Trastornos
psicológicos
ATAQUES DE PÁNICO O CRISIS DE ANGUSTIA: SUS SÍNTOMAS Y CAUSAS
"No puedo respirar, siento que me estoy asfixiando. Percibo que estoy en
peligro y tengo la necesidad urgente de escapar del sitio donde esté.
Simplemente no puedo razonar ni controlarme." Este es el sentir de las
personas que sufren crisis de angustia y aunque probablemente alguien que nunca
haya sufrido un ataque de pánico no pueda llegar a percibir en toda su magnitud
este trastorno, lo cierto es que las personas que lo padecen viven en una
angustia permanente, a la expectativa de cuando será el próximo golpe e
intentando evitar toda situación que pueda convertirse en un desencadenante
para el ataque. Tanto es así que la mayoría termina por recluirse en la casa en
el intento de escapar de estas sensaciones tan molestas.
La característica principal de una crisis de angustia es la aparición aislada y
temporal de miedo o malestar intenso, que se acompaña de al menos cuatro de un
total de los siguientes SÍNTOMAS:
1. Palpitaciones o aumento de la frecuencia cardíaca
2. Sudoración
3. Temblores
4. Sensación de ahogo o falta de aliento
5. Sensación de atragantarse
6. Opresión en el pecho
7. Náuseas o molestias abdominales
8. Mareos o desmayos
9. Sensación de irrealidad o de estar separado del propio cuerpo
10. Miedo a perder el control o a volverse loco
11. Miedo a morir
12. Sensaciones de entumecimiento u hormigueo
13. Escalofríos o sofocaciones
La crisis se inicia de forma brusca y alcanza su máxima expresión con rapidez
(normalmente en diez minutos o menos). En estos momentos las personas
experimentan un miedo intenso, sienten que están a punto de morir, sufrir un
infarto, temen perder el control o "volverse locos". En consecuencia
experimentan un deseo urgente de huir del lugar.
Al ir repitiéndose, estas crisis pueden presentar un menor componente de miedo,
pero lo usual es que la persona comience a evitar los lugares y condiciones en
las cuales se produjeron las crisis de manera que su rango de acción se reduce
considerablemente. En algunas ocasiones el miedo que experimenta la persona a
volver a vivenciar estas crisis llega a ser tan grande que esta tensión provoca
una nueva crisis ante situaciones que no debían actuar como detonantes. Existen
casos de personas que pierden el conocimiento, la capacidad de hablar durante
días e incluso la posibilidad de moverse durante las horas que le siguen al
ataque.
Sin embargo, todos los ataques no se presentan de la misma forma, así, existen
tres tipos de crisis de angustia, que se diferencian por el modo de inicio y
por la presencia o ausencia de desencadenantes ambientales:
- CRISIS DE ANGUSTIA INESPERADAS. El inicio de la crisis no se asocia a
desencadenantes ambientales particulares, es decir, no existe ningún motivo
aparente que actúe como detonador del ataque.
- CRISIS DE ANGUSTIA SITUACIONALES. La crisis aparece inmediatamente después de
que la persona ha estado expuesta a un estímulo ambiental como pueden ser: ver
una araña, una serpiente, entrar en una multitud... En ocasiones se desata
incluso ante la anticipación del estímulo; es decir, ante la idea de que pueda
aparecer la araña, la serpiente o un tumulto de personas. Estos episodios están
más vinculados con las fobias sociales y específicas.
- CRISIS DE ANGUSTIA RELACIONADAS CON UNA SITUACIÓN DETERMINADA. Estos casos
son más peculiares en tanto las crisis pueden aparecer como consecuencia de
determinado estímulo ambiental pero no necesariamente después de que la persona
ha estado expuesta ante el estímulo e incluso no siempre se desatan. Estos
episodios normalmente son frecuentes en el trastorno de angustia aunque también
pueden ser diagnosticados en personas con fobias específicas.
Terminemos este pequeño recorrido por las crisis de angustia con algunas
pinceladas numéricas que nos permitirán analizar en su justa medida la
incidencia de este trastorno:
- Se estima que alrededor del 15% de la población mundial ha sufrido una crisis
de angustia o la sufrirá en algún momento de sus vidas.
- En los EUA los ataques de pánico han aumentado a una velocidad alarmante,
entre los años 1980 y 1995 su incidencia en la población adulta norteamericana
aumentó en un 150%.
- Después del derrumbe de las torres gemelas el 11% de la población madrileña
(representa a 275 mil personas) vivieron crisis de angustia continuadas.
En síntesis, un trastorno que nos mantendrá ocupados en artículos posteriores
donde intentaremos llegar a su verdadera esencia.
FUENTES: Nardone, G. (2003). Más allá del miedo. Barcelona:
Editorial Paidós Ibérica.
Goodwin, R. D. (2003) The prevalence of panic attacks in the United States:
1980 to 1995. Journal of Clinical Epidemiology;56(9):914-6.
Pichot, P. et. Al. (2001) DSM-IV "Manual Diagnostico y Estadístico de los
Trastornos Mentales". Mason: Barcelona.
03 septiembre 2019
31 agosto 2019
NO MATES EL TIEMPO, ¡APROVÉCHALO!
psicología desarrollo
personal
NO MATES EL TIEMPO, ¡APROVÉCHALO!
NO MATES EL TIEMPO, ¡APROVÉCHALO!
Dicen
que las últimas palabras de la Reina Isabel I de Inglaterra en su lecho de
muerte fueron: “Todo cuanto poseo por un momento de tiempo”. La clave
para aprender a valorar nuestro tiempo en su justa medida – sin obsesionarnos
con su paso, pero tampoco dilapidándolo inconscientemente – consiste en aceptar
nuestra mortalidad, comprender que cada día es un regalo precioso compuesto por
1 440 minutos que transcurren uno detrás del otro, de manera silenciosa e
inexorable, hasta que, llegados a cierto punto de la vida, el tiempo deja de
correr para empezar a volar, precipitadamente, sin asideros a los cuales
aferrarse.
Debemos
evitar el error de pensar que “quien vive el doble de rápido puede disfrutar
en la vida del doble de opciones”. Debemos desterrar la idea de que “la
aceleración de la vida hace que esta se multiplique y se acerque al objetivo de
una vida plena”, porque una vida plena no se mide en términos de cantidad
sino de sentido. No se vive más por hacer más. Se vive más cuando se disfruta
más. Cuando las cosas que hacemos tienen un sentido para nosotros. Es por eso
que, “quien intenta vivir con más rapidez, también acaba muriendo más rápido”,
matando el tiempo con un ocio que no aporta nada más que la inconsciencia de
desconectarse de la realidad, según Han.
En su
lugar, necesitamos comprender que solo cuando somos plenamente conscientes de
nuestra finitud logramos extraer el máximo de cada minuto. Entonces, y solo
entonces, dejamos de matar el tiempo para empezar a aprovecharlo en esas cosas
que realmente nos aportan y nos permiten vivir experiencias más plenas,
alargando el instante presente todo cuanto podamos.
26 agosto 2019
EL SÍNDROME TRAUMÁTICO POSTELECTORAL: ¿ ES UN TRASTORNO REAL O INVENTO MEDIÁTICO?
TRASTORNOS PSICOLÓGICOS
EL SÍNDROME TRAUMÁTICO POSTELECTORAL: ¿ ES UN TRASTORNO REAL O INVENTO MEDIÁTICO?
EL SÍNDROME TRAUMÁTICO POSTELECTORAL: ¿ ES UN TRASTORNO REAL O INVENTO MEDIÁTICO?
El Síndrome
Traumático Postelectoral o PESTS (sus siglas en inglés) es una afección que ha
golpeado a muchos seguidores de partidos derrotados (¿simple casualidad?) al
Trastorno por Estrés Postraumático.
Entre sus síntomas
principales se encuentran: aislamiento, ira, irritabilidad, desinterés,
amargura, principio de anorexia, insomnio, pesadillas y preocupaciones
excesivas acerca del futuro del país (EUA, me parece un tanto obvia la aclaración,
pero siempre es válida).
Existen
algunos psicoterapeutas norteamericanos que ya tienen experiencia con este
trastorno así, después de las elecciones, sus consultas se llenan con un número
considerable de víctimas seguidoras del partido perdedor a las cuales
normalmente tratan con hipnosis. Aunque vale aclarar que el fenómeno ha llegado
hasta las páginas del Asia Times Online donde los doctores reconocen que después
de las elecciones el número de personas diagnosticadas con ansiedad o depresión
aumenta en un 10%.
En realidad,
nos hallamos ante un “desarrollo” o “evolución” de la idea del trauma psíquico,
fenómeno más conocido entre los psicólogos y psiquiatras como: Trastorno por
Estrés Postraumático. De hecho, algunos estudiosos del fenómeno como
Summerfield han sugerido que se trata de una entidad elaborada no sólo a partir
de ideas psiquiátricas, sino que se ha sustentado en elementos sociopolíticos
por lo cual cuestionan seriamente su existencia
Para
comprender este trastorno basta conocer que, como punto desbordante, un
fenómeno similar al PESTS se observó entre los fans del futbol cuando sus
equipos eran echados de las ligas más importantes. Una investigación muy
interesante desarrollada en la Universidad de Nottingham Trent reveló que entre
los fans de los equipos deportivos se evidenciaba un gran distress psicológico
después de las derrotas totales en las ligas. ¿Síndrome Traumático Postpartido
sería la categoría más apropiada? Saca tu propias conclusiones.
Por cierto,
no puedo evitar terminar esta reflexión recordando una historia donde los
alienígenas que tenían la misión de estudiar el comportamiento humano se
preguntaban: ¿Por qué tanto despliegue de energía ante cada campaña electoral
si a la larga todo sigue como siempre? Sin comentarios :-)
19 agosto 2019
VIOLENCIA VERBAL: LAS PALABRAS HIEREN
Psicología /desarrollo personal
VIOLENCIA VERBAL: LAS PALABRAS HIEREN
El abuso verbal no deja huellas físicas, pero las huellas
psicológicas son muy profundas. Una frase, dicha en un momento en el cual somos
especialmente vulnerables, puede quedarse impresa con fuego en nuestra mente,
activándose una y otra vez. Las palabras tienen un poder increíble. Pueden
calmarnos y empoderarnos, pero también pueden derrumbarnos y herirnos.
No podemos obviar que la convivencia genera conflictos que muchas
veces nos dejan con las emociones a flor de piel. Hasta cierto punto los
conflictos son positivos ya que representan oportunidades para el cambio. Pero
cuando la pelea sube de tono y las palabras se vuelven ofensivas, se produce
una situación de violencia verbal. Y “la violencia, sea cual sea la forma en
que se manifieste, siempre es un fracaso”, en palabras de Jean Paul Sartre.
¿Qué es la violencia verbal?
En ocasiones, en medio de una discusión acalorada, las emociones
afloran y la rabia o la frustración pueden hacer que digamos cosas hirientes.
Es comprensible que, en algunas circunstancias perdamos la compostura, pero si
se convierte en la norma, estamos ante una situación de maltrato verbal.
La violencia verbal es una forma de comunicación destructiva en la
que una persona daña a otra. Se trata de un patrón comunicativo sostenido a lo
largo del tiempo en el que, de manera más o menos intencional, se ejerce un
maltrato verbal continuo que afecta la autoestima de la víctima provocando
emociones desagradables y generando dudas sobre su valía como persona.
¿Cuál es la diferencia entre el abuso verbal y una discusión
acalorada?
No es fácil distinguir una discusión acalorada del maltrato
verbal. De hecho, muchas personas ni siquiera son plenamente conscientes de que
están siendo víctimas de una situación de abuso verbal. A menudo las víctimas
le restan importancia a lo que ocurre o intentan justificar el comportamiento
del otro pensando cosas como “realmente no quiso decir eso”.
Hay que tener claro que, si en una discusión acalorada una de las
personas insulta, humilla y/o culpabiliza al otro, se está produciendo una
agresión verbal. No obstante, una situación puntual no implica que se haya
establecido una dinámica de abuso verbal en la relación. Esto se produce cuando
existe un patrón recurrente; es decir, cuando se usan continuamente los gritos,
insultos, amenazas y humillaciones para someter al otro.
7 señales de maltrato verbal: Más allá de los gritos e insultos
1.Insultos y gritos
Los insultos y gritos son la expresión más evidente del maltrato
verbal. En este caso, la persona alza continuamente la voz para intentar
imponerse y no duda en recurrir a los insultos y ofensas para intentar
controlarte infundiendo temor. Como apuntó el escritor John Frederick Boyes:
“la violencia en la voz es a menudo la muerte de la razón en la garganta”.
2. Humillación y críticas destructivas
Existe un tipo de abuso verbal más sutil pero muy dañino: la
humillación y las críticas destructivas. En este caso, la persona no recurre a
los gritos sino al sarcasmo, la vergüenza, los gestos desdeñosos y la
degradación para ejercer el control. Puede recurrir a bromas que te hagan
sentir mal o usar palabras y gestos que te menosprecien y/o te hagan sentir
incompetente.
3. Acusaciones y culpabilización
En algunos casos, el maltrato verbal se reviste de manipulación.
La persona te responsabilizará por todo lo malo que sucede, despojándose de su
cuota de responsabilidad para hacerte sentir mal. Esa persona no dudará en
acusarte y culparte, achacándote siempre malas intenciones o una incompetencia
total.
4. Trivializar
Este tipo de abuso verbal es más sutil y difícil de detectar ya
que consiste en restar importancia a tus opiniones y sentimientos, hasta el punto
de hacerte sentir que eres completamente insignificante. Esa persona no muestra
empatía, minimizando continuamente tus problemas e incluso negándose a
abordarlos.
5. Amenazas
Además de las típicas amenazas a través de las cuales una persona intenta
controlar tu comportamiento, también existen amenazas que recurren a
un tipo de chantaje emocional. Uno de los ejemplos más extremos es: “Si me
dejas, me/te mato”, pero existen muchas otras formas de amenazas y extorsiones
en todo tipo de relaciones.
6. Cosificación
En este caso, no suelen mediar insultos ni gritos, la persona
simplemente se limita a tratarte como si fueras un objeto, lo cual significa
que no te presta atención ni satisface tus necesidades emocionales. Esa persona
te ignora sistemáticamente, haciendo como si no existieras.
7. Bloqueo del diálogo
Solemos identificar la agresión verbal con los gritos e insultos,
pero el silencio también puede blandirse como un arma para causar profundas
heridas. No hablarle a una persona, con el objetivo de hacerla sentir mal,
impidiendo el diálogo que pueda solucionar los conflictos que existen en la
relación, es una forma de violencia verbal.
Las consecuencias de la violencia verbal afectan tu cerebro y
salud
El hecho de que nos griten, humillen o ignoren nuestras
necesidades afectivas con frecuencia termina cambiando nuestra mente, el
cerebro e incluso nuestro cuerpo. Cuando se desencadena una respuesta de miedo
repetidamente debido a un entorno hostil, como uno marcado por los gritos o la
frialdad emocional, se producen reacciones físicas y emocionales automáticas
que pueden causar un trauma psicológico. De hecho, no es inusual que
quienes han sido víctimas del maltrato verbal durante años terminen sufriendo
cuadros de depresión o ansiedad.
Además, la violencia verbal aumenta la actividad de la amígdala,
de manera que esta se vuelve más reactiva y nos mantiene en un estado de
excitación nerviosa constante. También incrementa la producción de hormonas del
estrés y genera tensión muscular, lo cual significa que tendrá repercusiones
negativas sobre nuestra salud a medio y largo plazo, desencadenando
enfermedades que tienen un componente psicosomático.
