20 junio 2021

el papel Que juega el ego en nuestra personalidad según Freud

el papel Que juega el ego en nuestra personalidad según Freud

 


El ego es una identidad de nuestra propia construcción y, como tal, una identidad que carece de realidad más allá del presente.
 Si tomamos todas las creencias de lo que somos, las creencias acerca de nuestra personalidad, nuestros talentos y habilidades, tenemos la estructura de nuestro ego.

Estos talentos, habilidades y aspectos de nuestra personalidad serán atributos de nuestros conocimientos, pero la construcción mental de nuestro “yo” es artificial. Aunque esta descripción podría hacer pensar que el ego es algo estático, realmente no lo es. De hecho, es una parte activa y dinámica de nuestra personalidad que juega un papel fundamental en la creación de un inmenso drama emocional en nuestras vidas.

Cuando tenemos meta pensamientos (pensamientos sobre nosotros mismos) estamos construyendo una imagen de nosotros. Se trata de pensamientos declarativos sobre nuestra identidad que nosotros mentalmente percibimos y que integramos como parte de la estructura de nuestro ego. Cuando esta imagen que nos formamos de nosotros mismos, especialmente en la

“El ego no es lo que realmente somos. El ego es nuestra autoimagen, nuestra máscara social. Es el papel que estamos desempeñando. A la máscara social le gusta la aprobación; Quiere controlar, y se apoya en el poder porque vive en el temor”.

-Deepak Chopra-

según de Freud El ego en la teoría de la personalidad

El ego es un concepto que Freud incluyó en su teoría del psiconálisis, junto con otros dos conceptos. Para Freud, el aparato psíquico estaba formado por tres grandes rasgos: el ello (ID), el yo (ego) y el superyó (superego).  

 

Según Freud, el ego es la parte de la personalidad que media en las demandas del ello (expresión psíquica de nuestras pulsiones y deseos), el superego y la realidad. En este sentido, no solo nos impide actuar según nuestros impulsos básicos (creados por el ello), sino que también trabaja para conseguir un equilibrio con nuestros estándares morales e idealistas (creado por el superego).

El ego funciona basado en el principio de la realidad, es decir, para satisfacer los deseos del ello de una manera que sea realista y socialmente apropiada. Por ejemplo, si una persona te empuja cuando caminas por la acera, te impide darte la vuelta para devolverle el empujón o gritarle recriminando su actitud. Te permite ver que esa respuesta sería socialmente inaceptable y además te recuerda que hay otros medios más adecuados para lidiar con nuestra frustración.

“El ego es como tu perro. El perro tiene que seguir al amo y no el amo al perro. Hay que hacer que el perro te siga. No hay que matarlo, sino que domarlo”

La relación entre el ego y nuestros deseos

En su libro Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933), para Freud el caballo representa el ello, una fuerza poderosa que ofrece la energía para propulsar el movimiento hacia adelante. El jinete representa el ego, la fuerza que guía y que dirige la energía del ello hacia una meta. Freud señaló, sin embargo, que esta relación no siempre funciona según lo previsto.

 

En situaciones menos ideales, un jinete puede encontrarse a sí mismo dejándose llevar por el capricho del caballos. Al igual que ocurre con el caballo y el jinete, los impulsos primarios del ello pueden ser a veces demasiado poderosos para que el ego puedan mantenerlo bajo control.

En 1936 Anna Freud (“El yo y los mecanismos de defensa”) sostuvo que todas las defensas del ego contra el ello se debe llevar a cabo entre bastidores. Estas medidas contra el ello es conocidas como los mecanismos de defensa y son llevadas a cabo de forma “más o menos” silenciosa por el ego.

Mientras que no podemos observar las defensas en acción, Anna Freud sugirió que su comportamiento sí se podía analizar de manera retrospectiva. La represión es un ejemplo de ello. Cuando algo es reprimido, el ego no es consciente de la información que se ha excluido. Solo más tarde, cuando se convierte en obvio que alguna parte de la información o un recuerdo se ha ido, es cuando las huellas de las acciones del yo se hacen evidentes.


El Ego,
 El Ego, en latín, significa ‘yo’. En psicología y filosofía, ego se ha adoptado para designar la conciencia del individuo, entendida ésta como su capacidad para percibir la realidad.

Por otro lado, en el vocabulario coloquial, “ego” puede designar el exceso de valoración que alguien tiene de sí mismo. Como tal, es sinónimo de inmodestia, arrogancia, presunción o soberbia. Por ejemplo: “Tiene un ego tan grande que no le permite ver la realidad”.

El ego es, para la psicología, la instancia psíquica a través de la cual el individuo se reconoce como yo y es consciente de su propia identidad. El ego, por lo tanto, es el punto de referencia de los fenómenos físicos y media entre la realidad del mundo exterior.

El ego es un substrato esencial en la metodología del psicoanálisis, de donde deriva su popularidad y aplicación actual, aun en el campo de la neurociencia.

Das Ich, para Freud, significara literalmente, "el Yo". Para entenderlo mejor, en su síntesis psicoanalítica, el ego constituye la parte de la mente que contiene la conciencia o autoconocimiento. Lo que más tarde, en escritos avanzados, se conceptualizaría como un conjunto de funciones psíquicas que involucraban juicio, tolerancia, la evaluación de la realidad, auto-control, previsión, planeamiento, defensas inconscientes, síntesis de información, función intelectual y memorias.

Inevitablemente, para comprender éstos conceptos, tenemos que buscar explicaciones en elementos aplicados a nuestros entendimientos de la empatía, como ya hiciéramos en escritos anteriores.

En el mundo actual, nos referimos al ego cuando una persona manifiesta una mezcla de exceso de mirada puesta en sí misma exclusivamente, pérdida del reconocimiento y noción del otro, soberbia y actitudes deterministas que perjudican las relaciones y convierten a la convivencia en cualquier ámbito, prácticamente una misión imposible. Esto obedece a que la persona tiene dificultad para conectarse con los demás, partiendo de la base de que siempre tiene razón, y que todos los demás son los equivocados.

La causa más frecuente de la timidez es una opinión excesiva de nuestra propia importancia”, Séneca. [DTS1] 


 [DTS1]

No hay comentarios: