02 mayo 2020


psicología /desarrollo personal                                                                                  
SEGÚN CARL GUSTAV JUNG
EL PODER DE NUESTRO “LADO OSCURO” PARA SUPERAR LA ADVERSIDAD,

Encuentro epidemias, catástrofes naturales, barcos hundidos, ciudades destruidas, terribles animales salvajes, hambruna, falta de amor en los hombres y miedo, montañas enteras de miedo”, escribió Jung en su “Libro Rojo”.
No era para menos. El psicoanalista estaba pasando por un periodo particularmente turbulento de su vida. Las noticias de la inminencia de la Primera Guerra Mundial lo conmocionaron profundamente. De hecho, llegaron en un momento particularmente difícil de su vida, justo cuando Jung había roto su relación con Freud, que no solo fue su mentor sino también un gran amigo.
Aquella fue, por ende, una etapa de profunda desorientación y seguridad interior para Jung. A eso se le sumó su trabajo en uno de los campamentos suizos donde se acogía a soldados enfermos y heridos en la guerra. En esos campos Jung vivió de cerca la mal llamada “gripe española” que se cernió sobre Europa.
Aquella época oscura y tumultuosa tendría un impacto profundo en su vida. Jung, pero no dejó que cayera en saco roto. La aprovechó para realizar un profundo trabajo de introspección del que salió fortalecido y con la firme convicción de que podemos superar la adversidad a través de la individuación.
Pensaba que para sanar nuestros traumas debemos concienciar nuestras sombras y miedos, de manera que alcancemos un “yo” más integrado y fuerte. “Cuando los conflictos más intensos se superan, dejan una sensación de seguridad y tranquilidad que no se perturba fácilmente”, según Jung. Ese es el premio.
Las sombras que afloran en la adversidad
Cuando la adversidad toca a nuestra puerta suele poner del revés nuestro mundo. Su cuota de imprevisibilidad nos golpea aún más, haciendo que nuestro equilibrio mental se tambalee. En un abrir y cerrar de ojos podemos quedarnos sin asideros. La adversidad puede arrebatarnos los puntos cardinales que hasta ese momento no solo daban un sentido a nuestra vida, sino que también nos indicaban, grosso modo, cómo debíamos comportarnos.
En esas circunstancias todo se nos hace muy cuesta arriba. Y en ese estado que fluctúa entre el desconcierto por lo ocurrido y la ansiedad porque todo pase, podemos tomar decisiones de las que después nos arrepintamos. Mostrar actitudes o comportamientos de los que más tarde no nos sintamos particularmente orgullosos. Venirnos abajo y tocar fondo emocionalmente. Descubrir debilidades y miedos que no conocíamos. Ver sombras que hubiésemos preferido que se mantuvieran en la oscuridad.
De hecho, muchas veces lo que nos impide superar por completo la adversidad no es el hecho traumático en sí, sino lo que ha hecho aflorar de nosotros, esa parte que se llena de arrepentimientos, culpas y recriminaciones. La parte que se pregunta qué hubiera pasado si hubiésemos tomado otra decisión. Si hubiéramos actuado de otra manera. Si nos hubiéramos anticipado…
Aceptar y reconocer la oscuridad que habita en cada uno
Jung creía que tenemos una tendencia a ocultar los rasgos que no nos gustan o que no son socialmente aceptables. Como resultado, nos fragmentamos y desarrollamos una psique dislocada que se convierte en terreno fértil en el que crecen problemas como la ansiedad, la depresión y/o el trastorno de estrés postraumático.
Negar nuestras sombras no solo nos impide reconocer y aceptar nuestra totalidad, sino que también se convierte en una trampa recurrente. Jung pensaba que “aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de sus vidas, fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas te somete. Lo que aceptas te transforma”.
En otras palabras, tropezamos tantas veces con la misma piedra porque nuestros comportamientos y decisiones nos llevan siempre hasta ella. No podemos esperar resultados diferentes si siempre hacemos lo mismo, parafraseando a Einstein. Por tanto, hasta que no cambiemos nos quedaremos atascados en el bucle que ha generado la adversidad.
Pero “no podemos cambiar nada, a menos que lo aceptemos […] Es mucho mejor tomar las cosas como vienen, con paciencia y ecuanimidad”, como advirtiera Jung. Cerrar los ojos ante la realidad, pretendiendo que no está sucediendo, es una estrategia desadaptativa, tan desadaptativa como negar la parte de nosotros que no nos agrada.
Por eso, la aceptación radical de la realidad y de esa parte más oscura de cada uno es una condición esencial para seguir avanzando, pasar página o cerrar capítulos de nuestra vida. No se trata de una aceptación pasiva, una rendición incondicional o un resignarse sino más bien de un tomar nota para reestructurar nuestro mundo.
La clave para aceptar nuestras sombras y una realidad con la que no nos sentimos cómodos consiste en deshacerse de los juicios de valor, en dejar de pensar que la oscuridad es negativa o mala.
Jung propone una perspectiva diferente. Afirma que “uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad […] Incluso una vida feliz no es factible sin una medida de oscuridad, y la palabra felicidad perdería su sentido si no estuviera balanceada con la tristeza”.
De hecho, creía que las sombras tienen un poder enorme que podemos utilizar para crecer como personas, siempre que seamos capaces de integrarlas en nuestro «yo». Aceptar la sombra nos permite convertirnos en personas más equilibradas y conscientes de sí mismas, de manera que estaremos mucho mejor preparados para afrontar la adversidad.
Para ello, necesitamos comprender que la adversidad no se convierte automáticamente en una epifanía, tan solo nos brinda la oportunidad de crecer a través del sufrimiento. Si queremos. Las situaciones difíciles nos permiten poner a prueba nuestras fuerzas, expandir nuestros límites y, por supuesto, descubrir facetas personales desconocidas o poco exploradas.
Pero “todo cambio debe empezar en el propio individuo. Nadie puede darse el lujo de mirar a su alrededor y esperar a que otros hagan por nosotros aquello que es responsabilidad nuestra”, escribió Jung. Por tanto, tenemos dos opciones: nos convertirnos en víctimas de las circunstancias o vamos más allá de la adversidad para desarrollar un nuevo nivel de autoconocimiento.

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