El maltrato verbal también termina cambiando lo que pensamos y
cómo nos sentimos respecto a nosotros mismos. Esto se debe a que las conexiones
neuronales que se establecen en nuestro cerebro dependen en gran medida de
nuestras experiencias. Y si esas experiencias están marcadas por el abuso
verbal, es difícil escapar de ellas. En otras palabras: si alguien nos hace
sentir que no valemos nada, es probable que terminemos creyéndolo.
Las investigaciones sobre el apego y la maternidad confirman lo
que todos sabemos intuitivamente: como seres humanos, nos sentimos mejor cuando
somos amados y estamos seguros, lo cual significa, entre otras cosas, recibir
un trato respetuoso.
¿Cómo detener el maltrato verbal?
Si estás siendo víctima de agresiones verbales, es importante que
le pongas coto. Detener la violencia verbal es un acto de autodefensa y amor
propio porque a la larga esa situación terminará dañando profundamente tu
autoestima y se cobrará una factura muy elevada en tu salud.
Establece límites, líneas rojas que la otra persona no debe
soprepasar. Déjale claro que no estás dispuesto a soportar ciertos comportamientos.
Dado que algunas personas no son plenamente conscientes del
impacto de sus palabras, un buen punto de partida consiste en hacerle notar
cuánto te dañan sus palabras y actitudes. De esta manera lograrás que salga de
su postura egocéntrica y se ponga en tu lugar.
También puedes brindarle ayuda para encontrar una solución juntos.
El abuso verbal puede ser la expresión del agotamiento psicológico, de la
incapacidad para adoptar un estilo relacional más asertivo o incluso del miedo.
Al fin y al cabo, como dijo el psicólogo Marshall Rosenberg: “Toda violencia
es el resultado de personas engañándose para creer que su dolor es provocado
por otra gente, pensando por tanto que merecen ser castigadas”. Lo
importante es que esa persona reconozca que necesita ayuda para lidiar con los
conflictos y las relaciones de manera más constructiva y enriquecedora.
Como
último recurso, si estas estrategias no funcionan, porque no siempre está en
nuestras manos cambiar al otro, siempre nos queda la opción de alejarnos de esa
persona que nos está haciendo daño.
IDEAS PARACONVERTIR LOS PROBLEMAS EN OPORTUNIDADES
Psicología Desarrollo
personal
IDEAS PARACONVERTIR LOS PROBLEMAS EN OPORTUNIDADES
IDEAS PARACONVERTIR LOS PROBLEMAS EN OPORTUNIDADES
De
hecho, en realidad la causa más común de los problemas no radica en la
diferencia de criterios o motivaciones sino en la incapacidad para encontrar un
punto en común, en la negación a ceder. Obviamente, estas posturas producen
malentendidos, disgustos y peleas.
Sin
embargo, los problemas no son necesariamente negativos, podemos convertirlos en
oportunidades para aprender, para crecer como personas y para desarrollar la
flexibilidad. Los problemas nos permiten adentrarnos en perspectivas diferentes
a la nuestra y ampliar nuestra mente. También pondrán a prueba
nuestras habilidades sociales y nos ayudarán a ser más empáticos y
asertivos. Por supuesto, para obtener estas ventajas, es importante saber
manejar los problemas.
5 ideas para aprender a manejar
los problemas y sacar provecho
1. Reconoce y valora los aspectos
importantes para la otra persona. Cuando
estamos en presencia de un problema es fundamental discriminar cuál es el
aspecto que nos ha llevado a esa contradicción. No se trata del problema de
base sino de la discrepancia que nos impide ponernos de acuerdo. Una vez que
hayas detectado cuál es la verdadera causa del problema, intenta comprender por
qué es importante para la otra persona. Por un minuto, ponte en su lugar, asume
su perspectiva y haz tuyos sus valores. Solo así podrás entender el verdadero
alcance del problema.
