incertidumbres. En su lugar, deberías comprender que para alcanzar cualquier sueño que sea realmente importante, debemos estar dispuestos a asumir cierto grado de riesgo.

Una buena estrategia para reencauzar esa energía psicológica consiste en proyectarte al futuro dibujando paso a paso las metas que quieres alcanzar, en vez de quedarte atascado alimentando diferentes tipos de pensamientos negativos.

Cada vez que vengan estos pensamientos, comprende que es el miedo quien está hablando y no permitas que te robe una energía tan valiosa. Entonces ocurrirá el milagro que tanto esperabas, ese milagro que muchas veces está al alcance de la mano pero que no se materializa porque te ha faltado el coraje para abrazarlo.

 

20 septiembre 2021

A MEDIDA QUE ENVEJECEMOS NOS HACEMOS MÁS AUTÉNTICOS

Psicología / Desarrollo Personal                                                                             
A MEDIDA QUE ENVEJECEMOS NOS HACEMOS  MÁS AUTÉNTICOS


¿Crees que hoy te conoces mejor que en el pasado? ¿Piensas que eres más auténtico a medida que pasan los años? ¿Crees que en el futuro serás más auténtico de lo que eres hoy?

Estas fueron algunas de las preguntas que un grupo de psicólogos de la Universidad de Texas plantearon a un grupo de personas para descubrir si existe un patrón en la manera en que pensamos sobre nuestro “yo”.

La derogación del viejo “yo”

En un primer momento, los investigadores reclutaron a 250 estudiantes universitarios y les pidieron que indicaran cuánto coincidía su “yo” de la época del instituto con el “yo” actual. También les pidieron que estimaran cuánto se parecería su “yo” actual con el “yo” cuando terminaran la carrera.

Todos pensaban que el nivel de autenticidad aumenta a medida que pasan los años.

Los investigadores se preguntaron si ese fenómeno también ocurría en otras edades, así que reclutaron a otras 134 personas con edades comprendidas entre los 19 y 67 años. Les pidieron que dividieran su vida en tres capítulos: pasado, presente y futuro, y que escribieran una descripción para cada uno, evaluando su nivel de autoconocimiento y autenticidad.

Una vez más, las personas reportaron conocerse mejor y ser más auténticos con el paso de los años. Los psicólogos también descubrieron que cuanto mayor es la autoestima, más grande son las expectativas de ser más auténticos a medida que se madura.

Este fenómeno se conoce como la “derogación del viejo yo”. En práctica, cuando miramos a un pasado que consideramos lejano, tendemos a derogar ese antiguo “yo” a favor de la identidad actual. De hecho, en la mayoría de los casos, cuando miramos atrás para desempolvar el “yo” antiguo, podemos analizarlo con cierta distancia psicológica, adoptando la perspectiva de una tercera persona, casi ajena a esa identidad.

Esa distancia se produce porque, aunque somos conscientes de que esa persona éramos nosotros, no nos sentimos plenamente identificados puesto que encontramos demasiadas discrepancias con nuestra forma de pensar y ser actual.

Sin embargo, ¿es una ilusión o realmente somos más auténticos?

El permiso de la insolencia que conceden los años

Una amiga que ya cuenta con varias décadas en el calendario, suele decir que “los años conceden el permiso de la insolencia”. Se refería a que con la madurez psicológica nos atrevemos a ser más auténticos, a expresar lo que realmente sentimos y pensamos “sin pelos en la lengua”. Nos conocemos mejor, sabemos lo que queremos y lo que no queremos, y eso nos brinda una gran seguridad y autoconfianza para mostrarnos tal cual somos.

Durante la adolescencia y juventud, estamos en plena búsqueda de nuestra identidad. Suelen ser etapas confusas en las que exploramos diferentes identidades. También necesitamos ser aceptados por el grupo, por lo que en muchas ocasiones nos dejamos influenciar por los demás, supeditándonos a sus intereses y metas.

A medida que maduramos – lo cual no siempre coincide con el paso de los años puesto que se madura a través de las experiencias, no por el simple hecho de que el calendario siga adelante – vamos consolidando nuestra identidad. Esa identidad no es estática, sino que sigue cambiando con el curso de la vida, pero vamos comprendiendo mejor quiénes somos, perfilamos nuestras metas, priorizamos nuestras necesidades, asentamos nuestro sistema de valores… En fin, le vamos dando a cada cosa el lugar que merece en nuestra vida.

Cuando maduramos, hacemos nuestra la frase de Oscar Wilde: “Sé tú mismo. Los demás puestos están ocupados”. Aprendemos a aceptarnos, con nuestras virtudes y defectos, porque comprendemos que somos maravillosa e imperfectamente únicos.

El regalo de la experiencia es que nos permite ser, sin estridencias, con absoluta y sencilla naturalidad. Te permite ser quien quieras ser. Te das cuenta de que agradar a todo el mundo significa terminar defraudándote y, finalmente, te otorgas el permiso para ser auténtico.

Sin embargo, no debemos dar por descontado esa autenticidad, hay que trabajar para deshacerse de los lazos sociales que la maniatan. El escritor estadounidense Patrick Rothfuss nos perfila un camino muy interesante para ir desarrollando ese “yo” auténtico: “Sé lo bastante listo como para conocerte a ti mismo, lo bastante valiente para ser tú mismo y lo bastante insensato como para cambiarte y, al mismo tiempo, seguir manteniéndote auténtico”.

Si sigues ese camino, llegarás al punto en el que no necesitas demostrarle nada a nadie, excepto a ti mismo. Y esa increíble libertad es premio suficiente

Fuentes:

Seto, E. & Schelegel, R. J. (2018) Becoming your true self: Perceptions of authenticity across the lifespan. Self and Identity; 17(3): 310-326.

19 septiembre 2021

MAGNIFICENCIA VIRTUD

  • MAGNIFICENCIA VIRTUD

MAGNIFICENCIA


Es  la Virtud por la que tendemos a realizar obras exteriores buenas y grandes. La bondad y grandeza se da en la cantidad y la calidad, tanto a nivel individual, como la edificación de una casa familiar o la celebración de una boda, como a nivel comunitario, por ejemplo, las construcciones públicas civiles o religiosas. Los criterios del gasto a realizar son la permanencia y la dignidad de la obra.

  • A la magnificencia se opone por exceso el despilfarro y, por defecto, la mezquindad. En ambos vicios hay una desproporción entre el gasto y la obra. El que despilfarra gasta mucho donde debe gastar poco. El mezquino, para gastar poco, realiza obras pequeñas y malas, cuando debe realizar obras grandes y buenas. 
  • LA PERMANENCIA DE LAS BUENAS OBRAS
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  • Una torre de piedra

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  • El que escucha mi palabra y la pone en práctica, se parece al hombre prudente que edificó su casa sobre roca; vino la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa, pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca (Mt 7, 21-27).

  • ARISTÓTELES
  • ÉTICA A NICÓMACO
  • MAGNIFICENCIA Y OTRAS VIRTUDES
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  • REFRANES SOBRE LA MAGNIFICENCIA, EL DESPILFARRO Y LA MEZQUINDAD
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  • Nunca mucho costó poco.
  • Lo que poco cuesta poco se aprecia.
  • Lo barato sale caro.
  • Siempre hay plata, para enterrar los muertos.
  • Roma no se hizo en un día.
  • Lo que no es útil, es caro, aunque sea barato (Séneca).
  • El que desprecia un centavo, deseará después un peso.
  • Para hacer una tortilla, hay que gastar algunos huevos.
  • Rico al caldo de gallina, lástima los huevos de oro.
  • A grandes males grandes remedios.
  • No levantar murallas, construir puentes.

¿POR QUÉ LOS HOMBRES LEEN CADA VEZ MENOS POESÍA?

psicología / Desarrollo Personal                                                                             

¿POR QUÉ   LOS HOMBRES LEEN CADA VEZ MENOS POESÍA?

 


El hombre sordo a la voz de la poesía es un bárbaro”, escribió Goethe. Vivimos en una sociedad que supuestamente se ha apartado de la barbarie y, sin embargo, leemos cada vez menos poesía. El cambio en nuestros valores y prioridades explica esa supuesta contradicción: nos informamos más, pero disfrutamos menos de la lectura como placer en sí misma. Comprendemos las palabras, pero se nos escabullen sus significados más ocultos.

De hecho, la poesía es un alimento para el alma. Despierta emociones. Juega con las palabras y los significados. Sigue sus propias normas. Libremente. Le tiende trampas a la razón. Se escabulle de los significantes estrechos. Abre nuevos horizontes. Reclama una atención plena. Anima a fluir.

Quizá es precisamente por todo eso que leemos cada vez menos poesía. De hecho, el filósofo Byung-Chul Han cree que estamos desarrollando como sociedad cierta fobia a la poesía porque ya no somos receptivos a ese maravilloso caos literario con el que necesitamos conectar a un nivel emocional y estético.

Usamos un lenguaje pragmático despojado de su carácter lúdico

Han piensa que en los últimos tiempos hemos empobrecido el papel del lenguaje, relegándolo a un mero transmisor de informaciones y productor de sentidos. Con las prisas cotidianas, el lenguaje se ha convertido en un instrumento eminentemente práctico, despojándolo de sus significantes. Obviamente, “el lenguaje como medio de información suele carecer de esplendor, no seduce”, como apunta Han.

En la sociedad moderna no tenemos tiempo para detenernos a degustar un poema que juega con el lenguaje y espolea la imaginación más allá de lo práctico. Imbuidos en las prisas cotidianas, “nos hemos vuelto incapaces de percibir las formas que resplandecen por sí mismas”, según Han.  

De hecho, “en los poemas se disfruta del propio lenguaje. El lenguaje trabajador e informativo, por el contrario, no se puede disfrutar […] En cambio, el lenguaje juega en los poemas. El principio poético devuelve al lenguaje su gozo al romper radicalmente con la economía de la producción de sentido. Lo poético no produce” y en una sociedad obsesionada con la producción, los resultados y los objetivos no hay espacio para demorarse en aquello cuyo fin en sí mismo sea el placer.

La poesía está hecha para sentir y se caracteriza por lo que denomina sobreexcedente y significantes […] “El exceso, el sobreexcedente de significantes, es lo que hace que el lenguaje parezca mágico, poético y seductor. Esa es la magia de la poesía”. En cambio, “la cultura de la información pierde esa magia […] Vivimos en una cultura del significado que rechaza el significante, la forma, por superficial. Es hostil al gozo y la forma”, explica Han.

A diferencia del significado, que es lo más esencial, los significantes se refieren a las formas y lo simbólico. El significado hace referencia al contenido, el concepto o la idea mientras que el significante es su expresión, la manera en que se transmite ese contenido, concepto o idea. Sin embargo, “la poesía es un intento de aproximación a lo absoluto por medio de los símbolos”, como escribiera Juan Ramón Jiménez. En la poesía es tan importante lo que se dice como la manera en que se dice.

Hoy tenemos demasiada prisa por llegar al contenido y aferrar la idea. Queremos llegar al meollo del asunto. Y eso nos lleva a olvidarnos del aspecto lúdico que descansa en las formas y las expresiones. Por eso, la poesía que resuena emocionalmente tiene cada vez menos cabida en la sociedad actual.

La pereza cognitiva y el vacío del alma

El hecho de que cada vez leamos menos poesía no se debe únicamente a nuestra renuncia a los significantes y las formas, también sienta sus raíces en la creciente cultura de lo políticamente correcto. En una cultura que impone cada vez más reglas que no se pueden traspasar, los poemas resultan insurreccionales y transgresivos porque juegan con las imprecisiones y las ambigüedades oponiéndose firmemente a esa mera producción de significado.

Los poemas juegan con lo no expresado. Quedan abiertos a interpretaciones. Se adentran en el terreno de lo incierto. Y eso nos genera cada vez más aversión. Nos hace sentir incómodos, como si camináramos sobre un terreno minado. En ese contexto, los poemas representan en sí mismos un acto de rebelión contra una sociedad esencialmente productiva.

Más allá de esa incomodidad social, la poesía también demanda un trabajo cognitivo que muchos ya no están dispuestos a hacer. A fin de cuentas, la mayoría de los lectores están acostumbrados a leer e ir decodificando el texto a partir de su sintaxis, generalmente de carácter claro y directo. Eso significa que estamos entrenados para entender un texto de manera casi inmediata y «mecánica». Leemos con la razón. Sin embargo, como la poesía discurre a través de una sintaxis indirecta, a muchas personas les parece “ininteligible”.

Su sintaxis peculiar, tropos y metáforas dislocan nuestro sentido de “lo directo”. Por más que busquemos, no existe una univocidad en la lectura del texto. Eso nos descoloca. Nos obliga a buscar otros puntos de referencia, muchas veces en nuestro interior.

Parafraseando a Octavio Paz, cada poema es único y cada lector debe buscar algo en ese poema, pero a menudo lo que encuentra es lo que lleva dentro. Si estamos demasiado ocupados mirando fuera, obsesionados con la cultura de la productividad y acostumbramos a un lenguaje eminentemente pragmático, leer poesía nos resultará un ejercicio demasiado fútil y enrevesado. Entonces nos damos por vencidos. No nos damos cuenta de que esa incapacidad para jugar con los significantes es la expresión de una incapacidad lúdica para disfrutar más allá de lo dado y esperado en la vida.

Fuente: Han, B. (2020) La desaparición de los rituales. Herder: Barcelona.



18 septiembre 2021

Filosofía / ­ VIRTUD/RELIGIÓN

Filosofía /   ­ VIRTUD/RELIGIÓN 

 


RELIGIÓN: 
Es la virtud por la que el hombre ofrece a Dios el culto debido y se somete a El como su Señor (Cf. II-II, 81).

En general, “damos cultos a las personas que honramos, recordamos o visitamos con frecuencia” (II-II, 81, 1, rta 4). Pero esto se da especialmente con Dios, por ser “primer principio de la creación y gobierno de las cosas” (II-II, 81, 3, c).

La religión cumple gustosa y alegremente la bella obligación de honrar a Dios, “haciendo de la necesidad virtud, y cumpliendo voluntariamente su deber” (II-II, 81, 2, rta 2).

 

El hijo honra a su padre… pero si yo soy Padre ¿dónde está mi honor? (Mal 1, 6). 

 

Como la santidad, la religión implica dos cosas. Primero, la pureza interior, por la que “nuestra mente se separa de las cosas inferiores para que pueda unirse al ser supremo… sin pureza no hay unión posible de nuestra mente con Dios” (II-II, 81, 8, c). Segundo, la firmeza en la unión con Dios, esto es, “la firme aplicación que el hombre hace de su mente y sus actos a Dios” (II-II, 81, 8, c).

 

Tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida podrá separarnos del amor de Dios (Rom 8, 38-39). 

 

Actos interiores y exteriores

“A Dios se le honra… no solo con actos interiores, sino también con actos exteriores” (II-II, 81, 7, sc). “El alma humana necesita para su unión con Dios ser llevada como de la mano por las cosas sensibles…. Por eso es necesario que en el culto divino nos sirvamos de elementos corporales para que, a manera de signos, exciten la mente humana a la práctica de los actos espirituales con los que ella se une a Dios. Por consiguiente, la religión considera, de hecho, los actos interiores como principales y adecuados; a los exteriores, en cambio, los tiene por secundarios y subordinados a los interiores” (II-II, 81, 7, c).

            “Los actos exteriores no se ofrecen a Dios como si El tuviese necesidad de ellos… Se le ofrecen como símbolos de los actos interiores y espirituales, que son los que por sí mismos Dios acepta. Por eso dice San Agustín…: El sacrificio visible es un sacramento, es decir, una señal sagrada del sacrificio invisible” (II-II, 81, 7, rta 2).

 

Mi corazón y mi carne se gozan por el Dios vivo (Salmo 83, 3)

 

Actos propios e imperados

Además de la distinción entre actos interiores y exteriores, podemos distinguir en la religión otros dos tipos de actos. Unos, los propios, por los que el hombre se ordena exclusivamente a Dios; estos “son muchos: dar culto, servir, hacer votos, orar, sacrificar, y no pocos más por el estilo” (II-II, 81, 3, Obj 2). “Otros, los que realiza por medio de las virtudes, sobre las que impera, ordenándolos al honor divino…según esto, el visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones, es acto emanado de la misericordia, y acto imperado por la religión” (II-II, 81, 1, rta 1). Todas las virtudes pueden realizarse para la gloria de Dios.

Con un mismo acto religioso el hombre da culto a Dios y lo sirve, como signo de la sujeción a El. “A estos dos actos se reducen cuantos se atribuyen a la religión, ya que con todos ellos el hombre da testimonio de la excelencia divina y de sumisión a Dios; en unos casos, poniendo algo de su parte; en otros, participando de algún bien divino” (II-II, 81, 3, rta 2).

 

La religión pura e inmaculada ante nuestro Dios y Padre consiste en visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y conservarse sin mancha en este mundo (Sant 1, 27).

 

Las imágenes religiosas

“No se da culto religioso a las imágenes por lo que son en sí, como cosas, sino en cuanto que las consideramos exclusivamente como imágenes que nos llevan al Dios encarnado. Nuestra devoción, por consiguiente, a una imagen, en cuanto imagen, no termina en ella, sino que va dirigida a lo que ella representa” (II-II, 81, 3, rta 3).

 

Vicios contrarios

 

Como vicios contrarios a la religión tenemos por defecto, la irreligiosidad, por la que se desprecia el culto debido a Dios y se omiten los actos religiosos. Y por exceso, la superstición, cuando se da culto “a quién no se debe, o cuando no se debe, o de algún otro modo inconveniente” (II-II, 81, 5, rta 3).

¡ SI HACES UNA CRÍTICA QUE SEA CONSTRUCTIVA!

¡ SI HACES UNA CRÍTICA    QUE SEA CONSTRUCTIVA!

 


Winston Churchill dijo que “las críticas no serán agradables, pero son necesarias”. Sin embargo, criticar es fácil, realizar una crítica constructiva es un arte que pocos dominan. Criticar por criticar, puede llegar a ser extremadamente dañino. La crítica constructiva, al contrario, puede convertirse en un punto de apoyo para crecer y mejorar.

Sin embargo, el principal problema de las críticas es que desafían nuestro sentido del valor. La crítica suele implicar un juicio – y todos evitamos sentirnos juzgados. Por eso, muchas veces asumimos las críticas como ataques o amenazas a nuestro ego. Y cuando nos sentimos “obligados” a defender nuestro valor, disminuye nuestra capacidad para absorber y aceptar lo que nos están diciendo. Estar a la defensiva nos impide reflexionar sobre el posible valor de la crítica porque solo pensamos en organizar nuestro contraataque.

A la misma vez, necesitamos retroalimentación para corregir nuestras acciones y pensamientos. Sin esa retroalimentación corremos el riesgo de encerrarnos en una visión con tintes psicóticos de la vida. La solución a esa aparente dicotomía entre el deseo de evitar las críticas y la necesidad de recibir retroalimentación se encuentra en la crítica constructiva.

¿Cómo es la crítica constructiva?

Una crítica positiva – o constructiva – es aquella que llama la atención sobre un aspecto que ignoramos o hemos pasado por alto y que podríamos mejorar. Su objetivo principal es brindarnos una orientación o marco de referencia para mejorar nuestro comportamiento o forma de pensar.

Eso significa que para que una crítica sea positiva o constructiva se deben conjugar dos elementos:

  • Proporcionar opciones de comportamiento, dejando libertad a la persona para decidir. Una crítica que se limite a señalar el defecto o error no es constructiva puesto que no brinda pautas para cambiar lo que se está criticando. La crítica constructiva debe contener al menos una alternativa de comportamiento, una sugerencia de mejoría.
  • Posibilidad real de mejoría. Para que una crítica sea constructiva, no basta con tener buenas intenciones, es necesario ponerse en la piel de quien es criticado y preguntarse si esa crítica realmente le hará bien. En otras palabras, si se critica algo que no se puede cambiar o que solo generará más angustia y confusión en la persona, se trata de una crítica destructiva.

Los 3 errores que cometemos al criticar

1.      No comprender que la manera en que decimos las cosas, es tan importante como lo que decimos. Un mensaje valioso puede perderse en el vacío o incluso causar daño si se expresa de manera inadecuada. El tono y las palabras adecuadas, al contrario, pueden predisponer positivamente a la persona criticada, para que sea más receptiva al mensaje.

2.      No tener en cuenta a la otra persona. Incluso las críticas realizadas con las mejores intenciones pueden herir o ser percibidas como un ataque. Criticar sin tener en cuenta la perspectiva, circunstancias y recursos de la otra persona puede hacer más mal que bien.

3.      Asumir que estamos en lo cierto. Criticar pensando que nuestra postura y visión de las cosas es la única posible es un gran error que cometemos a menudo. Necesitamos partir del hecho de que nuestra historia no es necesariamente cierta o más valiosa, sino que es tan solo una interpretación, opinión o sugerencia. No somos poseedores de la verdad.

¿Cómo hacer una crítica constructiva?

1.Ser autocrítico: Antes de señalar la paja en el ojo ajeno, asegúrate de no tener una viga en el propio

Lo primero es lo primero, es difícil aceptar de buen grado una crítica “constructiva” de quien no ha “construido” nada. Por eso, antes de dar un consejo, debemos pensar si estamos cualificados para ello. No podemos criticar a una persona con sobrepeso y explicarle cómo debe perder peso si nosotros mismos padecemos sobrepeso. Simplemente no tenemos credibilidad.

Por tanto, antes de criticar debemos preguntarnos: ¿Estamos criticando un error que nosotros mismos solemos cometer? ¿Vamos a sugerirle a una persona que sea más flexible cuando nosotros no lo somos? Normalmente la crítica es aceptada con agrado cuando proviene de una persona fiable y madura. Esto quiere decir que no podemos criticar partiendo del pensamiento: “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”.

2. Criticar resultados y comportamientos, no personas

La mejor crítica es la que no responde a la voluntad de ofensa sino a la libertad de juicio”, escribió Fernando Sánchez Dragó. Debemos comprender que la crítica no es un juicio, es una opinión. Y también necesitamos comprender que el hecho de que alguien haya hecho algo mal o se haya equivocado – desde nuestra perspectiva – no significa que sea una persona incompetente.

Si queremos que la crítica sea constructiva, debemos asegurarnos de que no genere una reacción defensiva, y para ello debemos centrarnos en el comportamiento o los resultados, no poner en duda a la persona en su totalidad realizando juicios de valor.

3. Utilizar el tono adecuado: Sugiere, no impongas

El objetivo esencial de la crítica constructiva es lograr un cambio favorable que beneficie a todos, por lo que no se trata de vencer, sino de convencer.   Por ende, la intimidación intelectual y los aires de prepotencia no funcionan.

Al contrario, debemos asumir un tono más amigable y cercano para que nuestras palabras no sean percibidas como un ataque. Tiene más sentido ofrecer una retroalimentación desde la humildad intelectual que intentar imponer una idea, apostar por el diálogo en vez de desarrollar un monólogo y elegir la curiosidad en vez de la certeza absoluta.

4. Ser específico: Profundiza, profundiza, profundiza

Mientras más contextualizada sea la crítica, más probabilidades tendrá de llegar a buen puerto. Hablar en sentido general no suele ayudar, es mejor saber exactamente qué queremos decir y expresarlo de forma concisa y clara.

Cuanto más específicos seamos, mejor, porque menos atacada suele sentirse la persona. Por ejemplo, calificar a alguien como “incompetente” ni siquiera es una crítica, es una ofensa en toda regla. Al contrario, señalar dónde se ha equivocado y explicarle los motivos puede ayudarle a mejorar. Por tanto, debemos evitar generalizaciones como “siempre te comportas así” y ser específicos.

5. Ser empático: Antes de criticar hay que entender

No juzgues a una persona hasta que no has caminado dos lunas con sus mocasines”, dice uno de los refranes de los nativos americanos. Por desgracia, aplicamos muy poco esa sabiduría ancestral. En su lugar, criticamos desde nuestro punto de vista, sin tener en cuenta las necesidades, problemas o capacidades de la otra persona.

Por eso, antes de hablar, es conveniente hacer una pausa para pensar cómo nos sentiríamos si alguien nos dijera lo que estamos a punto de decir. Antes de criticar, necesitamos abrir nuestra mente y preguntarnos si esa crítica realmente puede aportar algo valioso a la otra persona y si realmente cuenta con los recursos necesarios para obrar el cambio que le estamos sugiriendo. Si no es así, la crítica positiva se convierte en una crítica destructiva.

6. Buscar el momento justo: Las palabras adecuadas en el momento adecuado obran milagros

La crítica debe hacerse a tiempo; no hay que dejarse llevar por la mala costumbre de criticar sólo después de consumados los hechos”, dijo Mao Tse-Tung. Por desgracia, en la mayoría de los casos la crítica llega una vez que se ha cometido el error, de manera que se limita a ser una especie de llanto sobre la leche derramada. Lo ideal, sin embargo, es que las críticas tengan un carácter preventivo.

Si no es posible, porque los hechos ya están consumados, debemos al menos asegurarnos de que nuestras palabras lleguen en el momento justo. Si la persona ya se ha dado cuenta de su error, por ejemplo, y se siente mal por ello, una crítica adicional sería el equivalente a hacer leña del árbol caído. Si notamos que la persona está desbordada por las emociones, tampoco es el momento de criticar ya que no podrá reflexionar racionalmente sobre nuestras palabras. Por tanto, para que la crítica caiga en terreno fértil, es esencial que llegue en el momento justo.

7. Brindar sugerencias y apoyo: No cerremos puertas sin abrir nuevas posibilidades

Si queremos hacer una crítica constructiva, no solo debemos centrarnos en lo que “NO” se debe hacer sino también en lo que pensamos que “SÍ” se puede hacer. Cuando apuntamos lo que anda mal, pero no brindamos un camino alternativo, provocamos desazón y angustia, de manera que la persona criticada puede sentirse perdida y sin brújula.

Para orientar el comportamiento, las personas necesitan saber lo que está “descartado” y lo que podría funcionar. Si la crítica se refiere solo a un aspecto, ignorando el otro, brinda una información incompleta, que no es muy útil para guiar la acción. En caso de que no tengamos ninguna solución a mano, entonces al menos podemos brindar nuestro apoyo para encontrar juntos una salida.

