07 marzo 2020

CÍRCULOS DE AMISTAD: HAY QUE DAR A CADA QUIEN EL LUGAR QUE MERECE


psicología/ desarrollo personal                                                                 
CÍRCULOS DE AMISTAD: HAY QUE DAR A CADA QUIEN EL LUGAR QUE MERECE
A lo largo de los años encontramos a muchísimas personas. Con algunas de ellas estableceremos relaciones significativas y les permitiremos que forman parte de nuestra vida. De otras personas solo guardaremos un recuerdo difuso y de otras ni siquiera eso pues los encuentros fugaces no nos dieron tiempo siquiera para fijar sus rostros en nuestra memoria. Así, encuentro tras encuentro, vamos creando nuestros círculos de confianza.
¿Qué son los círculos de confianza en Psicología?
Los círculos de confianza son una manera gráfica de representar las relaciones que establecemos, colocando a las personas que conocemos en una serie de círculos concéntricos que difieren entre sí por el grado de confianza, intimidad, atención y cuidado que ponemos en cada uno de ellos. Los círculos de confianza expresan, por ende, el tipo de relación que establecemos con las personas y cuán cerca o lejos de nosotros las percibimos.
Los círculos de confianza que componen nuestras relaciones
En el centro de ese círculo nos encontramos nosotros. A partir de ese “yo” vamos creamos diferentes círculos concéntricos en los que ubicaremos a las personas que conocemos.
1.      Círculo de intimidad. Este círculo está formado por las personas más íntimas, esas en las que confiamos con los ojos cerrados, normalmente la pareja, los hijos, padres y/o hermanos. En ese círculo se encuentran esas personas a las que recurrimos cuando tenemos un gran problema y a las que les confiamos nuestros mayores secretos y preocupaciones. Son esas personas que nos cuidan cuando enfermamos, que están a nuestro lado en los momentos más difíciles y que siempre están pendientes de nosotros.
2.      Círculo de confianza media. En este círculo se encuentran aquellas personas con las que mantenemos una relación estrecha, pero no tanto. Son personas a quienes podemos pedir un favor, aquellas con las que pasamos tiempo, nos divertimos y comparten nuestra visión del mundo, por lo que podemos hablar con ellas sobre muchos temas, algunos incluso delicados. En este círculo se suelen encontrar los amigos y algunos familiares.
3.      Círculo de poca confianza. Este círculo está formado por personas con las que mantenemos relaciones, pero a las que no les contaríamos nuestros secretos y tampoco nos atreveríamos a pedirles grandes favores o a confesarles ciertos detalles de nuestra vida. Generalmente se trata de personas con quienes mantenemos relaciones circunstanciales, como los compañeros de trabajo más cercanos o familiares más lejanos.
4.      Círculo de muy poca confianza. Este círculo está formado por personas que conocemos porque hemos coincidido con ellas en diferentes ocasiones, pero con las que no hemos entablado una relación propiamente dicha. Puede ser ese vecino que saludamos al salir de casa, esa persona que trabaja en otro departamento de nuestra empresa o la dependienta de una tienda a la que solemos ir.
5.      Círculo de desconfianza. Fuera de esos círculos de confianza se encuentran los “otros”, personas desconocidas con las que no hemos entablado ningún tipo de relación o con las que hemos intercambiado algún encuentro casual pero intrascendente. Generalmente estas personas generan cierto grado de desconfianza o recelo ya que no las conocemos.
Círculos de confianza grandes o restringidos: ¿Qué es mejor para nuestro bienestar psicológico?
Cada vez que expandimos nuestros círculos de confianza incluyendo a otras personas en ellos derribamos un muro psicológico y acercamos distancias. Tener a nuestro lado a personas en las que podamos confiar es beneficioso para nuestra salud física y mental, no solo porque nos ayudarán cuando más lo necesitemos sino porque su mera existencia es una fuente de seguridad y confianza. Contar con redes de apoyo sólidas nos permitirá lidiar mejor con la adversidad en la vida. No cabe duda.
Sin embargo, permitir que personas que no son fiables pasen a nuestro círculo más íntimo nos expondrá emocionalmente, dejándonos vulnerables. Si permitimos que las personas tóxicas acampen en nuestros círculos íntimos quedaremos a su merced y, antes o después, sus comportamientos terminarán pasándonos factura.
Eso significa que debemos ser más cuidadosos con las personas que dejamos entrar a nuestra intimidad. No se trata de asumir una actitud recelosa o de desconfiar a priori de la otredad, cerrándonos en un círculo tan pequeño que amenace con asfixiarnos psicológicamente, sino de ser capaces de elegir a las personas que queremos a nuestro lado en la vida, y no dejar que sea la vida quien las coloque por azar a alguien a nuestro lado. Se trata de elegir a esas personas que pueden sacar a la luz lo mejor de nosotros y, por supuesto, convertirnos en una persona que también aporta luz a los demás.

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