2. Mantén bajo control las
emociones. Las emociones son
un arma de doble filo ya que, en ocasiones, sobre todo cuando nos enfrentamos a
un problema, nos juegan malas pasadas al tomar el mando y hacernos decir o
hacer cosas inapropiadas. Por eso, para convertir un problema en una
oportunidad es fundamental que aprendas a manejar tus emociones. Por supuesto, no siempre es fácil
tomar el mando emocional, en esos casos, lo mejor es que postergues la
conversación. Explícale a la otra persona que en esos momentos no estás en la
mejor disposición para resolver un problema y que será mejor que aplacéis el
asunto hasta que puedas enfrentarlo con más calma y la mente despejada. De la
misma forma, si notas que tu interlocutor está demasiado exaltado, hazlo notar
y pídele postergar la conversación.
3. Muestra una actitud positiva,
abierta a diferentes soluciones. A
menudo las personas se parapetan en su posición y no quieren oír hablar de
alternativas que no sean las que ellos proponen. Esta actitud
defensiva solo servirá para
que tu interlocutor se encierre a su vez, en un búnker. Como resultado, no
lograréis avanzar. Por eso, lo mejor es acudir al problema con una actitud
abierta, dispuesta al diálogo y, sobre todo, con la meta de alcanzar una
solución que sea satisfactoria para ambos. Al final, esta actitud se reflejará
en tus gestos y palabras y terminará por hacer que todo fluya con mayor
facilidad.
4. Maximiza la empatía. No basta con que comprendas racionalmente al otro,
también es importante que entiendas sus motivos y sus sentimientos, sobre todo
cuando se trata de un problema con personas a las que te unen lazos afectivos.
Remontarte atrás en el tiempo y recordar sus experiencias de vida seguramente
te ayudará a comprender por qué se siente de determinada manera. Por supuesto,
también es importante que seas capaz de despertar la empatía. Pídele a la otra
persona que se ponga en tu lugar y explícale cómo te sientes.
5. Sé proactivo. No decidir es peor que tomar una mala decisión. Los problemas
interpersonales suelen generar una gran carga emocional que acarrea
consecuencias en el plano personal y social. Por eso, evadirlo casi nunca es la
mejor solución ya que solo te traerá preocupaciones y estrés. Después de que
hayas sopesado los pros y los contras, decídete a enfrentar el problema. Quizás
no logres solucionarlo a la primera, pero al menos estarás dando pasos para
buscar una alternativa.
16 agosto 2019
10 PASOS PARA ELIMINAR LA BASURA EMOCIONAL
Psicología desarrollo
personal
1-Pensamientos
positivos o negativos, tú eliges
Los
pensamientos negativos generan una enorme cantidad de malestar, y
su manifestación común es la ansiedad. Los pensamientos positivos, en cambio,
provocan todo lo contrario a nivel emocional. Así, con afirmaciones positivas,
lograremos modificar el pensamiento a través del uso del
lenguaje. Se trata de que te creas lo que te dices, no solo que te quedes con
las palabras: “me quiero”, “me valoro”, “soy capaz” … Hay que animarse a
potenciar aquello que quieres atraer y tu pensamiento abrirá el camino emocional
que te ayudará a alcanzarlo.
2.
Creando expectativas, acumulando frustraciones
Tendemos
a fijarnos demasiado en lo que consideramos que nos hace falta, y esto nos
dificulta poner atención en lo que somos, sentimos y pensamos
en nuestro día a día. No podemos saber lo que va pasar de aquí a cinco años,
pero sí podemos gestionar adónde queremos llegar dando pequeños pasos desde el
hoy. La mejor manera de no excedernos en nuestras expectativas será
establecer pocas y a corto plazo, al hacerlas alcanzables ganaremos
confianza.
3. La
actitud determina el estado de ánimo
¿Alguna
vez has tenido la sensación de vivir un día pésimo desde que te levantas hasta
que te acuestas? o, por el contrario, ¿no te ha pasado que de repente sientes
que te comes el mundo y que todo lo que acontece a tu alrededor parece estar
en sincronía contigo? Lo que determina uno u otro es la actitud con
la que nos enfrentamos a él. Cuanto más optimistas seamos a la hora de interpretar lo
que nos pasa, mejor valoración haremos de nosotros mismos (autoestima) y mejor
adaptación al medio tendremos. Por tanto, toda actitud positiva comienza por
tener una autoestima saludable.
4.
Voluntad sin acción es papel mojado
Cuando
nos sentimos decaídos, lo primero que perdemos es la voluntad. “Sabiendo que la
voluntad es nuestra capacidad para decidir si realizar un
determinado acto o no, ¿por qué escoger quedarse en la oscuridad pudiendo ver
la luz? Para tener una buena predisposición a la acción voluntaria
la experta aconseja ser receptivo, priorizar los pasos, visualizar
positivamente aquello que queremos que suceda.
5.
Salir de la zona de confort
Definiendo
zona de confort como todo aquello que nos rodea y con lo que
nos sentimos cómodos. ¿Cómo salir de la zona de confort? Molina aconseja al
respecto explorar nuevos horizontes y dejar que la vida nos sorprenda. Perder
el miedo a avanzar, a descubrir nuevos mundos y buscar oportunidades que
nos aporten nueva sabiduría. Cuando decidimos explorar más allá de los límites
que nos autoimpusimos empezamos a entrar en lo que se conoce como la “zona de
aprendizaje”.
6.
Quiero, puedo, me lo merezco
Tenemos
que tener claro que lo que nos define no son las opiniones
positivas que los demás puedan tener o las críticas a las que nos veamos
expuestos, sino la valoración que hacemos de nosotros mismos.
Es decir, de la autoestima.
7.
Autoestima: camino al bienestar
Para
hacer que mejore, la psicóloga recomienda que “nos aceptemos, tengamos
confianza plena en lo que hacemos, nos cuidemos a nosotros mismos, seamos
autosuficientes emocionales, aprendamos a poner límites, realicemos
autocrítica constructiva, sepamos que somos los únicos responsables de lo que
nos pasa, nos dediquemos un momento al día solo para nosotros, y
apostemos por el sentido del humor, entre otras muchas cosas que podemos
hacer”.
8.
Aceptación, pero no olvido
No se
olvida, se supera. Superamos relaciones, miedos, malestares,
frustraciones, pérdidas y heridas emocionales. Eso sí, el dolor es inevitable,
pero el sufrimiento es opcional y pensar constantemente en borrar nuestros
recuerdos negativos no hará más que hacerlos más conscientes. Por eso para que
un malestar se supere no podemos negar que exista.
9.
Críticas, ¿constructivas o destructivas?
Lo que
diferenciará que una crítica sea catalogada de constructiva o destructiva será
la intención con la que se dice, las palabras que se escogen y la manera
de decirla. Pero por muy destructiva que sea la crítica, si no se le da importancia,
no se vivirá como una ofensa. Asimismo, cuando seamos nosotros los que
formulemos la crítica, no debemos ser apresurados a la hora de opinar, debemos
dejar claro el aprecio, basarla en el respeto, y expresarla en el
momento adecuado, además de ser conscientes de que el otro
tiene derecho a réplica.
10. La
comunicación, por último, como base del equilibrio emocional
Resulta imprescindible saber
comunicarnos, entendernos y comprendernos los unos a los otros. Una buena o
mala comunicación puede marcar la diferencia entre tener una vida feliz o
tenerla llena de problemas. Para que la comunicación sea
efectiva y emocionalmente sana partiremos de las siguientes
premisas: Tendremos la actitud adecuada, nos centraremos en un tema en
concreto, escucharemos con atención, nos expresaremos de forma clara y directa,
diremos lo que pensamos y sentimos, aceptaremos la opinión del
otro, no daremos nada por supuesto, preguntaremos, y seremos coherentes con lo
que decimos y lo que expresamos de una manera no verbal.
¿CÓMO ELIMINAR LA BASURA EMOCIONAL?
La basura emocional
se va acumulando cuando no logramos deshacernos de los resentimientos, la ira,
el estrés y la frustración. Poco a poco, estos estados crecen dentro de
nosotros hasta llegar a ocupar un espacio enorme y un buen día, sientes que
estás repleto y que no tienes fuerzas para enfrentar los nuevos desafíos.
Ten presente que
aunque la basura emocional no ocupa un espacio físico, al igual que sucede con
la basura de nuestra casa, si no nos encargamos de purgar cada día los estados
emocionales negativos, terminaremos llenos de insatisfacción y sin energía e
incluso nos expondremos a sufrir un colapso emocional.
5 pautas para eliminar la basura emocional
1. Reajusta las expectativas. Las
expectativas son nuestra mayor fuente de insatisfacción. De hecho, casi nunca
somos conscientes de ellas pero a menudo esperamos demasiado de nosotros mismos
y de los demás. Cuando nuestras expectativas no se cumplen, nos sentimos mal y
esto nos sume en un estado de frustración que genera muchísima basura
emocional. Por eso, el primer paso para mantener limpia nuestra mente consiste
en revalorar nuestras expectativas en función de nuestros recursos actuales y,
si es necesario, ajustarlas. Al contextualizar tus expectativas puedes
replantearte tus objetivos y llegar a tu meta sin tanta presión.
2. Mantén una actitud positiva. La
mayoría de las personas son conscientes de la importancia de enfrentar los
problemas asumiendo una actitud positiva pero lo cierto es que casi nadie lo
hace. Una buena estrategia consiste en llevar un diario de la positividad; es
decir, al finalizar cada día, tendrás que escribir al menos tres cosas
positivas que te hayan ocurrido, por muy irrelevantes que te parezcan. De esta
forma irás creando el hábito de ver y darle importancia a los aspectos
positivos de las situaciones, lo cual te llenará de energía y te dará fuerzas
para enfrentar incluso las peores jornadas.
3. Sé proactivo. No
basta con mirar dentro de sí y darse cuenta de toda la basura emocional que
almacenamos porque esto solo nos hará sentir mal, es imprescindible actuar.
Recuerda que la introspección sin la acción puede llegar a ser muy dañina
porque nos sume en un círculo vicioso que conduce a la lamentación. En vez de
quedarte sentado viendo cómo la basura emocional se amontona, ármate de valor y
comienza a sacar poco a poco esos sentimientos negativos que te impiden
sentirte pleno. Por ejemplo, puedes tomar un curso de manejo de la ira, si este
es tu principal problema, o aprender técnicas de relajación, si tu
problema es la ansiedad. Recuerda que no podrás eliminar toda la basura
emocional de un plumazo porque es probable que haya estado ahí durante meses o
incluso años, pero si das un paso tras otro, paulatinamente, lograrás limpiar tu
mente.
4. Acepta y deja ir. Una
gran parte de la basura emocional que acumulamos proviene de errores del pasado
que no hemos aceptado y que continúan lastrando nuestro presente. Cuando no
logramos pasar página, las experiencias pasadas nos siguen dañando y, ante el
menor estímulo, los sentimientos negativos asociados a estas se vuelven a
activar. Por eso, es fundamental mirar atrás y liberarnos de las culpas, las
recriminaciones y las frustraciones. De la misma forma en que hacemos limpieza
en casa, debemos hacer limpieza en nuestra mente. Analiza las situaciones
pasadas que te perturban, pregúntate si las emociones que despiertan te
reportan algo bueno y, si no es así, prepárate para dejar ir esas sensaciones
desagradables. La técnica de las hojas del río es ideal para eliminar
la basura emocional ligada al pasado.
5. Sal de tu zona de
confort. Nuestra zona de confort es ese “lugar” en el que nos
sentimos cómodos y seguros porque tenemos el control de lo que sucede. Sin
embargo, para que las cosas sean diferentes hay que hacerlas de manera
diferente. No es suficiente con que limpies la basura emocional si continúas
con los viejos hábitos y vuelvas a llenarte de resentimiento. Salir de tu zona
de confort te ayudará a ver la vida desde otra perspectiva, te llenará de
buenas vibraciones y te dará la energía que necesitas para emprender nuevos
proyectos.
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