Frank A. Clark resumió a la perfección el secreto para hacer una crítica constructiva: “Las críticas, como la lluvia, deben ser lo suficientemente suaves para alimentar el crecimiento de un hombre sin destruir sus raíces”.

17 septiembre 2021

MANSEDUMBRE/ virtud

MANSEDUMBRE/ virtud

 


Es la Virtud que modera la ira y la venganza por una injuria recibida. Es una especie de dulzura que fomenta la paz y la armonía entre las personas. Permite a los hombres juzgar libremente la realidad y hacerse dueños de sí mismos.

A la mansedumbre se oponen por exceso la iracundia y, por defecto, la apatía. La iracundia es una especie de locura. Busca venganza con quien no debe, cuando no debe o del modo que no debe; esto es, fuera del orden de la justicia. La apatía es una ausencia de reacción e impulso para establecer o reestablecer el bien, la verdad y la justicia.    

ARTISTÓTELES, ÉTICA A NICÓMACO, MANSEDUMBRE Y OTRAS VIRTUDES

CANCIÓN DE Paul McCartney SOBRE LA TREGUA DE NAVIDAD DE 1914

 

 

Se conoce como Tregua de Navidad a un breve alto al fuego no oficial que ocurrió entre el Imperio Alemán y las tropas británicas estacionadas en el frente occidental de la Primera Guerra Mundial durante la navidad de 1914. La tregua comenzó en la víspera de la Navidad, el 24 de diciembre de 1914 cuando las tropas alemanas comenzaron a decorar sus trincheras, luego continuaron con su celebración cantando villancicos, específicamente Stille Nacht (Noche de paz). Las tropas británicas en las trincheras al otro lado respondieron entonces con villancicos en inglés.

Ambos lados continuaron el intercambio gritando saludos de Navidad los unos a los otros. Pronto ya había llamadas a visitas en la tierra de nadie, donde pequeños regalos fueron intercambiados: whisky, cigarrillos, etc. La artillería en esa región permaneció silenciosa esa noche. La tregua también permitió que los caídos recientes fueran recuperados desde detrás de las líneas y enterrados. Se condujeron ceremonias de entierro con soldados de ambos lados del conflicto llorando las pérdidas juntas y ofreciéndose su respeto.

APATÍA SEN SENTIDO NEGATIVO Y POSITIVO 

 

SEGMENTO DE LA PELÍCULA "FELIZ NAVIDAD"

SOBRE LA TREGUA DE 1914

 


"FELIZ NAVIDAD" COMPLETA

LOS CATEDRÁTICOS, LA VENGANZA

SOBRE LA IRA, SÉNECA

 


LOS CATEDRÁTICOS, LA TERNURA

LA MANSEDUMBRE DIVINA

  (Mt 11, 29). 

 


REFRANES SOBRE LA MANSEDUMBRE, LA IRACUNDIA Y LA APATÍA

 

·                    No hay hombre tan bravo, que el tiempo no haga manso.

·                    Más moscas se cazan con miel que con vinagre.

·                    Cuando alguien se enoja, la razón se va de paseo.

·                    Jugando, los perros se van enojando.

·                    El sueño de la razón, produce monstruos (Francisco de Goya).

·                    El amor no deja ver los defectos; el odio, las virtudes.

·                    Quien se enoja, pierde.

·                    Cuando es manso el ternerito, de cualquier vaca se prende.

·                    Perro con rabia, hasta a su amo muerde.

·                    La ira es mala consejera.

·                    La dilación es el gran remedio de la cólera (Séneca).

·                    La respuesta suave quebranta la ira, las palabras duras excitan el odio (Proverbios).

·                    De aireado a loco, va muy poco.

·                    Dos no discuten, si uno no quiere.

·                    Quien no es capaz de irritarse, tampoco puede defenderse (Aristóteles).

·                    Quien rumia una venganza, mantiene abiertas las heridas (Francis Bacon).

·                    Ira de hermanos, ira de diablos.

·                    Jugando arañan lo gatos.