11 abril 2019

HAY PERSONAS QUE SABEN FLUIR PARA NO COMPLICARSE LA VIDA INNECESARIAMENTE


Psicología /desarrollo personal                                                                               
HAY PERSONAS QUE SABEN FLUIR PARA NO COMPLICARSE LA VIDA INNECESARIAMENTE
Hay personas que saben fluir, que afrontan los problemas apenas aparecen y encuentran soluciones rápidamente. No es que la vida les sonría o que tengan más suerte que el resto de los mortales, tan solo son proactivos y no dejan para mañana lo que pueden hacer hoy. 
Al contrario, otros se complican la vida innecesariamente, se quedan atascados analizando el problema o buscando soluciones. Les cuesta mucho salir del agujero cuando caen porque tienen lo que podríamos llamar "sobrepeso mental". Estas personas dan demasiadas vueltas a los problemas, analizan al milímetro las posibles soluciones y postergan indefinidamente la toma de decisión hasta que no se encuentran contra la espada y la pared. Ello genera una sobrecarga emocional y cognitiva que puede llegar a ser extenuante.
Tipos de pensamiento que nos complican la vida
1. Planificas tareas pendientes que realmente no necesitas hacer 
A menudo nos sobrecargamos con compromisos o tareas que no son realmente necesarios. El problema es que cuando comenzamos nuestro diálogo interior con la palabra “necesito” se activa la alarma para dar prioridad a esa presunta necesidad. Eso puede hacer que prioricemos cosas que no son necesarias y posterguemos aquellas que realmente son imprescindibles. De esta manera nos mantenemos ocupados en tareas más o menos intrascendentes mientras las cosas importantes se quedan en un segundo plano y se acumulan. Como resultado, no es extraño que terminemos agotados y estresados, con la sensación de que no hemos aprovechado el día. 
¿Solución? Si no quieres complicarte la vida por gusto, asegúrate de tener en tu lista de tareas solo aquellas que sean verdaderas prioridades. Analiza todos tus “necesito”. Quizá podrías cambiarlos por palabras como “quiero”, “me gustaría” o “prefiero”. Ese cambio semántico te ayudará a sacar a colación otras cosas que realmente son más importantes y a las que vale la pena dedicarle tu tiempo y energía. 
2. Buscas la solución perfecta 
Buscar la solución perfecta es uno de los errores más comunes que nos mantiene atrapados en el círculo vicioso que ha creado el problema a nuestro alrededor. En nuestra mente, exploramos diversas alternativas, pero no nos decidimos por ninguna porque vemos fallos o posibles riesgos en todas. El miedo a equivocarnos alimenta un flujo constante de ideas que termina confundiéndonos y paralizándonos. Así, en vez de buscar soluciones para el problema, hallamos problemas para las soluciones. A cada idea le encontramos un fallo. Esa situación nos sobrecarga cognitivamente y termina dejándonos exhaustos. 
¿Solución? Debes asumir que existen decenas de soluciones, muchas de las cuales son perfectamente válidas. Reflexionar antes de tomar una decisión es inteligente, quedarse dando vueltas en las decisiones no lo es. Es tan solo una manera de complicarse la vida. Por tanto, interioriza que no hay soluciones perfectas, garantizadas y 100% libres de riesgo.
3. Has encontrado una buena solución, pero no la implementas 
Por inverosímil que parezca, a veces podemos quedarnos atascados en la “fase teórica”, sin pasar a la acción. Le pasa a menudo a las personas que padecen depresión o a los procrastinadores. Estas personas pueden saber cuál es el camino a seguir, han encontrado la solución para el problema, pero no la implementan. Como resultado, se quedan atrapadas en el problema, el cual las desgasta cada vez más. Este comportamiento puede deberse a múltiples causas, pero generalmente se explica por el miedo a salir de la zona de confort, una zona en la que quizá no nos sentimos bien, pero nos reporta la seguridad de lo conocido. 
¿Solución? Asume que el primer paso no te llevará donde quieres llegar, pero al menos te sacará de donde estás. Si te asusta tomar una decisión, simplemente ve dando pequeños pasos. Siempre tienes la opción de volver atrás y emprender otro camino. Recuerda que a veces el camino no es recto sino lleno de curvas y retrocesos. Aún así, es mejor moverse que mantenerse paralizado sufriendo una situación que te está dañando. 
4. Te obsesionas con las consecuencias de las decisiones y con lo que pensarán los demás 
El pensamiento es una herramienta muy potente que nos permite proyectarnos al futuro para evitar posibles daños. Sin embargo, también es un arma de doble filo que genera preocupaciones incesantes que nos arrebatan la tranquilidad. Uno de los principales errores que nos mantienen atascados y nos complican la vida consiste en pensar continuamente en las implicaciones de nuestras decisiones, casi siempre previendo las consecuencias más negativas que podamos imaginar. De hecho, muchos temen a cómo reaccionarán los demás o qué pensarán de ellos. El temor al juicio social les mantiene atrapados. 
¿Solución? Tomar decisiones es el arte de elegir caminos y lidiar con la incertidumbre. Eso significa que, dado que solo podemos recorrer un camino, debemos olvidarnos del resto. Todas las decisiones que tomes siempre tendrán consecuencias. Siempre tendrás que renunciar a algo y nunca podrás estar seguro completamente de las implicaciones de los pasos que das. Aún así, si quieres seguir creciendo, debes moverte. Y eso implica tomar decisiones. Asume que no puedes controlar las reacciones de los demás y que es probable que tu decisión no guste a todos. Aun así, es tu decisión. Es tu vida, y tú decides.

5. Inventas obstáculos 
Puede parecer un contrasentido, pero a menudo inventamos obstáculos en nuestro camino para evitar tomar una decisión que nos atemoriza. De hecho, es la estrategia más común para complicarse la vida innecesariamente. Por ejemplo, nos decimos que no podemos tomar la decisión sin consultar antes a una persona que no se encuentra disponible o con la cual mantenemos una mala relación. O nos decimos que no podemos decidir hasta que no tengamos más información, a sabiendas de que nunca será suficiente porque es imposible minimizar a cero la incertidumbre. En esos casos, en vez de dedicar nuestro tiempo y energía a buscar soluciones, nos dedicamos a poner obstáculos. Como resultado, nos sentiremos atrapados en un laberinto sin salida que hemos construido nosotros mismos. 

¿Solución? No es necesario que crees más obstáculos de los que la vida te pone. Si te sientes atascado a pesar de que ya has encontrado una solución, pregúntate a qué le tienes miedo. Ahí se encuentra la respuesta a los obstáculos que estás creando para no dar el próximo paso. Puedes aprovechar esa situación para crecer afrontando tus temores.

No hay comentarios: